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Links:

·Video sobre l'Ebre

· Confederación Hidrogràfica del Ebro

Bibliografia útil sobre l'Ebre:

· El Ebro de punta a punta, José Ramón Marcuello (mapa)

· Ebre avall. Josep Lorman

· Seguint tot l'Ebre en un primitiu Velosolex, Josep Maria Espinàs

· L'Ebre, lo riu és vida, Diversos

 

 

 

Pagina Web creada per:

Joan Capdevila Puig

 

Jornades: 01  02  03  04  05  06  07  08  09 10 11 12 13 14 15 ...

Col.laboradors:

Sila Cameselle - Periodista - Actualitza la web
Maria Puig -Farmacèutica- Patrocina el Botiquin
Antoni Capdevila - Metge - Ens condueix fins a cantàbria
Paul Riley & co
Luis Fernando Camara i Jon Camara nos recogen
mireia. Hostalera improvitzada a Haro

Brezo nos acoje en Logroño

Brezo's Mum. En verdad es ella la que nos acoje
Fe nos acoje en Alagón-Manda en su casa
Jose Luis - él manda en la suya, pero ya no en la de Fe.
 
 
¡Nota informativa de última hora!
¿Quieres disfrutar con Rauxa un fin de semana? Clica aquí
 
 
 

Ja fa molt de temps que perseguim la idea de baixar l'ebre...

Recorrer el riu Ebre és un somni perseguit des de fa anys, fins i tot segles, amb idea de fer entrar el mar Mediterrani fins ben entrat Aragó.

Albert Albert Sola i Gil - Arquitecte

 

Nascut el 22/10/1981 Resident a Cerdanyola

H: 1,82m Pes: 76kg en començar el descens

Arquitecte exercint a Barcelona, jugador de bàsquet del C.B.La Unió Cerdanyola

Joan

 

Joan Capdevila Puig - Arquitecte

Nascut el 02/06/1981 Resident a Barcelona

H: 1,79 Pes: 68kg en començar el descens

Havent treballat a Barcelona busca despatx a Londres
Jugador d'hoquei herba pel F.C.Barcelona i de curling pel del Club de Curling Barcelona, també buscant equips a Londres

 

Benvolgudes/ts internautes,

 Som dos arquitectes acabats de sortir de la facultat que hem decidit baixar l'Ebre en canoa des del seu naixement fins allà on poguem, que esperem que sigui la desembocadura.

A part del repte esportiu que suposa per a nosaltres, la idea és anar coneixent els llocs per on passarem i farem nit, a hores d'ara una incògnita perquè ho anirem veient sobre la marxa.

Tenim l'experiència d'haver fet en bicicleta el Camí de Santiago (Roncesvalles-Santiago) i la Ruta de la Plata (Sevilla-Santiago) dos estius anteriors; aquest any canviem la bicicleta per una canoa inflable a rems, que hem batejat amb el nom de "Rauxa"...

A través d'aquest lloc web us convidem a seguir la nostra aventura de la mà de la periodista Sila Cameselle, que anirà relatant les nostres peripècies.

 Salutacions cordials,

i desitgeu-nos sort (només faltaria que haguéssim de tornar el segon dia!)

 Albert i Joan

 

Primers entrenaments:

Encara no sabíem com era una canoa, ni tant sols hi havíem anat... com a molt havíem fet una horeta de rafting al Noguera Pallaresa, o convidat a alguna noia a pujar a la barca del Parc de la Ciutadella. Però no haviem fet res amb una mica de cara i ulls.

Mitjançant un amic d'universitat que acabava de comprar un kayac inflable per quatre reals, vem decidir anar-la a provar al pantà de Sau, mitja horeta de pràctica... intentant seguir una linia recta, va fer pujar l'excitació i veiem l'ebre més aprop... més possible. Gracies Molist!

El dia següent era diumenge... no podiem fer res, el mon descansava.

Dilluns, tan aviat com va obrir la botiga d'esports, vem anar a comprar la canoa. Fantàstic!! ja la teniem, xalecos i pales! Només un inconvenient, el cap de setmana era molt lluny, massa. Vem tornar a esperar, el temps avança incansable i per sort dissabte vem anar a provarla: 6 hores palada dreta, palada esquerra... total, uns 15 kms... Massa poc potser per voler baixar 1000 kms de riu?

Arribada al Pantà de Sau. Bateig, d'ara endevant, la Rauxa ens durà.

PiolínRAUXA és el seu nomProva de càrrega

Tot sembla enllestit. Dissabte ben d'hora pel matí ens disposem a pujar a Cantàbria, per sort hem pogut esquivar el tren, ja que ens durant en cotxe, fins a Fontibre (Fons Hiberis). On comença amb nom propi, el riu Ebre!

En realitat comença a 2100 metres d'alçada amb el nom de Rio Hijar. Però en un punt segueix per via subterrànea fins a rebrollar a Fontibre, on canvia de nom per passar a ser l'Ebre que tots coneixem.

 

A partir d'aquestes linies deixo d'escriure i li paso la batuta la Sila, perque us pugui transmetre els nostres avatars diarias. Sort i salut!!


Día 1- Dissabte 12 d'agost - El naixement

Suena el despertador. Son las 6.30 y Joan y Albert se ponen en pie. Les espera un largo día y una gran aventura: descender el río más largo de la Península Ibérica. Media hora después, Joan, Antoni, Rauxa y el resto del equipaje salen en coche hacia casa de Albert. Allí, él y sus padres esperan impacientes, y a las 7.30 se ponen en ruta hacia el nacimiento del Ebro.

Rauxa en el maletero del coche. Albert, Antoni y Joan en Cerdanyola.

Antoni conduce mientras Joan y Albert miran a uno y otro lado constantemente con la esperanza de divisar el Ebro en cualquier momento. En Zaragoza llega la primera oportunidad, pero la visión de un pequeño riachuelo hace que sus ánimos caigan al suelo. Joan y Albert quieren ir "catando" el río para saber qué les espera, pero el primer sabor, en Zaragoza, es muy amargo.

A las 14 horas paran a comer en Valdenoceda, un pueblo prácticamente abandonado en el que las únicas 50 personas que se encuentran están todas reunidas en un bar tomando cervezas y txacolí. Joan y Albert dudan un instante en unirse a la "fiesta", pero una hora después, con el estómago lleno y las ilusiones recobradas, continúan su viaje hacia el Pantano del Ebro, un pantano "gigantesco" comparado con el de Sau, donde hicieron sus primeras prácticas con Rauxa, y desde donde comenzarán el descenso del río. (Joan asegura que el pantano del Ebro supera 10 veces el tamaño del de Sau, pero Albert cree que lo supera en 20 veces). A continuación pasan por Reinosa y se dirigen a Fontibre, el lugar del nacimiento del Ebro, donde se hacen las fotos de rigor.

