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AUTOFÓNICAS

L. U. 1. C. S. -El Secretario D.

Agitada está la humanidad de la tierra, hermano mío. Hace mucho que lo está, hermano Secretario. -Sí, pero hasta hoy los eternos “mañanistas”. -¿Cómo?... ¿Otro partido?... -Casi podríamos señalarlo así. Son los eternos de “tiempo hay”; mañana trataré de corregirme; mañana haré; mañana estudiaré; mañana me reconciliaré”. Mañana, dicen siempre; y ese mañana cuenta más de 57 siglos.

Han visto LA BALANZA, terriblemente acusadora de los sin obras; de esos “mañanistas”, y una convulsión tremenda los agitó. Es, en verdad, para ellos el ladrón de la sorpresa”, al que nunca esperaban, y de aquí esa convulsión que agita a las masas que vislumbran la hora llegada y esperada tanto tiempo.

Llegan imprecaciones al Consejo, sin deponer sus odios y supremacía y aún desafían a la justicia. ¡Qué ceguera!... Más superan en mil por uno los que piden la justicia, y orden tienen sus ejecutores, que cumplirán sin miramiento, “Basta de cruz y de espada”, porque “la tregua termino”. LA BALANZA lo repetirá siempre, para que nadie alegue ignorancia. Así se manda y cumplo el deber como se me ordenó. Valor y adelante.

El Secretario D.

L. U. 3. -M. N. Amor

Llamada tengo el autófono. LA BALANZA está dando convulsiones a los “mañanistas”, dice el C. S. ¿Qué diré yo, que si oídos materiales tuviera ya me habrían rotos los tímpanos las vergonzosas blasfemias de los impotentes supremáticos? Al ver LA BALANZA, desafían a la justicia con un “Año Santo”, tan santo como terrible será para los diosezuelos y sus servidores que ya han provocado. La boca de alimentación de vapores, ya se ha agrandado cuando es necesario al servicio y... ya veo que la inspiración lleva un aviso a los hombres en el N° 2 de LA BALANZA: “La Ciudad desaparecida”. ¿Cuántas y cuales desaparecerán?... ¡Que enloquecimiento si lo supieran!... ¿Es falta de amor?... No. Pero es la hora de la justicia; y la ley, ya se les ha dicho a los hombres, “la ley no tiene entrañas ni sentimientos”. No oye lamentos, alabanzas ni imprecaciones. El que no entra en los platillos de LA BALANZA, la ley lo aplasta. Yo cumplo el mandato de la justicia, que en su mayor rigor es Amor.

L. U. 4. -E. Dicha

¡Que desdicha tiene Dicha!... Olor a pólvora; vahos de sangre; mismas de cuerpos descompuestos; clamidos desesperados; ayes de dolor y salitre de lágrimas llenan la atmósfera desequilibrando la tranquilidad labor de los Elementos. No podemos enternecernos los que al cargo de la justicia estamos, porque , si para los niños miramos, los viejos se aprovechan, y en ello nos habríamos cómplices de injusticia. No podemos ya. “La tregua terminó” y la justicia está en acción.

Si los hombres quieren dicha, cumplan su deber; el aviso, en amor, lo da

Dicha.

MEDIANIMICAS

Lucio S. Catilina.

INTUICIÓN

Por E. J. Koelman.

Las Pasiones y la Perversidad.

Cantemos, humanidad del planeta tierra, cantemos, por haber llegado el terrible cuanto sublime momento en que los hombres de nuestro mundo han de emanciparse de las pasiones que nos tenían esclavos; pero la Justicia infinita nos obliga a ser justos para enseñanza de todos y para que sirva de testimonio a los que siguen haciendo oído sordo, y aunque la emoción ahoga y entrecosta la voz en nuestra garganta, hemos de sostener y exponer la realidad que vamos comprendiendo y gritar a todos los vientos las observaciones que hacemos de la eterna verdad de la vida en nuestras luchas, con nuestros prejuicios, y en la que nuestra experiencia crece de día en día.

Llora el equivocado sus errores; crispa sus puños el supremático, pero mientras sus dientes crujen, mientras su conciencia se debate, corre el espíritu para dar un lance y triunfar en un punto más sobre sus prejuicios. Tal es la obra, la lucha del apasionado.

Y como nadie puede ser mejor juez instructor que de sus propias obras, hablaré de mí mismo.

