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AUTOFONICAS

L. U. 1. –C. S. –El Secretario D.

–Ante la importancia de este número de LA BALANZA no daremos hoy el autófono a otras líneas, para que tenga cabida todo ese material. Mas es preciso hacer memoria, en resumen, de lo más importante del momento en máximo interés práctico de todo el contenido de este mundo aún de luchas intestinas, porque quieren arrastrar en su caída los supremáticos a lo que la Ley de Justicia está obligada a proteger, defender y sostener: Al trabajador.

Dios Oro, creado por las religiones, para ser el Dios de todas, en justicia fue condenado al no ser.

Las religiones, sin él, no pueden existir y se empeñan en resucitar ese muerto. ¿Lo consiguen? He aquí hoy que la nación que más templos le levantó, dice que “abandona ese patrón”. No. Es Dios oro el que abandona a todas y queda confirmada la sentencia dada y sostenida por nuestra Escuela cuando ese Dios estaba en su más grande apogeo, por lo que todos creyeron una locura. Es que, en aquellos momentos, ese Dios preparaba la venganza monstruosa de la guerra que quiso evitar, para lo cual se inspiró el tribunal de La Haya como medio de justicia.

Visto ese desacato, hubo que dar el fallo de rigor inapelable de su no ser del causante Dios Oro y se amplió la sentencia con el agregado de: “la guerra mata a la guerra”. Y como Dios oro cayó en la vergonzosa impotencia, quedando sólo su memoria del hambre, nadie evitará que “la guerra mate a la guerra”.

Se han movido los hombres servidores de esos Dioses dominadores Oro y Religión buscando fórmulas, y éstas se esfuman como pompas de jabón y… les ha llegado la hora de elegir entre dos extremos. O la guerra mata a la guerra, o la Revolución Social matará a los dos dioses y sus servidores, con las consecuencias de los odios no desfogados. No hay un término medio. No puede permitirlo la Justicia. Las treguas han terminado. El libre albedrío, en cada mundo tiene su límite en el acto de justicia, y éste, la tierra, ya lo celebró.

Las componendas que idean, todas fracasan por causa de que todas llevan encubiertas miras innobles; añagazas diplomáticas; engaños mutuos de político a político y todos ven la oreja o la cola del lobo que cada uno lleva oculto, bajo la palabra Paz, ya ultrajada en el hambre, miserias y vergüenzas que jamás hubo en la tierra, y la Suprema Justicia tiene orden de terminarlas en la forma que los hombres le preparen, pues ha de servirse de las mismas armas.

Los avisos son todos los días y de todas formas, maneras e índole, y la aberración cada vez se hace más cerrada. Hasta los hombres que por su nombre y posición deberían ser oídos, declaran ya la imposibilidad del remedio y no son tenidos en cuenta. La aberración, el odio, la supremacía y el deseo de venganza puede en ellos más que los sentimientos humanos. El anestesio religioso y la plutocracia del Dios Oro los hace insensibles. Mas no lo podrán ser en su franca derrota no sólo como jefes sino como simples hombres que no podrán ser tenidos como ciudadanos por las tremendas leyes del Talión y compensación.

¡Causa dolor, hermano mío, declararlo!... Pero ni aún esto terrible deben ignorar, y sí en justicia, también por amor y deber lo declaramos para no poder ser acusados ni aún de esto; que no será muy caritativo, pero sí del Amor y cumplido queda hasta este deber.

Supla esta Autofónica a los hermanos de las otras líneas que están en sus observatorios y por todos dejo el saludo al mundo trabajador en el día de su protesta del crimen de la humanidad cometido por los Dioses condenados y derrotados por el mismo pueblo su víctima.

Que la acción total de la Justicia venga pronto en ayuda de los que la aman sin temerla, para que pueda ser la Paz.

Paz y amor os desea el C. S., y por él

El Secretario.

D.

MEDIANIMICAS

Florentino Ameghino

DOMINGO 9 DE ABRIL DE 1933

Por el Médium escribiente M. Muñoz.