De vuelta al Pantano del Ebro deciden pasar por un punto de información, pero está cerrado, así que van hasta la presa del pantano, donde observan una presa bastante pequeña y que deja mucha agua al otro lado, por lo que podrán comenzar en ese punto. Entonces, deciden ir a investigar la parte del río que ven desde esa zona para saber qué les espera mañana nada más comenzar. Ante sus ojos, las aguas del Ebro caen enérgicamente por un salto de medio metro de altura y un metro de longitud. Los aventureros tragan saliva y se miran nerviosos. El miedo se apodera de sus cuerpos. Albert duda en su capacidad para hacerlo, pero Joan confía en que lo pasarán sin problemas. Antoni propone que se lo salten y comiencen más adelante.¿Qué harán? Decidan lo que decidan tienen una cosa clara: un poco de ayuda divina no vendría nada mal, así que regresan a Reinosa y acuden a la misa de las ocho, donde piden a la virgen que les proteja y cuide de ellos en ese viaje. ¡Ah! y si pudiera subir un poco la temperatura ambiental tampoco estaría mal... Están a 12 grados y ¡en camiseta de manga corta! A ver si se van a quedar congelados en medio del Ebro...

Y para terminar el día y disfrutar a su "última noche de vida placentera" Antoni les invita a una cena "cojonuda" de marisco. Poco después Joan y Albert ya están soñando con una Rauxa más reluciente que nunca abriéndose paso a galope por el salto del Pantano del Ebro y conduciéndoles río abajo entre valles y paisajes de ensueño.

* Joan y Albert agradecen enormemente a Antoni que les haya acompañado en el inicio de esta aventura y al padre de Albert que les haya regalado un libro sobre el Ebro (aunque se olvidaran de leerlo).

* Mamás, Joan y Albert os envían un saludo especial. No os preocupéis, aseguran que estarán bien.


Día 2- Diumenge 13 d'agost - El río nos alecciona

A las 9 de la mañana, con un café en la mano y una torrada en la otra, Joan y Albert recibían la primera advertencia sobre el Ebro de boca de José Manuel Santiago: "Ojo con el efecto sifón". Este hombre, a quien conocieron esa misma mañana en el hotel, les informó de que el Ebro tiene una longitud de 928 km y que lo sabía gracias a un examen que había hecho en el colegio... pero también les explicó que unos amigos suyos de Reinosa habían bajado el Ebro y que de haber sabido antes sus planes los habría citado con ellos para que les contaran sus experiencias. Ya era demasiado tarde, poco después se ponían en marcha y comenzaba su aventura.

Al inicio, el agua bajaba con fuerza pero con tranquilidad. No tuvieron ningún problema.

Primera remojada... calma aparente

L'aigua, tras dejar el pantano, baja rápida. Despedimos a Antoni con esta foto

Al poco rato, observaron que tres balsas de rafting pasaban por su lado y el monitor, al saber que Joan y Albert desconocían el río, les aconsejó que se pusieran detrás de ellos y les siguieran. Así lo hicieron durante un rato, superando sin problema los rápidos y las dificultades que se les presentaban e incrementándose la adrenalina y el orgullo en sus cuerpos y mentes.

Albert sonríe sin saber lo que le espera

Pero un tiempo después, los practicantes de rafting pararon en la orilla del río, por lo que Joan y Albert continuaron en "solitario". Nuevamente, superaron sin problemas los rápidos que se presentaban ante así, pero se encontraron con una situación dudosa: detrás de una curva el río se dividía en dos tramos, uno con mucha agua y otro con poca. Joan quería ir por el lado derecho, el de más agua, mientras que Albert se decantaba por el izquierdo. Al final ganó la opción conservadora. Poco después de comenzar a navegar ese tramo la corriente les arrastró hacia un lado del río, Joan chocó contra unas ramas de la orilla y cayó al agua, golpeándose fuertemente el cuerpo. Mientras, Albert trataba de controlar la barca, y lo logró durante unos metros, pero el agua acabó venciéndole y también cayó al agua. Así, mientras Joan estaba parado en un lateral entre las armas de un árbol, Albert, unos 40 metros más abajo que su compañero, bajaba el río arrastrado por la corriente y la canoa circulaba libremente entre uno y otro. Ambos habían perdido las palas y no sabían cómo recuperarlas, pero entonces, milagrosamente, la pala de Joan apareció enfrente de Albert.

Cuando por fin consiguieron recuperarse, la adrenalina que hacía unos minutos se apoderaba de sus cuerpos se había convertido en miedo y respeto. Decidieron que ya habían tenido suficiente por aquel día, así que se pararon en un lado de un río, deshincharon la barca, se pusieron ropa seca y comenzaron a buscar un camino para salir de aquella zona.

Ya no sonríe tanto. Parados intentamos buscar un camino

Pero no había modo de salir de aquel lugar, parecía que estaban en medio de la selva. Después de media hora caminando hacia uno y otro lado tratando de encontrar un camino vieron a un grupo de chicos en kayaks individuales descansando a orillas del Ebro, a quienes después apodaron como "Dartañán y los tres mosqueteros". El cuarteto les explicó que era imposible acceder a algún camino a través de aquella selva y les convenció para que volvieran a subirse a su canoa; ellos les ayudarían si tenían cualquier problema.

Así, Dartañán y los tres mosqueteros guiaron a Joan y Albert por las aguas del río. Nuevamente, superaron los rápidos que se les presentaron sin muchos problemas, pero en el último, el más complicado, volvieron a caer. Entonces, la barca quedó boca abajo en un lado del río mientras los canoístas bajaban libremente por el río. Por suerte, Dartañán y sus mosqueteros salieron al rescate. El cuarteto recogió su barca y la llevó a donde estaban ellos. En aquellos momentos Joan y Albert no tenían palabras de agradecimiento. Pero además, los salvadores les advirtieron de que el siguiente tramo del río era muy peligroso y no lo bajaba nadie, así que no se arriesgaron.

Aún siendo del Bilbao nos ayudan.

Además, otros dos piragüistas (Bilbo i Txejo) se ofrecieron a llevarles en coche hasta Arroyo, desde donde llamaron a Antoni para que les recogiera.

Taxi driver. A Joan se le ha roto la bolsa estanca con una rama y viste de rapero con la ropa de Albert

Por la tarde, Joan y Albert decidieron tomar de descanso y buscar más consejos. Lo hicieron de mano de algunos miembros de la empresa UR 2000, que además les facilitaron el teléfono de una persona que había bajado el Ebro anteriormente. Y después de cenar en Pesquera del Ebro, un pueblo muy bonito según han contado, se dispusieron a descansar del duro día.

Pesquera. Descanso reparador.

Pero todavía les esperaba una sorpresa más: una garrapata en la barriga y en una pierna de Joan, y una en la cadera de Albert.

Al final del día, Joan y Albert reconocían que han sido algo inconscientes al adentrarse en un río "desconociendo sus leyes" y que han aprendido una lección: No se puede entrar en un río de aguas bravas sin conocerlo o sin un guía. Sin embargo, aseguran que la experiencia es impagable.

* Joan y Albert envían saludos muy cordiales al monitor de los kayaks y a Dartañán, Paul Riley, y a los tres mosqueteros: Asier Ortún, Sergio Ferreras, Juanma Yurrebaso.

