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AUTOFÓNICAS

L. U. 1. –C. S. –Rafael.

¿De qué hablar a LA BALANZA los arcángeles, como la fanática supremacía divinizadora, para ser divinos sus creadores, nos llamaron?... Si somos divinos, ¿cómo y qué hablarle a los humanos? Si no hemos sido hombres, ¿cómo entender las cosas de los hombres si  no las hemos sufrido?... Creo, hermano, que sería bastante este introito para quitar la mala intención de los que nos divinizaron y derribar de un hachazo todos esos altares que la ignorancia fanática nos creó por esas causas; por la ignorancia y el fanatismo impuesto por los creadores de nuestras divinidades, que son contra la única divinidad que nos creó espíritus, como voluntad ejecutora de su pensamiento de la vida eterna y continuada. ¿Y habíamos de ser creador por distinta ley que los demás espíritus?... ¿Dónde estaría el amor sin parcialidad de nuestro Padre?... Pero es que, habiendo seres divinos, éstos no podrían ser imitados y tendrían que perdonarles sus fechorías y perversidades, a cambio de los cultos provocadores; lo que significaría hacernos más supremáticos que ellos mismos y además cómplices de todos sus hechos de fieras. He aquí un algo de lo que envuelve el dogma religioso con respecto a los arcángeles y los otros, por grados menores de ángeles y santos. Pero, santos, ángeles y arcángeles, espíritus son igual a todos los espíritus del universo, creados por el único divino, Dios, hasta los mundos de expiación; Eloí, de los mundos regenerados arriba y en todo el universo; y no es por categoría, sino por grados de progreso y fácil comprensión para el espíritu estudiante de la naturaleza de los mundos, del universo, de la vida, del creador de la vida.

Por esa misma escala de grados del progreso hemos pasado, desde el mundo embrionario, hasta llegar a maestros directores de humanidades, y... como todos los maestros, formadores de mundos; a lo que todos llegan en el tiempo eterno. Que como maestros exijamos respeto y amor, no es más que el cumplimiento de la ley. Que deseemos que hasta nosotros llegue el hombre, no es también sino nuestro deber de conducir a las humanidades al mayor progreso, a la luz más clara, más diádana y pura, al “siempre m{as alla”, buscando al centro vibratorio donde nuestro Padre respira su aliento de vida universal. Desde el mundo donde como hombre vivo al que por la misma ley de todos los mundos dirijo, vine al Consejo Superior en memoria de este día que la tierra me designa para mi recuerdo, no como arcángel, sí como misionero, guía y parte del tribunal directivo y consejero de la raza regeneradora de este mundo agreste que empieza en los fuertes y valientes Adán y Eva y cuyo cargo hemos ejercido hasta que la humanidad pudo formar su tribunal de derecho para ser juzgados cada espíritu y hombre, alistando a la tierra (así llamada) en la solidaridad universal. En rememoración, digo, vine al mundo de los Consejos Superiores de nuestro plano y el Maestro Superior me da el autófono para que, a aquel mismo a quien constituía la representación del Padre en la regeneración de esta tremenda humanidad, le rememore estas verdades y las de a los hombres en LA BALANZA, insignia del cargo ejercido y hoy convertido en mudo juez justo y matemático, que en su fiel dice “Verdad”. Verdad y amor deposita en sus platillos para sus hermanos de la tierra, el llamado arcángel.

Rafael.

L. U. 1. –C. S. –Lucas.

Lucas repite lo que Rafael ha comunicado. Yo soy encargado hoy de otros puntos más materiales, más ingratos, pues me han de hacer recordar dolores y desazones de mis días en la tierra como discípulo y apóstol de Jesús. No estuve con Jesús en sus peregrinaciones y prédicas; pero sí conocía las doctrinas que aquél predicaba como las conocía Juan, como las conocía Saulo, quien me concenció cómo él se había convencido sin haberlo visto, como yo, ni oído la voz del mártir de los sacerdotes. Mis conocimientos eran mayores que los de Saulo, por mis estudios y profesión médico-facultativa, y vi, más allá de lo que Saulo veía, la revolución de las conciencias que la prédica hecha al pueblo por el Nazareno traería; y en eso basé mi apostolado. ¿Cómo habría de escribir ni hablar yo del nacimiento de Jesús de una virgen, que siendo casada sería adultera?...