Buenas tardes, hermanos míos. Paz y Amor os traigo. Y paz para los que gimen bajo el yugo de los opresores. Sí, la paz; esa paz del alma que lleva el espíritu como un remanente de su progenitor nuestro Padre. Sí; esa paz que el espíritu la pierde en su carrera desenfrenada por el camino de las pasiones. Sí; esa paz que emana de su instinto natural por esencia, perdida, una y mil veces perdida en torrentes para ser recogida después gota a gota hasta que forma otra vez torrentes de luz, montañas de potencia, inmensidad de sabiduría, y un progreso que tiene que demostrar en todos los mundos del infinito universo, inmensidad de la universidad infinita del Padre e inconmensurable como suya.

Pas. Bendita Paz, que es la que hace el progreso de los pueblos, donde se preparan los hombres como si fuesen la forja que les ha de dar el temple para resistir hasta las temperaturas desde las zonas más frías, tomando un sentido figurado en la conciencia de los hombres, hasta la temperatura ardiente del Amor del Creador que se anida en el espíritu de todos sus hijos.

Pues bien; viajeros de este planeta; hombres que habéis venido a este crisol para purificar vuestra alma de esas imperfecciones que el espíritu recoge en el sendero de la vida; esa paz, que el espíritu adquiere después, es precisamente el ambiente que clama vuestro espíritu, porque del mismo modo que el ave necesita el espacio para extender su vuelo, y el pez del elemento líquido para vivir en el ambiente que la naturaleza le asignó, asimismo vosotros, viajeros de este planeta; asimismo vosotros necesitáis de ese ambiente benéfico de la paz, ese hálito del Padre que se extiende por todas sus criaturas y que lo siente como el rocío vivificante que cae sobre su alma. Así, hermanos míos, ¿cómo es posible que vosotros podáis cumplir vuestra misión en un ambiente corrupto que todo lo enrarece? No, hermanos míos; vosotros necesitáis toda la paz, todo el amor que se desprende de las buenas obras; ese efluvio que emana de todo lo que es propósito determinado del bien y que toma su punto de partida en el mandato Supremo del Creador; en ese mandato de la Justicia divina que tiene su mandato en el corazón de todos los hijos del Creador Autor de los mundos del infinito Universo.

Florentino Ameghino

DOMINGO, ABFRIL 16 DE 1933

Hermanos míos: Voy a continuar mi conferencia empezada en el domingo anterior, que dejé molestado por un enjambre de detractores, que en su afán de impedir mis prédicas sobre la paz, lo consiguieron, es decir, consiguieron su propósito y triunfaron momentáneamente, pero triunfo al fin, aunque bien visto podéis sacar lo que es y significa el triunfo del mal, lo mismo aquellos empedernidos en su ceguera, que los que tienen idea de exterminio a todo lo que signifique progreso y sabiduría.

Pero hemos dicho triunfo momentáneo, y quiero explicar esta aseveración, porque no faltará quien suponga que el mal puede perdurar, y no es así, desde el momento que lo único que puede suceder es que retengan un momento el conocimiento de la verdad; pero que siempre, esa verdad retenida, triunfa, porque llega el momento en que la justicia tiene que manifestarse, y como un torrente arrollador que se desborda de su cauce arrastra todo lo que encuentra a su paso, siendo ésta la imagen más viva que puedo presentaros como acto de justicia, cuando se quiere detener el conocimiento de la verdad, porque ésta es como la luz que aunque quieran ponerle el valladar más grande de las tinieblas, la rompe y penetra hasta lo más recóndito del Universo, porque es voluntad del Creador y su omnipotencia sin límites no puede ser contenida por aquellos que llevan en su espíritu el eterno mandato de cumplir su ley.