* Gracias también a Bilbo y Txejov por llevarles en coche hasta Arroyo.

* Mamás, seguid tranquilas: a pesar de todo, están muy bien.


Día 3- Dilluns 14 d'agost - Rauxa herida

Este 14 de agosto, el Ebro amanecía con gran energía a la altura de Valdenoceda. Su voluminoso caudal descendía impetuosamente, pero Joan y Albert surcaron por sus aguas con tranquilidad. El viaje transcurrió sin problemas, a excepción de un par de presas que obstaculizaron su camino y que tuvieron que superar bajando de la canoa. 

Salvando una pequeña presa por un camino paralelo

Después de algunas horas remando y cuando el estómago ya comenzaba a protestar, observaron un bonito merendero a un lado del río, así que pararon a comer.

Merendero. fent un descans

Albert mostra algunes ferides de guerra que van cicatritzant. ÉS TOT UN GUERRER

Allí, un señor les informó de que en media hora llegarían al Pantano de Cereceda, su próximo objetivo, así que se pusieron en marcha con gran entusiasmo. Sin embargo, las cuentas de aquel hombre no resultaron tal y como les había dicho, pues el agua estaba totalmente quieta y tardaron más de una hora y media en llegar. Una vez en el pantano, las fuerzas ya escaseaban. Entonces, optaron por despedirse del Ebro hasta unas horas después. Pero salir del pantano no fue una tarea fácil. Primero lo intentaron por la zona de la central eléctrica, pero estaba vallada, así que hubieron de subir a la barca de nuevo e ir hasta el otro lado, donde les esperaban unas rocas que tuvieron que escalar.

Pantà de cereceda. Atención que la bolsa rasca con el asfalto!!

Una vez en suelo firme, pusieron las bolsas y la barca en un carrito con ruedas y comenzaron a caminar con rumbo a Cereceda. Al cabo de un rato  observaron que la barca rozaba con el suelo y que se había hecho un pequeño agujero. No obstante, no les quedó más remedio que continuar andando hasta el pueblo. Eso sí, esta vez con más cuidado. En Cereceda les explicaron que hasta Trespaderne, el siguiente pueblo al que querían llegar,  el río no llevaba agua, así que tenían que buscar otra opción. Y a pesar de que tenían 11 kilómetros por delante, estaban muy cansados y los ánimos no les acompañaban, Joan y Albert no tuvieron más remedio que volver a caminar con su dedo pulgar pidiendo autostop. Pero esta señal no surtía efecto. Cuando ya habían desistido, un auto se detuvo a su lado y sus dos ocupantes, Luis Fernando Cámara y Jon Cámara, les salvaron de la tragedia. Y así se unieron cuatro aventureros en un mismo coche: Joan y Albert, que como ya sabéis recorren el Ebro en canoa, y Luis Fernando y Jon Cámara, que volvían de escalar El Naranjo, en Los Picos de Europa.

Con la familia Camara. Excursionistas multicolor.

El conductor les aconsejó que en vez de ir a Trespaderne fueran hasta Miranda de Ebro, puesto que allí podrían descansar, arreglar la barca, comprar lo que necesitasen e informarse del trayecto que les queda. Y así fue. Los cuatro pusieron rumbo a Miranda dejando atrás los grandes parajes del Ebro.

* Jon, Joan te debe una camiseta del Barça que te hará llegar por correo. Él y Albert agradecen vuestra amabilidad.

* Hoy comienza un concurso. ¿Todavía no has participado? ¡¡No te lo puedes perder!! El premio merece la pena...


Día 4- Dimarts 15 d'agost - Soñando a la orilla del río

El martes por la mañana Rauxa todavía estaba convaleciente del pequeño percance que había sufrido el día anterior, así que Joan y Albert se pusieron la bata blanca y le colocaron una bonita tirita en la herida.

Dr. House. A corazón abierto operando a Rauxa

Como debían esperar un tiempo reglamentario para que la cura surtiera efecto, los navegantes aprovecharon para visitar Miranda de Ebro y entrar nuevamente en una iglesia a realizar una plegaria para evitar accidentes. A las 12:30 regresaron al albergue donde se habían hospedado para ver cómo se encontraba la paciente, que ya estaba mejor, y aprovechar para ir al lavabo. Pero los baños de su morada estaban cerrados, así que no les quedó más remedio que adentrarse en el bosque...

Miranda de Ebro desde su puente principal.

Con Rauxa recuperada y Joan y Albert con el traje de navegantes a punto, se pusieron en marcha. En Miranda de Ebro, el río bajaba con mucha fuerza, por lo que dedujeron que llegarían muy pronto a su destino o mucho más lejos del mismo. Sin embargo, el río comenzó a ralentizar su ritmo poco a poco, hasta que al cabo de un par de kilómetros se detuvo, dificultando enormemente la tarea de avanzar por él. Y para acompañarles en esa tarea, un hedor insoportable se acercó hasta ellos y unas gotas de lluvia comenzaron a pellizcarles desde arriba.

Cansados ya de remar, pararon la lado de una piedra en la orilla del río para comer un bocadillo, mientras observaban el perfil de unas industrias que no parecían muy lejanas. Pero se equivocaron, pues no llegaron a ellas hasta las siete de la tarde. Una vez allí, deshincharon y plegaron a Rauxa, que ya estaba totalmente recuperada, y la escondieron entre unos arbustos donde pasaría la noche. Y es que el día anterior ya habían aprendido la lección: Rauxa no debe ir por el asfalto puesto que su medio es el agua.

Albert ejercitando la posición del flamenco, para evitar las hormigas rojas carnivoras. Rauxa escondida entre arbustos donde pasa la noche.

Dejando a Rauxa atrás, Joan y Albert caminaron un kilómetro y medio hasta Haro. Una vez en el pueblo, preguntaron por el albergue de peregrinos. Una chica, al oírlos hablar, les preguntó si eran catalanes, y como ella también lo era, les ofreció una habitación en su casa donde podrían dormir. Entonces, fueron hasta su piso, dejaron el equipaje e invitaron a la chica a cenar. Entre pinchos y copas de vino, una orquesta amenizaba la comida desde la plaza mayor, donde se concentraba un gran número de personas.

Con Mireia por las calles de Haro.

Todos los domingos hay baile en los pueblos de la Rioja.

Pero a pesar de que el ambiente invitar a participar de la escena, Joan, Albert y Mireia tomaron una última cerveza en un pub irlandés, al estilo de los de las grandes ciudades, y se fueron a dormir antes de medianoche, pues al día siguiente les esperaba una nueva aventura. Por su parte, Rauxa ya estaba soñando a la orilla del río.

* Los navegantes agradecen a Mireia, la socorrista catalana residente en Haro, la amabilidad mostrada con sus compatriotas.


Dia 5- Dimecres 16 d'agost - Día redondo

Esta mañana, Haro amanecía con el frío colándose entre sus callejuelas. Sin embargo, Joan y Albert se sentían felices y contentos, así que decidieron compartirlo "amb la noia més maca del món" vía sms. Después, se encaminaron hacia el río con paso firme, aunque con cierta inquietud, pues temían que Rauxa no estuviera allí. Por suerte no fue así.

