Este Libro fue traducido
por el Hermano Samuel Lebrón, con autorización de su autor el Hermano Lee
Vayle.
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Es
indudablemente cierto el hecho de que cada generación de genuinos cristianos,
desde el tiempo de los apóstoles, han querido apropiarse para si las palabras
dichas por el Señor en Mateo 24:34: “De cierto, de cierto os digo, que no
pasará esta generación hasta que todo esto se haya cumplido”. La esperanza
purificadora del retorno de Jesucristo, ha estado, sin duda, ardiendo en el
corazón de cada generación; pero el actual retorno físico del Señor Jesús, sólo
podrá venir a la última y final generación. Es creído por la vasta mayoría de
los cristianos que esta final y última generación es la que actualmente estamos
viviendo. Esto está basado en el hecho de que ciertos eventos proféticos,
absolutamente necesarios para su retorno, ya se han cumplido en años recientes.
No queda ningún evento profético mayor que pueda estar en proceso o que esté
por cumplirse para precursar su regreso. Sólo nos resta un último suspiro de
espera como fue en los días de Noé que habiendo entrado al arca, el diluvio
todavía tardó siete días más.
Ningún evento
en los planes de Dios ha quedado sin testigo para ese inminente suceso. En los
días del diluvio, el arca fue un testimonio ante el ojo humano, mientras Noé
predicaba al pueblo. En el tiempo del Éxodo, Dios envió a Moisés con milagros y
maravillas y con la Palabra. En los días de la Primera Venida de Jesús, allí
apareció un tremendo y poderoso profeta con la Palabra. En estos últimos días,
a nosotros se nos ha prometido un precursor para el gran evento de Su Segunda
Venida. Para esto es escrito este folleto; para relacionarlo a Ud. con esos
eventos y también con el Mensajero-profeta, quien, de seguro, vendrá como
precursor del inminente retorno literal de nuestro Señor y Salvador, a quien
tanto amamos y deseamos ver cuando El venga a tomar para Sí un pueblo
aparejado.
Siendo que nunca ha habido un tiempo en la historia bíblica, en el cual la gente haya estado preparada y deseosa de escuchar el testimonio de Dios en relación a eventos de gran importancia que hayan estado por suceder, es creído, con abundante prueba bíblica, que sólo unos pocos se darán realmente cuenta del testimonio que Dios ya ha dado y ha establecido como prueba de Su retorno. Tenemos la esperanza de que el lector de este artículo, se detenga por un momento y piense en su contenido, y pida a Dios iluminación y guianza en este tiempo tan difícil y tan crítico.
L. Vayle (Autor)
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Cuando este libro fue escrito en inglés por el Dr. Lee Vayle, todavía nuestro hermano William Branham no había partido con el Señor, lo cual sucedió el 24 de Diciembre de 1,965; por lo tanto, el libro está escrito en tiempo presente, como si el hermano Branham todavía estuviera vivo corporalmente.
Aún cuando esta traducción ha sido hecha varios años después de la muerte del hermano Branham, hemos preferido dejar los verbos en la misma forma en que el libro fue escrito originalmente, con el fin de que la traducción sea lo más exacta posible al original.
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En las Escrituras claramente está indicado que Dios ha designado un tiempo limitado en el cual Él trata fielmente con los Gentiles para salvación. Durante este período de tiempo, Dios llama a un pueblo para Su Nombre. Para hacer esto, Él se vuelve de Israel como nación y llama a arrepentimiento individualmente a los predestinados de cada reino, tribu y nación. Estas aseveraciones son correctas en todos sus detalles.
Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron á Dios, diciendo: De manera que también á los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida.
Hechos 11:18.
Y después
que hubieron callado, Jacobo respondió, diciendo: Varones hermanos, oídme:
Simón ha
contado cómo Dios primero visitó á los Gentiles, para tomar de ellos pueblo
para su nombre;
Y con esto
concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
Después de
esto volveré y restauraré la habitación de David, que estaba caída; y repararé
sus ruinas, y la volveré á levantar;
Para que el
resto de los hombres busque al Señor, y todos los Gentiles, sobre los cuales es
llamado mi nombre, Dice el Señor, que hace todas estas cosas.
Conocidas
son á Dios desde el siglo todas sus obras.
Hechos
15:13-18.
Este período en el cual Dios está sacando un pueblo de entre los gentiles
es conocido como: “La Plenitud de los Gentiles”. Romanos 11:25 Porque no
quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis acerca de
vosotros mismos arrogantes: que el endurecimiento en parte ha acontecido en
Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles”; Terminará
cuando el último miembro de los elegidos haya entrado.
¿Qué pues?
Lo que buscaba Israel aquello no ha alcanzado; más la elección lo ha alcanzado:
y los demás fueron endurecidos;
Como está
escrito: Dióles Dios espíritu de remordimiento, ojos con que no vean, y oídos
con que no oigan, hasta el día de hoy.
Y David
dice: Séales vuelta su mesa en lazo, y en red, y en tropezadero, y en paga:
Sus ojos
sean obscurecidos para que no vean, y agóbiales siempre el espinazo.
Digo pues:
¿Han tropezado para que cayesen? En ninguna manera; mas por el tropiezo de
ellos vino la salud á los Gentiles, para que fuesen provocados á celos.
Y si la
falta de ellos es la riqueza del mundo, y el menoscabo de ellos la riqueza de
los Gentiles, ¿cuánto más el henchimiento de ellos?
Romanos
11:7-12.
“La Plenitud de los Gentiles” es
la parte más grande de otro bien conocido período de tiempo que está terminando
ahora mismo y el cual es conocido como los “Tiempos de los Gentiles”. Lucas
21:24: “Y caerán á filo de espada, y serán llevados cautivos á todas las
naciones: y Jerusalem será hollada de las gentes, hasta que los tiempos de las
gentes sean cumplidos”. Debe notarse inmediatamente que estos dos períodos
corren juntos, pero que uno es político, mientras que el otro es espiritual.
Los Tiempos de los Gentiles es el período de tiempo político referente al
dominio gentil sobre Israel. Comenzó cuando Nabucodonosor se llevó cautivo a Israel y
terminará cuando Dios restaure a Israel como dominio mundial.
En aquel
día, dice Jehová, heriré con aturdimiento á todo caballo, y con locura al que
en él sube; más sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y á todo caballo de los
pueblos heriré con ceguera.
Y los capitanes
de Judá dirán en su corazón: Mi fuerza son los moradores de Jerusalem en Jehová
de los ejércitos su Dios.
En aquel
día pondré los capitanes de Judá como un brasero de fuego en leña, y como una
hacha de fuego en gavillas; y consumirán á diestra y á siniestra todos los
pueblos alrededor: y Jerusalem será otra vez habitada en su lugar, en
Jerusalem.
Y librará
Jehová las tiendas de Judá primero, porque la gloria de la casa de David y del
morador de Jerusalem no se engrandezca sobre Judá.
En aquel día
Jehová defenderá al morador de Jerusalem: y el que entre ellos fuere flaco, en
aquel tiempo será como David; y la casa de David como ángeles, como el ángel de
Jehová delante de ellos.
Y será que
en aquel día yo procuraré quebrantar todas las gentes que vinieren contra
Jerusalem.
Y derramaré
sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalem, espíritu de gracia
y de oración; y mirarán á mí, á quien traspasaron, y harán llanto sobre él,
como llanto sobre unigénito, afligiéndose sobre él como quien se aflige sobre
primogénito.
Zacarías
12:4-10.
Esta restauración introducirá el milenio. La Plenitud de los Gentiles es
la época espiritual de los gentiles, en la cual notamos que Israel es cegado
mientras que, por el otro lado, luz aparece a los gentiles. Este período
terminará cuando Cristo venga por Su Novia gentil.
La Plenitud de los Gentiles indicada por Pablo en Romanos se identifica
en Apocalipsis como las Edades de la Iglesia; son una y la misma cosa. La
prueba de esto se encuentra en Revelación capítulo dos y tres; allí está el
Espíritu hablándole a los mensajeros de las siete iglesias de Asia Menor.
Comienza con el mensajero de la iglesia de Efeso y termina con el mensajero a
la iglesia de Laodicea. Estas son iglesias gentiles. En ningún momento el
Espíritu le habla a la iglesia que está en Jerusalem, la cual es una iglesia
judía. Si Él se hubiese estado dirigiendo tanto a la iglesia gentil como a la
judía, Él debía, por necesidad, hablarle a la iglesia en Jerusalem; pero no fue
así. Él grupo de la iglesia original es dejado fuera. Eso es exactamente como
debía ser. Dios ha dejado de tratar con los judíos; unos pocos judíos vendrán
por elección Divina, pero no muchos; estos pertenecerán a la época de los
gentiles. Vea la perfección de esto en el tipo de José encontrándose con sus
hermanos en Egipto. José (tipo perfecto de Cristo) ha sido traicionado por sus
hermanos. Ahora ellos en Egipto se paran ante él. Tienen mucho miedo; pero él,
amorosamente, les saluda. Sin embargo, la novia gentil de José no está allí
cuando sus hermanos se encuentran con José; ella está escondida en el palacio.
Asimismo sucederá cuando Cristo se presente ante sus hermanos; ellos verán sus
heridas y tendrán mucho temor; Él sin embargo, tratará con ellos en amor; pero
la novia gentil no está con Él; ella está en el palacio, porque el tiempo de
Dios tratar con los gentiles ya ha terminado.
Ahora, no es tarea fácil ni corriente el fijar con certeza las siete
edades de la iglesia en cuanto a sus fechas, duración, mensajeros y otras
características pertinentes. ¿Quién podría declararse arbitrariamente con
autoridad para hacerlo? Ciertamente no lo haría el que escribe. Pero cualquier
estudiante de las Escrituras sabe que cierta combinación podría muy
efectivamente hacer este trabajo. Esa combinación es un estudio escritural de
la historia junto con la revelación Divina. Nadie podría negar que ciertas de
estas edades ya han pasado a la historia; pero como Cristo todavía no ha llevado
Su Novia a Su hogar celestial, es evidente que tenemos que estar en una de las
edades aún existente. Las edades que han pasado se verificarán a través de un
estudio de la Escritura a la luz de la historia (así es como hemos investigado
mucho sobre las profecías de Daniel).
La edad inmediata y sus características se encontrará por revelación
Divina. Esto es necesario que sea así para que la iglesia pueda saber hasta
donde ha llegado. No podríamos esperar que la iglesia fuese en alguna manera
ayudada, si toda su información fuese sacada solamente de la historia. Si esto
fuera así, la iglesia nunca llegaría a saber lo que está sucediendo en el
presente, pues habría que esperar que el presente se convierta en historia para
luego saber lo que sucedió. Pero no es así. De modo que con la combinación
perfecta de historia, Escritura y revelación Divina, podemos con seguridad
saber la verdad sobre las siete edades de la iglesia. Lo que vamos a hacer
ahora es revisar las edades a la luz de la historia y averiguar dónde estamos,
y entonces implorar a Dios que envíe Su profeta para que revele la Escritura
con relación a esta edad; para que así la iglesia sepa y cumpla todo el consejo
Divino.
Pero para comenzar, debiéramos saber con toda seguridad y a través de la
misma Escritura, cuál fue la primera edad y quién fue su mensajero. La primera
edad fue, sin lugar a dudas, Efeso, y su mensajero fue el apóstol Pablo, el
apóstol de los gentiles. Fue por medio de Pablo que llegó a los gentiles la
revelación completa de Dios. Su revelación con relación a los gentiles fue más
abundante que aquella recibida por Pedro y los demás apóstoles.
Empero de
aquellos que parecían ser algo (cuáles hayan sido algún tiempo, no tengo que
ver; Dios no acepta apariencia de hombre), á mí ciertamente los que parecían
ser algo, nada me dieron.
Antes por
el contrario, como vieron que el evangelio de la incircuncisión me era
encargado, como á Pedro el de la circuncisión,
(Porque el
que hizo por Pedro para el apostolado de la circuncisión, hizo también por mí
para con los Gentiles).
Gálatas 2:6-8.
Pablo fue tanto el mensajero como el pastor de la iglesia de Efeso, ya
que él fue quien la fundó y cuidó de ella. No podemos fijar una fecha exacta de
cuándo terminó esta edad. No hay necesidad de una fecha exacta ya que las
edades como todos los demás períodos de tiempos de Dios parecen extenderse;
pero no duró mucho porque el poder de Dios había menguado bastante debido a la
incredulidad, aún en los primeros años. Juzgando por la evidente mengua en el
poder de Dios, esta edad no duró más del año 170 D.C.
Siguiendo adelante para fijar las edades de la iglesia, haciendo
referencia tanto a la Escritura como a la historia, examinemos Revelación
3:1-6. Esto se dice a la iglesia de Sardis en la quinta edad. La clave aquí se
encuentra en el verso 2: “Sé vigilante y confirma las otras cosas que están
para morir”. En las edades del oscurantismo no había fuerza; excepto en un
rebaño muy pequeño y muy desparramado por cierto, no había señal fuerte de
verdadero cristianismo. Pero de repente aparece Lutero, y exitosamente predica
la justificación, y la luz comienza a brillar. Después de centenares de años
aparece la primera luz, indicando así, que ésta era la edad de la reforma, de
la cual, sin dudas, Lutero fue el mensajero. De él se dice en la historia de
Sauer's: “El Doctor Martín Lutero fue un profeta, evangelista, con el don de
lenguas e interpretación todo en una sola persona, dotado con todos los dones
del Espíritu”, Es bien sabido que esta edad existió desde el año 1550 hasta el
año 1750.
Ya con la quinta edad fijada, no sería muy difícil seguir adelante y
fijar la sexta, la edad de Filadelfia. (Revelación 3:7-13), El mensajero de la
edad dorada del amor fraternal fue, sin duda, Wesley. Esta fue la edad de la
puerta abierta para las misiones, grandes maestros en la Escritura, tremendos
avivamientos. El Espíritu se manifestó más en esta edad que en la quinta. Dios
estaba verdaderamente dando luz, vida y bendición. Esta edad duró, desde el año
1750 hasta la vuelta hacia el siglo veinte.
Volviendo atrás y dejando la séptima edad para considerarla más tarde,
es ciertamente fácil fijar el tiempo de la cuarta edad. Esta se encuentra en
Revelación 2:18-29. Aquí está la edad que conoció las cosas profundas de Satanás
(versículo 24). La más oscura de todas las edades hasta esta fecha. Poca
Palabra, poco poder. El hombre había usurpado la posición y la autoridad de
Dios. La codicia de Roma había condenado tantas almas que no podían contarse; y
en el nombre de Dios, ellos blasfemaron el mismo nombre y la Palabra de Dios.
Esta edad duró desde la vuelta del siglo sexto hasta mediados del séptimo. Esta
fue la edad de Tiatira, y su mensajero se dijo que fue Colombo, porque él
demostró poseer en su vida aquello que más se parecía al poder y la gloria que
tuvieron los creyentes del primer siglo; y siempre éste ha sido el criterio, y
lo será.
La Próxima edad que podemos fijar fácilmente es la tercera. Revelación
2:12-17; habla al mensajero de la iglesia en Pérgamo. Pero Pérgamo es donde
está el asiento de Satanás. Aquí es cuando la religión propia de Satanás
(antigua religión de Babilonia) hace su entrada triunfal. Esta religión que va
contra la Palabra de Dios desde el tiempo de Caín, ahora, después del concilio
de Nicea, invade la iglesia nominal e introduce ritos paganos, días festivos,
etc. Aquí no tenemos problema alguno en cuanto a fijar las fechas, porque esto
sucedió como resultado del Concilio de Nicea, celebrado cerca del año 325 D.C.
y antes de las edades del oscurantismo, las cuales por necesidad debían seguir
tal perfidia. Duró desde la vuelta del siglo cuarto hasta el principio del
séptimo. Su mensajero, buscándolo en la misma base en que tratamos de localizar
los varios creyentes, fue, sin duda, Martín. Por el proceso de eliminación, uno
ve fácilmente que la segunda edad (Revelación 2:8-11), la cual es llamada la
edad de Smirna, duró desde el año 200 al 300 D.C. Ningún hombre defendió la
verdad con más capacidad o creyó a Dios tan fielmente o manifestó al Espíritu de
Dios más abundantemente que Ireneo. Él estaba bien calificado para ser el
mensajero de esa edad.
Esto finalmente nos trae a la edad que hemos reservado para lo último,
porque en verdad es la última edad. Siendo esta la última edad, debe ser sin
duda, la más interesante y la más importante debido a que es en esta última
edad en donde culmina tanto la obra de Dios como la del diablo. Esta es sin
duda la culminación de ambas obras, que tuvieron sus comienzos en el primer
siglo. ¿Quién será el mensajero que Dios habrá reservado para tan tremenda
edad? ¿Quién llenará los requisitos? ¿Qué señales traerá? ¿Quién es? ¿Dónde
está? ¿Cómo se llama? Todas estas son preguntas que sin lugar a duda acosan
nuestra mente. Esta como las demás, también tiene un mensajero como lo indica
en la Escritura. Que estamos en la edad de Laodicea, es algo que no puede
refutarse. Es al final de esta edad que Israel debe convertirse en una
nación y no ser más hollada por los gentiles. Hoy, Israel es una nación.
Tiene su propio gobierno y todo lo que concierne en cuanto a ser una nación
completa. Los tiempos de los gentiles están ya terminados; así que la plenitud
de los Gentiles está ya terminada. El reloj de Dios ya marca la media noche
para los gentiles que es cuando viene el Novio. Esta es la edad de Laodicea y
de acuerdo con la Palabra de Dios, esta edad tiene ambas cosas, un mensajero y
un mensaje antes que concluya.
Aquí sólo hemos tratado ligeramente sobre las siete edades de la
iglesia. El libro llamado, “Las Siete Edades de la Iglesia” trata
abundantemente sobre el tema en forma completa; aquí, sin embargo, estamos
estableciendo pruebas menores como fundamento para nuestro tema principal, el
cual tiene que ver con el mensajero y no con las edades en sí.
Cualquier estudiante cuidadoso de las Escrituras debe admitir que nosotros sabemos quién fue el mensajero de la primera edad de la iglesia: Fue Pablo. Pablo fue quien trajo la Palabra del Señor directa de Dios al pueblo. Él fue un apóstol porque trajo la Palabra de Dios a la gente. Esa fue su vindicación. Gálatas 1:12: “Pues ni yo lo recibí, ni lo aprendí de hombre, sino por revelación de Jesucristo”. Él, de continuo se llama a sí mismo un “apóstol” ó “enviado”. Escrituralmente hablando, habíamos encontrado imposible designar quienes fueron los mensajeros de las edades de la iglesia, excepto a través de un cuidadoso estudio de la historia.
Pero meditemos por un momento. Hay un pasaje oscuro en Revelación en el
cual se hace referencia al mensajero de Laodicea. Dios nos ha permitido saber,
sin lugar a ninguna duda, quien fue el mensajero de la primera edad de la
iglesia, y sin duda que también nos permitirá saber quien es el mensajero de
esta última edad. Pablo fue vindicado con un tremendo e infalible ministerio
dado por el Espíritu.
Así que
hermanos, cuando fui á vosotros, no fui con altivez de palabra, ó de sabiduría,
á anunciaros el testimonio de Cristo.
Porque no
me propuse saber algo entre vosotros, sino á Jesucristo, y á éste crucificado.
Y estuve yo
con vosotros con flaqueza, y mucho temor y temblor;
Y ni mi
palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, más
con demostración del Espíritu y de poder;
Para que
vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, más en poder de Dios.
1 Corintios
2:1-5.
De igual manera, en esta última edad, este mensajero del cual Dios
habla, debe tener, y de seguro tendrá, un ministerio completamente vindicado
por la Palabra y en la Virtud del Espíritu como lo tuvo Pablo, o de lo
contrario, no lo podríamos reconocer.
Este mensajero está presentado en Revelación 10:7: “Pero en los días
de la voz del séptimo ángel, cuando él comenzare á tocar la trompeta, el
misterio de Dios será consumado, como él lo anunció á sus siervos los profetas”.
Este versículo se refiere, NO a un ángel celestial tocando una trompeta, sino
al mensajero (un hombre) de la Edad de Laodicea, quien nos traerá la Palabra de
Dios. La prueba de esto la encontramos en Rev. 9:13 y Rev. 11:15. Aquí están
los trompeteros celestiales.
Y el sexto
ángel tocó la trompeta, y oí una voz de los cuatro cuernos del altar de oro que
estaba delante de Dios.
Apocalipsis
9:13.
Y el séptimo ángel tocó la trompeta, y
fueron hechas grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han
venido á ser los reinos de nuestro Señor, y de su Cristo: y reinará para
siempre jamás.
Apocalipsis
11:15.
Note los terribles juicios que vienen sobre la tierra al sonar la sexta
trompeta. Note también que al sonar la séptima trompeta, el Señor aparece
tomando los reinos del mundo que le pertenecen.
Pero en Rev. 10:7, el mensajero toca la trompeta, y el sonar de su
trompeta tiene que ver con la revelación de los misterios de Dios a la iglesia.
Note también que en Rev. 10:1-6 no vemos al Señor Jesús tomando un trono, sino
que lo vemos parado sobre la tierra con su cabeza en el cielo.
Y vi otro
ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre
su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Y tenía en
su mano un librito abierto: y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo
sobre la tierra;
Y clamó con
grande voz, como cuando un león ruge: y cuando hubo clamado, siete truenos
hablaron sus voces.
Y cuando
los siete truenos hubieron hablado sus voces, yo iba á escribir, y oí una voz
del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han hablado, y no
las escribas.
Y el ángel
que vi estar sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,
Y juró por
el que vive para siempre jamás, que ha criado el cielo y las cosas que están en
él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas
que están en él, que el tiempo no será más.
Apocalipsis
10:1-6.
