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Regreso al
futuro "back to the future"
Moisés envía a doce delegados de cada tribu a
espiar la tierra. Diez eran del montón, dos eran
visionarios. Diez vieron los gigantes, los otros dos
vieron los gigantes... y lo que había detrás.
Diez pensaron que Dios les pedía opinión, dos
entendieron que solo se trataba de una invitación de
cortesía al mejor estilo de los tickets premium.
Cuando es inminente el estreno de un buen
largometraje, las grandes compañías de cine suelen
ofrecer una premier para algunos destacados
periodistas, colegas, los propios actores y selectas
figuras del ambiente. No les preguntan si pueden
estrenar la película, a decir verdad, no les
interesa en lo más mínimo la opinión de los
invitados. Solo creen que ellos merecen ver, antes
que el resto, lo que disfrutarán millones de
espectadores alrededor de todo el mundo. Eso es,
exactamente, lo que Josué y Caleb entendieron.
Lo que Dios trataba de hacer era ofrecerles un
adelanto, un estreno para personas muy importantes,
el Creador estaba ofreciendo una función exclusiva
para sus invitados. Pero los que no pudieron
entenderlo, pensaron que el director de la película
los invitó para que escribieran una crítica en el
periódico de espectáculos.
-No podemos lograrlo, está lleno de gigantes. Es
demasiado arriesgado -dijeron mirando por sobre sus
anteojos.
-Podemos. Los devoraremos como a pan -opinaron los
visionarios fascinados por el viaje al futuro.
-Somos como langostas -finalizaron los religiosos
ciegos.
-Dios pelea por nosotros -razonaron los visionarios.
Ahora, quiero que leas con cuidado. Tienes unos
treinta y tantos años y aún eres soltera. Has
llegado a considerar seriamente que tal vez nunca
llegues a casarte. No encuentras el hombre ideal y
presientes que vas a morir «doncella por
antigüedad», la sola idea de no tener con quien
compartir tu amor te aterra.
Pero olvidé decirte que, además de
predicador y aprendiz de escritor, soy un científico
loco. Acabo de inventar una máquina del tiempo y
quiero estrenarla con alguien, si te parece bien,
podemos hacer un viaje, digamos, al año 2020. No es
nada serio, solo hablo de echar un vistazo a tu
futuro.
¿Te fascina la idea?, sabía que podía contar
contigo. Ingresas, apretamos los botones correctos,
calibramos las coordenadas correspondientes, y allí
vamos.
Imagina que te ves, no solo felizmente casada, sino
además, rodeada de unos tres bellos niños. A decir
verdad, has engordado un tanto, pero no es lo que
más importa. Observa con cuidado, allí está él. Es
como te lo imaginabas, alto, bien parecido, y está
trabajando en el jardín mientras que el molesto
perro no deja de ladrarle a la cortadora de césped.
¿Viste eso?, hasta tienes un perro, realmente puedes
sentirte una joven afortunada.
Pero tenemos que regresar, nunca te dije que vinimos
para quedarnos. Tu tiempo aún no es este. Si te
quedaras, podrías interferir con tu propio yo y
encontrarte contigo misma, y eso ocasionaría un
golpe cósmico. Esto es solo un adelanto de tu vida,
un paneo general de lo que vendrá.
Ahora bien, ¿cómo crees que te sientes?
Después de haber visto tu futuro... ¿crees aún que
podrías preocuparte por morir soltera? Claro que no,
estuviste allí y sabes lo que vendrá. Ahora puedes
dedicarte a disfrutar tu presente y tu soltería en
vez de maldecir el presente.
Pero convengamos en que te has transformado en una
visionaria, viste demasiado como para dejarte que la
vida te pase por encima. Sigamos con el experimento,
que pase el que sigue.
Miren a quién tenemos aquí. Me miras sorprendido y
opinas que nunca serás un hombre de Dios. Si no me
equivoco, crees que no calificas para el campeonato
espiritual, tienes demasiados hábitos ocultos como
para creer que Dios tenga planes con tu vida. Pero
claro, a ti tampoco te hablaron de mi máquina del
tiempo.
Súbete y vayamos juntos al 2012, no es tan lejano.
Observa el imponente estadio del futuro. Miles de
personas pugnan por ingresar al predio, vienen de
todas partes del mundo. Formémonos en fila como los
demás, aquí nadie nos conocerá. Dicen que este
predicador es usado tan poderosamente por el Señor
que varios jefes de estado le han solicitado
entrevistas. Hasta la CNN se alinea para obtener las
mejores imágenes de la cruzada. Y ahora, mi
distinguido pasajero del tiempo, prepárate para el
impacto de lo que vas a ver. Observa al predicador
saliendo al escenario central.
¿Ya viste quién es? ¡Sabía que no ibas a poder
resistirlo!
Casi te desmayas de la emoción. Eres tú mismo, con
algunos años más. El bigote no te queda del todo
bien, pero lo importante es lo que Dios hace
contigo. Los paralíticos corren desaforados por el
estadio, la gente se aglomera para hacer la oración
del penitente. Realmente tienes un mensaje
demoledor.
Pero debemos regresar.
Por favor, no hagas las cosas más difíciles, sé lo
que darías por quedarte el resto de la reunión y ver
tu sueño cumplido, pero solo se trata de un vistazo.
La misma pregunta que le hice a la dama, ahora que
estamos de regreso. Después de lo que viste, ¿aún te
preocupa el ministerio o si Dios va a usarte? La
respuesta es obvia, claro que no. Viste demasiado
como para detenerte en pequeñeces del presente.
El visionario ya estuvo en donde los demás aún no
ingresaron.
Él ya vio la película. Ahora solo queda esperar el
estreno mundial, para que el resto la disfrute.
Por eso es que los que están un paso más allá, los
que ingresaron a su futuro, casi nunca pueden
disfrutar su presente.
Liliana, mi esposa, me ha enseñado a vivir un día a
la vez. Ella siempre dice que es muy difícil
convivir con alguien que ya estuvo en su futuro,
porque puede cometer el gravísimo error de perderse
el presente.
Cuando Dios te permite ingresar en tu futuro y te
embriaga con una visión, es para que aprendas a
disfrutar lo que tienes ahora y para que a cada
minuto, hagas algo que haga que valga la pena tanta
gracia invertida en tu persona.
Los visionarios tienen a favor que ya estuvieron
ahí, pero pueden cometer el error de no bendecir su
sala de espera. La soltería pasa una sola vez. Los
hijos pequeños corretean por tu hogar solo mientras
son pequeños. Hay que vivir cada minuto sabiendo que
ya no regresará. Una vieja y conocida canción de un
popular intérprete latino, dice:
De tanto correr por la vida sin frenos,
Me olvidé que la vida se vive un momento,
De tanto querer ser en todo el primero,
Me olvidé de vivir, los detalles pequeños.
El hecho de visionar el futuro tiene que lograr
relajarte y darte la tranquilidad de que Dios ya
estuvo en lo que viene, y nada ni nadie lo puede
modificar. Josué y Caleb contaban con eso. Ni
siquiera otros cuarenta años por el desierto
hicieron que olvidaran lo que habían visto.