Volviendo al río.

Joan y Albert comenzaron a remar y media hora después se enfrentaron con el primer obstáculo del día: una presa de tres metros de altura. Como bajarla era imposible, tuvieron que bordearla, una tarea que les llevó media hora debido a que la zona era muy complicada. Después, continuaron remando, y tras una hora y media navegando por innumerables meandros volvieron a encontrarse con la catedral de Haro, un hecho que les desmoralizó un poco. Sin embargo, no les quedaba más opción que seguir remando.

Después de otro largo término navegando, volvieron a encontrarse con una presa, aunque ésta, por suerte, era más fácil de bordear.

Presa fácil de pasar, por su lado seco.

Pero al cruzarla, la suerte pareció volverse en su contra, pues al otro lado el río estaba muy empantanado. En muchos tramos, Joan y Albert tuvieron que salir de la barca y caminar sobre cantos rodados, dejando que Rauxa flotara libremente por el agua. Pero mientras Joan y Albert se concentraban en no resbalar con las piedras, fueron atacados por un ejército de mosquitos que no dudaron en dejar su marca. Más tarde, cuando lograron salir de la zona empantanada, decidieron comer encima de la barca para así poder ir avanzando y ganar tiempo. La sensación fue indescriptible, pues durante media hora Rauxa les meció río abajo mientras ellos disfrutaban del paisaje.

Pocos minutos después de terminar de comer, los navegantes llegaron a su destino, el  pueblo Briones. Pero desde el río se dieron cuenta de que el pueblo estaba en un precipicio al que era casi imposible llegar con Rauxa, así que decidieron avanzar hasta el siguiente pueblo: San Vicente de Sonsierra, una ciudad fronteriza de los antiguos reinos de Castilla y Navarra.

 

Llegada a San Vicente de la Sonsierra. Vista del Castillo desde el río.

Y allí, con la belleza evocadora del pasado de la ciudad, Joan, Albert y Rauxa descansaron el resto del día.

 


Dia 6- Dijous 17 d'agost - San Vicente de Sonsierra-Cenicero: Continuem avançant

Per la finestra de la pensió veiem com la pluja cau sobre San Vicente però no tenim més remei que llevar-nos. Esmorzem en una sala tot mirant un capítol de Xin Xan, i posteriorment la informació del temps, on una rossa bufona tanca la crònica posant boqueta de pinyonet alhora que obre les narius, en un gest molt manga.

 Continua plovent, però tot i així decidim baixar al riu; quan hem començat a “vestir” la Rauxa, el Joan s’adona que no hem tornat les claus de l’habitació i ha de tornar a pujar al poble mentre l’Albert acabava d’organitzar les coses. Però el Joan, amb poques ganes de tornar a caminar 20 minuts de pujada i altres 20 de baixada, decideix donar les claus a una dona que troba pel camí, ella es de San Vicente, i quan acabi de buscar cargols, de ben segur que podrà retornar les claus a la seva mestressa. Gràcies.

Pluja abans i durant la navegació

Sembla que el temps ens dóna treva i podem embarcar-nos, just 100m per arribar a la resclosa que vèiem des del poble. La passem sense massa dificultats, i a més de seguida el riu agafa el cabal suficient per navegar còmodament, que com ja és una constant, baixa lentament. Només l’aparició d’alguns ràpids fantàstics trenquen la monotonia.

 Quan se’ns obre la gana traiem el dinar: un entrepà de pernil dolç, i de postres, un tall de pernil dolç. Avui, però, el riu ens va portant diríem que amb una mica més de velocitat. Parem l’orella:efectivament el soroll de l’aigua enfurismada ens indica que avancem cap a un ràpid. A falta de marges practicables, hem d’ancorar-nos a un tronc caigut, on acabarem de dinar mentre una aranya s’entesta a teixir inútilment la seva teranyina sobre la Rauxa. Havent dinat, el ràpid juganer ens espera…

 Tot superant meandres, veiem una familia on el pare pesca i els altres miren avorrits, com absents.-¿Queda mucho para Cenicero? –¡Unos 2km!-contesta secament el pare, mentre tots ens miren fixa i silenciosament, amb una mirada de segell familiar; marxem sense dir-los res més, gent estranya. Més avall saludem un operari d’obres a la riba del riu, i encara una mica més avall, un home acompanyat d’uns gossos cridaners que de gust els fotríem un bon cop de rem, ens indica que Cenicero és encara a “uns” 2km.

 Cap allà a les quatre veiem, com no podia ser d’altra manera, un poble recelós del riu, ubicat sore un turó però almenys amb un passeig que hi treu el nas, això sí, a uns quants metres d’altura. Veiem de lluny algú que hi passeja: -¡Buenas tardes! ¿Dónde estamos?- ¡En Cenicero!-. Hem arribat més aviat del que ens pensàvem, encara tenim temps i força, però no prou per arribar a Logroño; ens hi quedem.

L'Albert acarona a la Rauxa desinflada. I la durà al bressol del riu a descansar

 Després de saltar la resclosa del poble, pleguem i amaguem la Rauxa entre uns esbarzers. Pugem al poble amb la pluja altre cop mullant-nos el cap, disposats a trobar pensió. I Després d’haver-nos instal·lat, encara podrem passejar fins a l’estació de tren en companyia del sol, el temps continua canviant constantment.

 Acabarem la tarda llegint El Mundo Deportivo i esperant el partit del Barça, on un gol de Giuly deixarà la Supercopa molt ben encarrilada. A la mitja part, tot mentjant-nos un plat combinat en un bar de cambrera finíssima, en companyia d’uns seguidors de Valverde, parlarem per mòbil amb en Josep, que ens informarà que els “peregrinos-ciclistes” continuen amb èxit el seu camí cap a Santiago."

Albert Sola.


Dia 7- Divendres 18 d'agost - Logroño: Presa de pèl

"Hoy viernes ha sido un día realmente duro, el más duro hasta el momento, puesto que teníamos un objetivo claro marcado: Logroño, a unos 30 kilómetros por carretera, pero con los meandros del río llegando casi a los 40. Despertamos bien pronto para poder estar sobre la barca a la nueve. Desayunamos en el mismo bar donde teníamos que pagar la habitación y nos hicieron un bocadillo enorme para la comida que tendríamos sobre la barca que recién descubrimos.

La mañana empezó tranquila, con muy buen tiempo. Ya cuando empezamos, dejando atrás la presa de Cenicero, pasamos por un par de divertidos rápidos que parecíamos ver a la perfección, cogiéndolos siempre por el lugar adecuado. Pasando la primera presa donde tuvimos que portear a Rauxa, aproveché para llamar a Brezo, mi amiga que conocí en Alemania durante mi estancia de Erasmus, que vive en Logroño y nos podía alojar, para avisarla de que llegábamos esa misma tarde. Ella, pese a unos problemas de última hora, no dudó en acogernos. Pero prosigamos.