Lo mismo puedo decir que ocurre en la conciencia de los hombres. El hombre en su ceguera cubre su razón, y él mismo forma el valladar que le impide que la luz penetre en su razón hasta que por los sufrimientos y trabajos purifica su alma de la fuerte costra que él mismo se creó, hasta que al fin, aquella luz contenida por el mismo hombre, hizo irrupción en su conciencia y empezó el momento de su regeneración para seguir al fin en camino del progreso, cumpliendo así el eterno mandato de su progenitor.

Y doy comienzo a mi comunicación anterior y tomo el punto en que quedó truncado para seguir explicando lo que es la paz del alma, la paz de la conciencia, la paz del espíritu, esa paz que llena el ambiente como el hálito del Padre y que es el eslabón que une a los seres y que es ese ambiente en que el hombre se siente atraído por las buenas obras hacia aquellos sus hermanos que sufren; los que no han conocido esa felicidad que produce esa paz del alma, porque es la consecuencia de las buenas obras; consecuencias que sólo la tienen aquellos que en su carrera de la vida han sabido vencer sus pasiones y han sabido anteponerse a los antagonismos la verdadera fraternidad, esa fraternidad que es precisamente el principio de justicia que ha de imperar en toda la vida de los seres, desde el momento que el hombre empieza a hacerse razón.

Hay un punto, hermanos míos, que he dejado de explicar y no quiero que quede la menor duda sobre lo que expuse en un principio de que me habían impedido continuar en mis prédicas sobre la paz. Quiero que quede completamente diáfano este punto, para que no quede duda sobre ello.

Si los que estamos en el camino de la luz y la verdad, recibimos la ingratitud y se nos interrumpe por la violencia, es preciso, hermanos míos, que sepáis que si triunfan un momento como antes digo, es porque no podemos contestar a la violencia con la violencia, sino que tenemos necesariamente que contestar a la violencia con la misericordia; y a todos los actos innobles, con principios de justicia.

Y sirva esto de lección a los que creen y sostienen que el Creador castigará de inmediato a aquellos que obran el mal, haciendo del amor de nuestro Padre un sentimiento de venganza para todos sus hijos dominados por los vicios y pasiones.

Por eso, hermanos míos, es por lo que en una época, en un tiempo, ha prevalecido el imperio de la iniquidad.

No; este imperio de la injusticia no representa ni un segundo de tiempo en el infinito de la vida eterna; pero el amor del Padre no puede en ningún momento convertirse en verdugo de sus hijos.

Ahora bien; continúo mis prédicas de la paz de la conciencia, resumiendo todos mis consejos en la recomendación que os hago, de que vuestras obras se ajusten siempre a un principio de Justicia, para alcanzar esa paz que eleva al espíritu y engrandece el alma.

Paz os desea vuestro hermano.

Florentino Ameghino.

Nota de enseñanza.

Hemos puesto esa comunicación dada por inspiración al médium escribiente Manuel Muñoz, tomada mientras se daba lectura a puntos del libro “Los extremos se tocan” en la primera parte que una fuerte presión del ambiente le impidió seguir. No era que el ambiente lo formara el público asistente; sino que según sean las lecturas, la justicia obliga a los espíritus acusados en ellas a estar presentes para darles ocasión de reaccionar.

Como no todos los supremáticos y causantes de esas acciones reaccionan y sí se aberran aún más por sus pasiones no reprimidas, encuentran, entre los asistentes, alguno de quien tomar materia para darle contrarios pensamientos que llevan su acción sobre el médium, que viéndose con influencias contrarias, en justicia suspende.

Esta suspensión es un llamado a la justicia, la que toma las medidas necesarias para proteger el derecho del interrumpido, que no podrá ser molestado. El hno. Ameghino, por sus obras de geología, paleontología y de evolución, tiene, entre los hombres, muchos envidiosos entre pseudocientíficos que se ven desmentidos en su obra, y son éstos los que han interrumpido; que no podrían, si entre los asistentes no encontrasen materia de fácil dominio. Es para esto que hacemos esta nota de enseñanza, con el fin de que en las sesiones no disipen el pensamiento, sino que lo unan al Director.


 

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