Esto es exactamente lo que Esteban dijo en Hechos 7:47-51:
Mas Salomón
le edificó casa.
Si bien el
Altísimo no habita en templos hechos de mano; como el profeta dice:
El cielo es
mí trono, y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? Dice
el Señor; ¿O cuál es el lugar de mí reposo?
¿No hizo mí
mano todas estas cosas?
Duros de
cerviz, é incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al
Espíritu Santo: como vuestros padres, así también vosotros.
Hechos 7:47-51.
Este es un cuadro de Jesús formando su iglesia en la tierra. Esto fue lo
que dijo Esteban refiriéndose a Jesús parado sobre la tierra (estrado de sus
pies) con su cabeza en el cielo (trono). Todavía Él sigue llamando a su pueblo
a sí mismo, pero no por mucho tiempo. Él es un MENSAJERO, y por cuanto es el
último, es el séptimo mensajero. El entonces es el MENSAJERO A LA EDAD DE
LAODICEA, Y SIN DUDA QUE LE CONOCEREMOS Y LE OIREMOS TAN ATENTAMENTE COMO LO
HICIERON LOS EFESIOS A SU MENSAJERO, A PABLO.
Debemos comenzar ahora la búsqueda de este Mensajero. Sólo hay una forma
de hacerlo: Estudiando las Escrituras y viendo qué es lo que ella demanda de
este Mensajero. Cuando este hombre aparezca, totalmente vindicado por la
Palabra de Dios, entonces tendremos nuestro Mensajero. Así de simple será. No
obstante, debemos recordar que es en la simplicidad donde muchas veces fallamos
tal como hicieron los judíos al no reconocer a Juan como el Mensajero, ni a
Jesús como el Mesías.
Siendo que la verdad acerca de este Mensajero a la edad de Laodicea la
encontramos en Rev. 10, estudiaremos esta porción como una de las Escrituras
claves que revelan su identidad. De acuerdo a los versículos 1 y 3, una parte
del libro de Revelación no está escrita, porque Juan oyó las voces pero le fue
prohibido escribir lo que oyó.
Y vi otro
ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre
su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Y tenía en
su mano un librito abierto: y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo
sobre la tierra;
Y clamó con
grande voz, como cuando un león ruge: y cuando hubo clamado, siete truenos
hablaron sus voces.
Apocalipsis 10:1-3.
Los estudiantes de la Biblia admiten que llegará el tiempo cuando el
contenido de estos truenos será revelado. Hasta el presente están sellados. Son
todavía un misterio para nosotros(*). Pero
en Revelación 10:7 dice que TODOS los MISTERIOS serán consumados al final de la
plenitud de los gentiles. Ese es nuestro día; por lo tanto, será en esta edad
cuando volveremos a oír los truenos, pero esta vez serán revelados.
Pero siendo que la Palabra del Señor, SÓLO viene al PROFETA, nos revela
esto una verdad muy evidente declarada en Revelación 10:7, en donde dice: “como
él lo ha anunciado a sus siervos los profetas” Esto declara que el séptimo MENSAJERO
será un PROFETA tal como lo fue Pablo. Este hombre para poder recibir la
Palabra de Dios y revelarla, tendrá que ser un profeta. Si para revelar las
palabras escritas de la revelación de Daniel es necesario que venga un profeta;
cuánto más se necesitará a un profeta para revelar las palabras no escritas de
Juan.
Para aclarar un poco más este pensamiento, vamos a ver este versículo de
otra forma. Repasemos los versículos 3 y 4 de Revelación:
Y clamó con
grande voz, como cuando un león ruge: y cuando hubo clamado, siete truenos
hablaron sus voces.
Y cuando
los siete truenos hubieron hablado sus voces, yo iba á escribir, y oí una voz
del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han hablado, y no
las escribas.
Apocalipsis
10:3-4.
Aquí hay un gran misterio. La revelación debe estar completa, pero
nosotros hemos sido privados de saber lo que fue dicho. Nosotros sabemos que
llegará el tiempo cuando sabremos lo que fue dicho. Eso será en el tiempo del
fin. Ahora, nos preguntamos, ¿quién será aquella persona que recibirá estos
misterios de Dios? ¿Será el Papa, o el Patriarca, o el Presidente del Concilio
Mundial de Iglesias? ¿Será el presidente de alguna denominación? La
contestación es, ¡NO!
Siendo que Dios no cambia como dice la Escritura: “Jesucristo es el
mismo ayer, y hoy, y por los siglos”; por consiguiente, sólo hay una forma
de Dios revelar Su Palabra. En Amós 3:7 dice: “Porque no hará nada el Señor
Jehová, sin que revele su secreto á sus siervos los profetas”. Esto es
exactamente lo que dice en Rev. 10:7: “Sus siervos los profetas”. Por
tanto, este Mensajero a la última edad, será un Profeta. Será un
Profeta-Mensajero para poder revelar los misterios que han estado encubiertos a
nosotros.
Pero, ¿no dice en Revelación 22:18: “Si alguno añadiere a este libro,
Dios traerá sobre él las plagas escritas en este libro”? ¿Cómo puede
entonces un hombre añadir a este libro? No hay duda que si él oye las
voces de los truenos y las escribe, ciertamente estaría añadiendo a este libro;
pero no es así; porque las voces de los truenos son siete, y por cuanto nada se
puede añadir, está claro que lo que dicen los truenos, está ya contenido en la
Escritura pero ha permanecido como siete misterios para nosotros a través de
las edades. Esto es exactamente lo que quiere decir. ¿No es cierto que el
PROFETA revela y aplica la Palabra a la gente? Así que vendrá un
Profeta-Mensajero para revelar y terminar los misterios de la Palabra. Y siendo
que es la Palabra la que da vida, fuerza y entendimiento, esta revelación final
hará que el pueblo creyente esté aparejado para encontrarse con su Señor.
Ahora, creo, debiéramos abordar las Escrituras que nos indican cuales
son las señales de un profeta. También debiéramos determinar por las Escrituras
qué señales o manifestaciones específicas manifestará este profeta a la Edad de
Laodicea. Sería bueno examinar cuales son estas señales de profeta a la luz de
las Escrituras: Ellas se encuentran irrevocablemente escritas en Deuteronomio
13:1-5, y Deuteronomio 18:20-22:
Cuando se
levantare en medio de ti profeta, ó soñador de sueños, y te diere señal ó
prodigio,
Y acaeciere
la señal ó prodigio que él te dijo, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos,
que no conociste, y sirvámosles;
No darás
oído á las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños: porque Jehová
vuestro Dios os prueba, para saber si amáis á Jehová vuestro Dios con todo
vuestro corazón, y con toda vuestra alma. En pos de Jehová vuestro Dios
andaréis, y á él temeréis, y guardaréis sus mandamientos, y escucharéis su voz:
y á él serviréis, y á él os allegaréis.
Y el tal
profeta ó soñador de sueños, ha de ser muerto; por cuanto trató de rebelión
contra Jehová vuestro Dios, que te sacó de tierra de Egipto, y te rescató de
casa de siervos, y de echarte del camino por el que Jehová tu Dios te mandó que
anduvieses: y así quitarás el mal de en medio de ti.
Deuteronomio 13:1-5.
Empero el
profeta que presumiere hablar palabra en mi nombre, que yo no le haya mandado
hablar, ó que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá.
Y si
dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no hubiere
hablado?
Cuando el
profeta hablare en nombre de Jehová, y no fuere la tal cosa, ni viniere, es
palabra que Jehová no ha hablado: con soberbia la habló aquel profeta: No
tengas temor de él.
Deuteronomio 18:20-22.
A través de estos versículos podemos notar que Dios ha capacitado a
ciertos hombres en el mundo con la habilidad de ver anticipadamente los sucesos
que van a acontecer en el futuro y también de revelar lo que está oculto en el
presente. Ahora, es sabido de todos que es absolutamente imposible para un
hombre saber, a ciencia cierta, lo que descansa en el futuro, a menos que el
tal esté obrando con un poder que pueda hacer que su predicción llegue a
suceder. También sabemos que ningún hombre puede de sí mismo obrar milagros que
están fuera de las posibilidades del género humano, a menos que él esté en
íntimo contacto con alguna fuerza que haga que lo que él diga llegue a suceder.
Pero esta habilidad puede ser común a dos grupos de personas: Aquellos
que son de Dios, y aquellos que son del diablo. Un buen ejemplo de esto lo
podemos encontrar en Moisés realizando grandes señales sobrenaturales a través
del poder de la fe en Dios, y los magos de Egipto duplicando los milagros por
medio de habilidad satánica. Podríamos decir sin lugar a errar que Dios tiene
Sus Profetas, y Satán también tiene los suyos. Pero, por favor, note
cuidadosamente la Escritura que acabamos de citar en Deuteronomio capítulos 13
y 18. El profeta que es genuinamente de Dios guiará y mantendrá al pueblo de
Dios fiel a la Palabra; pero el falso profeta, guiará al pueblo fuera de la
Palabra.
Hoy podemos hacer la misma prueba. El verdadero Profeta será un hombre
de la PALABRA, e insistirá en que todo hombre haga de la PALABRA su criterio.
Él guiará al hombre a Cristo. Su vida será un vivo ejemplo en cuanto a
obediencia se refiere; y sus motivos serán puros. El no tratará de sacarle
beneficio material a sus dones espirituales, sino que siempre ha de señalarle a
Cristo a la gente, y los llevará a una experiencia más profunda con Él. Él
siempre ha de exaltar al Señor Jesús; y la dulce visión de Cristo que él
presentará al pueblo, nunca será opacada por ninguna acción del Profeta. Esto,
sin duda, será así; porque el espíritu de profecía es realmente el Espíritu de
Cristo.
Una buena ilustración de lo que estamos tratando de decir, lo podemos
ver claramente en dos hombres. Ambos fueron profetas: Moisés y Balaam. Veamos a
Moisés quien está dispuesto a dar su vida y su todo por causa de la gloria del
Señor y los bienes eternos de la gente que él guía. Aquí tenemos a un hombre
clamando en contra del pecado, defendiendo y luchando por su pueblo, y dándole
el honor al Señor. Él es uno que puede decir: ¿He pedido yo cosa alguna a
ustedes? ¿Le he mentido yo alguna vez? Cuándo he profetizado, ¿no se ha
cumplido lo que he dicho? ¿Los he guiado mal alguna vez, ó he rehusado alguna
vez decirles todo lo que Dios me ha dicho? ¿No los he guiado siempre a Dios,
buscando siempre el bienestar de Uds.? ¿No he sido yo fiel tanto a Dios
como a Uds.?
Pero Balaam jamás podía decir semejante cosa. En su afán por conseguir dinero poco faltó para que se rompiera una pierna cuando el asno lo arrinconó contra la peña. En su ciega avaricia por el dinero trató de negociar con los dones que Dios le había dado. Y cuando se vio sin suficiente poder o autoridad para hacerle daño a Israel, concibió un plan para destruirlos. Este plan no fue otro que el de inducir a Israel a fornicar con las Moabitas en Baal-peor. Esto era cien por ciento contrario a la Palabra de Dios. Él trató de apartar al pueblo de Dios. Este hombre era un amador de sí mismo, y un destructor.
Pero a un verdadero profeta lo vemos retratado a través de las
Escrituras como un siervo, uno que estima y busca el bien de otros por encima
del suyo propio. Jamás tratará de congraciarse con las autoridades, ni con
persona alguna. Él habla y guarda la Palabra de Dios. Su devoción a Dios es en
y a través de la Palabra; la cual él personalmente demuestra en su ministerio y
en su conducta.
Por lo que ya sabemos, nos conviene huir del poder que viene de o a
través de personas de corazón malo y de mala conducta. Huya de las palabras de
aquellos que aún cuando su predicación es tan persuasiva, pasan por alto la
Palabra de Dios, o de alguna forma rechazan el mensaje que Dios nos ha enviado
para nuestro bienestar espiritual.
Sería bueno recordar que los dos Simones están aún con nosotros hoy:
Simón Pedro y Simón el Mago. Está el gran siervo de Dios, y el otro que no
tiene parte ni suerte con Dios. Siempre han habido dos clases de hombres o dos
clases de grupos que demuestran poder; pero uno tiene una fuente errónea de
donde saca el poder. El espíritu del anticristo está aquí al igual que el
Espíritu de Cristo. El espíritu del anticristo en los profetas de Satán es tan
parecido al verdadero Espíritu de Dios, que sólo el VERDADERO ELEGIDO podrá
escapar de semejante engaño.
Y si
aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva; más por causa de
los escogidos, aquellos días serán acortados.
Entonces,
si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, ó allí, no creáis. Porque se
levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y
prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun á los escogidos.
Mateo 24:22-24.
Estos elegidos genuinos siempre permanecen fieles a la Palabra. Cuando
estos elegidos ven al Profeta y sus hechos de poder, y notan que él siempre
permanece con la Palabra y nunca se aparta de ella, inmediatamente ellos saben
que él es de Dios, y lo aceptan. Todo cuanto hace y dice el Profeta, les acerca
más a Aquel que pronto viene. Ellos no buscarán ninguna otra vindicación; esta
es la vindicación.
Examinemos lo que dice la Escritura concerniente a cuál habrá de ser el
ministerio de este Profeta-Mensajero a la edad de Laodicea. Él es ambas cosas:
Mensajero y Profeta. Realmente él es el mensajero a la edad; él tiene un
mensaje que dar; pero sería muy difícil que él apareciera en la escena como
Mensajero y fuera recibido como tal, sin ser un profeta a quien viene la
Palabra del Señor y con quien está el poder de Dios. El oficio de Profeta lo
hace apto para ser llamado el Mensajero.
Así fue en los tiempos de Juan el Bautista. Jesús dijo: “¿qué salisteis
a ver? ¿Un profeta? Os digo, más que un profeta. Porque este es de quien está
escrito, He aquí que yo envío mi mensajero delante de mí”. Este mensajero que
precedería la primera venida de Cristo, fue profetizado en la Escritura, pero
no fue llamado por su nombre. ¿Cree Ud. que el Mensajero a la Edad de Laodicea
quien será el precursor de la Segunda Venida de Cristo (de la cual hablan las
Escrituras que será un acontecimiento más grande que la Primera Venida), no se
habrá de encontrar en las páginas de la Biblia?
Sin duda que sí; y él también tendrá el oficio de Profeta, lo cual
vindicará su posición como Mensajero a esta edad; y esto es exactamente lo que
Revelación 1O:7 dice:
Pero en los
días de la voz del séptimo ángel, cuando él comenzare á tocar la trompeta, el
misterio de Dios será consumado, como él lo anunció á sus siervos los profetas.
Apocalipsis
10:7.
Ninguna otra edad registra semejantes palabras para su mensajero. De las
demás edades nada se dice con relación a tener un profeta mensajero, sino sólo
de la Primera y la Última edad. Las demás edades tuvieron mensajeros; pero no
profetas. Ello fueron reformadores. Todos tuvieron un mensaje. Todos tuvieron
alguna luz sobre una parte de la Escritura; pero ninguno de estos cinco
mensajeros tuvieron un “Así Dice El Señor” como lo tuvo el apóstol Pablo.
Ahora, en estos últimos días cuando los misterios de Dios serán
consumados tendremos un mensajero que será Profeta, y el “Así Dice El Señor”
estará nuevamente con nosotros, cómo estuvo con el apóstol Pablo. Este
Profeta-Mensajero debe estar entre nosotros en estos momentos ya que Israel ha
regresado a su tierra; los tiempos de los gentiles pronto habrán terminado, por
tanto, la Plenitud también estará por concluir. Por consiguiente, este poderos
Profeta-Mensajero debe estar en algún sitio ahora mismo.
Nos preguntamos entonces, ¿cómo le vamos a reconocer? Quizás esto no sea
tan fácil de descubrir debido a lo complejo de nuestra forma de pensar, y
debido a que estamos tan arraigados en las ideas ya establecidas en cuanto a
cómo él debe aparecer, y a qué se parecerá, cómo hablará y cómo ha de actuar.
Pero si tan sólo pudiéramos considerar el Mensajero de Su primera Venida, esto
sin duda, nos ayudaría a encontrar el Mensajero de Su Segunda Venida.
Juan vino apartado de toda escuela Teológica. El no fue un sacerdote aún
cuando por nacimiento estaba supuesto a serlo; no perteneció a los fariseos
tampoco a los saduceos; tampoco se nos dice que él perteneciera a los esenios.
EI no fue educado por hombre alguno en lo religioso ni en lo secular; sin
embargo, fue lleno del Espíritu desde el vientre de su madre, y el mismo
Espíritu que lo ungió ese mismo Espíritu lo instruyó. Sus objetivos eran tan
diferentes a los de aquellos que le rodeaban que no solamente fue MALENTENDIDO,
sino violentamente repudiado. Si aún sus propios discípulos no lo entendieron,
cuánto menos aquellos grupos religiosos que venían a interrogarle. Su
aparición, sus acciones y predicación, causaron más confusión que aparente
iluminación. El más bien parecía estar en contra de la gente que a favor de
ella. En todos los campos de la vida, excepto en lo espiritual, él era
absolutamente un no-conformista. Él fue un hombre dudoso y repudiado, excepto
por un pequeño grupo escogido de sus días. Entonces nos preguntamos, ¿no es más
que probable que el Mensajero quien habrá de precursar la Segunda Venida de
Cristo será un hombre igual en el más mínimo detalle al primer precursor? Sin
duda que tenemos que darle todo el crédito a la historia bíblica cuando se nos
muestra claramente que todo Profeta Mayor y mensajero de Dios fue MALENTENDIDO
y finalmente rechazado por todos, excepto por una escasa MINORIA, en quienes
moraba el mismo Espíritu de Dios.
Un cuidadoso estudio de la condición espiritual de los últimos días, ó
de la Iglesia de Laodicea, nos dará mucha luz en lo que respecta a la clase de
persona que será este mensajero.
Y escribe
al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí dice el Amén, el testigo fiel y
verdadero, el principio de la creación de Dios:
Yo conozco
tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, ó caliente!
Mas porque
eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Porque tú
dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa;
y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo;
Yo te
amonesto que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho
rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
Yo reprendo
y castigo á todos los que amo: sé pues celoso, y arrepiéntete.
He aquí, yo
estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere
la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que
venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido,
y me he sentado con mi Padre en su trono.
El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias.
Apocalipsis
3:14-22.
De acuerdo a lo que podemos ver en este pasaje, la condición de la
última edad de la iglesia es la más deplorable de todas, y su vergüenza y
confusión concluye en tremenda apostasía, como lo podemos ver en Revelación
3:20:
“He aquí,
yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la
puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.
Apocalipsis
3:20.
El mismo Señor Jesucristo ha
sido echado fuera de su propia iglesia. Ahora, Él está afuera tratando de
lograr entrada. Note aquí también que el llamado que ahora Él está haciendo es
INDIVIDUAL y no colectivo: “si alguno oyere mi voz”. Esta no es una
interpretación inventada, sino la verdad desnuda, sin ninguna clase de rodeos,
porque el versículo 22 dice: “el que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice”. Este versículo veinte ha sido tan usado aplicándose a los
pecadores que ya hemos perdido el verdadero significado; pero es el Espíritu de
Dios dejando saber anticipadamente cuál sería la condición de la iglesia de
Laodicea. Finalmente ella se convierte en una iglesia sin Cristo.
Ahora, no se vaya a confundir. La razón por la cual hemos fallado en ver
esta verdad, ha sido debido a que hemos fallado también en leer la Palabra tal
como está escrita. Lea nuevamente Revelación 2 y 3. Note que en cada edad el
Espíritu está hablando a aquellos que son verdaderos cristianos y también a los
que pretenden ser o que se llaman cristianos. Por un lado Él los fustiga por su
tremendo pecado, y por el otro lado los alaba por su piedad, fe, sufrimientos,
entendimiento, etc. ¿Cómo puede ser esto? La respuesta es simple.
Todo Israel no es Israel. Israel quiere decir, “Príncipe con Dios”.
Multitudes llevaban este nombre en aquel tiempo al igual que en el tiempo de
Elías, pero eso no los hacía verdaderos Israelitas. En aquel tiempo quizás
pudieron haber cinco millones de Israelitas según la carne, pero sólo había
siete mil verdaderos Israelitas que no doblaron sus rodillas a Baal. Hoy
tenemos la misma situación de ayer.
El pescador sale a pescar y tira sus redes. En las redes entran de toda
clase de peces. Él coge anguilas, serpientes, tortugas, cangrejos, langostas,
camarones, ranas, etc., pero también entran peces. Un pastor tiene un rebaño en
el cual hay tanto ovejas como cabritos. El agricultor tiene un sembrado en el
cual hay trigo y cizaña. De esta manera simple, podemos ver que todos los que
llevan el nombre de 'Cristianos', aún cuando les corresponde por el simple
hecho de creer en el nacimiento virginal, el sacrificio expiatorio, el bautismo
del Espíritu, etc., no son solamente NACIDOS DE LA PALABRA, NI CRISTIANOS
LLENOS DEL Espíritu.
Hoy día nosotros tenemos cristianos de segunda, tercera, cuarta, quinta,
y hasta décima generación; pero Dios no tiene nietos, solo tiene hijos. Por
tanto, la iglesia hoy es cristiana en la carne, tal como lo fue Israel; pero la
iglesia que es verdaderamente el CUERPO DE JESUCRISTO es solamente una parte de
esa enorme multitud, y como los siete mil del tiempo de Elías, éstos de ahora
son un pueblo espiritual. Pero así como el Israel de entonces pretendía hablar
como instrumento de Dios, y adorarle y regular el orden del culto en su día, de
igual forma, la iglesia nominal de hoy, pretende hablar por Dios, pretende
adorarle y regular la adoración tal como es sabido por nosotros.