Después de la primera presa, seguimos con el viaje por un río estrecho y veloz, pero que rápidamente se hacía ancho y lento para dar paso a los giros de pequeños rápidos que hacían el viaje más entretenido. Con los parones de agua ya deducíamos las siguientes presas, como así fue con la segunda del día, por suerte también fácil de cruzar, y comprobamos una de las dudas que nos había estado entreteniendo durante horas: nuestra velocidad de crucero en pantano ¿es más o menos rápida que andar? Albert salió de la presa y mientras él caminaba y yo remaba a ritmo suave, vimos que nuestra velocidad es ligeramente superior al caminante, a unos seis kilómetros hora. Sólo que los meandros siguen allí, ralentizando el viaje.

Tras superar la segunda presa y una serie de rápidos lentos, llegó un tipo de presa que aún no habíamos visto, una presa con el mismo nivel de agua a ambos lados, donde el agua transcurría por debajo de una compuerta de metro y medio de altura, espacio que no nos atrevimos a pasar con la canoa por lo peligroso de la situación.

Espectacular presa. Y si hubiéramos intentado pasar por debajo de la compuerta?

Entre equilibrios dignos de funambulista. Paquetes dentro y al agua.

Tuvimos que coger los paquetes, subir por un lado, andar unos 300 metros, volver a bajar la canoa y volver a montarla para remar. Total: una hora de demora. El tiempo no es problema, estamos de vacaciones, pero realizar esta operación puede desencadenar algunos problemas ya que se han de escapar paredes y desafiar las leyes del equilibrio y de la gravedad. Pero lo peor estaba por llegar.

Aún después de la cuarta presa del día en Asa: paquetes fuera, paquetes dentro, otra hora perdida, ya nos disponíamos a bajar los últimos nueve kilómetros del día... durísimos. Con el agua a buen ritmo, creímos que sería rápido llegar a Logroño, nada más lejos de la realidad. Vimos una tempestad eléctrica en la lejanía y pensamos que se estaba alejando, pero a los veinte minutos ya la teníamos encima de nuestras cabeza: viento, lluvia y rayos. Yo personalmente estaba acojonado. Todo apuntaba a que íbamos a salir calcinados: dos tíos en una superficie plana con un palo metálico entre las manos y empapados hasta las cejas. Por suerte, vimos un embarcadero cerca al que nos subimos hasta ver desaparecer la tormenta.

Joan, aunque haciéndose el macho, no puede esconder la cara de acojone. Los rayos siguen cayendo.

Eran las siete y la luz escasa. Cuando la luz pasó y la tormenta se desvaneció, seguimos rumbo a Logroño, donde ya podíamos ver las residencias y las industrias de las afueras, con nuevas construcciones en marcha.

Después de un giro a la derecha, después de una larga, larguísima recta, vimos al fin las torres de la catedral de Logroño. Pero... ¡oh no! otra presa. Y volvía a llover y el viento cada vez era más intenso. La decisión fue simple y rápida: abandonamos a Rauxa atada en la orilla del día, nos vestimos de calle y seguimos a pie.

Rauxa atada. Logroño al fondo. La presa no nos dejó entrar a la ciudad.

En ese punto estábamos exhaustos, con ganas de llegar. Al salir del río tuvimos que caminar unos 500 metros hasta llegar a la carretera. Allí vimos la señal: Logroño. Pero aún estábamos en las afueras de la ciudad, lejos del centro y muertos de hambre. Entramos en una gasolinera a comprar algo de comer. Albert unas Oreo y yo unos Eagle. “¿Dónde está el Espolón?”, preguntamos y nos respondieron con un “Uy, está lejísimo. ¿Y encima vais andando? Buf, bueno...”. Pero llegó un milagro: una amiga de una de las trabajadoras de la gasolinera se ofreció a llevarnos en coche. Gracias Diana, y a tu perro... bueno, a tus 25 perros.

Diana nos lleva al espolón.

 

Con Brezo, Rosa i Mari Asun de pinchos

Al llegar a la plaza del Espolón, al sacar las cosas del coche unas chicas se nos quedan mirando, se acercan y preguntan: “¿Sois los amigos de Brezo?” Respondemos que sí mientras despedimos a Diana. Las amigas de Brezo nos llevan a tomar algo mientras la esperamos que llegara Brezo. Ellas son Rosa y Mari Asun. En el bar le digo a la camarera que me ponga dos bikinis, me mira y se troncha de risa. Sólo quería dos bocadillos de jamón y queso. Cuando llega Brezo nos llevan por la calle de las tapas... Brezo, recuérdame el nombre de la calle. ¡Buah, qué tapas, qué barato comparado con Barcelona! Es la una de la madrugada y vamos a la cama en la que sería la más larga y plácida noche de las vividas. Ah, pero antes conocemos a la madre de Brezo mientras tomamos el Colacao de buenas noches. Tiene los mismos ojos y la misa pauta de voz. Bona nit".

Lo toma el ciclista es el amo de la pista.

Joan Capdevila. 


Dia 8- Dissabte 19 d'agost - Dia sabàtic

"Ayer el día fue durísimo y las ganas de llegar al Delta apretaron un poco nuestro espíritu de viaje. Así que decidimos coger un tren hasta Tudela y seguir el viaje desde allí hasta Zaragoza.

Fantástica vista por la ventana. Catedral de Logroño (La Redonda)

Despertamos a las once, desayunamos y la madre de Brezo tuvo una genial idea: acompañarnos hasta donde estaba la barca en coche. Hoy hizo el día más caluroso desde que emprendimos el viaje, así que nos ahorró sudar un buen rato.

Descargando a Rauxa. Yolanda (madre de Brezo) controla que lo hagamos según el reglamento marcado por los estatutos de Logroño. Parece que todo estaba en orden.

Después de volver a casa y descargar el coche de comida, volvimos a cargarlo con nuestras cosas y nos dirigimos hacia la estación de autobuses. Allí, comimos en un buffet libre y cuando nos dirigíamos al autobús me encontré con una ex Erasmus rumana, Claudia. Estaba trabajando en Logroño. Me alegra verla, no pensaba que volvería a hacerlo. Creo que a ella también le ha hecho gracia, aunque sólo fueron un par de minutos.

Subimos al bus y nada más entrar sacamos una única conclusión: el conductor es un gilipollas. Antipático, maleducado y frustrado. Llegamos a Tudela tras una hora y media en bus; quizá en canoa hubieran sido cuatro días. Tudela es bonito, pero tras el encuentro con dos o tres personajillos pensamos que la antipatía es un mal endogámico del lugar. Después de consultar en información decidimos quedarnos en el hostal Estrella. Otros antipáticos de cuidado. Vamos al centro y decidimos regalarnos algo para el cuerpo: banana split para mí y chocolate de Liège para Albert. Cenamos unas pizzas y para cama. Mañana volvemos a la fría, cruda y mojada realidad".

Joan Capdevila.


Dia 9- Diumenge 20 d'agost - "¡Pero qué par de cojones teneis!"

