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AUTOFÓNICAS

L. U. 1. –C. S. –El Secretario L. R.

Llama LA BALANZA. Tomamos la última palabra de la Autofónica anterior: “Tal es el momento”. ¿Ha mejorado en algo en algún punto de la tierra?... Aun cuando el Consejo Superior sabe el fin de lo que será, deja a los hombres que desengañen a los hombres con el engaño de esos hombres.

¡Qué santos se quierem m,ostrar!... Ninguno se confieza culpable del caos presente. Pero justamente en esa santidad que pretenden está el fanatismo patriotero y nacionalista y la ignorancia supina de que, “todos los hombres de la tierra toda, hermanos son”. Fanatismo e ignorancia se necesita para ser santo en la tierra, y eso lo superabunda cada uno de los reunidos en Londres, con media docena de excepciones que ahora se decepcionan entre aquella Babilonia.

Hay, sin embargo, un punto que nosotros nos vemos precisados a salvar, porque de lleno perjudica a la obra regeneradora de la Escuela y sus causas y más hondamente a quien todos los derechos, y lo salvaremos; cuyo punto el Maestro sabe, pero él como nosotros ha de callarlo, y sólo se han de ver los efectos benéficos.

Los adherentes; los buenos adherentes, digo; los que sin hacerse mayor crisis que la crisis misma, tomándola como excusa para aludir los deberes firmados en sus promesas, podéis confiar en que “la miseria pasará por vuestra puerta, pero no entrará en vuestra casa”, como ya se os adelantó por palabra del Maestro Superior. Mas los que eluden sus deberes por cobardía al sacrificio que el deber jurado impone, la justicia superior los acompaña y, sólo lo justo a los deberes cumplidos les será permitido en sus derechos. Examine cada quien, cuántos deberes cumplió y tendrá la suma de los derechos que alcanzará. Queda advertido y nadie aleque ignorancia de los que se dicen de la Escuela y sus causas. Mas ya no es sólo el aviso para los alistados en las Cátedras; hoy es también para los que en misión vinieron para obrar sin estar en las Cátedras; porque habían de ser gobernantes, o maestros de la universidad, de la enseñanza en general, de las administraciones públicas, y otros, poseedores de riquezas para dar a la causa su ayuda y el impulso que en su detino pidieron. En la enseñanza, muchos han cumplido la parte moral, pero no la material, por prejuicios que se dejaron imponer, que no están en concordancia con los deberes que se impusieron, y se les avisa el cumplimiento de esa parte de su misión. Prometísteis defender y sostener la causa de la fraternidad, en la Escuela, que sabíais se descubriría en vuestra existencia, y no cumpláis a medias.

Hoy hay gobernantes que han llegado al poder porque jurados venían, y la Justicia Superior venció todas las trabas y dificultades para que llegaran, y no ignoráis nadie por qué formas inesperadas se han producido los hechos. ¿Cómo vencerían los hombres sin armas a los armados supremáticos, si no tomaran parte los espíritus de los mártires, de todos los tiempos de la plutocracia? “En aquel momento yo los confundiré”, le prometió Jehová a Isaías, y se cumplió y se sigue cumpliendo hasta el fin de la liquidación.

Quiere el Consejo Superior que os quede latente este aviso de amor y de rigor y se os dice en la hora justa. Adherentes afiliados que vais en la vanguardia descubierta; poseedores de riquezas que vinisteis a procesarlas para que el motor de la fraternidad, que es la Escuela Magnético-Espiritual de la Comuna Universal, marche con amplitud y sosiego; Maestros educadores y de todos los ramos del saber; gobernantes pequeños y grandes y jueces también, que por poder y designio de la Justicia Superior de nuestro Padre Creador, Eloí, en el universo, que no es el Dios iracundo y pigmeo de ninguna religión: Se os descubre, en su hora, vuestro deber y se os llama al cumplimiento. Es la hora de la fraternidad humana universal y será hecha, dulce o amargamente. Dulce, si oís esta voz y cumplís los compromisos anotados en vuestros destinos que os dejamos descubiertos; amargamente, si no cumplís, porque ¿cómo seremos capaces de detener la ola popular?... No podemos; no queremos detener más la acción de la justicia. “Los tiempos se han cumplido” y “las treguas han terminado”.

