Hermanos míos: En el espacio no hay aniversarios porque en el espacio, en el Universo, se vive en el eterno presente; pero en la tierra, la tierra que recorre su órbita y que pasa durante cierto período de tiempo por un mismo punto de ella, se significa por una etapa que habéis llamado un año y en esos momentos la tierra vuelve a estar bajo la influencia de los mismos planetas también, recorriendo sus órbitas, están en el mismo punto.
Esto es lo que llamáis aquí un año, y hace 28 años que el juicio de la tierra se efectuó y este aniversario glorioso celebráis ahora con entusiasmo, con alegría, con orgullo noble y legítimo.
No podía dejar de venir a vosotros, como estoy con todos los hermanos que, reunidos esta noche -de adherentes- conmemoran y recuerdan y con sus pensamientos concentrados y dirigidos todos a aquellos centros de vibración, vuestro reconocimiento y vuestro amor al Padre infinitamente sabio, infinitamente bueno, que concedió a la tierra que llegara el momento de ser juzgada para que entrara, con todos los mundos de progreso, en la etapa de la luz que se marca con el 7° día.
Veo el regocijo en vuestros corazones. Todos estáis conmovidos ante esta celebración tan significativa para vuestro mundo.
Qué grande fue el día de hoy hace 28 años, en que todos vosotros, en espíritu, estuvisteis presentes y ahora, en estos momentos en que encarnados estáis aquí, sobre vosotros y a vuestro alrededor hay millares de espíritus de luz, de protectores, de afines vuestros que se unen a vosotros en esta celebración gloriosa y forman esas arcadas de luz de que todos sabéis ya.
Concentraos y muchos de vosotros podréis ver colores que los ojos materiales no han presenciado nunca.
Concentraos y oiréis sonidos melodiosos que el oído humano no puede escuchar.
Concentraos y sentiréis los efluvios, los aromas, el ambiente hermosísimo que os rodea, que habéis facilitado con vuestra unión y vuestro amor y vuestro deseo ardiente porque esta vuestra Escuela triunfe más pronto de lo que pudiera estar previsto.
Ya podéis ver qué adelanto tan grande se ha logrado en 28 años; es el principio, es el primer paso, doloroso, durísimo, difícil, lleno de obstáculos que vencer y, sin embargo, vosotros habéis visto ya qué adelante habéis ido. Por el progreso vuestro podréis juzgar lo que significa para el adelanto de la tierra.
Por eso en esta hermosa noche vengo a vosotros a acompañaros en esta celebración gloriosa y en este día memorable quiero también saludar y recibir en mis brazos a esos dos hermanos que, escogiendo este día, han unido sus vidas en materia; lo estaban ya en espíritu y sus espíritus han caminado de la mano desde hace tiempo.
La influencia astrológica y la influencia espiritual que hay sobre vosotros, precisamente por haber escogido este glorioso día, es un augurio para vuestra felicidad y contento.
Yo, vuestro Maestro amado, vuestro Maestro obedecido, vuestro Maestro imitado -porque me imitáis, me amáis y habéis obeddecido también mis insinuaciones y consejos- vengo a traeros mi enhorabuena, mi felicitación entusiasta por este acto que habéis verificado bajo tan buenos auspicios.
Los Maestros Consejeros de esta Cátedra estamos presentes y así como hace poco nos constituimos en un Tribunal para un triste jurado, así ahora nos constituimos también en un Consejo protector, en un Concejo de amor y de luz que quiere derramarla sobre estos dos hermanos que hoy han unido sus vidas.
Para todos, alegría; para todos, felicidad y para todos mis deseos y mi súplica porque estudiéis siempre en todo: en lo bueno y en lo malo, en lo triste y en lo alegre, en lo negro y en lo blanco, en la luz y en las tinieblas.
Vuestro maestro.
Joaquín Trincado.