Joaquín Trincado

Lunes 5 de Mayo de 1952

Médium Margarita - Posesión

Buenos días:

Hermanos míos: el hombre sin fe es como el ciego que va por los caminos de la vida apoyado en un báculo, dirigido por un perro, necesitando siempre un lazarillo que lo guíe.

El hombre de fe va con la mirada hacia el frente, hacia arriba; lleva la luz, lleva la convicción. Ese hombre no necesita báculo, no necesita lazarillo, su propia fe lo guía, su propia fe lo conduce, y eso es lo que yo pido de vosotros: vuestra fe.

Si estáis convictos de las doctrinas que os he dejado, ¿por qué titubear? ¿por qué dudar? Desechad esos momentos tristes, esos momentos negros en que la duda os acecha, especialmente a los médiums.

Levantad la frente y seguid, seguid libres de temores; vosotros no necesitáis del báculo para apoyaros, ni del perro que os guíe o del lazarillo que os conduzca, si tenéis continua comprobación; a cada momento, vosotros los estudiantes, estáis comprobando lo que se os ha enseñado; tenéis muchas pruebas palpables, hasta materiales.

Vuestra razón dilucida ya y os hace obrar como hombres libres, como hombres conscientes; no necesitáis pedir consejo al amigo, al hermano mayor; obráis ya por vosotros mismos porque asumís toda la responsabilidad de vuestros actos.

¿POr qué dudar? ¿por qué titubear?, titubea el religioso, que piensa con horror en el "más allá", en el purgatorio, en el infierno y necesita el lazarillo del sacerdote para que le perdone sus culpas y le enseñe el camino; titubea el que lleva una conciencia intranquila, el que no conoce que el amor lo rige todo; el que está siempre en el acecho, siempre metido en sí mismo, con sus faltas a cuestas, ese titubea, ese busca el alcohol, ese busca la vida fácil, el lazarillo que lo guíe, la molicie, la desconfianza, los vicios... ¿pero vosotros, vosotros que habéis estudiado, que pertenecéis a esta Escuela, que no sólo os habéis nutrido de las obras que yo, torpemente, escribí, sino que recibís en cada sesión esas comunicaciones hermosas, que no hay tema que no se os trate, que no hay motivo para que dudéis, para que estéis inseguros?...

Hermanos míos: tenéis la clave de la vida, tenéis ya parte del sendero de la verdad; no titubéis, no dudéis, hermanos míos, seguid el camino con optimismo, con fe.

La fe da la alegría, la fe hace que los hombres logren las grandes conquistas.

El hombre sin fe no avanza en ningún camino; el hombre sin fe es un pobre guiñapo que no se puede mover por sí mismo.

El hombre con fe triunfa y el hombre con fe llega a la meta que se ha fijado.

El hombre de fe es el espíritu trino y vosotros lo sois. No dudéis del triunfo de vuestra Escuela... parece que el enemigo triunfa, parece que todo se pone en contra... pero vosotros, en vuestro intento, sabéis que no puede triunfar lo negro sobre lo blanco, sabéis que la justicia está en acción y que vuestra Escuela sigue su obra, lentamente, y llegará al triunfo.

¿Cuál es el triunfo?, llevar a todos los rincones de la Tierra, a todos los cerebros, a todos los espíritus el rayo de luz que ansían, el rayo de luz que les dará la felicidad suprema, que les enseñará el camino a seguir, y eso no lo podéis dudar porque estáis viendo que cada día surgen nuevas facultades, nuevas mediumnidades, fenómenos que hacen que los hombres comiencen a fijarse en que no están solos y que no son las religiones las que les dan el cielo que ellos piden.

La Escuela lo puede todo, hermanos míos, porque la Escuela lo sabe todo, porque el Espiritismo os da la clave de todo lo que, para los demás, es incomprensible; porque no tenéis misterios, porque vosotros mismos os complacéis, os solazáis con vuestros conocimientos, porque vosotros ya no tenéis problemas de incertidumbre porque ya vuestra razón lo aclara todo, así es que seguid adelante con fe.

¿Que sois humildes? ¿que sois pobres? ¿que parece que sois pocos? no, hermanos míos, sois muchos, muchísimos, más de los que podéis imaginar, y todos estamos en la misma obra y con esa fuerza que hará la unión, la unidad de miles y miles de millones de espíritus que persiguen el mismo fin, iremos siempre al triunfo, pero no lo dudéis.