Voz de trueno será esta, que para pronunciarla, me rodean en justificación el fuerte Juan o Elías, en el día en que el mundo lo recuerda, pero que para él es de dolor y me repite: “quisiera ser más que lo que soy y menos de lo que me han hecho”. Isaías, cuyos finales de sus profesías se cumplen; y con ellos, todos los otros que en magno Consejo, ante el Consejo Superior se justifican del cumplimiento de su deber, que yo, como Secretario de este Consejo anoto: cumplid así todos a los que hoy descubro en nombre de la Superior Justicia.

L. R.

De orden mayor, no se da el Autófono a otros maestros. Está bien y gracias.

330630n13 – MEDIANÍMICAS

Benjamín Franklin

PALMIRA, F. C. P. JULIO 15 DE 1932

Por el Médium J. A. Pérez.

Hombres juramentados de la tierra... ¿Dónde está vuestra convicción por la grandeza de la Comuna de Amor y Ley... que debéis abrazar y sostener por bien comunal, bajo el emblema de justicia y amor?...

¿Dónde raya vuestro valor y valer, por la causa grande de la fraternidad en la familia de la tierra?...

¡Temblad, hermanos, por vuestra tardanza en coordinar métodos que coadyuven a la implantación de un régimen social a base de justicia, que dará felicidad a todos, ya que fuísteis vosotros los valientes espíritus que dieron el grito de: “Juro laborar en la comuna de hermanos, en amor, hasta que sea implantada en esta morada de Eloí”, y tomando materia, trajísteis esa hermosa misión que debéis cumplir obrando justicia y blandiendo el arma: “Amor”.

Pensad vosotros en las convulsiones que sumen al mundo en los actuales momentos, en que el caos, en todo su apogeo, se entremezcla con la vida humana y caen hombres y obras, derrumbándose supremacías y dioses, sin que nadie pueda remediarlo o evitarlo.

Ved cuán poco tiempo es lo que falta para que el sello de la justicia se asiente en este batallar delirante y ponga la ansiada calma donde hoy no hay paz.

Juzgad por los hechos que se acontecen a diario en las naciones de la tierra, desde el núcleo más civilizado de naciones hasta el hombre más rudimentario o primitivo, y veréis que todos se acusan, y en verdad todos tienen culpa por lo que tendrán que equilibrar las fuerzas, y a medida que sean alejados los más culpables, renacerá la calma dentro de la familia terrenal; y de ahí a la implantación de la comuna, sólo habría un paso.

Venced los obstáculos que os interpone el conjunto detractor y despertad a la realidad de lo que sois.

Ved vosotros los peligros que a todos acechan en todo momento y declararos con la justicia o contra de ella, y así obrando, apuraréis los hechos  y acercaréis la hora que marque al máximo de tiempo que es acordado por la ley; tiempo cedido como tregua amorosa, para el máximo pago de deudas contraídas.

De vosotros, ¡oh, juramentados!, depende o la prédica de la verdad eterna o la apatía tetardataria de vuestro propio bien; para la prédica de la verdad eterna, debéis estar prevenidos y con vuestras luces encendidas en la verdad y sabiduría que os enseña la Máxima Escuela, a la que habéis venido para que os guíe y os prepare en sabiduría para la lucha contra la ignorancia y la maldad.

Demostrad, ¡oh hermanos juramentados!, vuestro grande amor por la felicidad que la justicia aceptada y cumplida proporciona a todos.

Seguid sosteniendo en alto, dentro de los límites que os sea posible a cada uno de vosotros, el estandarte de la eterna verdad, de lo que es vida y sus leyes que la rigen en sus transformaciones y en su progreso sin fin, “siempre más allá” de lo conocido en todos los tiempos y en todos los mundos.

