Joaquín Trincado
Jueves 10 de Julio de 1947
Médium Virginia - Escritura.

La vida es eterna y continuada, y así como la vida, así es la labor del espíritu, eterna y continuada porque EL ESPÍRITU ES LA VIDA MISMA.

La labor del espíritu tiene mucha amplitud para desarrollarse.

Las limitadas facultades del hombre no le permiten distinguir las infinitas percepciones del espíritu y de aquí vienen tantas y tan tontas equivocaciones.

Es difícil para el espíritu liberto, hasta cierto punto, tratar de explicar someramente cuánto sienio, cuánto piensa, en fin, todo lo que perciba os presenta, al espíritu, los obstáculos que tiene para el hombre.

El espíritu penetra todos los cuerpos. Puede situarse, si su grado de progreso lo permite, en el fondo de los mares o en la cima de las montañas más altas.

El espíritu tiene ante sí todo lo que constituye el Universo.

No es frecuente encontrar, en el espacio, seres turbados, pues estos, generalmente permanecen pegados a la tierra, buscando la repercusión, que aun perdura, de los instintos que no dominaron.

En el espacio centellea el espíritu libre. se traslada de un mundo a otro, y su campo de acción es tan grande como su peso. Cuanto más liviano es, cuanto más puro, más y más asciende hacia las regiones de luz.

El espíritu hiende el infinito así como el ave, en la tierra hiende el aire.

Mas el ave tiene un límite. También el espíritu lo tiene, pero para éste no hay más límite que su propia potencia, su propio progreso.

Cuando el espíritu, feliz, se remonta en la inmensidad y se sumerge en los océanos insondables de luz, de fuerza magnética, del espacio, siente vibrar más intenso el amor de Eloí para todos sus hijos.

El alma se expande y nada jubilosa, saturándose de las purísimas esencias que ahí se encuentran, y el espíritu se solaza reposando gratamente en aquellas lejanas claridades que yo trato de esbozar ante vosotros.

Es imposible transmitir con fidelidad las percepciones del espíritu porque el hombre no posee aun los sentidos suficientemente desarrollados que le permitan, algún día, comprender las sensaciones que el espíritu experimenta en el espacio, reflejándose en él a través de su alma.

Los médiums muchas veces se ven en apuros tratando de explicar todos sus movimientos porque aún falta mucho por estudiar. Tienen, pues, los investigadores ancho campo de acción.

Todo lo relacionado con el estudio de los médiums tiene agradables sorpresas para los que se entregan a él.

El espíritu, como la vida misma, ofrece en sus manifestaciones internas y externas la más variada condición.

Si la vida es tan diversa es porque representa, en sí, todas las infinitas demostraciones de las innúmeras facetas de la actividad del espíritu.

Doquiera, el espíritu; doquier, el Universo entero, demuestran la vibración eterna de Eloí. ¡Ahí está la Vida!

Es así, hermanos, la vida eterna y continuada.

Joaquín Trincado.

Joaquín Trincado
Jueves 10 de Julio de 1947
Médium Margarita - Posesión.

Buenos días:

Soy el General que viene, como siempre, a dar palabras de aliento a sus soldados debilitados, a sus soldados temerosos, a sus soldados dudosos, a sus soldados vacilantes, porque la batalla ha sido dura; pero mis soldados no caerán nunca porque, si bien es cierto que no vengo a aconsejar la audacia ni la temeridad, vengo a aconsejar la previsión, pero la previsión sin pesimismo, la previsión sin temores; vengo a pedir la obra dentro de la razón y dentro de la justicia.

Vengo a pedir que obréis con la fe que habéis ganado, con la fe que alienta a todos los misioneros que han dado la vida por la causa más noble, que es Amor.

Vengo a pedir esa fe para vuestra lucha, porque vosotros no sois fanáticos, no vais al combate mandados por superiores egoístas, no; vais por vuestro propio deseo, por vuestra propia promesa, por vuestra convicción, porque sabéis que la fe debe ser razonada y esa fe la tenéis vosotros que a cada momento tenéis pruebas de ella por vuestras propias obras.

Hermanos míos: la Escuela os necesita; la Escuela os pide el cumplimiento de vuestras promesas y yo vengo, de cuando en cuando, a recordároslas y a pediros que las cumpláis.

¿Cómo? con vuestro trabajo, con vuestra obra, con vuestra propia vida si es preciso.