Yo también había caído en la pasión; ella me había cegado, enardecido; me había hecho astuto y aun traidor; pero era una astucia y una traición ciega y desmedida, porque de las pasiones no es el raciocinio. Las pasiones no conocen más que la ambición, ese vaho de quererlo poseer todo sin saber aprovechar nada. ¿Era yo culpable de mis hechos? ¿Era culpable por mi abatimiento? ¿Era culpable por la desesperación que roía mi conciencia y me anodadaba para reaccionar al instante? Pero aún estábamos en el quinto día de nuestro planeta; aún era tiempo de corregirse antes de llegar “el cumplimiento del tiempo”. Y cuando en la indecisión que en la historia fue tan magistralmente descrita, cayó mi materia, yo, mi espíritu, me elevaba en los espacios, y tuve que ver la verdad de la creación; tuve que ver que hay un mandato inflexible; tuve que despertarme del letargo en que me había sumido mi dolor, porque la copa de las pasiones rebosaba y la concupiscencia había llegado a su límite máximo. ¿A su límite máximo? ¿No ha habido otros apasionados mil veces más perversos que yo? Sin embargo, mis pasiones habían llegado a su punto máximo y tuve que ver y comprender el error en que vivía. Había de ver y comprender que no son las pasiones que han de reinar en el hombre. ¿Qué hacer? ¿Había de acatar y ser valiente? ¿Había de resistir ante ese mandato y ser cobarde? El rendido siempre corre en busca de un refugio donde esconder su vergüenza. También yo corrí; ¿pero a dónde? Veía mundos de luz; veía el mundo de tinieblas que habitaba; veía mundos primitivos y aún embrionarios y en todos ellos no veía más que la misma acción de la justicia, la misma obra del progreso; que tanto en el mundo de luz como en el primitivo, la Justicia Infinita es todo ojos y todo oídos, y... un grito aterrador salió de mi espíritu... ¿Dónde ocultar mi vergüenza? ¿Dónde correr a esconder y tapar ese raciocinio, esa voz que había nacido en mí?... Quise sacudir el yugo de las pasiones que me oprimían; pero escrito estaba que “con la vara que midieres serás medido”. ¿Podía hacer oídos sordos a lo que veía indeleble e inconmovible como mandato supremo? Sería una locura inconfesable el meditarlo; sería un absurdo incalificable el intentarlo; y más que un absurdo, una blasfemia.

Y así, al ver mi impotencia; al ver en la balanza mi carga inmensa, comprendí que no cabía la cobardía ni la negación; que mi lucha de regeneración sería provechosa como estéril la resistencia. ¿Era yo perverso? Lo habría sido al insistir, al tratar de continuar rebelándome contra el progreso y contra la Ley de Justicia; porque para poder ser perverso, es necesario serlo a sabiendas en espíritu, porque sólo así cabe el raciocinio en la concupiscencia.

Pero ningún espíritu de apasionado puede despertar de otro modo que lo hice yo, porque la ley de la materia es una en todo el universo, y tal como la patria de los hombres en la tierra en ley divina es igual para todos sus hijos, así también la patria del espíritu es igual para todos los espíritus, y más riguroso, porque mientras los hombres se enseñan unos a otros sus errores los espíritus oyen y ven la Justicia de la Creación por la Justicia misma.

¿Por qué resistieron y aún se resisten otros espíritus? ¿Por qué habían de seguir buscando y haciéndose oídos sordos para tratar de tejer una red que saben que la Justicia ha de soplar deshaciéndola como una nube de humo?

Yo no relucí por mi pureza después de mi despertar. Negro era y negro seguiría hasta abrillantar mi conciencia; pero yo, mi espíritu, luchaba para deshacer uno por uno todos mis yerros y apagar mis pasiones, que es una lucha larga, pero corta en el tiempo eterno del infinito. ¿No pudieron hacer así todos los aberrados, que al despertar tuvieron, como yo, que cerciorarse de la justicia inquebrantable?

Muchos aberrados temieron verse fieras y se convirtieron en monstruos de cobardía. Pero por más monstruos que se hagan, saben también que no escapan a su regeneración; porque la ley es todo ojos y oídos hasta en el mundo embrionario y en ninguna parte es desheredado. Esto me llenó de alegría y valor, y lo mismo lo hará a todos nuestros hermanos que aún en el odio tratan de buscar ese refugio que saben y palpan que no existe; como también de que, ni el temor ni la aflicción no cabe en los que no pueden ser desheredados por su Padre, y nadie es desheredado.

Esto lo sostiene y cantan todos los espíritus valientes que comprendieron su error, y por todos ellos firmo yo, vuestro hermano

Lucio S. Catilina.

Rafael

NOVIEMBRE 16 DE 1930

Por la Médium del Consejo.

Que la Paz y el Amor sea entre vosotros.