Estáis a punto de lograr ya la publicación de vuestro libro... ¿y si no se lee? ¿y si no se vende? ¿y si no lo entienden? ¿y si es un fracaso?... muchos de vosotros pensáis así, pero esos pensamientos debéis sofocarlos, debéis pensar que ese libro es luz para todos y así tantos que se han de publicar fuera de esta Escuela también; no penséis que vosotros sois los únicos, que todo aquel, dentro de cualquier credo, dentro de cualquier filosofía que lleve un tenue rayo de luz y de verdad, triunfará y hace obra de amor, como la hacéis vosotros; con valor, con vuestra fe en obras, con vuestra convicción de espíritus convictos y responsables, iremos "Siempre más allá".

Joaquín Trincado.

Joaquín Trincado

Viernes 11 de Abril de 1952

Médium Virginia - Escritura

Os saludo, hermanos, y os pregunto ¿habéis hecho todo lo humanamente posible por esta Escuela que es para regenerar a la humanidad? ¿NO podéis hacer algo más aun? ¿no queda algo que hayáis olvidado? pensad, meditad, examinad vuestras obras y agotad todos los medios de que disponéis en bien de la humanidad, de esta humanidad que en verdad necesita de vuestro esfuerzo porque hay en la vida del hombre momentos difíciles, por los que sin duda habéis pasado, en que es preciso una mano generosa que nos sirva de apoyo ayudando a continuar el camino del progreso.

La humanidad es el conjunto de los hombres de la Tierra y, por lo tanto, es la representación de sus diversas necesidades; mas si os pedimos que trabajéis en bien de la humanidad debéis entender que la forma inmediata y práctica es atender al pedido o necesidad más cercano a vosotros, y podéis actuar en bien de unos de los miembros que la forman, pues si estáis esperando a emprender una obra importante, perderéis un tiempo precioso.

Creo, pues, que podéis y debéis mirar a vuestro alrededor y hacer que fructifiquen las ideas de amor por vuestra mano.

Investigad entre vuestros allegados quién es aquél que está esperando de vosotros la luz, porque la justicia y la afinidad lo han puesto en el sitio preciso y vosotros os pasáis desapercibidos y anheláis encontrar una oportunidad de poner en práctica lo que habéis aprendido en esta Escuela, y lo tenéis a la mano y, sin embargo, no os dais cuenta. Buscad al hermano, porque la Ley trabaja infatigable.

Estudiad lo que sucede a vuestro alrededor, y como la gota de agua que perfora la roca, así ir infiltrando, poco a poco, la luz de la verdad entre vuestros afines.

Haceos un ambiente agradable, atraed a vuestro círculo magnético a los que amáis y dadles, como quien administra una medicina, con prudencia, y observad el efecto de la doctrina que les ha de redimir de su ceguera.

Hoy una palabra, una frase, mañana otra más, cuidando de grabarla con indeleble tinta de amor, y tendréis el gozo, la satisfacción de verlos felices por vuestra obra.

No desperdiciéis la ocasión de mostrar la bondad de esta doctrina, por vuestros actos y cuando los demás se alteren y sofoquen por la ira, mostraos vosotros ecuánimes y tolerantes para que vuestro ejemplo les salve de mayores excesos, y no hagáis resaltar, con vanidad, vuestra actitud, para no avergonzarles; mostraos condescendientes y comprensivos, pues cuanto más fuertes os consideréis, mayor será la carga que la justicia depositará en vuestras manos.

Haced por la Escuela, en vuestros hermanos, lo que en vosotros hizo a su vez ella. Así como encontrasteis solución a vuestros problemas, resolved vosotros los que os llegan buscando la benignidad de vuestros sentimientos.

Esa es la obra que esperamos de vosotros; eso es lo que os falta por hacer.

Cada uno de vosotros, y los que después serán, llegarán un día a formar el núcleo sol que será eje de una familia, de una humanidad, de un sistema planetario, de un plano sideral, y así hasta el infinito, cada vez más grandes, más brillantes, llenando el éter de vida, de luz.

Joaquín Trincado.

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