La iglesia de hoy es rica. Ella posee un vasto caudal en propiedades, en
mercancías y en bonos. Sus pastores tienen fondos de retiro respaldado por
millones. Ella es rica en bienes terrenales, pero ella ha sido herida malamente
por la pobreza en lo espiritual. Ella está tan alejada de Dios en lo espiritual
que Dios la llama MISERABLE, CIEGA, Y DESNUDA Y ELLA NO LO SABE ¡Qué triste
condición!
Aún en semejante apostasía, ella dice que habla como instrumento de
Dios; pero Dios le dice: “tú no puedes hablar por Mí, tú eres tibia. Ya tú no
puedes defender mi justicia aun cuando reclamas creer las verdades principales
de la Biblia; por tanto, ya tú no puedes ser mi instrumento; te he vomitado de
mi boca”.
No sólo esto, sino que el movimiento religioso que tenemos hoy es tan
terrible que Jesús ha sido forzado a salir de la iglesia, pues la luz y las
tinieblas jamás pueden mezclarse. Los protestantes van a volver a unirse con
los Católicos Romanos a través del Movimiento Ecuménico. Ya el Patriarca y el
Papa se han juntado en compañerismo. América ha tenido un Presidente Católico,
y sin duda que otros le seguirán.
Los líderes de ambos grupos han repudiado la Palabra de Dios y han
fabricado sus propios dogmas y credos como sustituto, así que la gente ya no
vive de la Palabra de Dios. Con todo esto y aún negando la Infalible Palabra de
Dios, esta misma gente se atreve a decir que ellos hablan por Dios. Algunos van
un poco más lejos al decir que ellos son los vicarios de Cristo. Esto es sin
duda anticristo. De esta forma Cristo se ve obligado a dejar que la iglesia se
vaya a la bancarrota. Pero mientras Él sale de la iglesia, Él tiene algunas
palabras que decir a los suyos: “SALID DE EN MEDIO DE ELLA Y NO SEAIS
PARTICIPES DE SUS PECADOS”.
Y oí otra
voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis
participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas.
Apocalipsis
18:4.
Por lo cual
salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo;
y yo os recibiré. 2 Corintios 6:17.
Rechazar la
Palabra, es rechazar a Cristo.
En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Y aquel
Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como
del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Juan 1:1,14.
Cuando Eva permitió que Satán le cambiara una sola Palabra al mandamiento de Dios, ella abrió la puerta al torrente de pecado y miseria que ha inundado a toda la humanidad a través de todos estos miles de años. Las últimas palabras de Jesús a la iglesia es esta amonestación. “No le quites ni le añadas a la Palabra, déjala tal como está, y déjate llevar por ella”. Pero la iglesia no ha querido oír. Ella la ha cambiado ajustándola a sus caprichos. Ahora mismo hay un comité de estudiantes compuestos de Judíos, Católicos y Protestantes revisando la Biblia para adaptarla a los tres grupos. Con razón el Dr. Billy Graham dijo que si el Espíritu dejara a la iglesia, ella seguiría haciendo el noventa por ciento de lo que está haciendo sin darse cuenta que Él la ha dejado.
Y eso es correcto, porque cuando la Palabra es rechazada, el Espíritu
también es rechazado, porque la Palabra y el Espíritu son UNO. Ud. no puede tener
a Dios apartado de su Palabra; es imposible.
Ahora, siendo esta la condición de la iglesia, ¿qué clase de hombre será
ese Mensajero que vendrá en esta edad? EL no pertenecerá a NINGUN GRUPO
ORGANIZADO. Eso sería imposible ya que todas las organizaciones se unirán
habiendo sido despojadas de Dios completamente. El no será de ningún grupo
religioso reputable. Él aparecerá solo, su posición será por Dios y con Dios.
Su modo de vida, su lenguaje y su forma de ser, tanto en lo espiritual
como en lo material, serán muy diferentes a los demás. El no aparentará ser la
persona propia para desempeñar esta labor, tal como lo creyeron de Juan; y
también será tan controversial como lo fue Juan. El no será popular. De hecho,
la popularidad que gane en el comienzo de su ministerio, la perderá cuando
comience a predicar la Palabra según le es revelada de lo alto. Pero él será el
hombre de Dios, y los elegidos le conocerán como lo han hecho a través de las
edades. El ministerio de este hombre abrirá los ojos de los elegidos, pero por
el otro lado, hará que los ojos de aquellos que se han endurecido sean cerrados
y queden en densas tinieblas. Así sucedió en los tiempos del Señor Jesús.
Si algunos tuvieron una medida de Luz y de Justicia en Sus días, fueron
los fariseos, pero cuando ellos comenzaron a interrogar, a dudar y a rechazar,
de repente toda su luz se tornó en tinieblas, y quedaron en tales tinieblas
hasta el punto de crucificar a su propio Señor. Pero, por el otro lado (pues
siempre hay dos lados en una moneda) había una Samaritana de reputación dudosa
quien lo vio en el pozo. Ella aún siendo pecadora le creyó, y sus tinieblas se
convirtieron en LUZ, y por Su gracia ella vivió, mientras que los Fariseos
perecieron. Escuchad pues a este Profeta-mensajero cuando él venga con la
Palabra, y no cierres tus oídos, no sea que tu luz se torne en tinieblas, y el
Espíritu de Dios no hable más a tu corazón.
Habiendo visto todo esto, vamos un poquito más adelante para encontrar qué tiene la Escritura que decir con relación a este mensajero. Siendo que este mensajero tiene que venir a nosotros antes del retorno de Jesús, nos conviene examinar ese tiempo a la luz de las Escrituras que se relacionan con su venida, y ver si podemos encontrar alguna luz referente a este mensajero. El mismo Jesús nos dio la clave en Lucas 17:26-30. Las características de dos tiempos específicos volverán a reaparecer en el tiempo del fin. Estas características son las que tienen que ver con los días antes del diluvio y los días antes de la quema de Sodoma.
Y como fue
en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre.
Comían,
bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el día que
entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó á todos.
Asimismo
también como fue en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían,
plantaban, edificaban;
Mas el día
que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó á todos:
Como esto
será el día en que el Hijo del hombre se manifestará.
Lucas
17:26-30.
Al leer estas palabras, necesitamos revelación para captar el verdadero significado, ya que según lo que podemos leer, lo único que nos dicen estas Escrituras es que la condición mundial se iría tornando cada día peor hasta llegar al punto de convertirse como fue en los días de Noé y los días de Lot. Esto es completamente cierto. Pero, ¿qué bien nos haría saber cuál habría de ser la condición del mundo si no tenemos algo de Dios que nos pueda ayudar a escapar de esa hora? Póngalo de esta forma: He aquí la revelación de cuál habría de ser la condición del mundo. Ahora bien, ¿qué tiene eso que ver con nosotros? ¿Cómo podría el conocimiento de esta verdad ayudar a los escogidos? ¿En que forma podría esta profecía ayudar a los escogidos a saber cual sería el movimiento de Dios en favor de ellos? ¿Qué sucedió en aquellos días que nos indique a nosotros claramente lo que habrá de suceder de este lado donde están los escogidos? Como ya es sabido, siempre hay dos lados.
En los días de Noé hubo dos grupos: Los perversos que perecieron, y los
justos que escaparon. En los días de Lot hubo tres grupos: (1) Los moradores de Sodoma, (2) Lot y su familia,
(3) Abraham y su familia. Ahora bien, si nuestros días han de ser un paralelo
exacto a los días de Lot, entonces debiéramos nosotros buscar qué fue lo que
sucedió en el lado espiritual donde estaba Abraham, porque sin lugar a dudas,
eso es lo que nos conviene saber, pues es sabiendo esto que podemos ser
ayudados recibiendo luz en nuestros ojos espirituales para saber cual ha
de ser el plan y el movimiento de Dios para este tiempo.
Mire los días de Noé. Este no es un mero predicador de justicia, sino un
PROFETA; porque la Palabra de Dios vino a él y por él para su día. Él amonestó
y predicó. Él construyó un Arca. Esto en completa obediencia al consejo de
Dios; y por medio de eso, él y siete personas más, fueron salvos. El Espíritu
de Cristo estuvo en este hombre.
Pero aún antes de Noé hubo otro profeta cuyo nombre fue Enoc. Judas
hablando de Enoc dice que en aquel tiempo de desesperación antes del diluvio,
este hombre habló de la SEGUNDA VENIDA DE CRISTO. Imagínese eso. La Segunda
Venida de Cristo cuando aún no había venido por primera vez. Aquí ciertamente
tiene que haber algo que nosotros debiéramos saber, por cuanto estamos
esperando la Segunda Venida ahora mismo.
Allá, bien atrás, cuando el hombre se había rebelado contra Dios y Su Palabra, un profeta se levantó. Esto sucedió allá cuando los hijos de Dios se corrompieron con las hijas de los hombres, cuando había tanto conocimiento y el hombre se había engrandecido tanto, fue un tiempo cuando ellos fueron ricos y no tenían necesidad de nada, pero espiritualmente eran unos miserables y ciegos tal como es en nuestros días; con todo, un profeta se levantó entre ellos. Y siendo que nuestro día ha de ser un patrón exacto de aquel período, nosotros no solamente miraremos el aumento del pecado y la falta de espiritualidad de aquellos que reclamaban ser cristianos, sino que también hemos de inquirir y buscar con diligencia ese PROFETA que tiene que venir y de seguro vendrá.
Mientras que Enoc predicaba y fustigaba al pecado y la iniquidad, él
también predico de la Segunda Venida de Cristo. El mundo de aquel entonces
estaba listo para ser destruido. Así también sucederá muy pronto. Esa edad del
diluvio es entonces un tipo de hoy, cuando la Venida del Señor se ha acercado.
En los días de Noé, los justos se salvaron. Dios así lo hizo. Los
perversos e incrédulos perecieron. Eso volverá a suceder. Pero no vaya Ud. a
olvidar esto: ellos tuvieron un mensajero quien fue un profeta, así también
nosotros tendremos uno.
Examinemos los días de Lot cuando Sodoma fue destruida. La historia la encontramos en Génesis 18 y 19. Aquí de nuevo no debemos mirar solamente al lado de los perversos, sino examinar qué es lo que nos pertenece, y cuál es nuestra porción. Cuando el enemigo viene como un río, Dios levanta bandera de victoria.
Y temerán
desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su
gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el espíritu de Jehová levantará
bandera contra él.
Isaías 59:19.
Bien, el enemigo ha venido, conviene pues que levantemos ese estandarte
de victoria.
En los tiempos de Lot, cuando la copa de iniquidad se llenó, Dios no se
olvidó de sus elegidos. Ellos recibieron especial atención. ¿Cuál fue ese
cuidado? Dios mismo apareció a Abraham. Allí en el calor del día, mientras
Abraham estaba sentado a la puerta de su tienda, él vio tres hombres que se
acercaban. Él levantándose apresuradamente corrió y cayó a los pies de UNO de
ellos y clamó: “MI SEÑOR”. Al anochecer, mientras los dos mensajeros se
dirigían a Sodoma, Dios comenzó a conversar con Abraham. Dios le dio a Abraham
(profeta de Dios) la revelación de la destrucción de Sodoma. En Génesis 18:17,
Dios dijo: “¿Encubriré yo á Abraham lo que voy á hacer?” No, Él no podía
hacerlo porque Dios revela a sus siervos los profetas las cosas que se propone
hacer. Y mientras estaba revelándole a Abraham todo lo relacionado con la
destrucción de Sodoma, también le reveló la llegada del hijo, lo cual Abraham
tanto anhelaba.
Ahora, note esto. Aquí está Dios en carne humana revelándole a Abraham
el tiempo de la llegada del hijo. Mientras lo hace, Sara se ríe en su corazón.
Entonces Dios de espaldas hacia la carpa donde estaba Sara, conoció que ésta se
había reído en su corazón y le manifiesta a Abraham aún los más íntimos
pensamientos del corazón de Sara. Dios, EL GRAN PROFETA, lee el corazón de
Sara. Y esto es exactamente como debe ser. En Hebreos 4:14, dice:
Por tanto,
teniendo un gran Pontífice, que penetró los cielos, Jesús el Hijo de Dios,
retengamos nuestra profesión.
Hebreos 4:14.
Eso es lo que hace la Palabra; discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón. La Palabra es Dios. Así que la Palabra Manifestada
(Dios) en la presencia de Abraham discierne los pensamientos y las intenciones
de aquellos allí presentes.
Esta misma manifestación fue la que el Hijo (Dios) hizo en la tierra.
Por esta señal los elegidos le reconocieron como el Mesías.
Era Andrés,
hermano de Simón Pedro, uno de los dos que habían oído de Juan, y le hablan
seguido.
Este halló
primero á su hermano Simón, y dijole: Hemos hallado al Mesías (que declarado
es, el Cristo).
Y le trajo
á Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás: tú serás
llamado Cephas (que quiere decir, Piedra).
El
siguiente día quiso Jesús ir á Galilea, y halla á Felipe, al cual dijo:
Sígueme.
Y era
Felipe de Bethsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
Felipe
halló á Natanael, y dicele: Hemos hallado á aquel de quien escribió Moisés en
la ley, y los profetas: á Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
Y dijole
Natanael: ¿De Nazaret puede haber algo de bueno? Dicele Felipe: Ven y ve.
Jesús vio
venir á sí á Natanael, y dijo de él: He aquí un verdadero Israelita, en el cual
no hay engaño.
Dicele
Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús, y dijole: Antes que Felipe te
llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi.
Respondió
Natanael, y dijole: Rabbí: tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
Respondió
Jesús y dijole: ¿Porque te dije, te vi debajo de la higuera, crees? cosas
mayores que éstas verás.
Y dicele:
De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y los
ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre.
Juan
1:40-51.
En estos versículos vemos que esta señal (leer los corazones de las
personas) hizo que Natanael inmediatamente llamara a este hombre de Nazaret, el
Hijo de Dios, el Rey de Israel. De la misma manera la mujer en el pozo
recibió a Cristo como el Mesías al ver esta misma señal.
Mas el que
bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; mas el agua que yo
le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
La mujer le
dice; Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá á sacarla.
Jesús le
dice; Ve, llama á tu marido, y ven acá.
Respondió la
mujer, y dijo; No tengo marido. Dicele Jesús; Bien has dicho, no tengo marido;
Porque
cinco maridos has tenido y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho
con verdad.
Dicele la
mujer: Señor, paréceme que tú eres profeta.
Nuestros
padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalem es el lugar
donde es necesario adorar.
Dicele
Jesús; Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni este monte, ni en Jerusalem
adoraréis al Padre.
Vosotros
adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salud
viene de los Judíos.
Mas la hora
viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le
adoren.
Dios es
Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Dicele la
mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él
viniere nos declarará todas las cosas.
Dicele
Jesús; Yo soy, que hablo contigo.
Y en esto
vinieron sus discípulos, y maravillaronse de que hablaba con mujer; mas ninguno
dijo: ¿Qué preguntas? ó, ¿Qué hablas con ella?
Entonces la
mujer dejó su cántaro, y fue á la ciudad, y dijo á aquellos hombres:
Venid, ved
un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es éste el Cristo?
Juan
4:14-29.
Jesús estaba hablando de El mismo. Él dijo que Abraham había visto su
día.
Esto fue lo que él quiso decir con esta aseveración. En dos ocasiones en
el Antiguo Testamento, Dios le apareció a Abraham en forma humana. La primera
vez fue después de la batalla contra los reyes, y fue llamado Rey de Salem.
Luego le apareció en la carpa, inmediatamente antes de la destrucción de
Sodoma. Su primera aparición lo identificaba como el SUMO PONTIFICE, posición
asumida por Él después de Su resurrección. Pero su aparición en la carpa
tipificaba su ministerio como PROFETA, oficio que asumió durante los días de Su
carne.
Profeta de
en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios: á él
oiréis.
Deuteronomio
18:15.
Lo que Él fue en la carpa, también lo fue aquí en la tierra, y también
lo es ahora. La señal no cambia. Lo único es que en esta vez será el Espíritu
en el PROFETA trayendo nuevamente esa misma señal al mundo en el tiempo del
fin. Tiene que ser a través de un profeta, porque así fue que Israel lo pidió a
Dios, “No hables con nosotros en voz audible, sino habla con nosotros a través
de Moisés”. Dios oyó su clamor y desde entonces La ha hablado por y a través de
profetas. ESE PROFETA-MENSAJERO DEL TIEMPO FINAL ESTA OBLIGADO ESCRITURALMENTE
A PRODUCIR ESA SEÑAL SI ES QUE ESTOS NUESTROS DIAS SON UN EXACTO PARALELO CON
LOS DIAS DE LOT Y LA DESTRUCCION DE SODOMA.
Ahora, mientras tocamos este punto, amado lector, elegido de Dios,
recuerde que Abraham no estaba envuelto en la confusión de Sodoma. Los elegidos
de Dios son un pueblo separado. (Salid de en medio de ella, pueblo mío) Ellos
no son del mundo. Lot estaba allá abajo en Sodoma, pero como es sabido,
él no era un elegido. Dios no lo había llamado, ni lo había separado. Él salió
movido por la invitación de Abraham... Él fue un buen hombre, sin duda, pero
Dios no le apareció a él. Solamente unos ángeles vinieron a él con un mensaje
diciéndole que escapara. Realmente Lot nunca estuvo separado, ni tampoco sus
hijos. Ellos representan a los cristianos nominales que pasarán por la
tribulación. Los sodomitas, por supuesto, representan a los perversos que serán
destruidos como dice Malaquías, serán hechos cenizas. ¡Pero cuán maravilloso es
saber que Dios actualmente está tratando con sus elegidos tal como lo hizo con
Abraham, quien es nuestro padre en la fe! Sin duda que la simiente de Abraham
será bendita juntamente con Abraham, y también ella será visitada por Dios a
través de Su Espíritu.
Ahora bien, es absolutamente imposible hablar de algún profeta que tenga
que ver con la Segunda Venida de Cristo sin considerar a Elías. Conviene pues
que lo hagamos en este momento.
Entonces
sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen pues los escribas que
es menester que Elías venga primero?
Y
respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías vendrá primero, y restituirá
todas las cosas.
Mas os
digo, que ya vino Elías, y no le conocieron; antes hicieron en él todo lo que
quisieron; así también el Hijo del hombre padecerá de ellos.
Los
discípulos entonces entendieron, que les habló de Juan el Bautista.
Mateo 17:10-13.
Podemos notar en estos versículos que el profeta Elías de seguro tiene
que volver a la tierra. Pero también podemos notar que Jesús llamó Elías a Juan
el Bautista. Juan no era la reencarnación de Elías, el simplemente fue Juan,
pero ungido con el mismo Espíritu que estuvo sobre Elías. Este es el mismo caso
de Eliseo cuando oró para que una doble porción del Espíritu que estaba en
Elías viniera sobre él; y de hecho, recibió la doble porción del mismo
Espíritu.
Pero este hecho no transformó a Eliseo en Elías. Simplemente le dio el
mismo tipo de ministerio que estuvo sobre Elías. Ahora, apliquemos esto mismo a
este tiempo. ¿No tendremos nosotros un profeta sobre quien ha de venir este
mismo tipo de ministerio dado por el mismo Espíritu Santo? ¿Vendrá este hombre
al finalizar esta edad de la iglesia? Examine a Malaquías 4:5-6.
He aquí, yo
os envío á Elías el profeta, antes que venga el día de Jehová grande y
terrible.
Él
convertirá el corazón de los padres á los hijos, y el corazón de los hijos á
los padres; no sea que yo venga, y con destrucción hiera la tierra.
Malaquías
4:5-6.
Aquí tenemos una Escritura muy peculiar la cual, aunque corta, encierra
dos eventos bastante separados uno del otro, pero que la persona envuelta es
una, Elías. Los eventos envueltos son Sus manifestaciones antes de ambas
venidas de Jesucristo. Por supuesto, este no es Elías realmente, sino más bien,
el mismo tipo de “ministerio” de Elías, pues, en la Biblia no hay tal cosa como
la reencarnación.
De hecho, la Biblia explica estos dos eventos. Malaquías 4:6: “Y él
convertirá el corazón de los padres a los Hijos”. refiriéndose a Juan el
Bautista, como se nos presenta en Lucas 1:17: “Porque él irá delante de él
con el espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres á
los hijos, y los rebeldes á la prudencia de los justos, para aparejar al Señor
un pueblo apercibido”. Este hombre sobre quien viene el Espíritu Santo de
esta forma, dándole un tipo de ministerio igual al de Elías, es la misma
persona de Malaquías 3:1: “He aquí; yo envío mi mensajero, el cual preparará
el camino delante de mí”. El mismo también de Mateo 11:7-10.
E idos
ellos, comenzó Jesús á decir de Juan á las gentes; ¿Qué salisteis á ver al
desierto? ¿una caña que es meneada del viento?
Más ¿qué
salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de delicados vestidos? He aquí, los que
traen vestidos delicados, en las casas de los reyes están.
Más ¿qué salisteis
á ver? ¿un profeta? También os digo, y más que profeta.
Porque éste
es de quien está escrito.
Mateo
11:7-10.
Ahora bien, según hemos señalado en Malaquías 4:6, sólo la primera parte
de este versículo se refiere a Juan el Bautista, sobre quien vino el mismo tipo
de ministerio de Elías. La última parte, obviamente, se refiere a otro
mensajero con el mismo tipo de ministerio, quien en algún tiempo ha de tornar
el corazón de los hijos a los padres. Ellos no serán la misma persona. Serán
diferentes hombres, en diferentes edades. Sin duda que si este hombre
apareciera hoy (como de hecho aparecerá) ciertamente él sería entonces el Elías
de nuestros días, 2000 años después de Juan.
Para poder entender el significado envuelto en Malaquías 4:6, estudiemos cuidadosamente este pensamiento: “Él convertirá el corazón de los hijos a los padres”.