"Avui ens hem adormit. El despertador ha sonat però no l'hem escoltat. Ens llevem a les nou i anem a esmorzar a la plaça principal de Tudela. Desprès ens dirigim al embarcadero on estem més estona explicant el viatge a altres piraguistes que muntant l'equipatge.

Total, hemos salido a las doce después de escuchar los consejos de los veteranos del Club Ebro Kayak Tudela. Desde aquí un saludo a Jose, Jose Mari, Fernando, Eugeni y César. Uno de ellos es el autor de la frase que da título a la crónica de hoy y para ellos dedicamos las instrucciones de este día.

A la media hora de empezar encontramos la primera presa: pequeña, fácil de pasar. Al volver a embarcar, y conmigo encima de la balsa, Albert intenta subir mediante la técnica llamada Superman. que consiste en emular al súper héroe mientras se sube a la barca dándole un impulso. Pero el súper héroe de hoy fracasa y no logra vencer al mal. En lugar de caer sobre Rauxa aterriza directamente sobre el agua. Yo me cago en él, porque en el intento de subir casi vuelca la canoa.

A partir de este tramo los mosquitos empiezan a hacerse nota y continúan haciéndolo hasta el final del día. Más tarde, después de navegar durante una hora, nos encontramos con la Casa de las Compuertas, inicio del canal imperial construido por Carlos V para hacer navegable el Ebro. La superamos fácilmente por la derecho. ¡Por fin un ingeniero piensa en nosotros! Después de pasar dicha casa, proseguimos por un tramo corto pero muy  manso hasta llegar a una presa con salida por la derecha. El agua pasa a gran velocidad y el paso parece accesible, pero antes preferimos asegurarnos. Parece la bajada de nuestros sueños, pero se rompe la ilusión cuando vemos que el final de ese canal termina con un salto de tres metros que hace imposible el descenso. Así que toda Rauxa para fuera y a andar unos 300 metros con la barca entre las manos antes de volver a meternos.

De vuelta en el agua, un pequeño rápido nos devuelve al río. De aquí hasta Zaragoza no tenemos que volver a saltar ninguna presa; no tenemos más excusas para alargar el día. El agua en este tramo y hasta el final del trayecto de este día está muy baja y rascamos constantemente el casco de la canoa, pero su solvencia está más que contrastada y no tememos pinchar. Sin embargo, tenemos que salir a menudo de Rauxa para seguir a pie hasta que la profundidad aumenta.

El día se hace largo y subimos a la orilla alguna vez para ver si hay algún pueblo cerca. Preguntamos a unos pescadores pero... "Aún os queda un trecho", dicen. Hasta que uno, por fin, cuando ya estamos al borde de la resistencia psicológica después de haber usado mil y un trucos para olvidarnos del río, nos dice que después de la curva veremos un puente, y allí, Novillas. El ánimo aumenta; le metemos duro a los remos. Una curva, dos, tres... y hasta seis giros antes de ver el puente. ¡Al fin llegamos! Salimos y desmontamos la barca en el embarcadero del club de piragüismo, donde hay unos chavales pescando. Hablamos un rato con ellos mientras les explicamos nuestras aventuras. De repente, uno de ellos pesca un cirulo, de manchas marroncillas y con bigotes. Cuando crezca se encontrará con una selva subacuática de anzuelos de fábrica alemana. Los germanos, a parte de ir a Mallorca, también acuden al Ebro en busca de sol, descanso y pesca.

En el pueblo, entramos en el único bar, donde cenamos y vemos el Barça, que se alza campeón sin nosotros saberlo, ya que nos echan del bar antes del final del partido. Ahora viene lo duro: no hay albergue, sólo una casa rural, pero decidimos desplegar los sacos en una callejuela cubierta. Esperamos no morir de frío".

Joan Capdevila.


Dia 10- Dilluns 21 d'agost - Novillas-Alcalá-Alagón

Esta mañana, Joan y Albert se despertaron en la calle cubierta con el frío en los huesos. ¡Quién iba a pensar que refrescaría tanto! Así que sin pensarlo dos veces recogieron sus cosas lo más rápidamente posible, fueron a un supermercado a comprar algo de comida y se sentaron en la plaza de la iglesia a desayunar mientras observaban cómo la gente paseaba por el mercadillo de ropa ambulante instalado en la plaza.

Más tarde, como cada día, se reunieron en la orilla del río con Rauxa y comenzó la jornada de navegación fluvial. El inicio fue fácil: muchos meandros pero ningún rápido. A la hora de comer, como ya era costumbre, sacaron los bocadillos y disfrutaron de su manjar encima de Rauxa, que gozaba de su momento de "libertad" del día. Pero ese momento, como todos, tuvo su final: poco después los navegantes cogieron las palas de nuevo y remaron río abajo. Los tres se esforzaron por llegar hasta Alagón, pero las horas avanzaban y ellos no lo hacían tanto como esperaban, así que decidieron quedarse en Alcalá. Allí, recogieron la barca una vez más y comenzaron a buscar el rincón más idóneo del pueblo para dormir. Entonces, Albert recordó que unos familiares lejanos suyos viven cerca de Alagón, y decidió llamarles. Pero él no tiene móvil, la batería del de Joan se había despedido de ellos hacía escasos minutos y no encontraban una cabina de teléfono. Y cuanto todo apuntaba a que volverían a pasar la noche bajo el frío rocío de la noche zaragozana, su suerte cambió. Una mujer les dejó llamar desde su casa y los familiares de Albert los recogían una hora y media después.

Mientras José y José Luis (el hijo bromista) iban en coche camino de Alcalá, Fe estaba en casa preparando una cena exquisita. Cuando llegaron, el ambiente familiar y el olor a comida casera despertó sus cinco sentidos, pero antes de sentarse a la mesa los huéspedes debían dejar las cosas en la habitación donde pasarían la noche. Entonces, comenzó una breve discusión: el hijo votaba por la habitación de abajo, donde estarían más frescos, tendrían televisión y más intimidad, aunque no está preparada; mientras que la madre defendía la habitación de arriba, sin tanta intimidad ni televisión, pero ya preparada. Todos querían lo mejor para los invitados, pero al final, la voz matriarcal se impuso: "Tú mandas en tu casa y yo mando aquí". Así que después de cenar, se dirigieron a su habitación, la de arriba, en la que dormirían hasta las 5:30, cuando Jose Luis les llevaría al río, a 3,5 kilómetros del pueblo.


Dia 11- Dimarts 22 d'agost - Alagón-Zaragoza. Sede Expo 08

Despertamos en Alagón donde la familia de Albert nos ha acogido, desde aquí damos las gracias a Joan Sola por concertarnos este simpático y agradable “hostal”. Está a unos 4 kms del río, así que sólo tenemos 2 opciones:

 · Ir andando cargados desde Alagón al río después de despertar i un buen desayuno.

· Despertar a las 6 y José Luis nos llevará en coche hasta la orilla más próxima del río.

