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Soñando con las fraternidades

Génesis 18,22-23

La noche del primer día tuve un sueño que quiero compartir con vosotros. Soñé que el Abba, el Padre, convocaba en Roma al Equipo Internacional de las Fraternidades. Y a Roma acudió Enrique, el primero; después llegó Iñaki; la tercera en aparecer fue Margaret, tuvo que viajar desde Washington. El último y con seis horas de retraso en el vuelo llegó Carlos Beneitez, argentino. El Abba nos recibió enseguida, pero no en el Vaticano, sino en una pequeña casita que le prestan unas religiosas en el Trastevere y que es lo más parecido en Roma al Cielo. Después de un corto y paternal saludo, nos dio la gran noticia bomba: "He decidido hacer desaparecer de la Iglesia y del Mundo a las fraternidades marianistas". El Padre entiende todos los idiomas, pero, no sé por qué, desde hace varios años ha decidido hablar en inglés y, a pesar de eso, aun Enrique e Iñaki, que no se les da bien el idioma, entendieron bien que las "CLM will desapear", significaba que no iban a existir más. Los cinco del EI nos miramos llenos de sorpresa. Como que del Padre uno esperaría sólo oír hablar de bendiciones, de creaciones, de vida nueva, de revitalización… Pero aquí su decisión y el anuncio de la misma era cortante, claro y directo. Margaret, que siempre en las reuniones le gusta hacer preguntas, le dirigió una que en este caso, por lo demás, era muy lógica: "¿Y por qué esto?. ¿A qué se debe?". El Padre, con mucha calma, respondió:

"Miren, ustedes son los responsables de las Fraternidades y a ustedes sí puedo contarles algo más. Me han llegado cartas de Obispos y de Cardenales, aquí están, y me dicen que las CLM son un grupo que va por libre en la Iglesia, que no se les ve presente en las parroquias pero tampoco son visibles como creyentes ahí donde trabajan; no celebran su fe con entusiasmo que se merece y como corresponde hacerlo a un grupo de consagrados para la misión del Reino; en fin, que no son ni chicha ni limonada… En el fondo viven su fe con complejo de inferioridad y eso no va. Les falta rumbo; tienden a diluirse; parecen un colage de cosas diversas. En algunos lugares necesitarían una verdadera refundación; comenzar de nuevo y no sé si tienen ganas y fuerza para ello".

Nosotros escuchábamos atentos y fue Carlos quien se atrevió a interpelar al Padre y hacerle una propuesta: "Y si encontráramos entre los 7000 laicos marianistas del mundo 1000 que fueran ‘justos’, es decir, verdaderos laicos, que sienten, que piensan y proceden como marianistas y con fuerte sentido comunitario, que se les nota que las Fraternidades es la opción de vida que da unidad y dinamismo a toda su existencia… ¿nos permitiría seguir existiendo?". El Padre quedó sorprendido por la propuesta y abrió el ordenador donde estamos todos y todo, y, en concreto, hizo click sobre el documento ‘CLM’. Allí está la lista de todos los que por dentro son miembros de las CLM. El comenzó a pasar y se veían nombres en japonés, en alemán, en suahili, en castellano… Después de un momento, con cierta pena, nos dijo: "No hay 1000 de esos. Además tengo que deciros que me han llegado también cartas de algunos religiosos y religiosas marianistas que están un poco desconcertados con lo que ven en las CLM. Sobretodo me impresionó mucho una de ellas. Era francesa: "… las CLM saben poco o casi nada del entrañable y apasionante proyecto del P. Chaminade y M. Adela. Además, rezan poco. Yo hace 10 años acompañaba a 15 en dirección espiritual y ahora ya sólo vienen 2; dan poco de sí mismos al movimiento. No les veo entusiasmados con lo que son… A nosotros nos dicen que seguimos siendo paraguas y que no hemos sido capaces de retirarnos a tiempo, pero, es que sin nosotros, no sé que harían…Además, no son un grupo con el que se pueda hablar de tú a tú. No son lo que pueden llegar a ser. A mi me han hecho mucho bien las fraternidades, pero me esperaba otra cosa. Creía que después del tiempo que les hemos dedicado iban a estar compartiendo mucho más la misión con nosotros. Pensaba que iban a trabajar con nosotros, que nos iban a ayudar a cercarnos a los jóvenes. También pensaba que iban a ayudarnos a crecer y tener vocaciones. Pero han pasado ya tres días…, 20 años, y nada de eso ha ocurrido. Les cuesta vivir lo que creen. Discuten mucho. Hay bastante confusión".

Estando así las cosas, el Equipo Internacional pidió al Padre un momento de intervalo para poder dialogar entre nosotros y entrever por dónde seguir adelante. El Padre mismo nos sirvió un capuchino y un corneto. Lo necesitábamos. Enrique comenzó nuestro intercambio diciendo: " Si yo ya os lo decía que estábamos perdiendo el amor primero y la generosidad y entusiasmo inicial… que estábamos disminuyendo, que en Francia no hay ningún miembro nuevo de menos de 30 años…". Ahí terció Iñaki y de modo sencillo y concretó señaló: "Reconozcamos humildemente nuestra crisis y que nos sirva para tomar conciencia de nuestra realidad, aprender y empezar una nueva etapa y hagamos la propuesta lógica: si hay 500 justos, es decir, 500 hombres y mujeres a quienes Fraternidades les ha cambiado el rumbo de su vida que podamos seguir…".

