Joaquín Trincado.

Viernes 6 de Diciembre de 1940

Médium Margarita - Posesión

Buenos días:

La mayoría de vosotros, en los tiempos actuales en que el trabajo y el reposo no están compensados por la turbación que existe en la tierra, en que las enfermedades os acechan, en que las preocupaciones de la vida material os roban muchas horas de sueños, en que los problemas que tenéis no os dejan disfrutar de un sueño tranquilo, con qué pereza despertáis a cada mañana. Despertáis somnolientos, cansados, el poco sueño no os proporciona el reposo que deseabais y os enfrentáis con un nuevo día lleno de vicisitudes y trabajos y luchas y fatigas y sentís temor de levantaros, de comenzar aquel nuevo día que os envía el Padre, como decís en las mañanas.

Si después de una enfermedad larga, en que habéis pasado noches dolorosas, largas, angustiosas, despertáis un día sintiéndoos frescos, descansados, sin dolores, ávidos de lucha y de trabajo, con un día claro y lleno de fragancia, no es esto todavía lo que puede daros la clara, la exacta idea de lo que es la alborada de la nueva vida después de muchos años de trabajos y de luchas, de sinsabores y de dolores.

La transición de la vida material a la vida espiritual, el momento de la liberación, el instante sublime del regreso a la patria de todos, a la patria universal, no podéis aún comprenderlo no obstante que lleváis el recuerdo de muchos de estos despertares, de muchas de estas albas gloriosas porque en cada desencarnación las habéis tenido.

Así es, hermanos míos, cómo, después de una vida de luchas, de trabajos, se proporciona al espíritu un sueño reparador; según su grado de progreso es también la duración de este sueño, según las necesidades que tiene el espíritu para acostumbrarse a la liberación de su materia, a la sensación de estar libre, de remontarse sobre todos, y este espíritu ha alcanzado la luz y murió consciente, como os tocará a vosotros.

Figuraos qué ilusión, que gusto tan grande se recibe al abrir los ojos a una luz que os sorprende cómo pueden resistir, cómo podéis resistir; al sentiros llenos de vigor, sin ningún lastre que os detenga, al sentiros sin problemas, al sentiros sin dolores, sin necesidades, al daros cuenta, con toda vuestra razón, con toda la conciencia de vuestro ser, que estáis libres, que habéis dejado aquel cuerpo, con dolor, sí, pero que ahora ya no es vuestro y ahora vuestro espíritu abre sus alas para remontarse a la inmensidad del infinito.

Así, en esta rememoración que habéis hecho de mi desencarnación, gozoso os digo el placer inefable que me fue permitido disfrutar y el ansia con que me entregué a actividades de otra índole, así como el que continúa un trabajo que quedó inconcluso el día anterior, con cuanto ardor se dedica a terminarlo; pero se encuentra con que no es uno, que son muchos, que no es en una parte, que es en todas, que en el infinito hay muchos mundos, que en el universo hay quehacer para todos, al reconocer lo que aquí conocimos, aquella patria tan amada del Padre, al sentir la trascendencia de las labores que tenemos todavía que desarrollar, ¿cómo es posible, después de esa noche de descanso, que el espíritu, embargado de nueva luz, ávido de nuevas luchas se dedique a descansar? No, hermanos míos; el espíritu trabajó con más ahínco, con más ardor, con frenesí porque entonces se da cuenta de todo lo que está por hacer en aquel amado mundo que acaba de dejar; entonces se da cuenta de que su misión no fue terminada y que hay mucho que está detenido, que ha dejado discípulos, que ha dejado hermanos, que ha dejado colaboradores que esperan también su ayuda para seguir adelante hasta coronar la obra que le fue dado comenzar.

Mi labor es intensa, mi trabajo arduo, pero con cuánta, con cuánta alegría la desempeño sin los impedimentos que se tienen en materia, con la vista clarísima que nunca se tiene con los ojos de la tierra.

La pena grande que tenemos -porque aun en esta vida sufrimos- es vuestra indiferencia y vuestra impotencia para recibir las intuiciones y para secundar nuestros planes -ya sabéis que todo está sujeto a un plan para seguir adelante con mayores facilidades que se os darán si vosotros ponéis algo de vuestra cuenta, si vosotros ayudáis con vuestro estudio, con vuestra concentración, con vuestro heroísmo muchas veces.

Por esto he querido venir en esta noche, hermanos míos, a deciros que la obra no está terminada y que aunque creéis que atravesáis por momentos difíciles, la lucha se va ganando, porque es la lucha de todo el Universo, es la conquista del amor universal que vosotros en este pequeño planeta debéis establecer porque sois los precursores, sois los puntales de la obra que han venido a desempeñar muchos Mesías, Maestros y Profetas.

Los grandes misioneros que vinieron, dejan mejores mundos y dándoos una prueba de su amor tan grande, quisieron venir a vivir entre vosotros, incomprendidos, inmolados, pero a dejar esa simiente que es a vosotros a los que toca cultivar para que de el fruto que todos esperamos, que todos anhelamos para que este mundo tierra alcance el grado de progreso que le corresponde y para que la Escuela Magnético-Espiritual de la Comuna Universal llegue a ser lo que su fundador se propuso, lo que su fundador trajo en misión porque la Ley así lo quiso.

¡Adelante, hermanos míos! No cerréis vuestros ojos: oíd y ved; recibid nuestras intuiciones, nuestros consejos y dejaos que os envolvamos en ese amor tan grande que os tenemos.

Que el padre sea con vosotros.

Joaquín Trincado.

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