Joaquín Trincado

6 de Diciembre de 1957

Médium Margarita - Posesión

Veo al maestro llevando una gran cabeza de gorila, un mono horrible, encadenado y lo sujeta con la mano derecha. No sé qué quiera decir, pero es un gorila con una boca horrible, grueso, da horror verlo. El Maestro lo tiene sujeta con la mano derecha.

Buenas noches:

Buenas noches. Y ahora no digo buenos días, porque la hermana médium me ha visto sosteniendo con mi mano derecha a una bestia encadenada. Porque no quiero que vosotros, mis amados hermanos, los que os llamáis mis discípulos, consideréis que fui un hombre excepcional, no, también fui obscuro, también tuve que dominar la bestia de los instintos, de las pasiones, por eso no quiero que me rindáis culto como a un hombre extraordinario; tuve todas las flaquezas humanas y por eso digo: buenas noches, y no como siempre, sonriendo buenos días. Día, claridad, noche obscuridad, porque yo también pasé por la obscuridad de la noche y en mi pasada encarnación, yo no fui el hombre perfecto que todos creen que fui, y ya sabéis cual es mi historia y qué grande, casi viejo, vine a saber la misión que traía. Viví en la noche, para después tratar de vivir en el día, en la luz que me tocó dar a los hombres de la Tierra: las doctrinas salvadoras, las doctrinas luminosas, las doctrinas de amor.

Por eso vengo ahora humildemente con vosotros, con esta fiera, con esta bestia encadenada, con esta bestia que todos traemos a la vida cuando encarnamos. Pequeña, o grande, tenemos que luchar con ella aunque seamos misioneros, aunque después podamos llamarnos maestros. ¿Por qué? Porque tuvimos el valor de dominarla y ese cuerpo, ese instrumento que se nos dio para actuar, puede convertirse en nuestro mayor enemigo, puede desviar la misión que hemos traído cuando lo dejamos que se enseñoree, que sea el amo. El instrumento no debe ser el amo, el amo es el espíritu y es el espíritu el que debe dominar al instrumento, para que no se transforme en bestia que quiere saciar instintos y pasiones. Así que no me consideréis como un hombre puro ni extraordinario, fui un hombre como todos, viví la vida como todos: pero llegó el momento en que pude encadenar a la bestia; entonces surgió el hombre, surgió el misionero, que no fui otra cosa. Un misionero que trató de cumplir lo que la Ley le ordenaba, y a través de mi pobre materia, cuando ya estaba rendida y no había lugar a las pasiones, entonces pudo dedicarse a la obra grande, dura, pero hermosa, de dar a los hombrea de la Tierra, las doctrinas salvadoras.

Esta fue mi obra, por eso no quiero que me juzguéis, como hombre superior, ni como hombre extraordinario y quiero que vosotros, discípulos de esta amada Escuela, también paséis por ese crisol que pasé yo y podáis dominar a la. bestia, como la dominé yo, para que surja en vosotros la vida luminosa, la vida de amor, la vida pródiga para todos vuestros hermanos.

No os avergoncéis de vuestras faltas pasadas, al contrario, si habéis dominado vuestros defectos, nuestros errores, si os reconocéis y vosotros mismos lo decís sin esconderlos, con valor entonces, hermanos míos, habéis dominado la bestia; pero todavía muchos de vosotros sois sus siervos y os dejáis llevar de rencores, de envidias, de vanidades.

Acordaos que la Escuela es amor, que la Escuela es unión, que la Escuela es fraternidad, que la Escuela es luz. Entonces aquí no cabe ya la bestia dominante del instrumento cuerpo, aquí no cabe ya el dominio de la materia, no, aquí venís ya con vuestros espíritus conscientes, vuestras mentes claras, con vuestros corazones dispuestos a practicar las doctrinas que enseña esta Escuela.

Joaquín Trincado fue un hombre como todos; Joaquín Trincado fue el misionero que había sido un espíritu grande, sí, porque es muy antiguo, pero que al venir a la Tierra tuvo también que salpicarse de lodo de la vida terrestre; pero supo dominarla y entonces, hasta se le concedió lograr, desempeñar la grande misión que todos conocéis.

De nada me jacto, de nada me enorgullezco, no soy más que vosotros que un hermano mayor, que estará siempre dispuesto a ayudaros, a conduciros y, sobre todo, cuando vosotros sintáis el zarpazo de esa bestia, llamadme y yo os ayudaré a vencerla, porque yo supe vencerla en mi vida pasada, y sin embargo, la Escuela que es unión, la Escuela que es amor, la Escuela que es luz está dividida. Todos creen tener la razón y todos creen seguir las doctrinas a su modo; pero si se pierde la unión, y si se pierde el amor; y sí cada quien cree que está en lo justo, están equivocados.

La verdad es sobre todas las cosas, la verdad se impone y si no estáis unidos, si hay rencores entre vosotros, si hay separación, si hay críticas, murmuraciones ¿cómo puede haber el amor fraternal? ¿cómo puede existir la unión entre todos vosotros que formáis ya un grupo numeroso, pero que estáis disgregados?

Acordaos que es la obra del detractor, desuniros para que se pierda la obra de la Escuela que es la que equilibrará la vida en la Tierra.

Así es que, hermanos míos, no penséis que fui un superhombre, fui un hombre como vosotros y vosotros podéis también hacer vuestras misiones y desempeñarlas como la desempeñé yo.

No os desaniméis. Si vuestras vidas pasadas, es decir, si vuestros años juveniles o de hombrea ya fueron manchados, fueron obscuros, siempre es tiempo para reconocer los propios errores y para dominar a la bestia que cada hombre lleva consigo.

Os hablo con humildad, para que no creáis que porque soy el Maestro, me creo superior a los demás. Como hombre fui como todos, pero la obra de la Escuela no es mía, fui el misionero que la trajo.

Seguidla vosotros, seguidla humildemente, amorosamente, verdaderamente.

Despojaos de prejuicios, de vanidades y no pretendáis que cada grupo es el mejor: que los médiums sean los instrumentos dóciles. de las entidades del espacio, que vienen a daros su luz, y que todos colaboréis en; esta gran obra, porque los momentos son llegados y la Justicia se hará sentir.

Todos unidos, hermanos míos, como alumnos de esta Escuela Magnético-Espiritual de la Comuna Universal, seguiremos siempre más allá.

Joaquín Trincado

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