La ciencia y la fisiología que mi carrera me exigió estudiar, eran, como son, como tienen que ser y como serán siempre, materialistas. No podría ser, pues, que estando cuerdo, cometería tales errores ni escribiera tales blasfemias. No; Lucas escribió verdades razonadas y predicó la fraternidad; sus milagros eran productos de la ciencia, como fueron los de Jesús, como un punto más en él y en mí, en Juan en el maestro Gamaliel y en todos los que penetran en un grado de la sabiduría y potencia del espíritu, lo que hoy, el maestro de antes, desde su renovada escuela, pone de manifiesto en la fraternidad de la enseñanza del “Método Supremo” y toda la obra de esta Escuela; de nuestra Escuela; de la Escuela de todo el Universo recopilada en la proclama, cuyo quinto verso fue mi fuerte y el fuerte de todos los misioneros: “Todo es magnetismo espiritual”, que, quienes en derecho lo pueden invocar, son invencibles, pero no invulnerables en sus cuerpos y sacrificados por los que Rafael denuncia “creadores de divinidades”, a las que primero mató por odio y en odio y explotación los santifica. Se me terminan los minutos; pero aun digo: lo que os dan como evangelio de Lucas, no lo escribió.

Lucas.

L. U. 2. –T. –Napoleón.

¿Que es esto, “nariz de Porretin”?...

-Pero Diantre: ¿qué es esto y quién autofonea?, pregunto yo...

-Yo, Maestro, José Bonaparte, que fui el designado por la Justicia para revolucionar las conciencias y sacudir el marasmo de los pueblos, me sorprende aquí, en Santa Elena, donde acabo de retirarme a descansar en momento de la batalla librada ayer en París, y... me ha asustado el del gorrito al entregarme el autófono: y más me asustó porque, sin exordio ninguno, me dice: “habla para LA BALANZA de la hermosa paz del mundo”...

¡Si parece esto una burla o broma pesada del nariz colorada! ¡Parece que le faltara el sentimiento!... Tiene a la intemperie millones de seres, porque, como si fuera un juego muy divertido, rompe diques, levanta olas e hincha los ríos y arrasa pueblos, ciudades y grandes comarcas, sin pensar que los hombres no son peces y..., ¿qué no siga estas querellas?... ¿Qué la Ley no tiene entrañas ni sentimientos?... ¿Qué hable de la paz del mundo?... ¿Yo, que traje como revulsivo la guerra, he de hablar de paz?... Eso pertenecería al otro: al del tribunal de la Haya. ¿Qué está ocupado?... ¡Y dicen que los espíritus no tienen nada que hacer! ¡Que se están ahitos, extasiados, viéndole las barbas al Padre Eterno!... Pero..., dice: habla de Paz: ¿cómo puedo hablar de paz sin acabar la guerra? ¿Acaso tú siembras la paz? ¡Aha!... ¡Te rascas la nariz!... ¿Qué avisemos, pues, la guerra?... Ya te entiendo.

Diré, pues, y que LA BALANZA lo expanda, lo que en el juicio oí:

“Mientras la guerra no mate a la guerra, no habrá paz”. He cumplido dando el aviso que la justicia me dio.

Napoleón.

MEDIANÍMICAS

Erasto.

CATEDRA CENTRAL, OCTUBRE 13 DE 1933

Por la Médium del Consejo.

Buenas noches, hermanos míos. Que la paz y el amor sea con vosotros.

¡Oh, hermanos!... ¡Oh, hermanos!... ¡Cuánto es necesario tender la vista sobre la humanidad del planeta tierra!... Vosotros, hermanos, ved los actos que se están ejecutando y que están cerca de vosotros; os fijáis en lo que pasa y pensáis, como así es verdad, ¿cómo van en contra de la causa, en contra de las ideas que sustentáis, en contra del ideal? Pero... ¡Hay tantas cosas que no son en contra! ¿Por qué no pensáis que es la justicia que les permite así? ¿Creéis que es un error y que es un descuido de los hermanos que velan y que sea un momento de debilidad por el cual se les permite? No; se les ha dado suelta para que ejecuten aquellas obras, como una prueba más de amor para vosotros mismos; para los espiritistas de hoy, para los hermanos espiritistas de mañana, para esa generación que se va formando con los juramentados y que han de estar estudiando todos los hechos. Es necesario que los hombres digan todo, lo midan todo; es necesario que los hombres ensayen todos los regímenes; es necesario que los hombres, por sí solos, vayan pensando que los supremáticos no han de dominar su mala voluntad; es necesario que todo lo busquen; es necesario que busquen hoy con más afán, porque así lo buscan como espíritus detractores, como espíritus enemigos de la verdad y de la justicia; como espíritus supremáticos que saben perfectamente que se alejan ellos mismos de algo que tanto les interesara, pero que van perdiendo el entronizamiento.