 Nos decidimos por la segundo opción, así que a las 6:30 (dos quarts de set) nos encontramos en la orilla del río, totalmente a oscuras e infestados de microscópicos mosquitos a los cuales Albert parece inmune, pero Joan recibe por todos lados, hasta 8 picadas en veinte minutos... tiempo de llevar las cosas hasta la orilla y de insuflarle vida a Rauxa. Una de las picadas de consideración en la frente, justo encima de la ceja, “Albert ho tinc vermell?” Albert con sus dotes de actor de teatrillo de barrio disimulará alegando que no tenía más que un granito, quizá un pequeña picada. Al final del día me contará que la picada de la frente tenía realmente mal aspecto, muy roja e hinchada, por suerte ahora sólo siento picor. Si hubiera muerto quizá Albert sería considerado hoy cómplice de homicidio por mosquito sanguinario.

Seguimos... Nos metemos en la canoa con todo preparado y a remar se ha dicho! Pero unos 500 metros más abajo nos vemos obligados a parar y saltar de la barca en aguas sucias y apestosas; uno de los dos pulmones de Rauxa se estaba deshinchando rápidamente. El capitán de turno (cambiamos a diario) no se había acordado de poner los tampones de seguridad. Solventada la falsa alarma proseguimos nuestro viaje río abajo con destino Zaragoza. Aunque aún la tenemos a 25 kilómetros por carretera, creemos percibir la ciudad después de cada meandro, pero nada más lejos de la realidad. Pero saber que tenemos a la capital del Ebro tan cerca nos da fuerza.

 El agua está tranquila y su profundidad mayor que el día anterior, cruzamos bonitos parajes de paredes escarpadas, muros verticales de granito de gran altura. Arrancamos unas piedras de recuerdo, parecen talmente hielo.

 En una recta considerable y con una corriente que nos permitía bajar a buen ritmo, decidimos dar un descanso a nuestros brazos, y nos sentamos en posición de Lunchtime, y nos disponemos a comer gustosamente unos magníficos bocadillos de tortilla que Fe nos había preparado la noche anterior mientras nosotros intentábamos conciliar el sueño. Delicioso... un bocadillo de tortilla.

Siguiendo río abajo cruzamos un par de barcazas abandonadas que antes habían servido para cruzar el río, hoy obsoletas. Obsoletas todas menos una que vemos cruzar en la lejanía transportando en sus lomos un imponente 4x4. Nos acercamos y preguntamos a su capitán la distancia hasta Zaragoza. Nos responde “las niñas bonitas no pagan dinero”. Era un chico marroquí, con escasos conocimientos del castellano, pero se hace entender i nos informa que está a unos 20 kilómetros... llevábamos 1,5 horas y aún quedaban 20 kms.

 No había más remedio que remar. Estábamos ilusionados con llegar a Zgz, nos habíamos imaginado una y mil veces la llegada con paseos peatonales en ambas orillas del río, familias haciendo picnic, gente practicando deporte y embarazadas empujando carritos mientras hablaban con sus amigas de la escuela a la que los había matriculado para dentro de 3 años. Ah! Y globos multicolor de helio surcando los cielos en busca del sol... Pero no podíamos fantasear mucho, aún quedaban un buen trecho.

Los “cazadores” de Seirulos nos iban informando de nuestro avance, quedaban, 20, 15, 12 y otra vez 20, 15 ... la única manera de saber lo que quedaba era haciendo la media ponderada de todos los datos y multiplicando por 1,2 a causa de los meandros que ellos desconocían.

Intuimos estar cerca al ver unos militares intentando arrancar una Zodiac negra minúscula, supongo que tan pequeña por motivos de camuflaje más que por motivos de presupuesto, o tal vez no.

Les damos un pequeño descanso en su empeño de arrancar el motor, nos dicen que estamos a hora y media de remo a Zaragoza. Gracias señor, sí señor y adiós muy buenas! El no haber hecho la mili nos incapacita para despedirnos como Dios manda. Pero nadie se lamenta.

Pasan unos 15 minutos hasta que no escuchamos el rugir del motor de la Zodiac. Vaya ejército, como empieza una guerra estos no llegan fijo.

En este tramo el río se ralentiza... era bastante duro, así que decidimos comernos el platanito para romper la monotonía. Dejaremos el melocotón para la llegada.

 Hora y media más tarde estábamos cruzando la autopista que nos indicaba que ya estábamos en Zaragoza! Capital del ebro! Sede de la expo 2008! La divisábamos a lo lejos... pero incomprensiblemente el cauce del río toma otra dirección y parecemos alejarnos en lo que será un enorme meandro. La es dura, larga, lenta, sucia y pestilente... con obras y polvo por todos lados, sólo unos obreros cachas dignos de anuncios de Cocacola light nos saludan.

La llegada no encajaba para nada con nuestras ensoñaciones pero todo lo malo puede empeorar, como así sucederá. De la orilla derecha del río empezaron a brotar abuelotes y abuelitas con sus carnes flácidas y caídas practicando nudismo..

 Ya veíamos la basílica del pilar bien cerca cuando desembarcamos en el embarcadero del club Helios, un par de cabezas curiosas se asoman a preguntar “¿quién sois? ¿de dónde venís?”... “caramba! Bien bien” era su respuesta mientras  escondían de nuevo la cabeza detrás del balcón de la piscina del club. En un descuido del personal aprovechamos para ducharnos en los vestuarios del club, collonuts! Nos dirigimos  al bar y nos comemos  unos platos combinados mientras miramos el culebrón de moda. Tras unos breves comentarios a cerca de las protagonistas y sus características antropométricas nos dirigimos a la salida por delante del guarda de seguridad que nos abre las puertas dedicándonos un cordial saludo... tienen suerte que los remos, la barca y todo el material es nuestro, que sinó ya tendrían en su haber menos material.

 Ya en pleno centro de la ciudad llamamos a nuestro amigo de universidad Nacho, él vive en Zaragoza, y quizá nos pueda acoger esta noche, pero estamos de mala suerte y anda de vacaciones lagándose a alguna alemana... de las que no van al Ebro a pescar.

Sin otra opción decidimos ir a la fabulosa estación de tren de las Delicias para saltarnos en 2,5 horas de viaje los que podrían haber sido los mortales embalses de Mequinenza, Ribarroja y Flix. Haremos noche en Mora la Nova. Antes tomamos un Cacaolat para darnos cuenta que ya estamos en Catalunya. Ya nos encontramos en LO RIU.


Dia 12- Dimecres 23 d'agost - Móra la Nova-Miravet-Xerta:

El que havíem imaginat

Els llençols s’enganxen esgarrifosament conseqüència del cansament, però una televisió instal·lada a l’habitació ajuda a superar progressivament aquest procés tant dur i mandrós consistent en llevar-se. Altre cop tornem a trobar-nos, just abans de les nou, a l’espai meteorològic de TVE, la nostra ja amiga Concepción Fernández, a qui avui li descobrim una piga molt interessant a través de l’escot. Esperem impacients el final, ho farà?? Acaba, uns instants de silenci, potser només dècimes de segon, Sí! Talment com si fos Suprunaman Menjaprunes, tanca la boqueta i obre les narius.

