<INDEPENDENCIA E INSTITUCIONALIZACION>

 

Resumen de intervenciones

 

 

Antonio Caro, artista:

Primero debo reconocer el espíritu necesario para liderar el proceso de concepción y conformación de un espacio independiente. Luego, mencionar las dificultades prácticas para su actuación y sostenimiento como así mismo, la inteligencia para definir su derrotero.

Hechas estas necesarias aclaraciones, declaro que no tengo ninguna de estas cualidades y admiro a quienes las tienen y han logrado con su trabajo, mantener por algún tiempo estos espacios (un día, una vez, ya es mucho).

Más allá de romper o cuestionar el circuito de lo artístico lo más importante del actuar de estos espacios, es que amplían el espacio y la audiencia del arte.

Quiero señalar varios ejemplos en los cuales, por gentileza de sus miembros, he participado:

”La cuadra”
Artistas, amigos del arte e Instituciones de Pereira que son vecinos ( cerca de la avenida Circunvalar ) realizan los primeros jueves de cada mes en sus propias casas y en la calle, una multitudinaria exposición generosamente abierta una noche al público en general.

”Helena Producciones”
Realiza el Festival de Performance de Cali que este año programó en la Plaza de San Francisco (un importante espacio de la ciudad) varios performances que tuvieron justo allí, el espacio justo y propicio para su realización ( Perchero de Alejandra Gutiérrez, la obra de Raúl Naranjo)

"Revista Asterisco”
Actualmente está convocando a todas las personas a participar gratuitamente en su sexta revista.
 

Pablo Batelli, artista:

No comparto la posición conciliadora de Antonio Caro. Creo que es fundamental cuestionar los espacios entre otras cosas porque lo que está sucediendo es que los que hablan en chino hablan cada vez un mejor chino y los que hablan alemán hablan cada vez un mejor alemán pero no creo que los espacios estén ampliando la audiencia en el sentido prioritario: lograr que los alemanes hablen chino y que los chinos hablen alemán. Esta pequeña jeringonza se remite a la inconmensurabilidad de los lenguajes: estamos en medio de lenguajes cada vez más especializados y más sordos los unos con los otros, voluntariamente ensordecidos, enclavados en nichos de recepción y supervivencia cultural.

Inténtese la misma jeringonza con el “lenguaje de los artistas” y “el lenguaje de la audiencia” o “el lenguaje popular”, a menos que como lo señalé antes, no existan tales lenguajes porque en medio de la fragmentación propuesta por el surgimiento de una nueva forma de estar ya no puede existir ese paradigma o canon llamado “el bien común” o el más reciente “bien público”.

Por último, no creo que puedan existir espacios no institucionales; en las artes plásticas todos los espacios son institucionales o tienden rápidamente a institucionalizarse. ¿No es eso lo que sucede acaso con las políticas públicas en materia de arte? ¿No vivimos en un momento paradójico en que la trasgresión se encuentra impulsada desde los más reaccionarios lugares institucionales?

 

 

Jaime Iregui, artista:

En relación con el  nuevo mensaje de Pablo Batelli vale la pena aclarar que en el contexto de este intercambio de reflexiones en torno a las prácticas independientes, cuando se habla de lo “no institucional” se entiende un espacio o proyecto que NO está regido por programas o políticas de instituciones como museos, entidades estatales y galerías comerciales.

Ya que Pablo Batelli hace énfasis en que no hay que confundir la especialización de un lenguaje (hablar mejor el chino) con ampliar su campo de recepción (hablar otros idiomas), sería bueno que él mismo fuese un poco más abierto en cuanto a lo “no institucional” en el sentido de no tomar esta noción de forma tan radical, pues además de los espacios, los artistas también son una institución cultural. De otra manera terminaríamos –ahí sí- no tanto en un diálogo de sordos, sino en una discusión bizantina en torno a la pureza y el debido uso de los conceptos, pues sin ir más lejos todo de lo que se puede hablar esta de una u otra forma “establecido” e “instituido” en un lenguaje o sistema cultural.

Lo mismo para el concepto de “independiente”. No se trata de no depender de nada. Se trata de que prácticas y espacios, aunque puedan recibir apoyos institucionales, no dependen necesariamente en sus criterios y reglas de funcionamiento, de políticas institucionales
y/o comerciales.

 

 

Pablo Batelli, artista: 

La advertencia sobre no caer en disputas bizantinas me hace sentir un tanto nervioso... ¿será demasiado impertinente seguir adelante con una discusión sobre la que se cierne la amenaza de lo bizantino? No lo sé.

Quiero dejar en el aire dos breves ideas, si acaso verdaderamente lo son, y suponer que si reciben réplica, el debate no está cerrado:

1. Cuando la diversidad es norma, la norma es lo diverso. Entonces: ¿En qué consiste verdaderamente la diversidad?
2. Son las ideas, más que los hombres y los espacios, las que se institucionalizan. Es la idea “institucional” de una forma de estar “no institucional” la que señalo como un destino inevitable en todas las expresiones artísticas. Llevando el argumento aún más lejos diría: es gracias a la condición de rechazar cualquier tendencia a la institucionalización como lo no institucional se acomoda en lo institucional.

Finalizando, en tanto existan las palabras y la posibilidad de leer, los diálogos no serán nunca de sordos.

 

 

Juan Andrés Gaitán, artista:

¿No vivimos en un momento paradójico en que la transgresión se encuentra impulsada desde los más reaccionarios lugares institucionales?