No, hermanos, nunca estáis solos; no llevéis por delante el pensamiento de que no triunfaréis; ya sabéis que estáis siempre asistidos, que no dependéis de vosotros mismos porque también obedecéis órdenes de superiores, pero no de los superiores egoístas, de los superiores supremáticos, no; de los hermanos mayores, que os alientan, que os asisten, que os iluminan.

Vosotros, como soldados, obedeced a esos hermanos desencarnados, misioneros también, que os dan su fuerza y su luz, a esos superiores, que os necesitan, porque ellos no disponen de materia como vosotros.

Así pues, cada día ofreced vuestra vida para la tarea que se os designe.

¿Qué es lo que os viene? no lo sabéis porque vuestras materias no os permiten adivinar, todavía, lo que vais a recibir; pero estad dispuestos siempre a escuchar, dispuestos siempre a obedecer, porque sólo así cumpliremos esta obra iniciada con tanto amor, la obra universal, la obra de la liberación del pensamiento, esta obra que traerá luz a toda la Tierra, para que la Tierra sea digna de ocupar ya el lugar que le corresponde.

Valor, hermanos míos; sin temores pueriles, sin escuchar las amenazas de los pequeños, sin creer que seréis vencidos, con esta fe razonada, con esta fe que tenéis ya, que en vosotros es convicción, iremos al triunfo, todos unidos, SIEMPRE MÁS ALLÁ.

Joaquín Trincado.

Joaquín Trincado
Viernes 22 de Agosto de 1947
Médium Virginia - Escritura

Estoy con vosotros por la justicia, en el amor de Eloí.

Hermanos míos: la hora es.

Estoy aquí para hacer un llamado a todas vuestras energías.

Cuidad escrupulosamente vuestros actos. Estad seguros de cuanto hacéis pensándolo bien antes.

Veo que, al fin, la bestia se torna agresiva, muestra sus afilados colmillos, abandona su hipócrita mansedumbre y arremete contra los hombres libres, emancipados del yugo de sus falacias.

¡Atrás, verdugos de la humanidad! No lograréis ya doblegar más a los pueblos.

Es la hora de la libertad y de la luz y veréis caer a vuestros ídolos, uno a uno, entre el estrépito de vuestros inútiles lloriqueos de rabia impotente.

Adelante, convictor; así avanzad. Adelante la avalancha de los cumplidores de la Ley de amor. Adelante, que ya nada puede detener la luz que ilumina el horizonte. Al fin los bandos se definen. Al fin se arrancan las máscaras los falaces impostores.

El mundo, al fin, contempla el descaro nauseabundo de los detractores de todas las libertades humanas.

Mirad, hombres de la Tierra: ya no podréis ser engañados, tenéis ante vuestros ojos toda la magnitud del error que durante siglos habéis soportado envuelto en una aureola de falsa divinidad.

Ved ahora cuáles son los verdaderos planes de los que se han llamado a si mismos ministros de Dios, de su Dios fatuo e ignorante.

Mirad a los falsos conductores de las almas. Mirad cómo ambicionan dominar al mundo. Ellos no se preocupan por satisfacer las virtudes que han puesto de parapeto a sus maldades. Ellos anhelan el poderío absoluto de la tierra y si lo logran -que no será, porque sus horas están contadas- si lo logran, digo, aun su ambición no estaría satisfecha porque no es ambición lícita y noble, natural en todos los hombres racionales y sensatos, es la más espantosa de las concupiscencias, ambicionan poseer un mundo para satisfacer todos sus apetitos, y lo tendrán, hermanos; tendrán su mundo, mas no será el mundo Tierra que pertenece, desde el 5 de abril de 1912, a la categoría de mundos regenerados.

Así, os digo que luchéis con denuedo; haced un grande y decisivo esfuerzo. No omitáis ningún sacrificio para llevar adelante esta obra.

Que no os distraigan con insignificantes cuestiones domésticas. Mirad que sólo tratan de distraer vuestra atención.

Ved hacia adelante. Mirad el panorama de la humanidad y decidid qué es lo primordial, los intereses de la humanidad o las trivialidades que se presentan en vuestra vida doméstica tratando de restaros fuerzas que sólo debéis dedicar a la obra que habéis prometido y jurado con toda vuestra potencia llevar adelante.

Eloí os bendiga.

Joaquín Trincado.

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