¡Ánimo!... y el cumplimiento del deber os recomiendo y contad que la cosmogonía os mira, contempla y juzga la liquidación de cuentas de la familia terrenal, para dar su gran paso hacia la Comuna de Amor y Ley, después del pago de sus deudas a la creación y al hermano.

Justicia, rectitud, amor y libertad os deseo con mi saludo de amor para todos.

Benjamín Franklin.

José Echegaray

BUENOS AIRES, JUNIO 2 DE 1933.

Por la Médium Teresa Calvetti.

Buenas noches, hermanos míos. Que la paz y el amor sea con vosotros.

¡Cuánto me congratulo de estar con vosotros! Juntos estaremos siempre. ¡Qué hermoso es tocar siempre los axiomas, porque verdaderamente esta es la hora de la justicia, y la justicia pesará todas las cosas y pasará por encima de todas las cosas y nada más!

Ninguno puede pedir juicio de nadie; mas cada uno se hará juicio a sí mismo, pero siempre dentro de la verdad, porque siempre es neceario analizar y comprender todas las cosas; porque no son precisamente los atropellos los que traen buenas consecuencias; jamás nunca y en ningún sitio, y menos cuando las personas están alteradas o están demasiado ofuscadas; dejarlos; cuando viene el momento de aplacamiento, entonces se vuelve a razonar.

Me atrevo a deciros estas palabras, porque son necesarias, hermanos míos; de manera que en todo sitio, en todo lugar que se deba analizar y ajustar a las verdaderas reglas, éstas deben ser siempre bien medidas y limitadas, bien comprendidas, bien analizadas, porque todo siempre es necesario.

Muchas veces vuestras mentes sufren perturbaciones; vuestras mentes están divagando con respecto a los unos y a los otros; varían los pensamientos y no están siempre los mismos fijamente en vuestras mentes, en vuestros corazones, en vuestro yo pensante y las palabras van chocando a fulano, a fulana, a zutano o a mengano... No; no; esto no debe suceder; pero sucede, porque no estáis sobre vosotros mismos.

Esto es lo que debéis de tirar de vosotros; todos estos prejuicios debéis de barrerlos con la escoba del Amor; esto debe de ser solemne para vosotros: jamás busquéis palabras tergiversadas para herir a ninguno, porque la Ley es una y os herís vosotros mismos.

Vosotros debéis de ser francos, leales y claros como el manantial que corre con sus aguas límpidas. Esta es la verdadera verdad; esto es lo que los Maestros enseñan en todo sitio, en todo lugar. Los Maestros procuran que los alumnos  sean asíduos y buenos y verdaderos en todo lugar.

Cuando yo he dado mis lecciones y mis pláticas y cuando estaba con mis alumnos, estaba siempre en la misma forma. ¿Recordarás, hermano maestros, que José fue un hombre que siempre habló la verdad, la verdad realzada como el brillo del mejor brillante en la obscuridad?

¡A José Echegaray jamás pudo prejuiciarle las palabras y tomar o decir las palabras con doble sentido! Vosotros, que estáis en la Escuela, que recibís la verdad de vuestro Maestro, aprended los axiomas; decidle lo que sentís en el alma; abridle siempre vuestras conciencias, y que ésta sea verdadera y limpia como el agua cristalina, en la cual jamás podrá encontrarse basuras, por más que se revuelva y se pretenda enturbiarla; porque así es y debe ser vuestra conciencia, limpia y tranquila; sí, hermanos del alma.

Hermanos del alma; vosotros, que sois alumnos y que estáis en la Escuela de la verdad, mañana seréis maestros, y sed justos, y sabed ajustar precisamente al análisis de todas las presentaciones que se hagan. Sí, hermanos del alma; esta niche es lo único que yo voy a decir. Estad seguros siempre; esto es lo que os deseo.

Paz y amor y justicia, hasta pronto.

José Echegaray.

Trad. Taquigráfica de Luis Severi.


 

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