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La Cruz Marianista, símbolo de nuestra espiritualidad

Javier Jauregui sm

La cruz marianista. Un distintivo, que en la solapa, en el cuello, en los ornamentos, en las capillas e iglesias, en los colegios, en las parroquias, en documentos y publicaciones, en las comunidades, en los cinco continentes, señala la presencia de marianistas.

La cruz marianista recoge lo más nuclear de la espiritualidad marianista, el carisma del Beato Guillermo José Chaminade. Hoy, 22 de enero, hace 151 años, Guillermo José Chaminade con 89 años participaba plenamente ya de la gloria de Jesucristo Resucitado. Y hoy, hemos escuchado, en su honor, su evangelio preferido. Y la cruz marianista es la plasmación gráfica de lo que este evangelio significa.

Una gran cruz. El símbolo del mayor amor. Jesús que entrega su vida por amor a todos los hombres. Esta cruz quiere atravesar con su misericordia toda la humanidad. Cristo es el centro de la espiritualidad marianista que nos brinda el Beato Chaminade.

La cruz de Jesús atraviesa la M del mundo. Un mundo que se abre a la acción del amor de Dios. M de mundo, en forma circular, que se abre ante la acción de la cruz y el amor de Jesús.

De entre todos los hombres y mujeres hay una Mujer que es el prototipo de la apertura al Dios que llama y que quiere salvar. María es el ejemplo de la cordialidad con que la humanidad debe acoger al Señor. La M en la cruz, la M de Mujer valiente, decidida, que dice sí al plan de Dios. La M de María, el nombre de la Mujer. El nombre precioso de la Virgen y Madre por la que Dios entra en el mundo. El nombre que enamoró al Beato Chaminade y que le impulsó y dinamizó su vida al servicio del Evangelio. El nombre de la Familia Marianista.

Cuando Dios entra en el mundo y es acogido por María se inicia la Misión de Jesús. M de Misión. Jesús en el mundo necesita de misioneros para que todos descubran al Dios que "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". Y para la misión encontró dos colaboradores extraordinarios, los que permanecieron firmes al pie de la cruz en la Hora solemne de la salvación. María y Juan al pie de la cruz. Los dos trazos curvos de la M de la cruz marianista, María a la izquierda y Juan a la derecha.

. "Ahí tienes a tu madre". María con la misión de madre, de educadora, de formadora de Juan. Su tarea: hacer de él un nuevo Jesús para los hombres. En Juan estamos todos nosotros. Chaminade no quiere otra cosa en su misión evangelizadora que los bautizados vayamos tomando la forma de Jesús. Sus mismos criterios, sus mismos sentimientos, sus mismas actitudes ante la vida. Y ahí María ejerciendo de madre con su ternura, con su ayuda, con su fuerza. El discípulo la acogió en su casa. Acojamos a María en nuestra vida, Ella hará de nosotros otros Jesús.

."Ahí tienes a tu hijo". Juan considerado ya por Jesús como hijo de María. El gran regalo de Jesús desde la cruz. Su propia madre. La misión de Juan, el honor de Juan es ser hijo de María. Colaborar con ella en su misión. Ayudar a María a que Jesús siga naciendo entre los hombres. Colaborar con María en la misión de aplastar el mal. El Beato Chaminade veía a sus marianistas como los auxiliares de María para hacer frente al egoísmo. El gran honor de ser marianista, de ser como Juan, hijo de María. Honor y responsabilidad en la misión para todos nosotros.

Ante esta maravilla, ante esta cruz marianista, ante este evangelio que el Beato Chaminade nos presenta como la clave que da sentido a nuestras vidas, cómo no cantar un himno de alabanza al Señor. Nos podemos servir del himno que San Pablo dirige a los Efesios y que hemos escuchado en la primera lectura: "Bendito seas Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo que nos has bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes". Bendito por el regalo que nos has hecho al darnos por Madre a María. Bendito seas Señor porque nos has elegido para que contigo seamos hijos de María. Bendito porque "nos has elegido para que seamos santos e irreprochables por el amor". Bendito seas Señor por el Beato Guillermo José Chaminade, por el Espíritu que derramaste en él y porque nos has llamado a formar parte de su familia que es la familia de María. Gracias Señor "porque el tesoro de tu gracia ha sido un derroche para con nosotros". Con toda la Familia Marianista repartida por el mundo, con las palabras de María: "¡Magnificat!".

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