Es necesario que todo lo ensayen; es necesario, sí, que tengan libertad de acción, para que la justicia pueda justificarse a sí misma, para que no puedan decir que lo ignoraban y que no se les había probado.

Es asimismo necesario esto, para que la era nueva, la nueva generación, pueda encontrar el camino libre completamente. Esta es la acción de estos hombres; tienen que verlo todo, pretendiendo y buscando uniones, formando conglomerados de países y naciones, aunque sea conglomerados de hombres con pueblos y ligas de naciones, para esa paz tan decantada entre esos mismos hombres, pero que ninguno habló de donde toman sus puntos que mistifican, pero que luego quedarán al descubierto.

En esta Escuela se ha sentido la primera voz, y... ¿quién habló de unión, formando la unión verdadera entre todos los seres de una misma raza? La Escuela, para que a todos vosotros os sirva de modelo y de ejemplo, y para los demás... nada; pues hasta que la Escuela no lo hizo, nadie lo hizo. Vosotros, como miembros de la Escuela, de esta Escuela del Padre, de las enseñanzas del “Espiritismo Luz y Verdad”, debéis de estar firmes y unidos; y no penséis, hermanos, que todo es simple ensayo, para que luego se pierda en la nada y duerma en el largo sueño descansando en el olvido; no; no, hermanos míos; esta es una tregua del amor del Padre. Es necesario que todos los hombres busquen algo mejor, para luego sacar como consecuencia y por su propio criterio, por su libre albedrío, por su libre inteligencia y puedan formarse el concepto de la verdad, porque es necesario que sepan el por qué se permitió todo ello.

Hermanos míos; que todo esto os sirva de lección para todos vosotros. Bien sabéis que es esta hora, para la humanidad del planeta tierra, la prueba de fuego, como decís; es esta hora efímera de la vida, en la que se debe ejecutar todo, por lo que, a todo y a todos les llega el sufrimiento. Sabéis perfectamente cuánto es el amor de los hermanos espirituales, y sabéis también perfectamente quien dirige estos pasos; quién, qué y para qué se permitió a los hombres dar tantos pasos que parecen ser, en el fondo, realmente equivocados.

Es necesario que los espíritus libres de prejuicios en su conciencia marchen por el sendero del bien, en busca del bienestar propio, por la verdadera convicción y también por la experiencia para saber exactamente que fuera del “Espiritismo Luz y Verdad” no puede haber paz, unión y progreso. Entonces, hermanos, pensar, luchar y también sentíos cual espíritus libres que sois vosotros y siempre debéis de estar en guardia con los que por vosotros velan, porque la hora se avecina. No podemos saber el momento en que ha de ser exactamente; el momento en que ha de ejecutarse la obra más grande; momento en el que los espíritus, como los hombres, sabrán reconocer y reconocerse, comprender y comprenderse, y saber cómo se han de colocar en el sitio que cada uno le corresponda por afinidad, por amor o por justicia.

Sí, hermanos, sí; la obra de paz y de unión exige esto. Es necesario, sin embargo, permitir, a los que lo tienen, estos desfogues que dan estos desahogos, sin los cuales jamás podría empezar el principio del fin; sí, estos seres que como hombres se odian y que buscan de lo más hondo de la vida de supremáticos, modos y formas, para inmiscuirse y darse al público como formando parte de esa grande y justa obra del amor que para todos y cada uno esta Escuela ha entregado a la humanidad, para que estén sabiendo por qué se lucha y para qué se lucha y por qué se ha permitido una hora de tanta indecisión; para que los hombres puedan constatar de por sí propios que, a pesar de todas las ligas, de todas las uniones, de todas las palabrerías, la suprema justicia solo obra por lo dicho y sentenciado en las obras de esta Escuela.

Esto es obra de la justicia y conviene así a la obra de de la justicia, para que los hombres puedan despertar de su letargo y saber por qué deben amarse; por qué el deseo del bien; por qué el amor; por qué el afán del progreso, en la vida eterna y continuada.

¡Hermanos míos..., hermanos míos!... ¡Grande es la lucha para todos y para nosotros en el espacio, en los sitios de nuestra misión y para vosotros en la doble lucha, como espíritus y como hombres!... Mas es necesario ser fuertes hasta el fin. Mas también es necesario no amilanarse con tantas palabrerías; es necesario que puedan idear hacer obra, pero no en desdoro para el “Espiritismo Luz y Verdad”, lo que la justicia no les permitirá.

