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AUTOFONICAS

L. U. 1. –C. S. Jesús de Nazareth

Yo al autófono por el Consejo de Justicia a LA BALANZA. Pasan los días, pasan los años, pasan los siglos y ni un segundo del tiempo pasó. Misterio para los pequeños, misterio, misterio para los aberrados; mas no es misterio para los jefes de las religiones, y aquí es su prevaricación.

Habló Isaías para hasta hoy. ¿Por qué se empeñan en levantar y sostener los dioses de piedra, palo y metales, que Isaías condenó? Si las religiones no les dieran su vida falaz, no vivirían ni sus pontífices y cardenales, obispos y hasta ignorantes curillas, no serían Dioses, porque cada uno lo es en un fetiche, al que sostiene y por el que viven.

Mas el pontífice vive del Cristo; del amalgamado Jesucristo, que por fortuna no es Jesús que jamás entró, mi se hizo parte en la falacia de esa apócrifa religión. No le duelen a Jesús las heridas de los clavos ni el rasguño del costado que no alcanzó al corazón. Le duele la infamante figura de crucificado, que para el terror de los inconscientes levantan y para mofa y escarnio perenne de Jesús.

Le duele a Jesús, el amor dado a manos llenas en espera de que los hombres de la concupiscencia, como hombres, o en el espacio como espíritus, hicieran conciencia; pero en 19 siglos demostraron que sus concupiscencias no son saciables en la tierra y... hoy hace 21 años, el amor cesó y la justicia tomó su puesto, viendo yo con todo el gran dolor que el despreciado amor de Jesús le podía ocasionar, cómo huían despavoridos ante la majestad del tribunal del hijo del hombre que yo anuncié. Figuradamente, pero sintiendo en verdad los horrores de la crucifixión en mi espíritu, me hice ver en aquel infamante estado por si aún eso pudiera hacerles mella en sus corazones de piedra, en su conciencia negra y roja como sus vestimentas y... aun la mofa, en algunos se mostró. Descendí entonces y para nunca más mostrarme así, de orden del tribunal y me vestí de toda mi luz y la desbandada se inició a los mundos de su afinidad; mas fueron vueltos a la presencia del triple tribunal, porque a su pesar habían de ver el gran momento de rasgar las capas negras de la atmósfera terrena, que sólo eran sus obras inhumanas que a su vista pasaban como cinta biográfica, según oían el balance presentado, para fundamento de la sentencia. ¡Oh, terrible momento, en el cual el Espíritu de Verdad, hinchándose de la potencia total del universo, rompe de un soplo los negros crespones que a la tierra ocultaban de la vista de los mundos de la cosmogonía!...

Penetró la luz radiante y... aquellos... ¡pobres ciegos de voluntad!, no pudieron resistir sus espíritus verse al descubierto y como alocados buscaron los caminos de los mundos de su afinidad, quedando todos los encarnados bajo la misma inapelable sentencia, por su existencia presente.

No sólo por hacer memoria de este hecho de la justicia de nuestro Padre Universal en este día del 21 aniversario hago estos recuerdos; sino también para denunciar que todos los hechos de guerras, revoluciones, terremotos, maremotos, catástrofes ya sin cuento y por fin las rabias desesperadas de los noveles emperadores del terror, como los tambaleos constantes políticos y la vergonzosa derrota del Dios de los Dioses, el oro, por el que hasta Jesús fue vendido, efecto son del poder omnímodo de aquella sentencia, pues se proponen arrastrar cuanto puedan, con ellos, todos esos causantes de todo esto, cuyos espíritus saben su sentencia, que nada ya la detendrá, sino la condición única que en la misma se asienta: El acatamiento de la Ley de Amor que ha de regir a la humanidad. Hablo en justicia; pero aún no prescindo del amor, y así dejo mi palabra en LA BALANZA por si aún alguno puede aprovechar, en los cortos instantes que a la acción de la justicia le faltan para el “consumatum est” .

Hoy he visitado los mundos Primitivos y de Expiación donde moran los desterrados ¡Oh, hermanos! Ahoga la pena ver su estado. Ya muchos reaccionan, pues tienen lo único que podían llevar: la conciencia de lo que perdieron por su aberración.

Se les representa en la conciencia el momento sublime de grandeza de aquel juicio, a los que, por encarnados y pesadas almas no pueden ser traídos a rememorar, recorriendo los lugares de sus hechos por los cuales se hundieron. Los otros, los que ya han hecho un grado de conciencia y por ello han podido romper, o resquebrajar sus almas, corren hoy, llevados por el amor de los espíritus de luz, los lugares de sus aficiones para ayudarles por ese recuerdo y vuelven llenos de esperanzas y allí sean redentores de aquellos que ellos mismos perdieron. Es así la ley.

¡Soldados de las huestes de la gran causa de la fraternidad! ¡Hermanos que militáis en la Escuela de nuestro Padre!... Un recuerdo para nuestros hermanos desterrados y un propósito firme y decidido ya que unidos, abrazados en amor, triunfaremos en las batallas del progreso, como nuestro Padre quiere y como se lo hemos prometido, hasta “Siempre más allá”.

Yo con vosotros en nombre del Consejo Supremo,

Jesús de Nazareth.

L. U. 2. –S. Seim Seim

Yo también visité a los desterrados en los mundos donde nuevamente luchan por segunda vez. Ya, muchos desearon que les llegara el juicio que hace poco no quisieron oír. Mas aún muchos siglos pasarán. Aún no hay ley de trabajo allí, que es por donde el progreso empieza. También recorrí el mundo tierra, y aún causa, en el momento presente, más dolor que aquellos mundos. Aquí el progreso es grande en lo material en todas las cosas y sólo el espiritual no adelanta paralelo al otro, siendo él que ha traído todos los progresos y las ciencias. Mas repito yo también, como el hno. Jesús: es inútil querer revivir y sostener los dioses, porque es llegado el momento preciso de que se diga y los hombres sepan que, “fuera de mí, no hay otro Dios”, le dijo a Isaías. Jehová, que es el Hellí pronunciado y entendido Padre Universal que ya se ha dado a los hombres, como lo pronuncia el Universo. Eloí. Padre Universal.

Es hoy el estado de la humanidad terrestre peor que nunca fue. Mas LA BALANZA, en sus pesadas, va haciendo el catálogo de los causantes, lo que es señalarles a los hermanos ejecutores de la justicia los puntos donde obrar.

–Un solo punto hermano Seim, bastaría antes del golpe fatal.

–Sí, y la provocación los acusa. Hoy, ese punto, se delata él mismo. Condenó la electricidad, el telégrafo, el teléfono y todas las manifestaciones del progreso como obras del demonio y hoy se alumbra y se adorna con ellas y hasta la radio como el más vulgar hombre, aprovecha para lanzar por las ondas etéreas sus blasfemias y, ya no podrá negar sus prevaricatos, que los mundos de la cosmogonía interceptan y las anotan para su más franca y probada acusación. En estos días rebosa la copa de la lujuria y de las imprecaciones y la justicia contestará inexorable. No ha de burlar la sentencia de “Basta de Cruz y de Espada”, porque las treguas todas terminaron. La casa de perdición, hoy la rodean los escarmentados desterrados, que a su vista, piden justicia y la justicia los oye. Esperemos. Ayudemos a estos escarmentados para que cumplan sus propósitos de borrar los motivos y causas de su destierro.

Yo, desde mi observatorio, anoto las provocaciones para hacer fe de la “Santidad” del Año Santo, porque es mi deber en justicia.

Seim Seim.

L. U. 3. –M. N. –Amor.

Sólo el saludo debo dar a LA BALANZA hoy. Mis deberes me llaman en mi gabinete de operaciones, atento a las vibraciones de la justicia, que obra en Amor. Cedo mis segundos al M. E, por si él tiene tiempo y nuevas que comunicar. Justicia es la voz constante y hay que obrarla en amor.

Amor.

L. U. 4. –M. E. –Dicha.

Mi hermano M. N. Me cede sus minutos. Yo también tengo mis redes puestas y no desatiendo el dar avisos. Es doloroso tener que hacerlo; pero es más doloroso que nos obliguen a hacer actos de justicia, porque los hombres, como ya se ha dicho, son una tormenta y tormento que hacen su propia desdicha.

Ensayan los hombres todo lo que sus locas pretensiones de destrucción idean. ¿Pero han contado con que hay quien ordena a los Elementos?... ¿Y qué me cuesta a mí, estando en la justicia, hacerle el vacío a una máquina monstruosa de guerra?... Ya lo han visto; pero no han visto que no es la casualidad, sino la fatalidad la que obra. Empéñense los hombres en ser sordos y ciegos; pero a su pesar, por lo menos, verán su impotencia.

Nada ya es del acaso, ni “cosas que siempre sucedieron”. Son cosas de la justicia de hoy y seguirán su acción. A las provocaciones se conteste ahora ya, de inmediato. Provoquen más y más pronto llegaremos al fin. Por mucho que nos duelan las desdichas de los hombres, no pueden dejar de obedecer a la Justicia.

Dicha.

L. U. 2. –T. –Eduardo VII.

Al autófono soy llamado y no se llama al príncipe alegre, al príncipe gallardo, al príncipe caballero, epítetos que oyeron todos los hombres de mi tiempo; es llamado el Rey Eduardo VII de Inglaterra y emperador de la India y medio mundo; por ello y como institutor del tribunal de La Haya, la Justicia Suprema me da este aparato, para vibrar a LA BALANZA la verdad de los hechos y su porqué.

No fue muy largo mi reinado y más corto lo hubiese deseado, por mí. Mas mi espíritu tenía clara intuición de mi misión de Paz y la impuse en todo el mundo, como me era dado, según el caos reinantes en todos los tronos del mundo en aquel entonces.

Sólo podía imponerse una paz armada, y ésta la hice. Para obviar las consecuencias que la locura de los gubernistas podría traer, instituí el tribunal de justicia y de derecho de La Haya, y mientras aquél tuvo el respeto de los tronos, los pueblos vivieron en paz. Es mi laurel, por el cumplimiento de mi misión.

Negáronse algunos emperadores a la influencia de aquel tribunal y pronto su espíritu guerrero por supremacía y ambiciones irracionales rompieron el equilibrio, y la guerra, contenida por la paz armada, llevó al mundo a las miserias de hoy. Mas fue bastante el fruto de aquella paz armada, puesto que no pudo estallar la guerra (Europea dijeron, pero era mundial), no pudo estallar, repito, hasta la hora en que las profecías marcaban. La Ley no se deja jamás vencer.

Vengamos al momento presente. Recordaré que en el juicio de mayoría yo me justifiqué, y hablando de Albión dije: Su misión está cumplida. Vino con su cuerpo y cabeza de hierro, pero con pies de barro; éstos, al peso del cuerpo, se quiebran y cae.

Las religiones también tienen su tiempo señalado. ¿Por qué se empeñan en sostenerlas contra la ley de justicia?... He ahí las causas del caos horrible, de la miseria, que por no verla, nos ahuyentamos de la tierra. ¿Cederán a la vista de tantos avisos de la naturaleza y los elementos?... No. No cederán, y las pruebas las vemos en las provocaciones de la religión y de los tronos caídos, que no se levantarán y ni tampoco evitarán la caída de los otros, porque con ellos y las religiones no puede llegar a los hombres el bienestar de la fraternidad, y ésta es su hora llegada, el padre la exige ya para los hijos progresados y nadie ni nada lo podrá evitar ni estorbar. “Basta de Cruz y de Espada”, se ha dicho. “Las treguas han terminado”. Se ha declarado. ¿Por qué los hombres no harán razón?... Mas se levantan los ambiciosos y establecen tiranías de terror para un dominio mezquino y esto empeora el momento del fatal desenlace del drama largo y sangriento de la humanidad terrena, que ya no puede continuar. Ha de matar, pues, la guerra a la guerra y es lo que nos duele a los espíritus de paz. Ya no hay términos medios; más tarde será peor; sólo puede ser la paz que la justicia exige acabando los odios de raza, de castas, de supremacías y entrando en la cordura... ¿No podéis? Pues “La guerra mata a la guerra”. Yo estaré con los que buscan la paz sin indignidad, sin arrastrarse, sin arrodillarse.

Eduardo VII.


 

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