 És hora d’anar a buscar l’Ebre, i ho fem tot baixant el carrer a través del qual es desenvolupa Móra la Nova, un carrer comercial que ens subministrarà el que necessitarem durant el dia i ens mostrarà la seva cara més amable. Un parell d’ampolles d’aigua i embotit a la botiga de queviures -“Veniu amb cotxe…Per lo riu?!?!”- on un jove compra alguna cosa - “Des de Cantàbria??Collons txec!”-, crema solar a la farmàcia -“Os veig una mica recremaets, amb factor 20 n’hi haurà prou”-, on ens regalen una crema especial per a la cara, una barra de pa a ca la fornera, que ens estalvia amablament de tallar la barra, i qui de ben segur té més pèl a les aixelles que al pubis, i un ham amb fil de pescar a la botiga d’articles de pesca, on a més regalaran a un Joan entusiasmat una capseta plena de cuquets fastigosament bellugadissos...comerç urbà, alguna cosa més que una filera de prestatges.

Continuant carrer avall ens retrobem un home amb qui parlàrem la nit anterior, menys vell del que sembla, amb un ull de vidre i una llarguíssima i inquietant ungla del dit petit de la mà dreta, que ens torna a donar conversa; malgrat l’aspecte de deixadesa té un to de veu amable i tranquilitzador, i ens torna a portar dades i més dades sobre “lo riu” i el seu entorn; nascut a l’Ampolla i de nom que no recordarem, ens deixa tot tirant carrer amunt, segurament cap al tros.

 A la fi arribem a l’embarcador, on veiem Móra d’Ebre a l’altra banda del riu, en una imatge de postal. El primer que ens sorprèn és la transperència de l’aigua (l’endemà en sabrem el negatiu motiu), veiem el fons!, i efectivament, la velocitat que agafem sobre l’aigua, que va ràpida i llisa, gràcies al drentatge que fan des d’una mica més avall de Flix, tal com ens va explicar l’hostaler la nit anterior. El fet de veure el fons no ens minva el respecte que sentim per submergir-nos a l’aigua, fins ara sempre opaca; veiem clarament la flora fluvial, una mena d’algues enormes, les més llargues fent pessigolles a la Rauxa, com si fossin llargues cabelleres ondulades pel vent a càmera lenta, al ritme del corrent. El paisatge torna a ser muntanyós i sense rastre de presència humana; bé, sí, alguna torre elèctrica sí que la podem veure si ens hi fixem.

Tot avançant riu avall, veiem de lluny un punt on alguna cosa trenca les aigües, acostant-se; no sembla que sigui una roca, ni cap peix o “sirul·lu”*, i ens hi acostem progressivament ben atents: de cop veiem una massa indefinida de color verdós que se’ns fica ràpidament sota la barca, “És un peix, tio!!!! Aaaaaaaaaghh!!!” cridem exaltats, el cor sortint-nos per la boca; però ara ho veiem: una boia enfonsada un pam es debat infinitament per no ofegar-se, allunyant-se. Potser hem vist massa pel·lícules…

 Una hora i mitja després, i havent fet uns vuit quilòmetres (millor registre fins al moment), arribem a Miravet, on el seu famós castell ens guaita ja des de fa un temps. El poble, com passa a Móra d’Ebre, és a peu de riu. Ben al contrari de la zona aragonesa que hem navegat, on la plana obliga els pobles a allunyar-se’n, en aquest tram les serralades del Baix Ebre “domestiquen” el riu i permeten a petits pobles atansar-s’hi, això sí, penjant-se dels penya-segats. Miravet ens dóna la benviguda amb unes escales que baixen fins l’aigua i que condueixen a un passeig. Primer establiment: un bar. Això és el que havíem somniat, arribar famolencs als pobles per menjar-nos àvidament el menú del dia al bar. És el primer cop que ens hi trobem. Desembarquem feliços i amb enorme facilitat ens asseiem tots tres (Rauxa inclosa) a la terrassa del bar, tot gaudint de les vistes a l’ebre i d’una clara cada un.

 Havent omplert la panxa continuem engrescats la nostra ràpida navegació ebre avall, i en un parèntesi el Joan prepara amb angúnia un ham amb alguns cuquets (l’Albert no els pot ni mirar), a veure si pesquéssim alguna cosa; però l’invent no té gaire èxit, el moviment porta l’esquer cap a la superfície, i decidim deixar-ho córrer.

 La tarda transcorre i poc a poc anem notant els efectes de l’assut de Xerta, que ens frena l’aigua. I a part, comença a entrar seriosament un altre element en joc, el vent, que en alguns passos estrets del riu ens empeny ràpidament en direcció contrària. En aquests casos no podem fer res més que oblidar-nos del cansament del final del dia, del dolor a les espatlles i braços, i deixar tota l’ànima en cada remada. Però incombustiblament fem cap a l’assut, on deixarem la rauxa dormint.

 A nosaltres, encara ens caldrà mitja horeta més a peu per arribar a Xerta i poder-hi sopar al bar de la plaça. Com que les temperatures són més bones, estem decidits a tornar a passar la nit al ras, i busquem algun portal per quedar-nos-hi. Després de dubtar entre dos llocs, ens decidim per l’entrada coberta d’una mena d’escola, en un carrer bastant transitat, però que té un barri que no està tancat amb clau. Pregutem a una noia jove (més comprensiva en aquest cas) què li sembla i ens diu que “feu, feu, és públic, però a les set us despertarà el camió del supermercat”; bé, si una veïna ens dóna permís, consciència més tranquil·la…Abans d’entrar-hi ens asseiem a la vorera per treure’ns les lents de contacte, esperant tot rient que cap iaia escandalitzada truqui a la guàrdia urbana per denunciar que dos pressumptes drogo-addictes se li han ficat al portal, mentre una nena petita, en el seu paradís de vacances estivals, ens espia divertida des de la cantonada. Encara passegem una mica més dissimuladament, esperant l’oportunitat d’entrar-hi en el moment oportú. Poc després, sense que ningú ens vegi, entrem silenciosameCLINC,CLANC, merda! Un rem cau sobre el barri de ferro amb gran estridència. Mentre despleguem el mini-campament patim amb sorna cada cop sentim passes que s’acosten, i en un moment donat, ens preguntem què cony hi fem aquí si pagant tretze euros podríem estar dormint còmodament en una pensió…per garrepes? per anar d’aventurers? pel morbo de fer el gamberro? Pocs dels vianants nocturns que vegin aquests dos paios aquí tirats imaginaríen mai que són dos “senyors arquitectes”.

 *Silur en registre lingüístic rauxià


Dia 13- Dijous 24 d'agost.

Iep! tranqui que encara no hi hem arribat. Mira més amunt.


Dia 14- Divendres 25 d'agost.

Iep! tranqui que encara no hi hem arribat. Mira més amunt.


Dia 15- Dissabte 26 d'agost.

Iep! tranqui que encara no hi hem arribat. Mira més amunt.


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