Que la paz y el amor sea con vosotros. Buenas noches.

Erasto.

Enrique IV.

BUENOS AIRES, OCTUBRE 13 DE 1933

Por la Médium Asesor del Consejo Luisa Díaz.

Buenas noches, hermanos míos. Que la paz y el amor sea con vosotros.

¡No, hermanos aberrados!... ¡No más aberración en el mal! No; ha terminado la tregua; por todas partes habéis leído y oído la voz de la justicia. Esta es una solamente en todo, por todo y para todos: sois emplazados por siglos, y siglos habéis tenido de tregua; mas siempre habéis gustado de la holganza y para eso habéis hecho las leyes opresoras guiando a la humanidad por el sendero de las tinieblas; ese sendero se ha cerrado, se ha dado vuelta; la humanidad que habéis dirigido por el sendero de las tinieblas camina ya hacia el camino de la luz; camina hacia el progreso, hacia el bienestar, hacia el más allá, derribando las barreras que le pusisteis.

Vosotros camináis al mundo que para vosotros vuestra obra os ha preparado, y bien sabéis los puntos que se os vienen encima por la justicia, la que por fuerza tendréis que acatar. Será tarde, pero acataréis.

Oís la lectura en la que veis el fruto del árbol que siempre habéis abonado con los crímenes, con los robos, con las excomuniones, con los puñales, con el veneno aplicado a tantos millares de misioneros. Mas la tregua ha terminado y tocando están los hombres las consecuencias de vuestra perversidad, por lo que está la humanidad en tan grande desorientación; están desesperados unos, pero no lo están por perversos; los que están en el poder, explotando, aprisionando pueblos y naciones, son los últimos supremáticos. Pero vosotros, los de siempre, sois también los últimos en este planeta Tierra que falta quitar como estorbo a la fraternidad, y son pocos y pocos momentos os quedan; bien lo sabéis; el plazo que os queda es corto, muy corto. Mas en vuestro odio, en vuestra aberración, no buscáis más que los medios de las venganzas, con los odios más feroces a vuestros hermanos.

Mas hoy ya no temen los hombres vuestras excomuniones; ya no temen los hombres vuestras iras; no huyen de la bestia que siempre aprisiona, ni de las leyes que siempre fueron opresoras, sacándole el producto, robándole al obrero, cuyas quejas habéis ahogado por todo el planeta tierra; se quejan de todos, de unos, porque por vuestras leyes... divinas..., no tiene derechos en la vida; amenazas de otros, ahogados por todo el furor y la ponzoña de la víbora, que derrama el veneno por todas partes.

¡Justicia!... oigo gritar por todo el planeta tierra por boca de otros, que no sois vosotros. ¿Quiénes son los que llaman a la justicia?... Los luchadores, los misioneros, los profetas del pasado, que ven al planeta tierra en un estado tan desolador, pidiendo al Padre justicia, justicia..., y,,, “justicia será hecha sin misericordia”..., había sentado aquel a quien, adorándolo y explotando su nombre, lo ahorcasteis.

Los hombres ven los sacudones que de momento da la tierra, y ¡no quieren oír la voz de la Escuela! ¿Por qué no quieren oír la voz de la Escuela? Porque la Escuela les destruye sus tronos, sus poderes. ¿No han acaso ellos deseado los tronos de los que se oponían a ello, perversos? Justicia sin misericordia será hecha; no es la justicia vengativa como siempre ha sido la que hicisteis con nosotros, no; es la justicia en amor, y se hace justicia sin venganza, para corregir; para curar a los “leprosos” creadores de la misma lepra; para que no sean, si es posible, en todo lo posible, contagiados los misioneros, los juramentados sobre todo que vienen a continuar la “Comuna de Amor y Ley”, el único régimen desde este momento en todo el planeta tierra, por el querer de la solidaridad, por el querer del Padre.

Mas no se quiere momentáneamente aplastaros, porque no podáis quejaros mañana; no podréis decir que no se os dio tiempo para pensar; pero mientras la justicia está en acción, hermanos; irá poco a poco la tierra sacudiéndose, tirando todos los escombros donde no estorben a los luchadores del progreso... Que os sirva de aviso, que os lo da una de vuestras víctimas.