Así se lo dijimos al Padre que ya más o menos había seguido nuestra conversación. De nuevo, con paciencia de santo consultó el ordenador. Nosotros veíamos que había nombres escritos en azul, otros en rojo, otros en verde… y algunos en negro. Él los miraba todos con ojos de bondad. A nosotros también nos miró como mira un padre bueno y paciente, pero nos dijo: No hay nada que hacer. Además tengo que deciros que hay algunas cartas de los mismos miembros de las Fraternidades que me preocupan. De forma concreta hay un grupo de ellos reunidos en Lliria y me han enviado un papel donde hablan de las dificultades y en realidad son algo más que dificultades. Se las resumo: las cosas van de mal en peor. Hay cansancio y replegamiento. Se puede hablar de un agotamiento del proyecto. Se piensa que más que hacer cambios, se necesita un cambio de rumbo. Califican su vivencia de gris y anodina. Falta identidad creyente, laical y marianista. El sentido de pertenencia es débil. La inmadurez grande".

Todo esto, por supuesto, hizo aumentar nuestra preocupación. Pero como los cinco somos fanáticos de este invento, o de este don de Dios, o de este fruto del Espíritu que son las FM, nos atrevimos a bajas la cuota. Y me tocó a mi preguntarle al Padre:

"Bueno, Padre, yo que estoy aquí con voz pero sin voto., y que soy marianista pero no laico, y que sólo puedo asesorar, le pido que de nuevo consulte el documento CLM y que lo abra con ojos de misericordia, esos ojos que a veces ven donde no hay, y que si hay 100, nos permita seguir adelante y después ya veremos".

Por tercera vez contó, y salieron 113. Al fin respiramos. Podíamos seguir y tocada hacerlo bien. Una gran sonrisa apareció en el rostro del Padre y también en el nuestro, sobre todo en el de Enrique. Iñaki quiso saber si su nombre estaba entre los 113, pero no hubo modo, el Padre respondió con una evasiva. Lo único que dijo es que a los 113 se les nota en la cara. Los carismas son visibles.

Y ahí empezó lo más interesante de la reunión. El Padre empezó a darnos consejos de Padre. Se fue más allá del "ya sí, …. Pero todavía no", porque cuando se está con Él, se está ya en el Reino y es otra realidad. La primera cosa que nos dijo es que nos daría la lista de los 113 y que a cada uno le enviáramos una carta de saludo y de agradecimiento por lo que están haciendo y siendo para los demás, luz y sal. Ninguno está condenado, pero ellos son los salvadores. Se saben con responsabilidad y sobre todo con ilusión por la vocación que tienen. Por si acaso, tú, Nuria, ¿has recibido la carta?… Después, el Padre nos dijo tres cosas que nunca más olvidaremos. Nos insistió que veenían de su experiencia y de su mirada universal a los diferentes movimientos eclesiales. Margaret comenzó a tomar nota con mucha precisión.

  • Todos los grupos de la Iglesia, si quieren subsistir y crecer, necesitan de un núcleo, un alma, un grupo que 100% estén por la causa, que lo sientan así por vocación. No se lamentan ni se cansan de dar mucho y de que otros den poco y de modo diferente. Deben ser serenos, llenos de convicción, humildes, servidores… y no sigo. Su tarea es la del gusanillo, la de ser motor, la del piloto automático. En vuestro caso, les tiene que dar para una consagración definitiva a María, que no es otra cosa que vivir con radicalidad marianista el bautismo. Estos no son de una más alta categoría, son de una mayor capacidad de servicio.
  • Todos los grupos que quieren subsistir y crecer y hacer a la gente feliz, necesitan dar intensidad, llegar a cierto fanatismo, exagerar en algo. Esto en italiano se podría llamar "forza", en inglés "input", en francés "courage", y en latín "punch". Y en el Cielo lo llamaríamos "Pasión por el Reino y por la Vida Eterna". A ustedes les toca ser laicos que viven el carisma mariano con una especial originalidad. En eso tienen que exagerar. Hasta tal punto que conviene que algunos les digan que quizás se equivocan, y no importa si por eso se hacen algunos enemigos. María es el futuro de cada uno de Ustedes y de las Fraternidades. Por ella lograrán ustedes dar con lo esencial y vivir, acertar a pasar a lo concreto. A partir de ahí podrán armar una reflexión teológica más propia suya, un modo de celebrar y de orar más mariano, y que lo agradecerán muchos laicos en el mundo. Así darán de lo que tienen y su apostolado será por contagio.
  • Todos los movimientos de Iglesia que llegan a la madurez encuentran un foco para su misión. Un modo concreto y común de hacerla y unos destinatarios. Centran su acción en algún grupo de necesitados o con alguna necesidad fuerte. Disciernan y vivirán, y sobretodo, harán un buen servicio. Repiensen el proyecto de las fraternidades desde la misión. De ahí y, mirando a María, se hará luz sobre el famosos estilo de vida que todos los movimientos tratan de vivir. Ustedes, según me ha dicho Chaminade, que me he enterado que pronto lo tendremos entre los beatos, quiere que esté hecho de verdad, libertad, fraternidad, de misericordia,
  • discernimiento… No todos los grupos ponen los mismos acentos. Les diría que en todo momento hagan todo lo posible para que muy pronto haya fraternos cubanos, ruandeses y chinos. Es un buena meta y es posible.
  • Y nada más. Aquí en el Cielo cuando se recibe algo es para que sea compartido. Se aprende y se enseña a dar gratuitamente lo que gratuitamente se ha recibido. A ustedes les toca dar vida. Y así tendrán vida en abundancia. Ánimo. No sé por qué intuyo que las Fraternidades Marianistas pueden llegar a ser uno de los grupos de la Iglesia más fuertes y fecundos.

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