Convertir el corazón de los padres a los hijos, según lo explicó el
ángel, es con el fin de “preparar un pueblo y apercibirlo para la llegada de su
Señor”. En Romanos 9:23 dice: “Y para hacer notorias las riquezas de su
gloria, mostrólas para con los vasos de misericordia que él ha preparado para
gloria”. Estos vasos de misericordia son los ELEGIDOS DE DIOS. ELLOS SON
LOS QUE HAN SIDO, APAREJADOS.
Este ministerio de Juan tuvo que ver con los PADRES de los elegidos.
Algo había que hacer para convertir el corazón de los padres a ellos. Esto
habría de hacerse a través del ministerio de Juan. Y así fue hecho. Porque
cuando Juan apareció, los padres no estaban guardando la Palabra de Dios, sino
la suya propia. Ellos pecaban y a esto lo llamaban justicia. Ellos invalidaron
la Palabra de Dios. Entonces, apareció la voz de Juan en la escena como
tremendo trueno. Salió del desierto vestido de pieles; su apariencia áspera y
muy rústica como espada aguda y muy afilada. Sus maneras bruscas y su lenguaje
tajante, y muy cortante. Él cortaba con la Palabra y con el Espíritu de Dios. Y
sus palabras, siendo más fuertes que los portones del infierno, cortaban los
corazones de los hombres trayéndolos al bautismo de arrepentimiento y a la
certeza de que el MESIAS ya estaba por aparecer.
Este ministerio en el Espíritu que Juan comenzó fue continuado por
Jesús, porque a Juan le convenía menguar y a Jesús crecer. Habiendo convertido
los corazones de los padres a la Palabra escrita no era tan difícil
convertirlos ahora a la Palabra manifestada.
Mas tarde, estos discípulos llegaron a ser los apóstoles, y así se
convirtieron los padres de la iglesia, porque la iglesia gentil está
edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. Efesios 2:19-20: “Así
que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino juntamente ciudadanos con los
santos, y domésticos de Dios; edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”.
El corazón de los judíos está en contra de los gentiles. De suyo propio
ellos nunca hubiesen recibido a los gentiles. Pero este tremendo cambio
impelido por el ministerio de Juan, llevó a los apóstoles a tornarse a los
hijos de Dios, aún cuando fueran gentiles.
Simón ha contado cómo Dios primero visitó á los Gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre;
Y con esto
concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
Después de
esto volveré y restauraré la habitación de David, que estaba caída; y repararé
sus ruinas, y las volveré á levantar;
Para que el
resto de los hombres busque al Señor, y todos los Gentiles, sobre los cuales es
llamado mi nombre, dice el Señor, que hace todas estas cosas.
Conocidas
son á Dios desde el siglo todas sus obras.
Hechos
15:14-18.
Juan había presentado de tal manera la Palabra de Dios que los padres
recibieron la revelación completa del plan de Dios con relación al pueblo
gentil y sus corazones se tornaron a ellos. Pero desde que los padres
durmieron, la iglesia se ha desviado. Nuevamente ha sido abandonada la Palabra
de Dios y en lugar de ella, han aceptado tradiciones. Por tanto tiene, y de
hecho vendrá un hombre, un profeta, sobre quien vendrá ese mismo Espíritu (el
mismo que estuvo sobre Elías, Eliseo, y Juan). La ha de traer la PALABRA. Él
convertirá el corazón de los hijos a los padres, a la Palabra original, tal
como fue predicada al principio, los volverá a las señales que siguen a la
Palabra. Él será el precursor de la Segunda Venida de Cristo, en la cual
Jesucristo habrá de raptar a su novia.
Sí, un profeta ha de venir para llevar a la novia nuevamente a la
Palabra y a las poderosas señales que siguen a los creyentes. De acuerdo con
Revelación 10:7, él tendrá un mensaje, tendrá mucho que hablar. En su mensaje,
que será precursor de la Segunda Venida, le será dado de Dios el poder para
revelar los misterios que han estado ocultos. Esto quizás suene como algo
demasiado grande, y de hecho lo es, pero con todo, tiene que cumplirse. La
razón para que esto tenga que ser así, es tan básica que no necesitaría
explicación. Con todo, será explicada.
El primer mensajero, Pablo, tuvo en sus labios: “Así dice el Señor”, en
las escrituras. Desde entonces no hemos tenido algo parecido, sino meras
interpretaciones y divisiones sobre lo que él dijo.
De hecho, esta presente edad nos trae a la memoria aquellos días cuando
el mismo Jesús dijo que las tradiciones de los hombres le habían quitado el
efecto a la Palabra de Dios. Las denominaciones siempre han torcido la Palabra
de Dios para lograr sus fines y metas ya establecidas en sus libros de textos
hechos por ellos mismo, y por ende, hemos perdido el verdadero significado de
la Palabra.
En los días de Pablo, él dio la interpretación completa, pero se ha
perdido debido a que mentes carnales han tratado de explicarla. Cada grupo que
se ha separado motivado a sus diferencias en cuanto a interpretación, dice que
está en lo correcto y que es guiado por el Espíritu Santo. Algunos ó todos, sin
duda, tienen que estar errados; pues el Espíritu Santo no puede mentir ni
causar división, ni tampoco él tiene una mente variable. Por esta razón, se
hace completamente necesario la aparición de un PROFETA con un “Así dice El
Señor” quien habrá de tornar los corazones de los hijos a la verdad exacta de
los Padres (apóstoles). El permanecer en la Palabra ORIGINAL fue lo que trajo
el poder. Tenemos que volver otra vez al verdadero significado y entonces
permanecer en él... Cuando la novia llegue a ser una NOVIA-PALABRA ella
manifestará las mismas obras que manifestó Cristo. ¡Cuánto anhelamos la llegada
de este Profeta-mensajero, trayendo este mensaje de la Palabra, de modo que
Jesús pueda volver a manifestarse nuevamente entre nosotros, una vez más, a
través de Su Espíritu!
Este mensajero a la edad de Laodicea tendrá que llevar sobre sus hombros
una tremenda carga. Con él sucederá lo mismo que con los demás profetas,
especialmente como sucedió con Moisés. En su tiempo la gente era oprimida bajo
el fuerte yugo de Faraón. Sin duda que para Moisés declararse un profeta y ser
digno de atención y de obediencia a la Palabra que reclamaba traer de parte de
Dios, tuvo, sin lugar a dudas, que poseer un don especial dado por Dios como
vindicación para atraer la atención y el respeto de ese pueblo.
Esto no es difícil de entender. El pueblo hebreo hacía 400 años que no
tenía profeta. Este largo período de tiempo envolvía algunas generaciones sin
ver la dinámica verdad de Dios en su medio, y como consecuencia, había una
crasa ignorancia de los caminos de Dios. Moisés necesitaba una vindicación
sobrenatural de Dios en su ministerio para poder atraer la atención del pueblo
y cautivar sus corazones.
Esta fue la misma situación en que se encontraron Juan y Jesús cuando
vinieron. El pueblo había estado 400 años sin profeta, lo cual, sin duda
alguna, tenía que desembocar en tradiciones que deterioraron completamente la
verdad. ¡Cuán difícil debió haber sido tomar a Israel a la verdad original a
través de un PROFETA!
Por esto, cuando Dios envió a Moisés, le dio dos señales. Si la gente
rehusaba oír la primera, que consistía en la vara convertida en serpiente, entonces
oirían la voz de la segunda, que estribaba en meter la mano en su seno y
sacarla herida con lepra, y luego meterla nuevamente y sacarla completamente
sana. “Si aconteciere, que no te creyeren, ni obedecieren á la voz de la
primera señal, creerán á la voz de la postrera”. Dios dijo que las señales
eran voces. Cada vez que la señal aparecía en el ministerio de Moisés era la
voz de Dios hablando.
Estas señales harán dos cosas: Que algunos vengan, y que otros se
endurezcan aún más. Eso fue exactamente lo que hizo la señal. Eso es lo que
siempre hace la voz de Dios. Atrae a algunos, y ellos se acercan más a la
señal, como hizo Moisés ante la zarza ardiendo; pero por el otro lado, esa voz
mientras está llamando endurecerá el corazón de aquellos que de continuo
resisten a Dios. Así sucedió con Faraón; así sucedió con los Fariseos. Pero eso
no desanimó a Moisés; él siguió adelante; él sabía que Dios estaba en su
llamado, porque la voz que él estaba oyendo era una Voz Escritural. Un
verdadero profeta como Moisés, siempre será uno con la Palabra. La voz que
habló de la zarza habló la Palabra de Dios tal como le fue dada a aquel gran
profeta Abraham. Dijo: “Yo me acuerdo de mi promesa a mi pueblo”. Por
tanto Moisés oyó y obedeció, y al hacerlo trajo la promesa de Dios a la gente
de esa generación.
Ahora bien, cuando Dios habló a través de esas señales, sólo quedó una
puerta abierta. Israel tenía que salir de Egipto, el Éxodo tenía que venir.
También en nuestro día habrá una señal final como vindicación, y también
nuestros días habrán de terminar, el rapto vendrá.
Así como clamó Juan el Bautista: “He aquí el cordero de Dios”,
sin duda que este mensajero a esta última edad también habrá de clamar: “He
aquí el esposo viene”. Así como Pablo declaró los misterios de Dios, los
cuales produjeron tan tremenda fe en la iglesia primitiva, así también ahora,
cuando ese último profeta revele el verdadero significado de lo que Pablo
predicó. Esa misma PALABRA que trajo tan poderosa fe a la iglesia apostólica,
la cual estuvo sólidamente fundamentada en la PALABRA, de igual forma esa
revelación traerá FE a nosotros, y ésta
será FE DE RAPTO, para encontrarnos con el Señor en el aire y para siempre estar
con Él.
Hasta aquí ya hemos presentado los fundamentos de lo que creemos ser la
PROMESA para nuestra edad. Semejante Profeta, según hemos expuesto de las
Escrituras, tiene que aparecer en la escena. No tenemos la menor duda que estos
son los últimos días, pero quizás tengamos alguna duda en cuanto a quién es ese
Profeta. ¿Quién es él? ¿En dónde se encuentra? ¿Quién es ese hombre tan
vindicado de Dios con visiones y maravillas? ¿Quién es ese hombre quien todavía
ninguna de sus revelaciones ha fallado? ¿Quién es ése que guía siempre a la
gente a la Palabra y nunca se aparta de los Escritos Sagrados? A tal hombre
buscamos. El tal tiene que estar en nuestro medio ahora mismo, un profeta de
verdad.
No puede haber la más remota duda de que hay un Profeta-mensajero a esta última edad. La búsqueda de este profeta, entonces, debe ser de supremo e inmediato interés. Si el tal hombre está viviendo en la actualidad, entonces ese hombre ya debe estar ministrando en cierto grado. Tiene que haber un ministerio que lo señale como el mensajero. Así será él conocido.
De acuerdo a nuestro entendimiento de las Escrituras, este hombre no
será reconocido por los sistemas religiosos de su día, por tanto, no lo
busquemos allí. El no será mencionado entre los jerarcas eclesiásticos. De
hecho, él será una persona tan desconocida como lo fue Juan y el mismo Señor. “A
lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. (Juan 1:11). Su nacimiento, de
seguro, será tan humilde como el de los demás profetas. Indudablemente que gran
parte de su ministerio será puesto en duda, mientras que otra parte del mismo,
será bien recibido. Todo esto será cierto si es que él ha de correr fiel a las
Escrituras. Y si él es el mensajero, de seguro que lo será; su ministerio ha de
correr paralelo con el patrón bíblico.
Hay un hombre en el mundo actualmente quien ha sido vindicado
absolutamente por las Escrituras como el Profeta-mensajero a la edad de
Laodicea. ÉL llena todo los requisitos según lo establecido por las Escrituras.
Su ministerio es aceptado en parte, y en parte es rechazado. Su
nacimiento, desarrollo, educación, su predicación, su enseñanza y su ministerio
en el Espíritu, llenan todos los requisitos escriturales, y de igual forma él
es vindicado.
Este hombre es el Rev. William Branham de Jeffersonville, Indiana, en
donde ha vivido la mayor parte de su vida. William Branham nació de una pareja
muy joven el 6 de abril de 1909 en una cabaña hecha de troncos de árboles, muy
humilde, en Berksville, Kentucky. Por dos días consecutivos, su madre quinceañera,
su padre de dieciocho años y los visitantes, vieron una luz blanca que vino y
se posó sobre el niño. Nadie entendía esto ni sabían cuál era el significado de
esta señal.
Hasta donde él puede recordar, él recibía visiones que no podía
entender; con todo, siempre que la visión le hablaba de algún evento futuro,
nunca fallaba en tener fiel cumplimiento, tal y como lo había visto en la
visión.
Un día mientras él cargaba agua para su padre, fue sorprendido por un
raro sonido como de un viento que soplaba sobre las hojas de un árbol en donde
se había detenido a descansar. Él miró hacia arriba, pero no vio ningún
movimiento. Cuando se disponía a irse, el ruido volvió otra vez, pero esta vez
se hizo más fuerte. Mirando hacia arriba vio un torbellino en el árbol y de ese
torbellino salió una voz audible que le habló diciendo: “NUNCA FUMES, NI TOMES
LICOR O EN NINGUNA MANERA DESHONRES TU CUERPO, PORQUE TENGO UNA OBRA PARA TI
CUANDO TENGAS MAYOR EDAD”. Naturalmente esto lo atemorizó mucho y gritando
corrió a su casa. Por alguna causa no pudo decirle a su madre exactamente qué
le había sucedido, entonces su madre llegó a la conclusión de que William era
un muchacho muy nervioso y que necesitaba descanso.
Mas tarde, siendo él como de aproximadamente siete años, una visión le sorprendió mientras jugaba. En ella vio la construcción de un enorme puente que cruzaba el río Ohio de un lado a otro. Vio que mientras los obreros trabajaban, algo sucedió: se desprendió el puente llevando a un número de obreros a la muerte. Veinte años más tarde, mientras este puente era construido exactamente en el sitio donde lo vio en la visión, algo se desprendió del puente ocurriendo así exactamente lo que él había visto en visión veinte años atrás.
Siendo que él no procedía de un hogar cristiano (pues su padre hacía aguardiente), no entendía que Dios estaba tratando con él. Así que cuando era presionado por su padre y compañeros, él intentaba beber, fumar y asistir a bailes, etc.; pero cada vez que lo intentaba, fracasaba, porque en el momento en que él intentaba beber o fumar, oía ese sonido peculiar del viento soplando como un torbellino y sentía la presencia de un ser invisible, lo cual lo atemorizaba grandemente, y tenía que dejar el lugar apresuradamente. Frustrado y nervioso, él trataba de desprenderse de esa vida tan rara en la cual estaba envuelto, pero no podía.
En dos ocasiones, astrólogos se allegaron a él para decirle que había
nacido bajo una señal. Ambas veces le fue dicho que él poseía un don, pero
nunca le dijeron qué era. Uno de ellos lo llevó a las Escrituras para darle
detalles. Estando poco interesado en lo que se le decía, él se mostraba un poco
indiferente. Más tarde pudo entender todo lo relacionado con astrólogos y
mediums, y los reprendió, tomando autoridad sobre ellos en el nombre de Jesús.
Aún cuando todavía no era convertido.
Cuando él tenía alrededor de dieciocho años se fue para el este a
trabajar en un rancho; pero muy pronto la mala noticia de la muerte de su
hermano lo hizo regresar a su hogar. La pena por la muerte de su hermano y la
preocupación por su vida tan rara, produjo en él una condición nerviosa muy
deprimente. Su cuerpo se debilitó mucho, y vino a padecer de apendicitis. Tuvo
que ser operado. En la operación, mientras estaba bajo los efectos de la anestesia
sintió que su vida se iba, y por un espacio de tiempo, su cuerpo sin vida,
yacía acostado sobre la mesa de operación mientras el doctor trabajaba
fuertemente para mantener su corazón latiendo. Fue durante este tiempo cuando
él tuvo una visión sobre el cielo y el infierno. Él clamó a Dios y le prometió
que si le salvaba la vida, le buscaría y le serviría. Para sorpresa de los
doctores, la vida del joven fue restaurada.
Fiel a su palabra, él salió a buscar a Dios. Una noche sintió un hambre
tan grande de Dios, y de una experiencia personal con Él, que se fue solo a una
cabaña a orar. Allí le apareció una cruz formada por una luz, y una voz le
habló en lengua extraña. Luego la cruz desapareció. Él fue sobrecogido de miedo
y asombro. Ya él había aprendido, leyendo en las Escrituras, que habían
diferentes clases de espíritus, por tanto, no sabía si esto era de Dios.
Una vez más volvió a orar a Dios, y nuevamente apareció la cruz formada
por esa luz, y entonces Dios le habló y le dio paz en su corazón. Mientras el
gozo de la salvación inundaba su alma, él corría y brincaba de gozo,
pareciéndole que estaba suspendido en el aire. Él sintió como si un gran peso
le hubiese sido quitado de encima.
Habiendo Dios penetrado en su vida, fue guiado a entender que el
bautismo con el Espíritu Santo era para él. Un día mientras buscaba a Dios,
pareció como si una lluvia celestial cayera sobre él, y verdaderamente cayó
sobre él y penetró hasta lo más profundo de su ser. Él fue completamente lleno
del Espíritu Santo.
Él buscó y encontró excelente compañerismo y enseñanza con los
misioneros bautistas y muy pronto fue ordenado para predicar el evangelio. Dios
le concedió gran éxito, porque a menudo su carpa tenía multitudes de hasta
3.000 personas, y muchos fueron realmente nacidos de nuevo.
Fue durante el mes de junio de 1933, mientras él bautizaba a unos
convertidos en el río Ohio, ocurrió uno de los más tremendos y mejor
documentado fenómeno.
Mientras él bautizaba al converso número diecisiete, ante una multitud
estimada en 4.000 personas, apareció en los cielos una bola de fuego color
ámbar, la cual descendía, produciendo un ruido como de un viento recio, audible
a todos; aquella bola de fuego bajó hacia él y se posó sobre su cabeza.
Mientras unos corrían sobrecogidos de terror, y otros se arrodillaban
pidiendo a Dios misericordia, una voz le habló desde la Columna de Fuego y le
dijo: “Así como Juan el bautista fue el precursor de mi primera venida, tu
mensaje será el precursor de mi Segunda Venida”. Por supuesto, sólo él oyó la
voz, aun cuando los demás pudieron oír el ruido. Esto fue exactamente como
sucedió con Pablo cuando él fue cegado por Dios y oyó Su voz. Los demás oyeron
el ruido, pero no la voz.
Siendo un creyente firme en toda la Palabra de Dios, y estando firme en
el hecho que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos, no vaciló en
orar por los enfermos. Así siempre, a través de su ministerio, ha tratado de
socorrer al caído. Los resultados fueron muy alentadores, de tal forma que el
personal del hospital admitió el poder de Dios, y ellos sabían que siempre que
“el pequeño predicador bautista” visitaba al hospital, alguien iba a ser
sanado.
Estando ya firme en la Palabra de Dios, pudo esperarse que las visiones
cesaran; pero por el contrario, se multiplicaron con resultados todavía más
tremendos para el bien del pueblo de Dios; porque regularmente la visión
señalaba alguna necesidad, la cual iba a ser suplida por Dios, y sin duda,
siempre habría de suceder, sin fallar ni una sola vez. Lo que él veía en la
visión, eso decía, y los resultados siempre eran exactamente aquellos que había
visto en la visión. Era un “Así dice el Señor” literal. Entonces fue cuando se
vio claramente establecido que él tenía que ser uno de los cuales dice la
Escritura: “vuestros jóvenes verán visiones”.
No sólo él veía visiones relacionadas con su ministerio personal, sino
que él también tiene muchas visiones grabadas que tienen que ver con eventos mundiales,
los cuales sucederán antes del retorno de Cristo. Quizás las más sobresalientes
sean las siguientes:
En junio de 1933, cuando el hermano Branham celebraba unos servicios en
la vieja Sala Masónica, en la avenida Meigs, siete eventos de mayor importancia
le fueron mostrados mediante una visión; los cuales han de acontecer antes del
retorno de Jesucristo. Fue en una mañana de junio, poco antes de él salir para
la iglesia a enseñar en la Escuela Dominical, que éstas le fueron mostradas
mientras él estaba en un éxtasis.
Él vio en la visión que Benito Musolini invadiría a Etiopía, y de acuerdo a la voz que le hablaba, Etiopía “caería bajo sus pies”. También la voz profetizó un fin desastroso para este dictador, donde habría de tener una muerte horrible, y su propia gente escupirían sobre él.
La otra visión indicó que América sería inducida a una guerra mundial contra Alemania, siendo cabecilla el austriaco, Adolfo Hitler. La voz predijo que esta terrible guerra destruiría a Adolfo Hitler y lo llevaría a un final misterioso. En esta visión, le fue mostrada la línea Sigfrido en donde el ejército americano habría de pagar un gran precio para obtener la victoria. Sería bueno mencionar aquí que en una visión subsiguiente relacionada a esta guerra, predijo que el presidente Roosevelt habría de declarar guerra contra Alemania y al hacerlo, sería elegido para un cuarto período en la Presidencia.
En la tercera visión le fue mostrado que aunque había tres ISMOS (Fascismo, Nazismo y Comunismo) en el mundo, los primeros dos quedarían en nada, mientras que el Comunismo florecería. La voz le amonestó vigilar a Rusia con relación a eventos futuros, porque tanto el Nazismo como el Fascismo serían absorbidos por el Comunismo.
La cuarta visión que le apareció, fue una en la cual se predijo un
tremendo avance tecnológico, inmediatamente después de la guerra. Esto fue
simbolizado en un carro con forma de huevo y una capota plástica en forma de
burbuja, que corría en una tremenda autopista, el cual era guiado completamente
por control remoto. El auto no tenía conductor, y los que viajaban en él,
aparentaban estar jugando “damas”, una especie de juego que existe.
