Supuestamente construida
por los habitantes de la inubicada República Callense,
es la primera edificación
levantada en el casco antiguo de El Coronil. Hayan sido efectivamente los callenses u otro pueblo
quienes la construyeran, no cabe duda de que el
castillo está muy relacionado con el
origen
e historia
de la Villa.
Su origen se remonta, al parecer, a época celtíbera. Hay
historiadores que defienden que fue el fruto de las malas relaciones
entre las poblaciones de Callet (sobre cuya ubicación se ha especulado
mucho) y Salpensa (en el Cerro Casar, a unos 6 km de El Coronil en
dirección a Utrera), cuando
los primeros, con intención de controlar la zona, decidieron construir
una atalaya de vigilancia a los pies de un transitado cruce de caminos.
No hay datos sobre su evolución, pero esta primitiva construcción o sus
restos, tras servir de cimientos para algún pequeño asentamiento romano,
fueron aprovechados en el siglo XI por los árabes para construir una
fortificación. Ya en la Baja Edad Media, el castillo y sus tierras son
objeto de repoblación para afianzar la frontera con el Reino de Granada,
aún en manos musulmanas.
Definitivamente, en 1381 se debió reformar la fortaleza por el pésimo
estado en el que se encontraba, ya que desde el mes de abril, Ruy
Pérez, su dueño, cuenta con permiso del rey para repoblar su posesión
con 15 familias, que serían cobijadas en el castillo. En los siglos XV y
XVI, y vendido a Per Afán de Ribera, se acondiciona de nuevo,
convirtiendo algunas de sus estancias en palacio para los Señores de la
Villa del que se conservan algunos fragmentos de policromías en los
muros de la primera planta de la torre del homenaje.
Los duques de Medinaceli dejan de mantener la fortaleza-palacio, al
acomodarse ahora la aristocracia de la época en las ciudades y no en sus
posesiones, pero el edificio
sigue siendo el punto donde tenga cabida el concejo y buena parte la
vida local. Habrá que esperar a finales del s. XIX para que el castillo
sea vendido por el duque a los hermanos Algarín y cambie su uso al de almazara.
Será demolida la arquería del patio y se dividirá en dos el gran patio,
albergándose en una parte el cuartel de la Guardia Civil hasta 1925 y
construyéndose en 1884 en la otra zona un patio de vecinos con columnas
de hierro fundido conservado y en uso en nuestro días, de gran interés.
La primera parte, desde que desapareciera el cuartel, sería utilizado
como una extensión más de la Calle Corredera, con viviendas populares de
nula calidad suprimidas en 1984, año en que todo el castillo es
adquirido por el Excmo. Ayuntamiento y rehabilitado. El patio de vecinos
es acondicionado adecuadamente y el otro se adecentaría con la intención
de destinarlo a usos culturales. La torre del homenaje ha sido usada
desde entonces como radio local, sede de Protección Civil y otras
asociaciones. Actualmente la primera planta está habitada y el interior
del último cuerpo de la torre con su bóveda vaída se encuentra
calcinado, muestra del estado de dejadez que vuelve a presentar la
fortaleza hoy en día.
En cuanto a la apariencia
física, una de las peculiaridades del castillo es no conservar más que
un lienzo de almenas y la escasa altura de sus torreones. El 19 de marzo
de 1947 cayó el último torreón de esquina que conservaba su altura
original, culminando con el proceso de deterioro que siglo tras siglo
iría padeciendo la edificación. Otra característica es la permanencia en
la memoria local del castillo totalmente encalado, siendo conocido por
los vecinos como el "castillo blanco". No se conocía el motivo,
especulándose si se trataba de una táctica de defensa al reflejar los
rayos del sol para molestar la vista de los atacantes, descartándose
esto ya que se han hallado documentos que indican que debió encalarse en
la década de 1940 o más tarde, tal vez por su uso residencial. De
cualquier forma, el Ayuntamiento ha ido llevando a cabo desde el año
2000 una serie de actuaciones en este Bien de Interés Cultural, siendo
revestidos finalmente los muros con mortero de color rosado,
perdiéndose la nobleza que ofrecerían los paramentos mostrando la piedra
con la que están labrados, como fue hasta que se consideró el edificio
una casa de vecinos más, negándole su carácter monumental.