Vosotros, hermanos míos, tener paciencia un tiempo no muy largo y tener firmeza, porque la Justicia recompensará a cada uno lo suyo, y a cada uno la Justicia lo pesa y anatomiza, y dará, la justicia a la justicia, y a la injusticia la corrección.

Que la paz y el amor sea con vosotros.

Buenas noches.

Enrique IV.

Julia Lanteri.

BUENOS AIRES, OCTUBRE 13 DE 1933

Médium Teresa Calvetti:

Buenas noches, hermanos míos. Paz y amor traigo para todos vosotros.

¡Qué agradable es la unión del pensamiento, donde se sabe comprender, donde se sabe fraternizar! No sabéis qué grande, qué sublime es formar estos conjuntos unificados en un solo pensamiento, capaz de fundirse en un solo crisol. ¡Tan grande, tan inmenso es el amor, en el conjunto de la verdadera verdad! Tal vez ásperamente se expone;_ pero siempre es agradable verdad. Lo que sí, solamente, en los momentos que se pueda estar en agrado con vosotros en expansión se oye la verdad. No sabéis qué grande es vuestro trabajo anheloso que vais haciendo, hermanos. ¡Qué grande es esto y qué sublime! ¡Tal vez aun todos no lo comprendéis! Puede ser que mañana lo comprendáis, que solamente con un pensamiento tan grande, tan bueno, tan sublime, hacéis tanto, cuanto no pueden imaginar, sino vosotros, que tenéis la suerte de oír de viva voz a los grandes consejeros.

Ojalá pensaréis así, que siempre pudieran fraternizar y vuestras inclinaciones fueren siempre sublimes y vuestros pensamientos fueren siempre grandes y más grandes de bregar siempre para el bien y por el bien mismo. ¿No sabéis que sois los únicos que podéis formar una sublimidad tan grande de pensamientos, que no podéis imaginaros, hermanos míos?

He visitado en otros tiempos muchas Cátedras y... ¡Qué grande es el Espiritismo verdadero! ¡Verdad que solamente esta Escuela pudo fundirlo como siempre y unificarlo en un solo crisol! ¡Qué grandes seréis continuando el estudio! Así lo espero y así lo seréis, cuando hayáis sacado el análisis de vuestros estudios, de vuestra comprensión. Quisiera que jamás pudierais perder una sola nota, ¡Quisiera que pusierais ese pensamiento tan grande, para no dejar escapar una sola nota! Que siempre ella fuera el testigo de la sabiduría, de la comprensión hasta el más allá.

Vosotros sois estudiosos, sois aspirantes a maestros, y por ello desearía que siempre fuerais más grandes, más sublimes, que no quede en el vacío vuestro aprendizaje, vuestro estudio y que siempre sigáis adelante. Seguid, pues, misioneros, adelante con vuestra misión; dar siempre ese grito de unidad; de esa unión, de esa solemnidad que fraterniza con toda la tierra. ¿Qué quieren diferencias?... Todo es como uno solo; ninguno es diferente; todos es uno solo, como es la madre patria para todos sus hijos; es lo único que podrán levantar vuestros pensamientos para analizar, para comprender y hacer comprender al que no quiere comprender; y el que quiere hacer, hará, y lo hecho ya será siempre, y el que no quiere comprender hoy, mañana lo comprenderá.

Seguir adelante vosotros; precisamente, no pueden venceros a vosotros los que quieran hacer análisis en un solo momento, en cada cosa, en un solo lugar. Hablo por mis colegas de profesión, entre los que tanto sufrí.

Los laureles no se ganan todos los días; pero en el conjunto será una sola palma, uno solo emblema de amor para todos vosotros; seguir adelante, misioneros; seguir adelante, anheladores de una causa tan grande y tan sublime como es el “Espiritismo Luz y Verdad”.

¡Qué grande, que hermoso es encontrarse en un momento donde puede el espíritu expandirse como entre los suyos; entre los propios hermanos de fraternidad! Me encuentro tan satisfecha de estar entre vosotros, me encuentro siempre como en otra época de estudio entre los míos, a pesar de la guerra asidua que me hacían. Pero no importa; al fin y al cabo son “gajes del oficio”, porque no saben comprender a otros y a veces porque no saben apreciar lo que se dice; otras veces los caracteres, que en todos no son iguales; pero algún día serán testigos de la misma verdad; y los análisis del mundo tierra que sostienen, ¿dónde quedarán? Espero que lo sabrán comprender. Sí, Maestro; esto traigo esta noche para vuestros discípulos, para vuestros estudiantes, que estudian y analizan.