La quinta visión tenía que ver con la mujer. En esta escena contempló el rápido decaimiento moral de la mujer. Comenzando allá cuando a ella le fue dada, la así llamada libertad, para participar en los asuntos mundiales a través del voto; ella inmediatamente comenzó a usar ropa muy reveladora. Ella se cortó el cabello y adoptó la ropa de hombre. Finalmente la visión se la mostró casi sin ropa, cubierta solamente por un minúsculo delantal del tamaño y forma de una hoja de higuera. Habiendo descendido los valores morales de la mujer a nivel tan bajo, un tremendo decaimiento sobrevino sobre toda carne alrededor de la faz de la tierra, trayendo consigo una perversión semejante a la predicha en la Palabra de Dios.
Entonces, en la sexta visión se levantó en los Estados Unidos una mujer extremadamente bella, vestida con gran esplendor y ejerciendo gran poder. Su semblante era muy hermoso, pero se le veía una severidad que no se puede describir. Hermosa pero cruel, perversa y muy astuta. Dominaba al país con su autoridad, tenía un dominio total sobre la gente. Esta visión parecía indicarle que esta mujer habría de levantarse literalmente sobre América ó que sería tipo de una organización religiosa que Escrituralmente se simboliza con una mujer. Aún cuando la voz no dijo quien era ella, él sintió en su corazón que esta mujer representaba el levantamiento de la Iglesia Católica Romana en los Estados Unidos.
La voz le ordenó mirar otra vez, y cuando así lo hizo, una gran
explosión estalló sobre la nación, dejando la tierra Americana humeando y en completa
ruina. Hasta donde pudo mirar, no vio otra cosa que cráteres, montones de
ruinas humeando sin rastro de vida humana al alcance de la vista. Entonces, la
visión se fue de él.
Algunos estudiantes de las Escrituras le amonestaron diciéndole que sus visiones
no eran inspiradas por Dios. Frecuentemente esto le perturbaba, y en sinceridad
él buscaba a Dios pidiéndole que quitara de él este raro ministerio. Con
todo, las visiones seguían viniendo como antes y siempre cumpliéndose al pie de
la letra. Nadie era perjudicado por ellas, pero por el contrario, el pueblo de
Dios prosperaba a través de ellas. Para entonces, él todavía no se había dado
cuenta que aún el mismo Jesús fue acusado de ser un diablo. Tampoco se daba
cuenta que su ministerio al ser identificado por astrólogos, no era diferente
al tiempo cuando demonios identificaron el ministerio de Pablo.
Los años pasaron y él le servía a Dios de la mejor manera que sus
habilidades se lo permitían, tanto como pastor o como sencillo obrero. Él
trabajaba de guardabosque con el gobierno estatal de Indiana. Un día, mayo 7 de
1946, cuando iba en viaje de cacería con un amigo, mientras él daba la vuelta
alrededor de un árbol de maple, en el patio de su casa, un viento recio comenzó
a estremecer el follaje de aquel árbol. Parecía que el árbol iba a ser
despedazado por aquel viento. Él tambaleó bajo este tremendo impacto. Su esposa
corrió hacia él pensando que se había enfermado. Entonces fue cuando él le
dijo: “Por espacio de veinte años yo mismo no he podido entender este
ministerio. Yo no puedo seguir así. Tengo que encontrar la respuesta. ¿Será
esto de Dios? ¿De qué se trata todo esto? Tengo que saberlo. Me voy, y te dejo
con el niño. No regresaré hasta que encuentre la respuesta. Buscaré a Dios
leyendo mi Biblia y orando, y tengo que hallarlo o no regresaré más”. Esto, sin
duda, era algo difícil de decir y de hacer. ¡Que dedicación a Dios: encontrarlo
o morir!
Estando ya decidido en su mente, se fue solo a buscar a Dios en un lugar
secreto, con firme determinación de saber la respuesta y hallar descanso para
su vida. Escondido de todo el bullicio, se desplomó sobre sus rodillas en
tierra gritando con gran clamor a Dios, pidiéndole que le perdonara por todos
sus fracasos; y fielmente se encomendó a sí mismo a Dios y a su voluntad
perfecta. Cuando ya había derramado su corazón delante de Dios, se sentó a
esperar la respuesta. Como a la undécima hora, vio una luz tenue que aparecía.
Allí estaba aquella gran estrella. No tenía cinco puntas, sino más bien era
como una bola de fuego. Entonces oyó unos pasos que se acercaban, y de
inmediato se le presentó un hombre de gran estatura, quizás de unas 200 libras
de peso, tez oscura, con cabellos que le caían sobre sus hombros. Su rostro no
tenía barba. Cuando enfocó los ojos de este extraño personaje, tuvo miedo. Pero
el desconocido lo miró con ternura y le dijo: “No temas. He sido enviado de la
presencia del Todopoderoso a decirte que tu vida tan peculiar y tus modos tan
malentendidos, han sido para indicarte que Dios te ha enviado a llevar un don
de Sanidad a la gente del mundo. SI ERES SINCERO Y LOGRAS QUE LA GENTE TE CREA,
NADA PODRA HACERLE FRENTE A TU ORACION, NI AUN EL CANCER”.
Luego de
haberle explicado esto al hermano Branham, el ángel prosiguió diciéndole que
como Moisés, a él le serían dadas dos señales muy peculiares; una de las cuales
levantaría la fe del pueblo, mientras que la otra SERIA UNA SEÑAL DE LA SEGUNDA
VENIDA DE CRISTO. La primera señal le sería dada poco tiempo antes que la
segunda, y que sería una señal muy peculiar en su mano. Esta señal sería tal,
que al tomar la mano de una persona que padeciera de una enfermedad causada por
un germen, su mano comenzaría a sudar y a cambiar de color, a través de lo cual
conocería los nombres de las enfermedades. En caso que la enfermedad no fuera
del tipo causado por bacterias, entonces el Espíritu le haría saber por
revelación cuál era el problema. La operación de este don ha sido vista por
mucha gente y es tremendo para levantar la fe. Con todo, el leer meramente
sobre este don sin tener la oportunidad de verlo, es un poco confuso. Sin
embargo, es un don genuino.
La segunda señal que habría de seguirle, sería la habilidad de saber por el Espíritu los secretos de los corazones de los hombres, así como su condición física. También esta señal ha sido vista por innumerable público, y no solamente levanta la fe, sino que dado el caso que esta es una habilidad que pertenece al profeta, es una señal definitiva del pronto retorno de Nuestro Señor.
No tomando mucho tiempo en esparcirse estas noticias, no tardó mucho
cuando el hermano Branham fue llamado de muchas partes del mundo. Él celebró
grandes campañas en toda Norteamérica y en muchas partes del mundo. Algunas de
estas campañas en el exterior fueron de particular interés porque evidenciaron
el poder de Dios en su vida. Por ejemplo, es bien conocido que el Rey Jorge
Sexto de Inglaterra, fue sanado de una enfermedad en su pierna. También una
gran parte de Finlandia conoció la resurrección de un niño mientras él estuvo
allá.
En Durban, África, donde el hermano Branham condujo un servicio, la multitud que se congregó pasó de los 100.000, y en una tarde se estimó que más de 30.000 personas recibieron a Jesús como su Salvador. Este tremendo movimiento hacia Dios, vino a consecuencia de los paganos haber visto el poder de Dios demostrado, quedando establecido delante de ellos que el Dios de los milagros todavía existe, y que Él es el verdadero Dios.
La sanidad fue como sigue: Estando rodeado por predicadores y doctores,
el hermano Branham predicó la Palabra de Dios y luego mandó a pasar a aquellos
que deseaban ser sanados. Entre los que vinieron a la plataforma estaba una
pobre criatura, quien poco tiempo después de haber nacido sufrió una terrible
enfermedad, de tal forma que nunca pudo caminar erecto, sino sobre sus manos y
pies; semejando a un animal mientras se movía. Las personas encargadas de esta
criatura sacaban beneficio exhibiéndolo en las calles como algo curioso. Cuando
él llegó a la plataforma, el hermano Branham vio en visión a este hombre
erguido y completamente normal, sano totalmente por el poder de Dios. Habiendo
tenido esta visión, él retó a los idólatras y a los incrédulos a aceptar al
Señor Jesucristo si este hombre era sano instantáneamente. Multitudes conocían
a este hombre y sabían de su terrible condición. El hermano Branham retó a los
paganos, los miembros de iglesias, a las diferentes tribus, y todos ellos
estuvieron de acuerdo que si este hombre era sanado en el Nombre de Jesucristo,
entonces, sin duda que Jesús era Dios. Tan pronto el hermano Branham oró, el
hombre se paró tan normal como cualquier otro hombre. ¡Cómo el pueblo se
regocijaba y alababa a Dios! Después del llamado al altar, el cual se repitió
dos veces, para que nadie fuera a malentender el significado del mismo, se
estimó que más de 30.000 personas pasaron para salvación, mientras 25.000
recibieron su sanidad.
Al finalizar los servicios en esta ciudad, el alcalde dirigió una gran
caravana en la que había 7 camiones llenos de muletas, bastones y otros
implementos usados por personas paralíticas para andar.
En Bombay, India, en donde se estimó que 400.000
personas vinieron a oír al hermano Branham, él predicó la Palabra de Dios con
autoridad, diciéndoles que ellos eran muy supersticiosos y que sus dioses no
tenían poder alguno. Para aclarar el asunto, él tomó al principal mendigo de la
ciudad, el cual había quedado ciego de tanto mirar al sol, al cual ellos
adoran. Este hombre era conocido por la mayoría del pueblo. El hermano Branham
lo vio en visión, vio donde vivía y cómo había quedado ciego. En unos minutos
él sabía toda su historia personal, lo cual manifestó a la congregación. Todos
se quedaron sorprendidos, pero este asombro no fue tan grande como el que
produjo el reto que lanzó el hermano Branham a todos los sacerdotes para que vinieran a orar a sus dioses para que sanaran a
este pobre pordiosero. Él retó a los Budistas y a todos los líderes religiosos.
Nadie contestaba su llamado. Cuando todos habían rehusado, entonces les dijo:
“Sus sacerdotes y sus líderes se han negado a venir en nombre de sus dioses, yo
vengo en el Nombre de mi Señor Jesucristo. Con su actitud, ellos han afirmado
que sus dioses no pueden sanar a este hombre, pero mi Dios si puede hacerlo.
Ahora bien, si oro a mi Dios y este hombre es sanado, ¿abandonarían Uds. todos
esos dioses que no tienen ningún poder, y aceptarían a Jesús como su Salvador?”
La multitud estuvo de acuerdo y aceptó el reto. De acuerdo con la visión que el
hermano Branham había tenido de este ciego, tomó en sus manos a este pobre
mendigo y oró por él. De repente este hombre gritó de alegría diciendo que
podía ver y lo demostró por sus acciones. La multitud se alborotó y corriendo
hacia la plataforma trataban de acercarse al hermano Branham para tocarlo y ser
sanados.
El hermano Branham confundió a unos hechiceros que trataron de frustrar
su ministerio cuando estuvo en Alemania. Ellos lograron traer una nube negra
sobre la carpa con la fuerza de un huracán, la cual hubiera hecho pedazos la
carpa. El hermano Branham se paró en la plataforma, y en el Nombre de Jesús
reprendió ese poder maligno y la nube se disipó inmediatamente y el sol volvió
a brillar.
Quizás una de las más fascinantes manifestaciones de su ministerio
público en América, fue lo que sucedió en Portland, Oregon. En esta ciudad
había un hombre de gran estatura y de tremenda fuerza, quien debido a su
condición evidente de ser un endemoniado, le gustaba interrumpir los servicios
Evangélicos. Él había tenido éxito haciendo esto cada vez que asistía a un
servicio. Cuando el hermano Branham vino a esta ciudad a predicar en un vasto
auditorio, este hombre se apareció mientras él predicaba, y con ademanes
rabiosos y desafiantes se subió a la plataforma. Moviendo sus puños, amenazaba
al hermano Branham, tratando de pegarle. Lo llamó engañador, serpiente,
mentiroso, diciendo que el hermano Branham era un instrumento del diablo.
El hermano Branham estaba predicando sobre el poder de Dios. Cuando la
policía iba a intervenir, él no quiso, estando dispuesto a encarar el reto
solo. El hombre se acercó un poco más en forma amenazante. A la audiencia se le
dijo que se mantuvieran quietos y en oración. Por alguna razón, este vicioso hombre
no podía acercarse al hermano Branham, sino que lo insultaba desde algunos
metros de distancia. Entonces el hermano Branham con gran calma dijo: “Satán,
por cuanto te has atrevido a desafiar al siervo de Dios frente a esta
congregación, tendrás que postrarte delante de mí. En el Nombre de Jesús,
caerás a mis pies”. Fuerte como era este hombre y tan decidido y feroz,
lentamente comenzó a desmayar, sus fuerzas comenzaron a dejarlo, grandes gotas
de sudor caían de su frente. Frustración y temor sobrecogieron a este hombre, y
en su rostro se notaba la gran batalla que se libraba en su interior. Dos
fuerzas contrarias se habían encontrado, y una se veía ceder frente a la otra,
la cual respondió inmediatamente al clamor del Glorioso Nombre de Jesús.
Entonces con movimientos bruscos, parecidos a los de una serpiente, cayó
indefenso y sin poder moverse, a los pies del hermano Branham. Hombres fuertes
tuvieron que sacarlo de la plataforma. Luego el servicio continuó con la misma
demostración del poder de Dios.
Un sin número
de maravillosas y tremendas visiones han pasado frente a los ojos de este
profeta de Dios. Las siguientes son muy sobresalientes e iluminadoras:
Una noche, poco después de su conversión, él regresaba de orar de un
sitio secreto que tenía, debajo de un árbol de arce en donde anteriormente
había estado orando secretamente. Fue entre la una y las tres de la madrugada.
Su madre y su padre le oyeron cuando entraba a su cuarto, y lo llamaron
diciéndole que su hermana estaba enferma. El entonces fue y arrodillándose oró
por ella y se volvió a su cuarto.
Al entrar a la habitación oyó un ruido como cuando dos cables eléctricos
rozan, produciendo un arco ó chispa. Para ese tiempo trabajaba de probador de
líneas, y pensó que quizás había un cortocircuito en algún lugar de la casa;
pero de repente el ruido se cambió por una luz que llenó el cuarto. Entonces le
pareció que caminaba por el aire. Esto lo atemorizó mucho y llegó a creer que
se estaba muriendo. Luego, notó que aquella luz lo había rodeado. Mirando hacia
arriba, vio una gran estrella que se acercaba a él. Entonces le pareció que no
podía respirar ni hablar. Luego la estrella bajó y se posó sobre su pecho.
De inmediato el escenario cambió; y se encontró en una loma muy verde,
teniendo al frente un jarro viejo, cuadrado y bastante antiguo, dentro del cual
se hallaba una especie de mosca tratando de escaparse. Cuando él volteó para
mirar hacia su derecha, vio que allí estaba el poderoso ángel mirándolo.
Entonces el ángel le dijo: “Observa bien lo que te voy a mostrar”.
Después de esto, el hermano Branham vio cuando un brazo lanzó una piedra
y rompió el jarro. La mosca trató de escaparse. Pero no podía volar; su cuerpo
era demasiado pesado para tan pequeñas alas. De aquella mosca salieron otras
moscas, y una de ellas voló a su oído. El ángel le dijo: “Estas moscas que has
visto representan malos espíritus, tales como espíritus de adivinación y
sortilegio”.
Luego le amonestó: “Ten cuidado”. Esto se repitió tres veces. Pasado
esto, el hermano Branham volvió en sí nuevamente. Aquella noche no pudo dormir
más, y al otro día anduvo con mucho cuidado, velando en todo lo que hacía,
esperando que algo sucediera en cualquier momento. Todo esto era nuevo para él,
pues esta fue su primera advertencia por visión.
Al mediodía fue a un colmado (abasto) a comprar su almuerzo. Allí
trabajaba un cristiano que el hermano Branham hacía poco lo había guiado al
Señor. Este se había convertido en una gran ayuda para él, en la obra del
evangelio. Mientras compraba, le relataba la visión a este hermano, cuando
repentinamente una dama entró al colmado (abasto).
Inmediatamente el hermano Branham sintió una rara sensación y supo que un
espíritu extraño había entrado. El se lo dijo al hermano George DeArk, su
amigo. Aquella dama se dirigió hacia Ed DeArk, hermano de George, y le dijo:
“Yo busco a un hombre de apellido Branham. Yo he sabido que él es un hombre de
Dios”. Entonces Ed llamó al hermano Branham. Cuando él se presentó delante de
la señora, ella le preguntó: “¿Es Ud. William Branham, el profeta de Dios?” Él
le contestó: “Yo soy William Branham”.
Ella entonces le preguntó, “¿Es Ud. el que obró aquel milagro en el
Señor William Merril en el hospital y sanó a Marry O' Honion, después de 17
años de estar paralítica?” Él le contestó: “Yo soy William Branham; Jesucristo
los sanó a ellos”. Entonces ella le dijo: “Yo he perdido una propiedad, y deseo
que Ud. me la localice”. El hermano Branham no entendió lo que ella le quiso
decir con relación a esa propiedad, pero supo que Satán la había enviado con
este mensaje.
Él le dijo: “Señora, Ud. se ha equivocado de persona: quizás Ud. ande
buscando un adivino o un médium espiritista”. Ella se volteó y le dijo: “¿Y Ud.
no es un médium?” Él le contestó: “No, los médium son del diablo, y yo soy un
cristiano y tengo al Espíritu de Dios”. Cuando oyó esto, ella lo miró
fríamente. Antes de que ella dijera algo más, él oyó al Espíritu de Dios que le
dijo que ésta era una médium, y que era la mosca que había volado a su oído en
la visión. Él le dijo: “El Señor envió su ángel anoche para avisarme de su
venida y para que tuviera cuidado. Yo le doy gracias a mi Señor, por su mano
protectora. Este trabajo en el cual Ud. está, es del diablo, y Ud. ha venido a
contristar al Espíritu”. Ella entonces sintió algo en su corazón y le pidió que
le diera alguna medicina. El hermano Branham le respondió: “Señora, deje de
hacer esas cosas, y su corazón estará bien”. Ella salió del colmado (abasto) y
caminó una corta distancia cuando sufrió un ataque del corazón y allí mismo
murió tirada en la acera.
Unos días después, el hermano Branham hablaba del amor de Cristo a unos
mecánicos en un garaje en la misma ciudad de New Albany, y también les contó
sobre la visión. Cuando ya estaba para pedirles que oraran y entregaran sus
corazones al Señor, el dueño del garaje vecino le dijo: “Billy, tú eres bien
recibido en mi garaje, pero cuando entres deja afuera esa religión fanática”. El
hermano Branham le contestó: “Señor, en donde Cristo no es bien recibido, yo no
entraré. Yo lo que les hablo es aquello que es verdadero, lo cual Dios me ha
revelado”.
Después que este hombre dijo esto, se rió burlonamente, y dándole unas
palmaditas en la espalda al hermano Branham, se fue del sitio. Pero antes que
él pudiera entrar a su garaje, su propio yerno, retrocediendo con su camión
cargado, lo arrolló destrozándole las piernas con las ruedas.
Dos días después, mientras predicaba al aire libre en una calle de la
ciudad, una dama que tenía su mano manca, le dijo: “Sé que la unción de Dios
está sobre ti, recuerda mi mano manca cuando ores. La he tenido en esta
condición por varios años”. Él le contestó: “Si Ud. cree de veras, estire su
mano, porque Jesucristo la ha sanado”. Inmediatamente su mano se enderezó. La
pobre mujer gritaba de gozo mientras de rodillas daba gracias a Dios quien la
había sanado.
Una mujer parada a su lado dijo: “Si esa religión que predica Billy
Branham es la verdadera, yo no quiero tener nada que ver con ella”. Pero,
mientras ella volteó para irse, algo raro sucedió. Tropezó con unas planchas y
cayendo al piso se fracturó su brazo en 15 sitios. El brazo roto fue el del
mismo lado en que la otra señora había sido sanada.
En otra ocasión, el hermano Branham estaba nuevamente en la casa de su madre. Esta visión, al igual que la mayor parte de las que ha tenido, vino a él como a las dos o tres de la madrugada. En la visión le pareció encontrarse en un bosque caminando sin saber hacia donde se dirigía. De momento, él oyó un quejido muy conmovedor. Le pareció como si estuviese oyendo el balido de una ovejita. El se preguntaba: “¿Dónde estará esa ovejita?” Entonces comenzó a buscarla en medio de la niebla y la oscuridad. Al principio creyó que lo que oía era: “Bah-h-h, Bah-h-h”. Pero cuando el sonido se acercó más, le pareció a una voz humana diciendo: “Mi-l-l-town, Mi-I-I-town”.
El hermano Branham nunca había oído mencionar ese nombre anteriormente;
y luego de esto, salió de la visión. Entonces comenzó a decirle a los suyos que
en algún lugar había una ovejita del Señor en apuros y que era cerca de un
lugar llamado Milltown. Un hombre llamado George Wright, quien asistía a la
iglesia del hermano Branham, dijo que conocía un lugar llamado así, y estaba
cerca de donde él vivía. Entonces el sábado siguiente fueron a Milltown.
Al llegar al sitio, él miró a su alrededor, pero sin poder imaginarse
para qué el Señor lo quería allí. Finalmente decidió celebrar un servicio al
aire libre frente a una tienda. Teniendo el hermano Wright que hacer una
diligencia, le pidió al hermano Branham que fuera con él. El hermano Branham le
dijo que sí iría con él. Se montaron en el auto y se dirigieron al sitio
atravesando una loma. Mientras iban, el hermano Branham vio una iglesia
bautista bastante grande, situada al lado de un cementerio. El hermano Wright
le dijo que esa iglesia ya no la usaban, sino sólo para funerales. Tan pronto
le dijo eso, el hermano Branham sintió algo en su corazón. Allí era donde el
Señor lo quería. Cuando le dijo esto al hermano Wright, éste fue a buscar las
llaves de la iglesia para que la pudieran ver por dentro. Mientras el hermano
fue a buscar las llaves, el hermano Branham se sentó en las escaleras y oró de
esta manera: “Padre celestial, si éste es el lugar donde tú quieres que yo
esté, permite que las puertas se abran”.