La lectura que acabáis de escuchar es un trago demasiado fuerte para los entráticos y novatos, y sobre todo para los que no han comprendido el fin filosófico de la doctrina. Por lo tanto, es necesario una explicación, a fin de que cada uno comprenda en su grado de progreso espiritual hasta dónde puede llegar.

Entendiendo que se ha dicho que “cada uno es un grado del progreso espiritual”, es por esto que no han llegado todos a la comprensión del Espiritismo. Mas como nada hay vedado al estudio del hombre para alcanzar ese grado eficiente de sabiduría necesario para la comprensión de las leyes de la creación, vosotros llegaréis por el estudio a ese progreso espiritual, con el cual se descorrerá el velo de lo que hoy os parece un enigma incomprensible, penetrando vuestro espíritu en la grandeza de las leyes de la creación.

Si estudiáis, repito, comprenderéis esa grandeza, y al mismo tiempo descubriréis la falsedad de la enseñanza religiosa.

Desgraciadamente, habéis visto que cada vez que se ha hablado del fanatismo se llega a la conclusión de que éste se encuentra en el principio católico, como lo han demostrado los hermanos espirituales señalando sus efectos y los dolores que ha sufrido esta humanidad de la tierra en la época presente.

En las épocas pasadas los hombres luchaban y sucumbían, y sufrían menos, o por lo menos terminaban de una ves aquella lucha entre los hombres de ideas libres y los fanáticos de las religiones. Pero en la época presente, que adormecen en un principio acomodaticio no sufren tanto como hombres, porque el fanatismo religioso no puede terminar con todos los que combaten esa falacia, pero sí sufren más intensamente como espíritu. Ese sufrimiento lo veréis en vosotros mismos, en que sentís una intranquilidad que no sabéis a que atribuirla ni encontráis la forma de destruirla. ¿Qué es esto? Es que sabéis que todos los hombres sois hijos del mismo Padre, y nuestro espíritu sufre grandemente, porque ve las injusticia, los crímenes y violencias que los hombres comenten con sus hermanos, siendo todos hijos de un mismo Padre. Es que esos sufrimiento emanan de las clases y castas que los hombres hicieron, y de aquí que por esos privilegios que los hombres se concedieron mutuamente, que unos sean ricos y otros pobres, siendo inútiles los esfuerzos que los hombres de buena fe realizan o tratan de establecer condiciones de igualad, fundadas en un obra fraternal. Y sin embargo de todo esto, no tenéis suficiente valor para avanzar por los conocimientos de la doctrina espírita. Ciertamente, que nos os enseñaron el camino que algunos llaman “la nueva religión”, porque los hombres del fanatismo religioso todo lo han mixtificado. No; no es el Espiritismo una nueva religión. El Espiritismo es tan viejo o tan antiguo como el creador.

Mas no penséis que estos sufrimientos de la humanidad del planeta tierra provienen de hechos recientes, no. Estos sufrimientos son las consecuencias de odios ancestrales, es decir, que en vuestros pasado hay muchas deudas que pagar, porque todo habéis sido ricos y pobres, señores y esclavos, y es un principio de justicia reparar los daños y deudas que mutuamente se han causado los hombres.

Mas si vosotros los sufrís y os veis abatidos por tantos obstáculos como se oponen al cumplimiento de vuestra misión o destino, no es por castigo impuesto por el Creador a sus hijos. Es por la Ley de Compensación y justicia, dando a cada uno lo que le corresponde y poniendo cada cosa en su lugar.

Pero, por esta obra de justicia, vuestro espíritu se eleva en progreso y sabiduría, por su propio esfuerzo, por sus propias obras, pero no para recibir un eterno descanso, según el principio religioso, en el cielo, o lo más probable de la condenación eterna. Decid vosotros, hermanos ¿valdría la pena de vivir esa vida llena de sufrimientos? No; no podríais esperar la justicia de un Dios que se complace en torturar la conciencia humana.

El Espiritismo os enseña la verdad de la doctrina, que es la emanación del Creador, porque son los mandatos contenidos en su ley. Pero no es por cierto como enseñan las religiones, para llegar después a un eterno dolor o la eterna gloria.

¿Comprendéis una eterna gloria contemplativa, mirando eternamente a ese Dios?

No; hermanos míos; la vida del espíritu es labor, por su eterno progreso; ascendiendo siempre más en la infinita escala de la sabiduría, para recoger mañana los frutos de la siembra de hoy. Pero es lógico que si sembráis mal, recogeréis el mismo fruto.