Todo es agradable; muchas veces el amargo es más sabroso, si algunos de vosotros dudáis también, no importa que en el instante no lo sepáis apreciar; estudiar y algún día sabréis la razón. ¡Cuántas veces mis palabras han sido amalgamadas!... por mis compañeras y compañeros también. Mas todo es necesario, y no importa que muchas veces lo que halaga no ha de ser lo amargo; muchas veces es agradable también, porque a veces mucha dulzura empalaga. Sí, Maestro; esta noche vengo muy contenta entre vosotros, porque estoy también recorriendo lejanas tierras; me voy llevando los puntos tan agradables que aquí recojo... ¡Cuánto quisiera que el mundo despertara! Puede ser que entre culpa y culpa pueda despertar, porque, como dices, “el propio dolor hace carne y despierta en la conciencia”. Me lo puedo imaginar así; me diréis que mis palabras son terminantes; así fueron en materia; ya sabes, Maestro, que fui mujer y cumplo en esta forma.

¡Hace tanto tiempo que deseaba venir entre vosotros! Pero voy ayudando a mis hermanos; me voy a muchos puntos, adonde existen mis hermanos, aun demasiado materialistas, y voy limpiando sus errores, aunque los errores están demasiado inculcados; pero les gusta despertarse. ¿Qué me dices, Maestro; qué me dices, hermano querido?

Maestro: ¿Qué te voy a decir, hermana Julieta?

Comunicante: ¿Cómo conoces a Julieta? Yo no quería decirte mi nombre. Me quería ir sin decírtelo...

Maestro: ¿Cómo no conocerte?, si aún llevas el vestido y los zapatitos blancos?...

Comunicante: ¡Amé tanto aquel traje!... ¡Cuántos recuerdos!...

Maestro: Aquel traje blanco era el blanco que la Doctora Julieta Lanteri ofrecía para no ocultarse.

Comunicante: ¿Lo recuerdas? Aún me traen a la memoria los recuerdos pasados; no puedes imaginar el sentimiento cuando no se le experimenta en el propio cuerpo; tal vez una parte un dolor desgarrador en su propia alma y muchas veces se interpreta una cosa como no es; todos vosotros lo comprenderéis, y tú..., Maestro, que sabes como es el dolor por haberlo experimentado en diferentes formas. Lo puedes analizar bien. Yo lo pasé con mis compañeras y con mis compañeros también; y lo pasé como un galardón. En estos instantes gozo de una alegría tan grande, tan inmensa, que estoy deseando venir a manifestar algunos puntos que ya diste en tu lectura de aquellos hombres duros, en un punto de vuestra BALANZA. Ya vendré con un punto yo también (con el autógrafo) y con más tranquilidad.

Maestro: Sin embargo, estos mismos puntos saldrán en LA BALANZA.

Comunicante: Gracias; siempre amáis las palabras verdaderas; parecen que se implementan con el amor verdadero; no sabéis qué grande me siento en estos momentos; no porque me halagan; jamás me gustaron los halagos, como a ti tampoco te gustan; pero es de satisfacción que no se pierdan nuestras palabras.

Maestro: Razones de personas que se han conocido, como los hermanos Benito Pérez Galdós y José Echegaray y las tuyas, son entendidas, porque concuerdan con el sentir de ahora y de cuando se les sintió hablar en materia.

Comunicante: Siento en mi alma una cosa tan grande y si desparramo estas pequeñas lágrimas, por este instrumento, no son de dolor, sino lágrimas de oro, mezcladas, talvez, con extracción de sangre, de análisis, de pus; pero son de alegría; no creas que me siento cohibida, no; pero tal vez, por cierto, pensaré que esta demasiada sublimidad es por estar ya distanciada del materialismo, que se siente grande una; y tú, que sentiste dolores grandes, pensarás como hombre; yo como mujer, casi aún como mujer; pero como espíritu liberto, porque tú sabes que el espíritu no tiene sexo; pero tú sientes como hombre; yo no me siento ya más que como espíritu, a pesar de que pienso siempre como mujer.

Mi amor os dejo para vosotros; para vosotros estudiantes, os dejo mi amor, la nobleza de gran profundidad en vuestros análisis y hacerlos pues, siempre, con el estudio sereno, grande y sublime, sin buscar alabanzas de la boca, sino en los hechos, que son los que hacen fe y los que pueden hacer sentir vuestro querer.

Mi amor, Maestro, os dejo para voz. Buenas noches.

JULIA LANTERI

(Doctora que fue en medicina)


 

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