Así lo permitió el Señor, y anunciaron un servicio. Pero no tardó mucho
en darse cuenta que tendría bastante dificultad, debido a que las iglesias de
aquel lugar habían enseñado a la gente en contra de la Sanidad Divina.
Al primer hombre que el hermano Branham invitó, le dijo: “Estamos muy
ocupados para asistir a esos avivamientos; nosotros criamos gallinas y no
tenemos tiempo para eso”. Sin embargo, poco después, este hombre murió; así que
tampoco pudo seguir criando gallinas.
El siguiente sábado, comenzaron el avivamiento. Sólo cuatro personas
asistieron, y ellos fueron la familia Wright. La noche siguiente fue un poco
mejor. La tercera noche, entró un hombre de áspera mirada, sacudió la ceniza de
su pipa y se sentó en un asiento de la parte de atrás y le preguntó al hermano
Wright: “¿Dónde está ese pequeño fanfarrón? Quiero darle una buena mirada”. El
hermano Wright pasó al frente y le dijo al hermano Branham que un caso difícil
se había presentado; sin embargo, antes de terminar el servicio aquella noche,
este hombre estaba en el altar llorando delante del Señor. Su nombre es William
Hall, y él es pastor de esa iglesia ahora. Mucha gente se estaba reuniendo y el
hermano Branham les hizo mención de la visión que había tenido. Entonces el
hermano Hall pasó al frente y dijo: “Hermano Branham, al otro lado de la
montaña vive una muchacha que ha estado leyendo su libro: ‘Jesucristo es el
mismo ayer, y hoy, y por los siglos’. Ella ha estado postrada por ocho años y
nueve meses, y nunca se ha levantado de su cama. Se encuentra tuberculosa, y
los doctores han dicho en años atrás que no hay esperanza para ella. Cada día
se enflaquece más y actualmente pesa unas 40 libras. Ella tiene 23 años. La
muchacha ha estado llorando y suplicando para que Ud. venga donde ella, pero
sus padres son miembros de una iglesia de aquí, en donde han amenazado con
excluir de su membresía al que vaya a escucharle a Ud. ¿Irá Ud., hermano
Branham?”
El hermano Branham contestó: “Yo voy si Ud. logra convencer a sus
padres”. El hermano Branham sintió que Dios lo estaba dirigiendo hacia ese
sitio. El nombre de la joven era Georgie Carter, y su padre era superintendente
de una cantera. Su madre le mandó a decir al hermano Branham, que él podía
venir a ver a la muchacha, pero que ni ella ni su esposo estarían en la casa
mientras él estuviera allí.
Cuando él entró a la casa, vio su librito en la cama y le preguntó:
“¿Crees lo que has leído?” Ella le contestó: “Lo creo, señor”. Dijo esto en voz
tan baja que el hermano Branham tuvo que acercarse para poder oír lo que decía.
Para ese tiempo el hermano Branham no conocía lo que ahora conoce acerca de
Sanidad Divina, sino que oraba por los enfermos que veía sanados en visión. Él
le contó sobre una muchacha de apellido Nale, la cual había sido sanada, y le
sugirió que orara para que Dios lo dirigiera por medio de una visión a orar por
ella. (Más tarde, por supuesto, aprendió que todos pueden ser sanados creyendo
a la Palabra, aún cuando todavía Dios le sigue dando visiones sobre las
sanidades).
Los servicios siguieron, Dios continuó bendiciéndolos hasta el punto que
ya se reunían algunos cientos de personas. Un día el hermano Branham tuvo un
servicio bautismal en Totton Ford, en Blue River. Aquella tarde debía bautizar
de 30 a 40 personas. Poco antes, en esa misma localidad, un ministro tuvo un
servicio y había predicado en contra del bautismo por inmersión; pero aquella
tarde Dios demostró su poder en tal manera que unas quince personas de la
iglesia de este ministro pasaron adelante para ser bautizadas con la misma ropa
que llevaban puesta.
Toda aquella semana, Georgie la había pasado orando: “Oh, Señor, envíame
al hermano Branham otra vez; muéstraselo por visión para que yo sea sana y me
pueda bautizar con el resto de ellos”. Cuando el día de los bautismos llegó,
ella estaba que no podía descansar más, con todo seguía clamando. Su madre
trataba de calmarla, pero ella estaba tan desesperada que no podía ser
consolada. Después que los bautismos hubieron terminado, el hermano Branham se
fue a la casa del hermano Wright para cenar allí. El hermano Brace, quien había
estado presente en el cumplimiento de la otra visión, también le acompañó. El
espíritu le habló al hermano Branham diciéndole: “No comas, sino ve al bosque a
orar”. Entonces el hermano Branham dijo: “voy a orar un rato, pero cuando la
cena esté lista, suenen la campana y yo vendré”. Luego el hermano Branham se
fue a orar al bosque a cierta distancia del lugar, pero le fue difícil hacerlo,
ya que había muchos cadillos que se le pegaban en la ropa; se mantenía pensando
que tal vez podía hacérsele tarde para el servicio de la noche. Sin embargo, se
mantuvo orando con todo su corazón, y pronto se halló perdido en el Espíritu.
Finalmente oyó una voz que llamaba de entre los árboles en alguna parte del
bosque. El se levantó, ya el sol se había ocultado y se hacía de noche; la
campana de la cena había sonado, pero él no la había oído, y entonces los
hermanos enviaron a buscarle. Al levantarse vio una luz amarillenta que venía
del cielo y alumbraba hacia el bosque. Entonces una voz habló diciéndole: “Pasa
por el camino de los Carter”. Eso fue todo. Entonces él oyó voces que salían de
diferentes partes del bosque diciendo: “Oh, hermano Branham”. Entonces comenzó
a salir del bosque y casi cayó en los brazos del hermano Wright. El hermano
Wright le dijo que hacía una hora que la cena estaba lista, y por eso lo habían
salido a buscar. “¿Qué ha pasado?” Le preguntaron ellos.
El hermano Branham les contestó: “No puedo cenar. Vamos a la casa de los
Carter. El Señor me ha enviado a ese sitio para la sanidad de Georgia”. El hermano
Wright dijo: “¿Estás seguro?” Entonces llamó al hermano Brace y luego se
montaron en el auto y se dirigieron hacia la casa de los Carter, la cual estaba
a unas siete millas de distancia. Antes de salir le dijeron a los demás que
cenaran y se fueran a la iglesia, ya que ellos no podían esperar, porque la
visión le había mostrado al hermano Branham que fuera de inmediato.
Dios estaba obrando en ambos extremos de la línea. Fue como cuando el
ángel le habló a Pedro; la gente se había reunido en la casa de Marcos y todos
estaban orando. Georgia ya estaba extenuada. La madre estaba tan deprimida que
se fue a su cuarto a orar. Ella oraba: “Señor, ¿qué voy a hacer? Ese hombre
llamado Branham ha venido a perturbar a mi hija, y ella ya lleva nueve años en
esta situación. ¿Quién es este hombre, Señor?” Luego de haber dicho esto, ella
cayó perdida en el Espíritu de oración, y oyó una voz que le dijo: “Mira hacia
arriba”. Al levantar su rostro, creyó ver una sombra sobre la pared, y vio que
era una persona parecida al Señor Jesús. Ella le preguntó: “Señor, ¿qué puedo
hacer?” En la visión el Señor le dijo: “¿Quién es este que entra por la
puerta?” Entonces ella vio al hermano Branham y a dos hombres que le seguían.
Ella reconoció al hermano Branham por su frente alta y por la forma de cargar
la Biblia sobre su pecho. Entonces comenzó a gritar: “¡Yo no estoy soñando, no
estoy soñando!” Entonces corrió hacia el otro cuarto y dijo: “Georgia, algo ha
sucedido”. Entonces ella comenzó a contarle la visión. Cuando casi había
terminado de contar la visión, oyó que alguien abría la puerta. Ella miró y era
el hermano Branham que acababa de llegar. El no tocó la puerta, simplemente la
abrió y entró. La madre cayó sobre la silla, casi desmayada. El hermano Branham
entró directamente hacia el cuarto donde estaba Georgia y se paró junto a la
cama y le dijo: “Hermana, ten buen ánimo; Jesucristo, a quien tú has servido y
has amado y le has orado, ha oído tus ruegos y me ha enviado de acuerdo a la
visión. Ponte sobre tus pies, porque El te ha sanado”.
El hermano Branham la tomó de la mano. Recuerden, ella no se había levantado de su cama por nueve años. La madre apenas podía moverla de tantas dolencias que tenía; su cabeza casi se veía cuadrada; sus ojos estaban muy hundidos y sus brazos parecían palos de escobas en sus partes más anchas. Pero cuando el hermano Branham le dijo que Jesucristo la había sanado, inmediatamente se levantó y se puso sobre sus pies. Su madre comenzó a gritar. Ella estaba viendo a su hija por primera vez parada sobre sus pies, caminando por el cuarto, no por su propia fuerza, sino bajo el poder del Espíritu Santo, sin ningún soporte humano. Cuando el hermano Branham se disponía a irse de la casa, la hermana de Georgia entraba corriendo; y ella también comenzó a gritar.
Más tarde, cuando el padre llegó y vio a su hija sentada al piano tocando, poco le faltó para desmayarse. El entonces se fue al pueblo y comenzó a testificar a todo el que encontraba. La muchacha salió al patio y se sentó sobre la grama y comenzó a bendecir la grama y las hojas; y levantando sus ojos al cielo bendecía a Dios, diciendo: “Oh Dios, cuán bueno Tú has sido conmigo”. ¡Estaba tan contenta!
Aquella noche la iglesia se llenó de gente. Al llegar el domingo había
otro servicio bautismal, y tanto Georgia como la otra muchacha de apellido
Nale, fueron bautizadas en Totton Ford aquel domingo. Georgia ahora, es la
pianista en la iglesia bautista de Milltown, y goza de perfecta salud.
Estos son sólo dos casos tomados de un gran número; pues han habido millares de visiones con relación a sanidades que han tenido lugar en la plataforma. Todavía no ha habido un error en cuanto a su veracidad, ni tampoco lo habrá.
Aquellos que han estado en los servicios del hermano Branham, saben que a menudo él dice: “Así dice el Señor”. Cuando así lo hace, aquello a lo cual se refiere, llegará a suceder. Nunca hay error en esto. Si no dice esas palabras, es que no ha habido visión para indicar con la seguridad positiva lo que va a suceder. Para ilustrar esto, de modo que pueda ser mejor entendido, pongámoslo de la siguiente manera: Aquí están dos paralíticos parados frente a él. Delante de ellos él repite la visión que le dice quienes son estos hombres, de donde vienen y qué causó su condición de parálisis; después, puede que diga a uno de ellos (una vez terminada la oración): “Regrese a su casa creyendo”; y al otro: “Así dice el Señor, Ud. ha sido sanado”. Esta última persona se levantará inmediatamente, ó si Dios escoge sanarle un poco más tarde, eso no hace diferencia, porque la persona, sin duda alguna, sanará. Para el primer caso no tuvo ninguna visión, no vio a este enfermo sanar, pero en el segundo caso, tuvo una visión en donde vio al enfermo caminando. Cada visión llega a cumplirse tal como él la ve.
He aquí otro ejemplo de esto. En una ocasión vino un hombre ciego para
recibir la oración. Mientras oraba, el hermano Branham dijo: “Así dice el
Señor, Ud. ha sido sanado”. El hombre se fue a su casa tan ciego como antes de
orar por él. Este hombre entonces fue a uno de los del grupo del hermano
Branham diciéndole que él estaba confuso con relación al cumplimiento de esa
profecía. Ellos volvieron a oír la grabación en donde estaba la oración, y
efectivamente la visión había indicado que el hermano Branham había dicho: “Así
dice el Señor, Ud. ha sido sano”. El entonces animó a este hombre a que creyera
a Dios, diciéndole que era cierto, y que con él sucedería como en el caso de
Abraham, al cual Dios le dijo: “Te he hecho padre de naciones... y te
multiplicaré”. En su caso esto significaba: “Yo te he sanado, cree que ya está
hecho”. El hombre “se alegró y se fue glorificando a Dios por su sanidad. Él
vendía periódicos para poder vivir, y cuando terminaba de pregonar su
periódico, seguía alabando al Señor por su sanidad.
En una ocasión mientras este hombre se afeitaba, el barbero mencionó el
tema de su sanidad (pues él seguía alabando a Dios a voz en cuello por haberle
sanado, aún cuando continuaba ciego) y del Rev. Branham. El hombre ciego le
dijo: “Sí, yo sé todo eso; estuve allí y él oró por mí, y gloria a Dios, yo
estoy sano”. Tan pronto él dijo esto, fue totalmente sanado, y salió corriendo
rebosando de alegría y glorificando a Dios.
En enero de 1950, mientras el hermano Branham celebraba algunos
servicios en Houston, Texas, ocurrió un evento muy sobresaliente, el cual
estableció para siempre la verdad de la Luz que acompañaba su ministerio.
Sucedió que un enfurecido ministro bautista acusó al hermano Branham de haber
insinuado que él sanaba a los enfermos. También decía este ministro opositor,
que la Sanidad Divina no era para este tiempo. Fue tanta su insistencia que
algunos del grupo del hermano Branham decidieron aceptar un debate. Sin duda que el
anuncio de este debate tomó gran prominencia en las noticias del periódico de
la ciudad. Con este debate, el cual degeneró en un drama de bajo calibre, el
Rev. Best (el opositor) pidió a sus fotógrafos que lo retrataran mientras él
ponía su puño debajo de la nariz del evangelista Bosworth. Finalmente, cuando
el Rev. Best y su grupo vieron que no habían podido ganar ningún argumento en
el debate; sino, por el contrario, la audiencia favorecía al evangelista
Branham y su grupo, con todo, este ministro bautista siguió insistiendo para
que el hermano Branham pasara al frente. El hermano Branham es un hombre
humilde y a la vez entendido. Él sabía que si la demostración del poder de Dios
no hacía que la persona creyera, un debate o algún argumento tampoco lograría
convencer a tal persona; pero finalmente pasó al frente. Mientras estaba parado
en el púlpito los fotógrafos tomaron una fotografía más del hermano Branham. Al
tomarse esta última fotografía, muchas personas (no todos) vieron una luz muy
brillante posarse sobre la cabeza del hermano Branham. Cuando la película fue
revelada en el estudio, las fotos tomadas al Rev. Best estaban totalmente
negativas, sólo la que le fue tomada al hermano Branham salió clara y con una
luz sobre su cabeza. Esta fotografía fue llevada al Señor George Lacy, quien
era Jefe de los laboratorios del F.B.I. (Oficina Federal de Investigación). Él
dio dos declaraciones juradas de que el negativo no había sido alterado y que
no había doble exposición; que se había sometido a todos los exámenes
conocidos, y el veredicto final fue que era una foto genuina y sin ninguna
clase de retoques. Él, personalmente, indicó que esta fotografía era la única
en el mundo entero, donde aparece la imagen genuina de un ser sobrenatural.
Siendo cierto el hecho de que pudieran escribirse volúmenes del
ministerio privado de este hombre, y no disponiendo nosotros del suficiente
espacio para continuar, sería mejor relatar aquellas cosas que le han
acontecido en su ministerio, pero que han sido vistas por algunos de sus
compañeros.
El hermano Branham ama la naturaleza. Él practica la caza y la pesca,
monta a caballo y camina por millas. De modo que las siguientes narraciones
tendrán que ver con bosques y montañas, lo cual él ama tanto.
Un día el hermano Branham, acompañado de los hermanos Banks y Lyle Woods
(dos hermanos que anteriormente habían sido Testigos de Jehová) salieron hacia
Dale Hollow, Tennessee, a pescar. En la mañana, cuando estaban pescando, Banks
y Lyle comenzaron a hablar sobre una señora muy anciana que pertenecía a la
iglesia de Dios, la cual acostumbraba a darles pan con leche para comer.
Mientras ellos pensaban sobre la caridad de esta mujer cristiana, Banks dijo a
Lyle que ellos deberían visitarla para ver cómo estaba y también para decirle
que ellos habían sido salvos y que estaban tratando de servir al Señor lo mejor
que podían. Cuando él terminó de decir esto, el Espíritu de Dios se movió sobre
el hermano Branham atrayendo su atención, y una voz dijo: “Así dice el Señor,
en las próximas horas habrá la resurrección de un animalito”. Inmediatamente el
hermano Branham pensó en un gatito que su hijito José había apretado con mucha
fuerza, jugando con él, y lo había tirado contra el piso. Él pensó si quizás ya
el gatito había muerto y que la oración de fe lo devolvería vivo a su dueño.
Ya hacía algunas horas que ellos estaban pescando, cuando Lyle pescó un
pececito. El pez era muy pequeñito, no obstante, se había tragado la carnada y
el anzuelo. No habiendo manera de extraerle el anzuelo, Lyle le dio un
tirón y sacó el anzuelo juntamente con los intestinos y las agallas del
pececito. Al tirarlo al agua le dijo: “Pececito, ésta fue tu última carnada”.
El pequeño pececito hizo sus últimos movimientos y cayendo de lado al agua se
quedó flotando, siendo llevado hacia la orilla por el movimiento de las olas.
Pasados unos 30 minutos, el hermano Branham sintió una rara sensación.
Dio una mirada a los árboles que estaban a la orilla, y de allá venía
moviéndose, a manera de torbellino, un viento recio, y el Espíritu de Dios le
habló nuevamente: “Ponte sobre tus pies, habla a ese pececito, y volverá a
vivir”.
Inmediatamente se puso de pie y exclamó: “Pececito, te devuelvo la
vida”. Aquel pececito muerto que flotaba hacía unos minutos atrás, recibió
vida, y moviéndose ligeramente se zambulló en la profundidad del lago. Banks
Woods habiendo experimentado el asombro del milagro, dijo como los apóstoles
del pasado en el monte de la transfiguración: “Es bueno que nos quedemos aquí”.
Lyle se sintió preocupado y dijo: “Hermano Branham, eso fue por mí, ¿no es
cierto?”
“No”, respondió el hermano Branham, “no lo fue”.
Estos hombres fueron testigos confiables de este evento tan estupendo.
¿Por qué quiso Dios resucitar ese pececito? ¿Acaso no había cientos de
personas enfermas en la lista de espera del hermano Branham aguardando la
humilde oración del siervo de Dios? ¿No hubiese sido mejor levantar a un
paralítico de su silla de ruedas, o quizás sanar un cáncer, para la gloria de
Dios? Sí, Él quiere levantarlos y sanarlos, pero la resurrección de este
pececito demuestra que Dios es Dios de toda la creación, grande o pequeña. Como
Él Mismo ha dicho que Sus ojos velan por el gorrión, velan por el más
insignificante. Él cuida de su creación. A todos ama.
El hermano Branham siempre ha sido muy piadoso. Cuando su madre murió, sintió la pérdida profundamente en su corazón, pero el Dios de toda consolación le consoló durante esta amarga experiencia. Como un padre cariñoso que sabe consolar a su hijo en el dolor, Dios le dio una visión relacionada con un futuro viaje de cacería al Canadá. Él relató toda la visión a su congregación en Jeffersonville Indiana, muchos meses antes de que llegara a suceder.
En la visión él estaba de cacería en algún lugar del norte de América.
No le fue posible decir exactamente el sitio, pero sí sabía qué clase de animal
habría de cazar. Uno de los animales que le fue mostrado parecía un venado,
pero era mucho más grande que éste. El nunca había cazado, ni aún visto uno
parecido en toda su vida. Cuando salió a cazar a este animal, le acompañaban
dos hombres; uno de ellos tenía una camisa de cuadros verdes. Mientras buscaba
con mucho cuidado al animal parecido a un venado, haciendo el menor ruido
posible; de momento vio un casar de la especie, muy parecidos al siervo. Luego
de ponerse en posición para hacer un buen tiro, disparó y mató al animal, y al
examinarlo, vio acercarse la mano de un niño y medir el largo de los cuernos;
la cinta midió exactamente 42 pulgadas.
Mientras cargaba su trofeo, vio un gran oso pardo, y también lo mató de
un solo disparo. Mientras miraba al oso que yacía en tierra, se preguntaba cómo
había sido posible que él matara esta clase de animal con un rifle de calibre
tan pequeño. El calibre del rifle era demasiado pequeño para matar a este
animal tan enorme; era un rifle 270 con bala 130. Después de despellejar al
oso, desapareció la visión.
Como un mes más tarde, un amigo lo invitó a cazar osos y alces, pero la
invitación no le pareció concordar con la visión, ya que los cuernos del alce son
diferentes a los del animal que él había visto en la visión, los cuales eran
muy parecidos a los del ciervo.
Un mes después de esto, él recibió otra invitación de Bud (Harvey)
Southwick, guía de primera clase de la autopista de Alaska, para ir de cacería
con el hermano, Eddie Byskal, pastor del guía. El hermano Branham había estado
anteriormente en este lugar en viaje de cacería, y mientras estuvo allí, ayudó
a un muchacho a recobrar su salud. La sanidad ocurrió de la siguiente manera:
El fuerte St. John, está al extremo norte, arriba, en el Yukon, en donde
realmente el sol no se pone; sólo se torna nebuloso. De esta manera los
cazadores tenían suficiente tiempo para hablar de las cosas del Espíritu. El
Rev. Byskal le estaba contando a Bud acerca de las campañas del hermano
Branham; sobre las visiones y las sanidades. Esto agradó mucho a Bud; entonces
Bud le dijo que él se sentiría muy contento si el hermano Branham llegaba a ver
a su hermano, quien padecía de epilepsia; porque estaba seguro que algo bueno
se lograría. Él, constantemente, le hablaba del hermano Branham quien tuvo una
visión del muchacho siendo sanado por la oración.
Un día, después que el hermano Branham había ayudado a sus compañeros a montar los caballos en el carretón, ellos se preguntaban si él había tenido una visión de este joven. El hermano Branham le dijo al Sr. Southwick que la visión le había sido mostrada y que el joven había percibido la enfermedad cuando niño; luego siguió describiendo al joven; pidió que lo trajera al fuerte St. John y que lo vigilara cuando le diera el próximo ataque, y que al acontecerle, debía desgarrarle la camisa y tirarla al fuego; entonces el ataque cesaría. Le fue dicho que hiciera todo en el Nombre de Jesús y tendría la victoria asegurada.
Trajeron el muchacho al fuerte St. John. Bud le dijo a su esposa que
tenía un “Así dice el Señor” para el joven; que todo lo que tenía que hacer era
seguir las instrucciones. Cuando el joven se enfermaba, sufría de cinco a seis
ataques al día. Cuando el ataque le vino, ya Bud se había ido. La Sra.
Southwick; una mujer pequeña pero llena del Espíritu, al ver al joven bajo el
ataque, le desgarró la camisa y la tiró al fuego en el Nombre de Jesús; de
inmediato los ataques cesaron y nunca más volvieron.
Por esto, cuando llegó esta carta invitando al hermano Branham a cazar,
él sintió que debía ir. Entonces el hermano Fred Sothman y él, salieron. En el
camino le contaron la visión a cientos de personas. Por consiguiente, eran
muchos los que ansiosamente esperaban el resultado de este viaje de cacería,
para saber si era el tiempo del cumplimiento de la visión.
Los dos hombres llegaron hasta el punto de dibujar un cuadro del sitio y
de los animales que habrían de cazar.
Luego de llegar y hablar con su guía, fueron informados que en ese sitio
no se conocían ni había animales como los que ellos describían; para mejor
decir, aun los venados apenas se veían en aquel territorio. El alce de allí no
tenía los cuernos como él lo había visto en la visión, tampoco allí habían
osos, menos aún cuando se trataba de un oso pardo (oso grande y muy feroz de la
parte occidental de Norteamérica). Aquella era una región, más bien, de crianza
de ovejas; por lo tanto, tenían que limitarse a cazar ovejas.
Esto no le preocupó al hermano Branham, porque la visión podía tener
cumplimiento en cualquier otro tiempo. De una cosa sí estaba seguro y era que
la visión llegaría a cumplirse.
Ellos entonces salieron camino de tres días a cazar ovejas en la
montaña; Eddie cayó en un arroyo y tuvo que regresar al camión a cambiarse; los
otros siguieron y subieron muy alto. Al día siguiente por la mañana salieron y
vieron un alce y un ternero; más tarde vieron unas ovejas. Eddie mató un alce y
después de aderezarlo, lo llevaron al campamento.
El hermano Branham y Bud salieron con el pensamiento de conseguir algo
al otro lado de la montaña. El hermano Branham decidió dar un vistazo a la
montaña con sus binóculos. Al hacerlo, vio el animal de la visión; le pasó los
binóculos a Bud; y éste vio un enorme alce pero con los cuernos diferentes; no
eran cuernos apanelados, sino más bien parecidos a los del ciervo. El animal y
la escena eran exactamente como él los había visto en la visión.
Entonces Bud le mencionó al hermano Branham que también se suponía que
aparecieran un oso y un hombre con una camisa de cuadros. El hermano Branham le
dijo que mirara al campamento que allí estaba Eddie con una camisa de cuadros
verdes que su esposa había colocado en su alforja y ahora la tenía puesta.
Entonces Bud volvió a mirar nuevamente al caribú. Estaba seguro que no
lo iban a poder cazar debido a que el animal estaba mirando hacia ellos
directamente, y no había nada que los escondiera del animal. Siguieron
adelante, y aquella bestia ni se movía; caminaron unas 35 yardas y finalmente
el hermano Branham le disparó, y mató al caribú. Había otros, pero no tenían
los cuernos como él lo había visto en la visión.
Ahora viene la otra pregunta: ¿aparecerá también el oso? Eso sería
semejante a la pregunta del Antiguo Testamento: Dios ha provisto maná, pero,
¿Podrá también proveer agua?
Bud entonces tomó nuevamente los binóculos para examinar la montaña otra
vez. Él podía ver toda el área, pero no veía ni rastro del oso, ni sitio donde
éste se pudiera esconder. Bud comenzó a dudar, pero el hermano Branham le
recordó que uno de los nombres de Dios es “El Señor Nuestro Proveedor”. Sería
raro que Dios prometiera un oso y luego no pudiera proveerlo. Él le dio a
Abraham un corderito enredado en la zarza cuando no había corderitos en toda
aquella región; por tanto, este oso debía aparecer en la escena. Eso era un
“Así dice el Señor” y sería un oso pardo. Ya habían visto al hombre con camisa
de cuadros verdes, habían matado un animal que era imposible conseguir en esa
región. Era de esperar que la tercera promesa se cumpliera también.
Comenzaron a caminar y Bud seguía expresando sus dudas. No era que él no
quisiera creer, sino que era algo bastante difícil de creer; ya el sol se
estaba ocultando y estaba oscureciendo; no había oso visible, ni lugar por
donde pudiera aparecer.
Mientras Bud examinaba el área en una dirección, el hermano Branham
miraba hacia otro sitio. De pronto el hermano Branham le pidió a Bud que se
volteara y mirara y señalándole hacia un lugar en la montaña, le preguntó qué
veía. Allí estaba el oso pardo más grande que Bud jamás había visto. Casi se
desmayó al verlo. Allí estaba aquel gran oso sobre sus cuatro patas; tan grande
como una vaca. El viento soplaba y levantaba su pelo.
Bud quiso dispararle al oso a esa distancia, pero según la visión,
tenían que llegar a unas 500 yardas de él. Bud tenía mucho miedo de acercarse
tanto, porque sabía que esa clase de oso, aún con una bala en su corazón, era
muy peligroso y podía matarlos; porque los osos pardos son feroces; una vez
llegaron a ser el terror de la llanura. A menudo los indios lo llamaban: “El
oso que camina como un hombre”.
Ellos siguieron adelante en dirección al oso. El hermano Branham siguió
con su pequeño rifle, un 270 con balas 130. Bud sabía que para matar esta clase
de oso se necesitaba un rifle más potente; pero la visión había indicado que
sería con ese pequeño rifle y a una distancia muy corta. Él habría de dar al
oso y éste al caer rodaría casi a los pies de ellos.
Tener una visión es algo muy bueno; pero participar en ella y llegar a
cumplirla en medio de grande peligro, es algo diferente. El apóstol Pablo tuvo
la visión del barco partiéndose y hundiéndose, y todos, aún los que no sabían
nadar, llegarían salvos a la orilla. La visión fue maravillosa, pero fue necesario
mucho valor de parte de Pablo para ser el líder en ese naufragio. Siguieron
adelante. El hermano Branham alentó a Bud diciéndole que teniendo un rifle tan
pequeño, lo mataría de todas maneras, porque la Palabra de Dios no podía
fallar. Una cosa es decirlo y otra pasar por esa experiencia.
Despacio, pero seguros, se fueron acercando. Bud quería que le disparara
en la espalda para romperle el espinazo y dejarlo indefenso. El hermano Branham
le dijo que el tiro sería en el corazón, porque si desobedecía a la visión,
podría resultar en algo desastroso. El entonces le sugirió a Bud que se quedara
detrás de él, pero Bud no quiso.
Subiendo, llegaron a una distancia de 300 yardas, y allí, en la cima de
la colina, estaba el oso pardo. Cuando los vio, se dirigió ferozmente para
atacarlos. Mientras se dirigía hacia ellos con tremenda furia para
destrozarlos, el hermano Branham apuntó con su pequeño rifle y le disparó tan
certeramente, que le dio al oso en el mero corazón. El avance del oso hacia
ellos era bastante acelerado, pues venía bajando una loma; de pronto se
desplomó a tierra, y rodando loma abajo, cayó muerto como a 50 yardas de ellos,
exactamente como la visión se lo había mostrado. Ni más ni menos;
perfectamente.
Bud casi no podía hablar. Dijo que si los cuernos del caribú medían 42
pulgadas, él saldría gritando. Entonces el hermano Branham le dijo que podía
comenzar a gritar desde donde estaba, porque sin duda, medirían 42 pulgadas
exactas.
Cuando llegaron al campamento, el hermano Branham le dijo a Bud que
observara al niño pequeño de Eddie, porque según la visión, él era quien habría
de medir los cuernos, pues en ella, el hermano Branham había visto la mano de
un niño midiéndolos.
Bud estaba pasmado, ya había visto demasiado; estaba casi atónito y apenas
podía decir una palabra. Con gran asombro se quedó mirando al hermano Branham y
le preguntó: “Hno. Branham, ¿podría Ud. decirme en dónde estaré yo de aquí a un
año?” Él pensó que quizás el hermano Branham sabía todas las cosas, pues ya
había visto bastante para dar lugar a este pensamiento.
Ahora bien. ¿Por qué hace el Señor estas cosas? Es que Él nos ama y
quiere cuidar de nosotros. Él quiere dirigir totalmente nuestras vidas. Algún
día nos daremos cuenta de esto; yo espero que no sea muy tarde.
El cumplimiento de visiones es algo tremendo; pero aún todavía hay otra
fase en el ministerio del Hermano William Branham que hace que uno se quede
maravillado. En su nuevo ministerio, él puede hablar la Palabra y las cosas
llegan a suceder tal como lo ha dicho. Esto está en conformidad con Marcos
11:23; “porque de cierto os digo que cualquiera que dijere á este monte:
Quítate, y échate en la mar, y no dudare en su corazón, más creyere que será
hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho”. Aquí presentaremos ahora,
algunas ilustraciones de este ministerio de la Palabra Hablada.
En el año 1950, cuando el hermano Branham estaba celebrando una campaña en California, mientras ministraba a los enfermos en la fila de oración, se dirigió a la hermana Millikian, la cual aparentemente no estaba enferma, y le dijo que ella sufría de una inflamación en las piernas. La dama creyó que por cuanto ella no sentía ningún síntoma de tal enfermedad, era bastante difícil que eso fuera cierto. Entonces el hermano Branham le mostró la señal en su mano, la cual indicaba esa condición en ella, y para demostrarle a ella que cuando una persona estaba normal y en perfecta salud, en su mano no había ninguna reacción, tomó la mano de su esposa Meda, y dijo: “Vea Ud. que al tomar la mano de mi esposa en la mía, no hay ninguna reacción o cambio alguno de color”. Pero como si un rayo de luz le hubiese dado en su rostro, él dijo: “¡Meda, no sabía que había algo malo en ti. Tú tienes un quiste en el ovario izquierdo!” “¿Cómo?”. Exclamó ella. “Yo me siento perfectamente bien”. “De todas formas”, dijo él, “el quiste está allí”.
La hermana Branham no da a luz a sus niños por la vía natural, sino a
través de cesárea. Para entonces, ella había dado a luz a Rebeca. Luego,
durante el segundo alumbramiento, el hermano Branham le dijo al médico que
buscara el quiste. Así lo hizo el doctor, pero no halló nada.
Pasaron algunos años sin que ella sintiera ninguna anormalidad en su
condición física. En el tiempo cuando le nació su tercero y último hijo, el
doctor le dijo nuevamente que no había visto señal de quiste alguno.
Pero para el año 1962, la hermana Branham comenzó a sentirse mal con un
dolor en el lado izquierdo, el cual comenzó a hinchársele un poco. Entonces
ella fue al doctor, quien le dijo que ella tenía un quiste que se había
convertido en un pequeño tumor, y le recomendó operarse.
Ellos, sin embargo, siendo una familia de fe, decidieron esperar en el
Señor. El tumor seguía creciendo. Cuando ellos se mudaron de Jeffersonville a
Tucson, el doctor que la atendía en Louisville, Kentucky, escribió una carta y
envió los exámenes con ella a otro doctor en Tucson. Ya el tumor se había hecho
bastante grande, aumentando así la incomodidad y el malestar en la hermana Branham;
también el doctor estaba preocupado pensando que pudiera ser un tumor maligno.
No obstante, la operación fue pospuesta, no sólo por el hecho de esperar en
Dios, sino pensando que ella podría esperar hasta después de las navidades,
para así dar oportunidad a la familia de regresar a Jeffersonville para esos
días.
Para esa fecha el hermano Branham acababa de regresar de Nueva York, en
donde había tenido una campaña. Él estaba consciente de la enfermedad de su
esposa y la necesidad que había de operarla. Ella entonces le llamó y le dijo
que apenas podía caminar y que el doctor insistía en operarla. Él le pidió que
esperara un poquito más hasta después de navidad. Sintiéndose tremendamente
preocupado por ella, fue a la sala de su casa, en Jeffersonville, Indiana, y
allí se arrodilló sobre un cojín donde ellos acostumbraban celebrar el culto
familiar. Orando con compasión y sinceridad, le pidió al Señor que tuviera
misericordia de ella. Entonces vino la presencia del Señor, la Columna de Fuego
entró a la pieza, y la voz de Dios le habló diciéndole: “Ponte sobre tus pies;
di lo que quieras y será hecho como tú digas”.
Estando el hermano Branham bien consciente de esta tremenda promesa,
dijo: “Que antes que el doctor la toque, el tumor haya desaparecido”.
Al siguiente día, la hermana Branham y la hermana Norman fueron al
médico para otro examen. La enfermera le ayudó a ponerse la bata para el
examen. Ella apenas podía subirse a la mesa donde iban a examinarla. El doctor
entró al cuarto y comenzó a examinarle el lado hinchado. Al mismo tiempo que la
mano del doctor descendía para tocarla, ella sintió una sensación como de frío
y encogimiento en el lado del tumor. El doctor examinó el lado afectado; luego
fue al otro lado y lo examinó también. Un poco perplejo le dijo: “La hinchazón
era en su lado izquierdo, ¿no es cierto, Sra. Branham?” “Si señor, allí era”,
contestó la hermana Branham.
Él buscó intensamente, y luego dijo: “No entiendo; no sé lo que ha
sucedido; solamente puedo decir que no hay ningún tumor allí. Ha desaparecido.
No lo puedo explicar. Sra. Branham, Ud. no tiene nada por qué preocuparse”.
“Luego el hermano Branham la llamó desde Shreveport. Ella le dijo:
“Bill, sabes que el tumor...”. Entonces antes de que ella terminara, él le
dijo: “Sí, amor, lo sé, el tumor desapareció”. Y le siguió contando la historia
de cómo el Señor le había dado aquella tremenda promesa.
Durante la temporada de caza de ardillas en el año 1962, el hermano Branham y el hermano Wood, fueron invitados a la casa de la hermana Hattie Mosier para cenar. La hermana Hattie, es una viuda cristiana muy bondadosa, quien con sus dos hijos se sostiene de lo que el bienestar público les da. No obstante, ella era muy fiel con sus diezmos, y le gustaba ayudar a los demás, sin pensar en sí misma. Tenía una hermana paralítica que nunca había caminado. Esta piadosa mujer era un testimonio de Dios, y el ambiente de su hogar, era digno de una verdadera cristiana.
Mientras cenaban todos juntos, hablaban de la bondad del Señor. El
hermano Branham hablaba de la Palabra, del ministerio del Espíritu y de la
bendita gracia de Dios; y mientras hablaban, la hermana Hattie, sintiendo la
bendición de Dios, dijo: “Hermano Branham, ¡eso es la pura verdad! “Al decir así,
el Espíritu de Dios vino sobre el hermano Branham, y le dijo a ella: “Hermana
Hattie Mosier, por lo que has dicho, el Señor me acaba de decir que cualquier
cosa que Ud. pida, la recibirá”.
Una unción celestial llenó aquel lugar en donde estaban reunidos.
Lágrimas bajaban por las mejillas de los invitados, mientras el hermano Branham
le decía: “Cualquier cosa que Ud. pida, la obtendrá. Se lo concedo en el Nombre
del Señor”. Así lo repitió el hermano Branham.
La hermana Hattie Mosier le dijo: “No se qué pedir”. “Ud. puede pedir
por su hermana paralítica, y ella sanará; Uds. son pobres y necesitan dinero,
pídalo si lo desea. Pida un millón de dólares, y si no caen sobre la mesa, yo
seré un falso profeta”.
Ella lo miró por un momento, y de su corazón dijo: “Hermano Branham, mis
dos hijos no son salvos; eso es lo que pido. ¿Podrán ellos ser salvos?” Él le
dijo: “Se los entrego en el Nombre del Señor”.
Los muchachos que habían estado riéndose y burlándose como acostumbraban
hacerlo, ellos que ni siquiera habían pensado en su salvación, ni sentían
ningún deseo por servir a Dios, de repente se pusieron pálidos. El Espíritu de
Dios cayó sobre ellos y los estremeció; y gritando, cayeron sobre sus rodillas
en arrepentimiento delante del Señor.
Aquellos muchachos fueron salvos aquella misma hora. Asisten al
tabernáculo hoy, y viven para Dios. Juntamente con los demás santos, participan
de la cena del Señor y del lavamiento de los pies; y ambos tienen un buen
testimonio delante de Dios, tanto en conducta como en palabra.
Hacía muchos años que el hermano Branham sabía, por revelación, que
llegaría el tiempo cuando Dios le ordenaría que se mudara para el Oeste. Sin
tener todavía una revelación directa de Dios, él sintió el deseo de ir a
Tucson, y así lo planeó.
El 22 de diciembre de 1962, mientras se levantaba de su cama, le fue
mostrada una visión. En ella se vio a sí mismo parado en una montaña, mirando
sobre Tucson e inclinándose para quitar de su pantalón unos cadillos que se le
habían pegado. Su hijo José estaba parado junto a él. Cuando se enderezó, se
oyó una tremenda explosión procedente de la parte sur del cielo. Fue una
explosión tan terrible que estremeció la montaña, e hizo que algunas rocas se
desprendieran de su lugar. Mientras este estallido conmovía la tierra, un
resplandor de luz que se convirtió en un grupo de siete poderosos ángeles, lo
tomaron, y lo levantaron a gran velocidad. El impacto de esta visión fue tan
tremendo que se sintió turbado por varios días. El se preguntaba si esto
significaba su muerte, pero pensó que no podía ser, porque José que estaba
parado a su lado, no fue herido por esta tremenda explosión. Después de haber
comentado esta visión con el autor, el 26 de diciembre, sentimos que los
ángeles que vinieron con la voz de trueno, habían sido enviados de Dios como
una señal de que él llegaría a saber el significado del capítulo 10 de
Revelación, concerniente a los siete truenos que Juan oyó, pero que le fue
prohibido escribir. Esto era una suposición, pues nadie estaba seguro de lo que
esto significaba.
El hermano Branham inmediatamente se mudó para Tucson. No teniendo
campañas por el momento, salió a cazar a las montañas con dos amigos, Gene
Norman y Fred Sothman. Estos hermanos, mientras cazaban, no estaban en compañía
del hermano Branham, sino que cada cual escogió un camino distante para cazar,
a cierta distancia el uno del otro. Estando el hermano Branham de regreso de la
montaña, se inclinó para quitarse unos cadillos que se le habían pegado a su
pantalón. Mientras lo hacía, se oyó una gran explosión que procedía de la parte
sur del cielo, la cual estremeció la montaña hasta el punto que las rocas se
desprendieran de ella. Las rocas más pequeñas parecían bailar en el suelo,
mientras el monte era sacudido por la explosión. En el momento, él tuvo la
impresión de que otro cazador lo había herido, porque había sido estremecido
tremendamente. Entonces siete ángeles poderosos en forma de pirámide o formando
una “V”, se acercaron a la velocidad de la luz a donde él estaba, y lo tomaron.
Al mismo tiempo de ese terrible estallido, él subió con ellos. Entonces clamó
una voz: “Regresa al Este”. Entonces él entendió que ya era tiempo de regresar
a Jeffersonville para predicar los siete sellos y revelar los misterios de los
truenos no escritos en el libro de Revelación.
Ahora bien, he aquí la verdad: Los dos hombres que estaban cazando con
él, corrieron presurosos en su búsqueda. Ellos habían visto la luz, pero en ella
no vieron a los ángeles. Oyeron el tremendo rugir de aquel trueno, procedente
de la parte sur. Luego vieron al hermano Branham tambaleándose bajo el impacto
de aquella tremenda visión.
Esta escena tuvo lugar en las afueras de Flagstaff, Arizona. El mismo
día de este tremendo evento, en el cielo se formó una nube de 30 millas de
largo por 26 millas de altura. Esta nube se formó en cierta parte de la
atmósfera donde no es posible que ellas se formen. En la investigación
científica (muchas fotos fueron tomadas), fue comprobado que en aquella zona no
habían pasado Jets, y ellos no pudieron explicarse cómo había sido posible la
formación de esta nube a semejante altura. Los meteorólogos escribieron un
reportaje sobre la forma extraña de esta nube. Todavía nadie tiene una idea de
dónde vino, cómo llegó allí, y a dónde se fue.
La gente que conoce la verdad, sabe que esta nube misteriosa fue formada
por ángeles, la cual Dios permitió que se manifestara para confundir al mundo.
En la revista “Life”, del 17 de mayo de 1963, se publicaron cuatro fotos
de esta nube. También fue mostrada en la portada de la revista “Ciencia” del 19
de abril de 1963.
En el mes de marzo de ese mismo año, el Rev. Branham regresó al Este
para predicar sobre los sellos, y los predicó del 17 al 24 de marzo. Esta
enseñanza fue algo nuevo aún para él mismo. De hecho, enseñó en tal forma como
para corregir ciertas cosas que anteriormente él mismo había enseñado. La razón
para esta corrección fue, que cada día mientras él esperaba en Dios, aquella
luz de color ámbar aparecía, y desde la misma, la Voz de Dios le hablaba
revelándole toda la verdad exacta del contenido de los sellos y de las voces
que emitieron los truenos. El “Así dice el Señor” en la boca de un profeta, ha
regresado a nuestra generación, la última generación, por que todas las cosas
se están cumpliendo de acuerdo a la Palabra de Dios.
Habiendo expuesto, tanto en las Escrituras como en la vindicación tan
extraordinaria del profeta mensajero, sería bueno que las juntemos, y de esta
manera veamos las maravillosas obras de Dios. Piense por un momento en el hecho
de que este hombre, a menudo es vindicado. En otras palabras, ha habido
ocasiones cuando él ha dado su testimonio y ha pedido a otros que le acepten
como un hombre enviado de Dios. No ha habido profeta que haya aparecido en la
escena, en ningún tiempo, que no haya hecho lo mismo. Cuando Moisés le apareció
al pueblo de Israel, él dijo: “Dios me habló desde una zarza
ardiendo”. Luego procedió a probarlo con dos señales que le fueron dadas por
Dios. La reacción inmediata tuvo dos manifestaciones. Algunos creyeron, y otros
dijeron: “Nosotros no estábamos allí, ¿cómo sabemos que Dios te habló desde la
Columna de Fuego?” Pero esto no
desalentó a Moisés; él siguió adelante porque sabía que Dios le había
llamado; la Voz que le habló fue una Voz escritural, por tanto sabía a Quien
estaba obedeciendo. Un verdadero profeta como Moisés, será siempre uno con la
Palabra. La Voz que clamó desde la zarza, habló la Palabra de Dios tal como le
había sido dada a aquel gran profeta Abraham. La voz dijo: “Yo recuerdo la
promesa hecha a mi pueblo”. Así que Moisés escuchó y obedeció, y al hacerlo
así, él trajo la promesa de Dios para el pueblo de esa generación.
Piense en Juan el Bautista, el profeta más grande, por lo menos hasta
ese tiempo. ¿Cuál fue su testimonio?
Y yo no le
conocía; más para que fuese manifestado á Israel, por eso vine yo bautizando
con agua.
Y Juan dio
testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y
reposó sobre él.
Y yo no le
conocía; mas el que me envió á bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien
vieres descender el Espíritu, y que reposa sobre él, éste es el que bautiza con
Espíritu Santo.
Y yo le vi,
y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios.
Juan
1:31-34
Aquí tenemos a Juan con su testimonio: “Dios me habló y me dijo lo que
acabo de decirles”. También tenemos la reacción inmediata del pueblo con dos
manifestaciones. Algunos creyeron, pero otros dijeron: “No estuvimos allí, así
que no sabemos si hubo una voz o no; además, ¿qué señal puedes mostrarnos?”
Así es con el hermano William Branham. Él afirma ver una luz que aparece
sobre la gente; esa luz fue fotografiada, y Ud. puede verla en este libro. Con
todo, muy pocos la han visto. Que Ud. acepte esto, ya es asunto suyo; recuerde,
ahora mismo Ud. ha aceptado el testimonio de Juan, y él no tuvo las señales que
siguieron a la mayoría de los profetas.
No obstante, con el hermano Branham ha sucedido como con Moisés, porque
la Columna de Fuego es absolutamente escritural, como lo es también la Voz,
porque nunca se ha desviado de la Palabra. Por lo tanto, estamos supuestos a
oír y aprender de él las promesas de Dios para la edad presente.
El hermano William Branham también afirma que un ángel le aparece; y
hasta lo describe. Ud. puede creerlo o no; lo que Ud. opine es asunto suyo:
ningún hombre debe repudiar a otro, especialmente si el aludido está basado en
razones fundamentalmente bíblicas, ya que apariciones angelicales son
positivamente escriturales.
Dios respalda la revelación. Como fue con Pablo que vino con una
revelación completa a los gentiles, y Dios dio testimonio con diversas señales,
milagros, maravillas y dones del Espíritu Santo; así también Dios ha vindicado
al hermano William Branham, porque las visiones no han fallado ni una sola vez;
ni tampoco ha habido ocasión cuando él haya dicho: “Así dice el Señor” que no
haya tenido cumplimiento.
Quizás se nos censure por lo siguiente, pero es necesario decirlo: Hay muy
pocas pruebas escriturales en la Biblia para vindicar el ministerio de
revelación de Pablo. No tenía muchas pruebas fenomenales de parte de Dios
acerca de la revelación completa que él profesaba tener, con todo, nadie duda,
ni debe dudar de la autenticidad tanto del hombre como de su revelación. Y hoy,
este hombre, William Branham, ha tenido literalmente millares de vindicaciones
manifiestas de parte de Dios, y su vida contiene todos los factores que forman
el oficio de profeta, por tanto es menester que sea recibido como lo que es; él
debe ser recibido por lo que es. El “Así dice el Señor” en boca del hermano
Branham, no es en nada diferente del “Así dice el Señor” en boca de Pablo,
porque es el mismo Espíritu Santo hablando.
El Espíritu Santo que le habló a Moisés desde la Columna de Fuego es el
mismo Espíritu Santo que descendió en Pentecostés en forma de lenguas de fuego,
es la misma Luz que le apareció a Pablo en el camino de Damasco y es la misma
Luz que está con nosotros nuevamente. También la Voz es la misma, porque al
igual que ayer, las mismas señales son mostradas, y la declaración profética
nunca falla. La más alta incredulidad de un hombre se manifiesta al venir
delante de este profeta, oírle revelar sin error alguno los secretos del
corazón de la gente, verle discernir las enfermedades y problemas de los
afligidos que vienen por su humilde oración, y luego salir diciendo que él
solamente es profeta en el discernimiento, pero no en la Palabra. ¡Oh, hombre
sin fe! ¿No puede Ud. ver que la señal es sólo con el propósito de atraer su
atención para que crea a la Palabra? La Palabra es la que tiene valor, y la
señal es sólo para conducirle a Ella.
El hombre de hoy procede como el de ayer, como siempre lo ha hecho.
Cuando Jesús vino, los atrajo con los milagros y maravillas: convirtió el agua
en vino, multiplicó los panes y los peces, etc.; pero cuando empezó a enseñar
diferente a sus creencias y predicó las doctrinas verdaderas, entonces ellos se
apartaron de Él. Así mismo sucedió con el hermano Branham cuando apareció en la
escena: miles fueron sanados sin fallar uno; nada se detuvo frente a su
oración; pero cuando vino enseñando la Palabra, el mensaje que Dios le dio, fue
duramente repudiado, porque difería radicalmente con la creencia de las
iglesias organizadas, así como el mensaje de Jesús difería con el de los
Fariseos, Saduceos y demás organizaciones religiosas de su día; pero Dios
permanece fiel. AQUEL QUE CREE A SUS PROFETAS SERA PROSPERADO.
Del 17 al 24 de marzo de 1963, este hombre recibió por revelación
directa de Dios y a través de la Voz que le habló desde la Columna de Fuego, la
perfecta y exacta interpretación de los Siete Sellos. Estos mensajes fueron
predicados del 17 al 24 de marzo de 1963 y están en cintas magnetofónicas y
también en forma de libros.
La Voz que le habló explicándole el contenido de los Sellos, fue la
misma Voz que dio a Juan el amado, la revelación original en forma de símbolos.
Si hay alguien que niegue la visión o la considere falsa, nosotros sólo
podríamos preguntarle: “¿Qué prueba quiere Ud. para saber que un hombre es
profeta? Ud. no puede ir más allá de los requisitos que las Escrituras
establecen. Es Ella la que establece los requisitos de un verdadero profeta.
Entonces, todos están cumplidos, no resta nada. Si Ud. quiere una señal
personal, pídala; esto sólo prueba que la misma incredulidad que existió ayer,
existe hoy, porque mientras los elegidos recibieron a Cristo basados en la
señal de discernir los corazones de los hombres, los fariseos ciegos la
repudiaron y pidieron otra. Mas tarde, después de haberle crucificado, ellos
segaron todo lo que habían sembrado; recibieron horrenda recompensa de Dios
cuando Tito destruyó la ciudad con tan tremenda crueldad, que la sangre corría
por las zanjas de las calles, mientras las cruces de los que fueron condenados,
llenaban el paisaje. “El que a vosotros rechaza, a Mí rechaza”, todavía sigue
siendo la Palabra del Todopoderoso. Las poderosas experiencias en la vida del
hermano William Branham, son muy numerosas y bíblicas para ignorarlas. Tomemos
por ejemplo cuando él estaba bautizando en el río Ohio, donde más de 4.000
personas vieron la Columna de Fuego descender. Una Voz salió de aquella nube y
habló diciéndole: “Como Juan el Bautista fue el precursor de la Primera Venida
de Cristo, así tu mensaje será el precursor de la Segunda Venida de Cristo”.
Compare esto con Juan cuando bautizaba en el Jordán. Juan era el profeta; la
Palabra siempre viene al profeta. Allí Cristo, la Palabra, vino manifestado en
carne. El precursor y el Rey se encontraron cara a cara. Cuando el Cristo fue
manifestado, entonces Juan hubo de menguar. Piense ahora, en el tiempo cuando
este profeta estaba bautizando en el río Ohio en el año 1933; él era un
profeta, pero desconocido de la gente como tal. Ahora, la misma Palabra vuelve
otra vez al profeta, porque la Palabra siempre viene al profeta. La misma luz
que le apareció a Pablo y fue vista por muchos, una vez más apareció y fue
vista por esta gran multitud de personas, y así como solamente Pablo oyó la
voz, así también el hermano William Branham solamente oyó esa voz, pero él
reveló lo que la Voz le dijo; y muy pronto, esa Voz regresará para levantar a
Su novia, porque para eso es el mensaje, para preparar al pueblo del tiempo
final. ¡Ojalá aquellos que la oigan escuchen!
Cuando el profeta de Dios predicó sobre las Edades de la Iglesia (lo
cual está impreso en forma de libro), le pidió a Dios una señal, como vindicación
de que todo lo que él había enseñado le había sido dado por el Espíritu Santo,
y, por quince minutos, más de 300 personas vieron la Columna de Fuego aparecer
en la pared del Tabernáculo Branham en Jeffersonville, Indiana.
Ha sido asombroso para mucha gente, que este profeta a los gentiles del
tiempo final haya nacido en América, de descendencia irlandesa e india. Pero,
aunque no tenemos registro bíblico de sus antepasados, sí tenemos registro
bíblico sobre su nacimiento en América. En Zacarías 14:6-7 hablando con
relación a la Venida del Señor, dice: “Y acontecerá que en ese día no habrá
luz clara, ni oscura. Y será un día, el cual es conocido de Jehová, que ni será
día ni noche; mas acontecerá que al tiempo de la tarde habrá luz. “El sol
nace en el Este y se oculta en el Oeste. El Sol de Justicia nació en el Este,
La Palestina. La iglesia nació en Jerusalem. Desde entonces, en cada edad el
evangelio se ha ido moviendo hacia el Oeste, tal como se mueve el sol, de Este
a Oeste.
Las últimas tres edades han sido las más notables en su movimiento hacia
el Oeste. En la Edad de la Reforma (Iglesia de Sardis), ya estaba en Europa
Occidental; en la edad de Filadelfia, se movió más al Oeste, a través del
Canal, hasta Gran Bretaña. En esta última edad (Laodicea) ha seguido a través
del Atlántico hasta América, que ahora se ha convertido en el bastión vital y
diseminador del evangelio, como fue Europa anteriormente. Ahora, si dejamos las
playas de América, estaremos regresando a donde comenzó originalmente el evangelio,
en el Este (Palestina). No hay ningún otro sitio donde ir. Por tanto, al
caer la tarde habrá luz, quiere decir luz en América. Así que,
indudablemente, el profeta-mensajero debe salir de esta nación de Norteamérica.
Muchos años atrás, aún antes que este nombre fuera conocido, se
profetizó concerniente a él, llamándolo por su nombre. Se dijo que antes de la
Venida del Señor se levantaría un hombre llamado William Branham, el cual sería
conocido por su ministerio en la costa occidental de América. Aunque extraño,
pero cierto, su ministerio ha sido mejor recibido en el occidente, y Dios ha
concedido que poderosas maravillas hayan sido hechas en este sitio. Es más, él
se mudó de Jeffersonville, Indiana, aun estado del Oeste.
Como el ministerio de este hombre es realmente el ministerio de Elías
para esta edad, entonces podemos, con toda certeza, encontrar amplia
descripción escritural. Examine la naturaleza de Elías. Fue la de un hombre del
desierto. No era ni sofisticado ni político en su acercamiento a la edad en la
cual había de vivir. Él estaba total y cabalmente entregado al Señor, y su
mensaje no fue conocido más allá de ser un mensaje genuino del Señor. El se
separó del orden religioso de su día, el cual era la escuela de los profetas y
sus partidarios; aborreció la perversión sexual y resistió a la profetisa
(sistemas de religión falsa) de su día.
Ahora bien, cuando este ministerio vino al hermano William Branham,
observamos en su vida las mismas aptitudes y respuestas que vimos en Elías.
Comparemos esto con el caso de Juan el Bautista y otra vez veremos la misma
naturaleza, los mismos atributos y modales de Elías. No hay hombre que viva hoy
que tenga toda esta vindicación natural y sobrenatural como este hombre,
William Branham, siervo de Dios.
Es cierto que a menudo esta verdad es llevada demasiado lejos por gente
supersticiosa; pero hay una verdad muy peculiar que no debe pasarse por alto,
con todo, tampoco debe dársele un significado más allá de su legítimo valor.
El apellido original de este hombre es Branam. Su padre, por alguna
razón, decidió añadirle una “h “ convirtiéndolo en Branham. Esto no ameritaría
ninguna atención especial, excepto, que ahora en el campo espiritual hay dos
hombres cuyos apellidos terminan en “HAM”: Graham y Branham. Para muchos, sus
ministerios particulares son los de mayor alcance. Considere que estamos
viviendo un tiempo semejante a los días de Lot. Encontramos ahora una
coincidencia muy peculiar: El nombre de Abram tuvo que ser cambiado por Abraham
para poder recibir al hijo prometido; Abram a Abraham. El nombre de Branam
también fue cambiado por Branham; observe su ministerio y verá en él al profeta
para esta edad, así como Abraham fue el profeta para la suya. El hermano
Branham recibe poder del Espíritu Santo para todo lo que se propone hacer.
¿Dónde está el hermano Branham? Él está en las iglesias llamando a los hombres
para que escapen por sus vidas, mostrándoles la señal de Su Venida, la señal
del Mesías. Esto es más que una mera coincidencia, esto es un hecho.
Lleve este pensamiento a los días de Lot. Fue en el calor del día cuando
Dios le apareció por primera vez a Abraham. Fue también en un caluroso domingo
del año 1933 cuando la Columna de Fuego le apareció por primera vez al hermano
Branham, siendo vista por centenares de personas. En esta ocasión él fue
avisado por primera vez de lo que Dios estaba por hacer. Esto sucedió mucho
tiempo antes que se oyera del Rev. Graham; pero ahora, en el tiempo de la
tarde, exactamente en el mismo tiempo cuando los ángeles fueron a Sodoma a
rescatar a Lot, se levanta este hombre, el Rev. Graham, para alertar a los
hombres de la pronta Venida del Señor, instándoles a arrepentirse de sus
pecados y a escapar por sus vidas.
Muy bien pudiéramos preguntarnos: “¿Quién es el otro hombre que tipifica
al otro ángel que lidió con los pecadores en Sodoma? Los tres mensajeros del
tiempo de Lot estaban en una misma área, tipificando a tres americanos de esta
edad: Branham, Graham y Roberts. Pero note que de esos tres nombres, el mundo sólo
conoce a Graham y Roberts. Son estos los que aparecen en la radio, la
televisión, etc. ¿Dónde está Branham? Así como el Señor estuvo con Abraham,
está allá en la montaña con los elegidos, recibiendo la revelación de Dios para
corregir las interpretaciones de la Palabra, de manera que la Novia pueda
volver a ser una Novia de la Palabra, y por ende una esposa leal; y pueda
mostrar las poderosas obras que son la porción de la iglesia santificada.
Lo arriba
dicho quizás parezca un poco presuntuoso. Se dirá que nadie tiene el derecho de
exaltar a ningún hombre a un lugar tan elevado y adjudicar a otros una labor de
menor importancia. Pero no es así. Esto no es otra cosa que la soberanía de
Dios. Es Dios quien ha hecho esa elección, no nosotros, piense por un momento,
¿no ha tenido Dios siempre un solo profeta mayor en cada época? ¿No es cierto
que Dios nunca ha usado a un grupo de hombres para revelar la verdad como a
muchos les gustaría hacernos creer que sucede hoy? Ni aún a los apóstoles se
les concedió la revelación a través de grupos. Pedro fue el primer profeta y
orador, luego Pablo; pero Pablo fue el mensajero a los gentiles. Luego cuando
todos habían muerto, excepto Juan, él se convirtió entonces en el profeta de su
época. Sin duda que esto es correcto. Dios tiene que tener también Su profeta
en esta hora, y sólo a él vendrá la interpretación correcta de la Palabra y la
aplicación correcta para esta hora, a través de Su perfecta vindicación.
Se puede
argumentar aquí, que si tal es el caso, y que si un profeta ha de levantarse
entre nosotros, muy bien podría escribir otra Biblia. Ahora, consideremos esto
por un momento. El mismo Espíritu que escribió la Biblia está ahora en un
hombre para revelar el contenido y la verdadera interpretación de ella. Esto es
correcto. Y si ese mismo Espíritu fuese a escribir otra Biblia, ésta sería
exactamente igual a la Biblia ya escrita. Tendría que ser así, porque ni una
sola palabra podría ser cambiada; ni aún un punto o una tilde. Por esta
razón, sería una insensatez sugerir otra Biblia. Por tanto, no es otra Biblia
lo que buscarnos, sino la interpretación correcta de la que ya tenemos, y esto
sólo viene al profeta, quien da esa revelación al pueblo. Esto es precisamente
lo que nos interesa: la revelación de la Palabra; su verdadero significado a
través del mismo Espíritu que la inspiró.
Esto nos
conduce a una conclusión profunda. La voz de este hombre será para nosotros tan
de Dios como fue la de Pablo para la primera edad de la iglesia.
Por lo cual, también nosotros damos gracias á Dios sin cesar, de que
habiendo recibido la palabra de Dios que oísteis de nosotros, recibisteis no
palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios, el cual obra
en vosotros los que creísteis.
1 Tesalonicenses 2:13.
Negar que Dios
haya levantado un profeta para revelar los misterios de las edades en este
tiempo final, y negar que su voz sea la Voz de Dios para esta generación, es
negar que la voz de Pablo fue la de Dios para aquel entonces. Esto no hace que
el profeta sea literalmente Dios para la gente, pero sí clarifica a Éxodo
4:16b: “Y tu serás para él en lugar de Dios”. Moisés era Dios para Aarón
porque la Palabra vino a Aarón a través de Moisés. Aarón no tenía el oficio de
profeta, por tanto él no podía ir directamente a Dios en busca de revelación.
Moisés era el que lo hacía, y Aarón lo aceptó. Lo mismo rige hoy. Dios nos ha
dicho a nosotros en Revelación 10:7 que un profeta será el que declarará los
misterios de las edades, y revelará los siete truenos que habían estado sellados.
Llegamos entonces a la conclusión de que TAMBIEN NOSOTROS OIREMOS LA VOZ DE
DIOS A TRAVES DE UN PROFETA, QUIEN SERA DIOS PARA NOSOTROS EN LA MISMA
CAPACIDAD QUE LO FUE MOISES PARA AARON. ALLI TERMINA TODO. Ud. no puede ir más
allá de esto, ni tampoco se atreva a darle menos importancia de la que
realmente merece.
Para
aclarar esto un poco más, compare a Juan 10:34-36 con Salmos 82:6: “Yo dije:
Vosotros sois dioses, e hijos todos vosotros del Altísimo”. Sabemos ya que la
Palabra de Dios sólo viene al profeta; no viene de ninguna otra manera. Pablo
lo hizo bien claro a los Corintios.
“Qué, ¿ha salido de vosotros la Palabra? ¿Ó á vosotros solos ha
llegado?” La Palabra siempre viene al profeta, y del profeta pasa al
pueblo. Por consiguiente, Dios llama dioses a aquellos a los cuales viene la
Palabra. Los profetas siempre han sido como Dios al pueblo a través de este
proceso. Cuando el profeta Samuel fue rechazado, Dios le dijo: “No te han
rechazado a ti, sino a mí”. Samuel era como Dios para el pueblo a través de la
Palabra que venía a ellos por medio de él. Las palabras de Samuel no eran sus
palabras, sino las de Dios; así que cuando Samuel hablaba era Dios hablando. De
esa manera Samuel era Dios al pueblo. Esto nos lleva atrás nuevamente, a
Deuteronomio capítulo 18, cuando el pueblo no quiso que Dios siguiera lidiando
con ellos directamente, no fuera que murieran, Dios desde entonces oyó su
clamor y les envió profetas. Estos profetas, tratando con el pueblo a través de
la voluntad revelada de Dios, traían la presencia de Dios al pueblo.
Para aclarar esto aún más, compare los tres títulos dados a Jesús; Él
fue llamado el Hijo del hombre, el Hijo de Dios, y el Hijo de David.
Continuamente se llamó así mismo el Hijo del hombre debido a que Él era el
Profeta. Esto lo vemos muy claramente en Ezequiel quien a menudo fue llamado
por Dios, “Hijo del hombre”. Ezequiel era profeta. