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AUTOFONICAS

L. U. 1. -C. S. -Juilis Juilis

¡Paz, Paz, Paz Madres de la tierra!... Sí; Paz queremos en la tierra; pero hasta la palabra parece una contradicción. Pero el Padre decretó la paz para la tierra y la paz será. Mas ¿por qué al decir paz, la mente se para, porque sólo guerra y guerras hay en acción y preparación? Examinamos y nos encontramos con la sentencia aun incompleta. "La guerra mata a la guerra", está escrito, y lo escrito en ley, en justicia tiene que cumplirse. Para que venga, pues, la paz, preciso es que la guerra mate a la guerra.

¿Pero es acaso que la guerra sea una ley?... ¡Oh no!... Pero como la guerra fue contra la paz que es ley de fraternidad, para que la fraternidad de los hombres pueda vivir en la paz, la pasión que despertó la guerra entre la humanidad, es preciso quitarla; que desaparezca, y desaparecer, es morir en vuestro lenguaje, y por eso, en justicia se escribió: "La guerra mata a la guerra".

Hoy fui llamado al Autófono para vibrar a LA BALANZA, para hacer un llamado a las madres, y substituyo a la madre de la raza adámica, cuyo dolor no la dejaría tocar los puntos delicados de represión y acusación, porque una gran parte de las madres, a la vez que irracionalmente la veneran, (pero no la aman) la vituperan con los nombres de mito: "Virgen", "Madre de Dios", "Reina de los cielos".

Pero le piden egoístamente, injustamente, su mediación con su "hijo divino", "hijo único de Dios", para que sus pueblos triunfen sobre el otro pueblo que repite la misma canción y... ¿No es esto el máximun de la locura? ¿No es esto haber perdido las madres, la noción de sus ternuras de prosapia de madres?...

¿Más dónde están "los cielos" de los que pudiera aquella "madre de dios" ser "reina"?... Yo soy mujer y madre, en un mundo a doble distancia de la tierra que Sión (Sirio que llamáis) y no encontré esos cielos, que tampoco yo evoqué en la tierra a la que por familia espiritual pertenezco y por mi progreso llegué a aquel mundo de dicha donde se vive la vida del amor; pero tierra es como la tierra, en diferente grado de progreso elevadísimo; pero no es el cielo a que la falacia religiosa de la tierra se refiere. Estoy vibrando ante el Superior Consejo y tribunal del plano al que la tierra pertenece y pregunto al Maestro Superior: ¿Dónde están los cielos de los que María Eva sea reina?... Un encogimiento de hombros del Espíritu de Verdad del gran Maestro Superior del Plano, es la contestación. ¿No sabe?... Hay Consejo de Maestros de la Cosmogonía. Están reunidos en este momento los Maestros Superiores de siete y media nebulosas y repito la pregunta y, los siete se encogen de hombros. No existen, pues, los tales cielos del engaño religioso a donde, por sus pesos, mandan a sus robados devotos, a sus anestesiados esclavos, a las ofuscadas madres sobre todo, con cuya ofuscación y vilipendio, la inmunda religión dominó por la falacia, por la fuerte presión brutal carnal y por la muerte. Los cielos de la madre, son sus hijos, y ésta, siempre, desde Eva, en la tierra fue madre de los misioneros y supo serlo. ¿Para que quiere más cielos ni más reino?... ¡Y sufre más que entre todas las madres! ¿Por qué sufre?... Porque amó; porque ama, no como entre todas las madres de la tierra, porque cada madre ama cuanto puede amar; pero ella, amó y ama un grado más que la que más ama, porque fue más veces madre y en más alta misión, por su progreso. ¿Por qué, pues, ¡Oh madres de la tierra! la hacéis sufrir con esos nombres falaces que no son, que no pueden ser, porque no existen esos cielos de inacción?.. ¡Oh!... Si hoy en la tierra encarnada estuviera, se vería precisada a recoger el amor que dio de más, del que los perversos se aprovecharon. Lo dio a manos llenas y fue en perjuicio de los hombres de progreso, porque la perversidad, contra los propios hijos de Eva-María con todas sus intermedias existencias chocaron y los asesinaron por varias veces, como en Antulio-Jesús, o como en Sócrates-Juanucho, o como en Saul-Lorenzo y... ¡Para qué más historia de dolor!...

"Madre de Dios"... ¡"Jesús, único hijo de Dios"!... ¿Pero de quién es hijo el Espíritu de Verdad, conozcámoslo en la tierra en Servio Tulio, Pilatos, Auffer o Xavier, sin dejar de regir e iluminar su plano y es quien, por el padre, da mandato a Jesús?... Y cada espíritu del infinito universo ¿de quién somos hijos, si sólo "Jesucristo" es hijo de Dios?... ¡Basta! ¡Basta, madres de la tierra!... Yo fui madre de la tierra y lo soy ahora en un mundo que dista cerca de 53 años luz de la tierra de la que por progreso me elevé y puedo justificar a esta gran madre, por lo que y para lo que pido a mis hermanas madres de la tierra que ya no concibáis, no paráis más hijos para la religión y con eso no los parís para la guerra, pues la guerra sólo por la religión nació y muere con la religión. Por esto ha de cumplirse lo escrito: "La guerra mata a la guerra". Sí. La guerra del pueblo civil, la guerra de la revolución social, mata a la religión, que es en verdad de verdad la guerra.

¡Madres! ¡Madres!.. Uniros. No pidáis paz al dios de la guerra. No pidáis triunfos sobre los otros, que son hijos de madres, y cada madre ha hecho los mismos sacrificios para dar vida, amamantar y hacer hombres a sus hijos. ¿Por qué habéis de querer el sacrificio, el asesinato del hijo de otra madre, para un mentido triunfo de vuestro hijo?... ¿No comprendéis que si os sucede lo contrario os desesperáis, os enloquecéis, os morís de dolor y angustia?... ¡Y no es la otra madre, madre como tú?.. Sea, pues, mi vibración Autofónica para las madres de la tierra donde aún tengo afectos consanguíneos, pero enteras afinidades espirituales, el verdadero toque de paz por la unión de todas las madres, libres del prejuicio religioso, y con esta arma, que es guerra de razón, habéis matado la sinrazón de la guerra. Más entender que la guerra de las pasiones, la guerra de los dioses que piden sangre está encendida y nadie habrá ya que la evite, porque es preciso el desfogue de los odios que la religión encendió en la pasión política y, sus llamas, pueden llegar a todos los continentes, porque ese fuego ha de consumir hasta la última brizna de la perversidad y, es entonces cuando sólo la acción decidida de las madres hará la paz, al grito de: "Basta de Cruz y de Espada".

Por los consejos Superiores.

Juilis Juilis.

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Nota. -No se da el Autófono a otras líneas, por ocupación del Consejo.

D.

MEDIANIMICAS

Eleazar
BUENOS AIRES, NOVIEMBRE 14 DE 1930
Por la Médium del Consejo.

Buenas noches, hermanos míos. La paz y el amor sea entre vosotros.

Ved, hermanos míos, como todo ofrece algo para el estudio; algo para que los hombres mediten, y algo para que los buenos espiritistas saquen consecuencias para progresar, y algo que despierta el sentimiento y un presentimiento en la sabiduría que debe alcanzar el espíritu; presentimiento que se trasluce en la comunicación de este hermano que acaba de hablar, y que habrá repercutido en vuestra conciencia; primero, porque por la materia que ha tomado no puede manifestarse de otra manera y no puede suceder de otro modo, porque no es obra del milagro, por cuanto en la materia ya está ese defecto de dicción, al mismo tiempo que demuestra los defectos de la fuerza material en esta última encarnación. Lo que anoto para los que se dicen investigadores y buscan fenómenos.

¿Qué demuestra esto? Que el Espiritismo, en su sabiduría, forma un cuerpo extraordinario de doctrinas en las que defiende y sustenta, ante todo, los mandatos del Creador y todas las cosas espirituales, preferentemente, de lo millares de acciones y efectos que son secundarios.

Pero los hombres no ven que el progreso es intelectual, y que las acciones y efectos secundarios es, en la mayor parte de los casos, una manifestación del progreso espiritual.

Esto os demostrará lo que tantas veces os ha dicho el hermano Ildefonso. "Por el progreso espiritual se alcanza el grado de sabiduría eficiente para manifestar por la materia, este progreso".

Benditos los que tienen fuerza de voluntad para tirar los prejuicios, porque esto también tiene su influencia, y muy grande, en las manifestaciones espirituales, a pesar que los hermanos mayores os ayudan y os animan a que arranquéis de una vez y para siempre los prejuicios que os dominan. Y más aún, en los médiums que son jóvenes; porque temen hacer alguna mueca, algún gesto, que le haga poner la cara un poco fea, o temen que puede llorar, como sucede muchas veces que lloramos demostrando nuestro intenso dolor.

Temen y acaso tienen otro prejuicio; que su posición no es para ser un médium. Acaso piensan que el ejercicio de la facultad les va a hacer perder el rango. Pero si hubiese de cobrar un interés por ello; es decir, si hubiese de cobrar algunos centavos, entonces sí, se podía correr el riesgo de ponerse feo, y de llorar y del propio convencimiento de su fealdad. "¡Qué feo soy!", dirían por cobrar.

Así, hermanos míos, es necesario dejar los prejuicios y vencer las pasiones; porque si vosotros que os llamáis espiritistas racionalistas, tenéis los mismos temores, los mismos atavismos y prejuicios que los que no lo son; si en vosotros perdura aún el antagonismo a la verdad, entonces, no valdría la pena que vinieseis a las conferencias, ni nosotros de sacrificarnos con nuestras enseñanzas, que son los principios fundamentales de la Ley Suprema, y, por lo tanto, emanación del Creador.

Seríais lo mismo que muchos hombres que pasan una vida de holganza, ya en juegos de azar, ya en otros sitios, de distinta manera, pero que no conducen a nada bueno, ni despierta en ellos los buenos sentimientos fraternales.

Y si perdéis vuestro descanso para venir, sea para vuestro progreso espiritual; para adquirir mayor sabiduría; para perfeccionaros en vuestro progreso, siendo amantes en la verdad, sacudiendo los prejuicios y demostrando una conducta intachable, que es de donde ha de emanar la tranquilidad de vuestra conciencia.

Y ahí tenéis también la base de vuestra fortuna material; la base de vuestro bien pecuniario; porque, no lo dudéis; si sembráis vientos recogeréis tempestades, como lo dijo el hermano Jesús; pero si por vuestro paso en la tierra sembráis el bien demostrado en obras de amor, recogeréis un equivalente igual a la semilla sembrada; es decir, del mismo fruto, pero multiplicado el producto. Ahora bien; no creáis que esto ha de ser por obra del milagro, no. Esto ha de ser el fruto de vuestra constancia, de vuestra fe en el amor fraternal.

Porque de este amor fraternal, de esta intachable conducta moral, viene como consecuencia la consideración de vuestros semejantes; la admiración de propios y extraños. ¿Y no es esto la base de vuestro bienestar material y pecuniario?

Por eso, si sacudís todos esos antagonismos que se oponen como barreras infranqueables en vuestro camino, indudablemente que haréis más llevadera vuestra existencia, y venceréis todos los obstáculos que encontréis a cada paso, con más facilidad que todos los que no conocen la pureza de la doctrina, y encontraréis entonces la fuente de la posible felicidad, para seguir luego en esa felicidad positiva, con el conocimiento de la eterna verdad, y de esa fraternal pureza en vuestras obras que representa el grado de progreso espiritual, nace el bienestar material en la vida de los hombres.

Estos consejos, hermanos míos, los anotaréis para vosotros mismos y los debéis hacer efectivos con vuestra conducta y vuestro modo de ser.

Es necesario sentir y no ser un empedernido para la voz de la razón.

Es necesario que hagáis lo que tantas veces se ha dicho: Que vuestro porte y vuestra conducta sean los que prediquen vuestro credo y vuestra fe. No hagáis vosotros como hacen muchos estultos que van pregonando lo que hacen y que dicen que por su voluntad se han convertido en propagandistas del espiritismo.

Si estos hombres tuvieran los conocimientos vuestros, necesarios para exponer la doctrina espírita en toda su pureza, indudablemente, que serían una buena obra y grande; pero carecen del conocimiento de las leyes de la creación, y por esta falta de ilustración en los mandatos del Creador y la procedencia y destino del hombre, así como también las leyes emanadas de la ley de amor, en la exposición torpe y fanática que hacen del espiritismo, lo ridiculizan en vez de enaltecerlo. Los que habéis llegado a esta Escuela, no podéis hacer como ellos.

¿No es esto lo que está aconsejado por los hermanos mayores?

Vuestra fe ha de demostrarse en obras; vuestro progreso espiritual ha de venir por el estudio, el trabajo y el amor. Vuestro bienestar, como fruto de vuestras obras.

DE este modo, hermanos míos, aunque parezca que no hacéis obra, hacéis más que otros que vociferan lo que hacen; porque aportáis a la doctrina vuestro grano de arena, y sumáis vuestra fraternidad individual a la fraternidad universal, que es la finalidad de los mandatos del Creador.

Así marcha el progreso; por la afinidad de todos los hijos del Creador, demostrada por el entusiasmo, la fraternidad y la unión de todos los espíritus, lo mismo lo de otros mundos que los que nos encontramos en el espacio y junto con los maestros de toda la cosmogonía.

Que la paz y el amor sea entre vosotros.

Eleazar.

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