En el mandato del Creador está dicho que el espíritu, su hijo, trabaja hasta llegar a ser maestro de la creación. Pero ese mandato hay que cumplirlo dentro de su ley. Ahora bien; ¿faltó a alguno, para cumplir ese mandato, el consejo y la inspiración para el discernimiento, cuando le dijo que todos habían de ser maestros de la Creación , porque todos estáis llamados a serlo? ¿Por qué resistiros? ¿Por qué no queréis doblaros al peso de la razón? Porque si en unos son los males inherentes a la materia los que le oponen resistencia para llevar adelante su misión, en otros es la maldad y las pasiones, y con vuestra mala voluntad no sois capaces de poner a raya a todo lo que se oponga al cumplimiento de vuestro deber, y sobre todo, como ha dicho ya otro hermano, ser señor de sí mismo sin oposición, y sin excomuniones, sin vanidades y sin todos los prejuicios religiosos que perduran en vosotros, aún en aquellos que se llaman revolucionarios y que son las consecuencias de existencias anteriores.

Sí, estos prejuicios os los representáis muchas veces como un imposible para seguir luchando, sin comprender que todo ello es consecuencia del fanatismo religioso, que se convierte, primero, en antagonismo; luego en odio, y no podéis comprender por qué odiáis.

Es, precisamente, porque no habéis estudiado los mandatos del Creador, primero, y luego estudiad en vosotros mismos, que todos debéis ser para uno y uno para todos.

Así es cómo es que no os comprendéis a vosotros mismos. Porque si hubiera que buscar un lugar a donde ir, donde se predicara la verdadera doctrina, seguramente que no sabríais dónde ir fuera de las cátedras de la Escuela. Por que si muchas veces hablaron de comuna, no supieron ver la verdadera fraternidad humana. Sólo vieron los que habían de convertirse en emperadores y no los hombres que habían de ser iguales, ante la ley en sus derechos y obligaciones.

El creador no hizo excepciones al entregar a Moisés las tablas de la Ley. Allí sólo hay una ley para todos los hombres. Y entonces, ¿no es la igualdad la que debe existir, sin excepción? Porque no es la igualdad que algunos proclaman, que todos sean menos que él.

Veis que muchos hombres hablan de la solidaridad, pero no tratan de elevar a más al que es menos que ellos.

No; cada uno de vosotros ha de ser siempre más y a todos los hombres les rigen las mismas leyes.

El progreso es eterno y la vida continuada; pero el progreso se refiere a la moral, la que habéis descuidado por la vanidad, porque cuando os referís a los demás y decís que es vulgar, parece que tenéis a Dios agarrado por los pies; del mismo modo que otros odian a un médium, por que creen tener la seguridad de poder manosear al espíritu.

Mas cuando los hombres sean verdaderamente conscientes, llegarán a comprender que, como hombres, podrán revolcarse en los lodos y las pasiones; mas como espíritus no puedan hacerlo; porque, con espíritus, podréis hacer huso de vuestro libre albedrío; pero es que el espíritu es la emanación purísima del Creador.

El espiritismo luz y verdad o invita a estudiar, para que por vosotros mismo saquéis propias convicciones, propias consecuencias y para que , con completo conocimientos de causa, vuestra fe sea de obra y no fe ciega.

De este modo es cómo llega a comprenderse, no la perfección, por que ésta no llega jamás, pero sí a hacerse mejores, ascendiendo nuestro espíritu a progreso mayor.

Es claro que los novatones no pueden comprender la grandeza del Creador y sus leyes, como la pureza de la doctrina, porque los detractores se valieron de todos las malas artes y de todas las formas buscando la manera de hacer la confusión.

Dijeron los detractores que las doctrinas del “ Espiritismo luz y verdad” eran utopías; pero de esas utopías tenéis las pruebas de que son realidades. Del mismo modo es una realidad que el estado de maldad a que ha llegado el planeta tierra es consecuencia de las enseñanzas de la caridad, culpable de toda la podredumbre social.

Mas no importa; si vuestra voluntad es firme y si tenéis firmeza en vuestras convicciones, vuestro deber (y me refiero lo mismo a los adherentes que a los entráticos y novatones) es seguir siempre adelante, siempre con el pensamiento elevado y siempre con el firme propósito de progresar.

Mas también debéis saber que aquel que quiere ir más alto de lo que puede, puede llevar una caída y... ¡ay del que cae!

No es la Escuela este pequeño grupo que veis. Suman legiones los que están con vosotros, que, desde muy lejos, os envían su pensamiento y su amor, y son, como he dicho, verdaderas legiones que en su pensamiento siempre van unidos a vosotros y siempre con el verdadero deseo de progresar.

Que la Paz y el Amor sea entre vosotros y que el Amor no os falte.

Rafael.


 

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