Esta frase cierra el texto de Pablo Batelli, ya referido por Jaime Iregui.  Mi punto al respecto es breve y sencillo.  No creo que la transgresión se encuentre “impulsada desde los más reaccionarios lugares institucionales” pues esto es en sí una imposibilidad.  La trasgresión sólo se puede ejercer hacia esos lugares institucionales, hacia algo institucionalizado (un cuerpo, y el cuerpo con sus políticas, sus leyes, orden normativo)... pero esto no quiere decir que estoy enteramente en desacuerdo con la posición de Batelli, y sin querer encontrar un medio camino entre Batelli e Iregui me atrevo a decir que los dos tienen puntos de vista comunes.  Lo que sí creo es que los
”lugares institucionales”, o instituciones, se reproducen y redistribuyen en función (y necesariamente en oposición) a los movimientos de trasgresión y los de resistencia. 

Los movimientos de oposición regularmente se fijan en un momento, fijan el momento, se fijan a sí mismos en un momento, y es precisamente esta estaticidad la que da espacio a las instituciones (y no estamos hablando de colegios, museos, eventos; si no mas bien de educacion, estado-nacion, patrimonio) para absorber los instantes de resistencia, lavarlos y fijarlos, darles un acabado y devolverlos “convertidos” a la esfera publica.  El lenguaje que utilizamos en cada esfera de acción es lo que representa tanto nuestro circuito como las formas de reorganizarnos en función de la institución, es posiblemente cerrado y exclusivo pero sigue siendo poroso y accesible a quienes lo buscan.

 

 

Luis Luna, artista:

Las instituciones y mainstream entre comillas necesitan de transgresiones entre comillas para sobrevivir. Lo mismo que el publico pasivo necesita de una confrontación para exorcizar y hacer contrapeso a su sentimiento de impotencia.

La marginalidad y la trasgresión al estilo de las vanguardias de los setentas es un espejismo. Ahora hay mas infraestructura económica para soportar las disidencias que la que reciben los llamados espacios tradicionales mismos. Es decir el pulpo ya hace tiempo lo absorbió!

 

 

Ana María Escallón, crítica:

Para que se piensa tanto en el rol de las instituciones, si nadie hace el arte pensando en ellas?????????? El artista crea su verdad  y el arte es en sí mismo una trasgresión perpetua que, al final es lo único importa.

Las infraestructuras culturales, como las llaman, tienen nombre propio que corresponde al gusto y la versión particular del director o curador de turno.

 

 

Juan Andrés Gaitán, artista:

En respuesta a la Gran Pregunta de Ana Maria Escallon: es precisamente para no caer en nociones insostenibles (institucionalizadas en las esferas más reaccionarias de la sociedad) como “el artista crea su verdad” ni “nadie hace arte pensando en ellas” que debemos, constantemente, pensar y re-visitar la funcion y estructura de las instituciones;  instituciones tales como el artista-creador de un saber autónomo, el artista-mistico o el artista aislado de la sociedad.

 

 

Bernardo Rengifo, filósofo:

La relación Institución-Transgresión no se plantea adecuadamente cuando se la dialectiza, es decir, cuando se supone que estaría implicando una relación entre un “sujeto” y un “afuera” de ese sujeto, tal como llegó a concebir el marxismo la relación con el Estado o con las llamadas “superestructuras” (Althusser).

Creo que se trata de un asunto de inocencia, más que de oposición entre los dos términos de una “contradicción”: sería muy inocente seguir creyendo que las instituciones son un afuera del sujeto, frente a las cuales él se encontraría completamente liberado y podría, desde su propia “subjetividad incontaminada”, generar nuevos campos de expresión, acción, producción estética, subjetivación...  Pero sería igualmente inocente creer que se puede “usar impunemente a las instituciones”, como si ello no implicara un juego (nada inocente) entre y frente a diversos mecanismos de control, diversas formas de modulación de los discursos, prácticas, expresividades...
en función de intereses institucionales para la conformación de subjetividades territorializadas en la diagramática comercialista, de mercado, de domesticación, de “educación”, de “culturización”... o de cualquier otro tipo que sea.

Hace ya tiempo sabemos que las instituciones “atraviesan los cuerpos y los pensamientos”, los recomponen o los territorializan en función de sus diversos umbrales de modulación diagramática. Tanto las máquinas paranoides como los mismos flujos esquizo de las máquinas autopoiéticas, no dejan de estar afectados por gradientes de institucionalización y en ocasiones, lamentablemente por procesos de reterritorialización institucional abyecta.


Del mismo modo, hasta los funcionarios más estratificados no dejan de estar afectados por umbrales de desterritorialización insólita, por líneas de fuga... (Kafka).

De ahí que la relación Institución-Trasgresión sea tan fácilmente traducible a un falso dilema (Bataille), a una dialéctica que deja de lado las relaciones de fuerza fundamentales. En otros términos, el problema no se plantea entre dos opuestos al mejor estilo hegeliano, sino entre fuerzas de composición o descomposición al mejor estilo nietzscheano, o deleuziano, que viene a ser casi lo mismo. Se trataría de “máquinas” más que de “formas”: las relaciones entre las máquinas de creación y las instituciones no pasan ni por la oposición ni por la reconciliación sino por el uso; pero se trataría de un uso decididamente perverso, en tanto no supone un compromiso ni una entrega, sino un forzamiento, una necesaria reducción de los gradientes de determinación procesual que imponen en cada caso y en condiciones precisas.

 

 

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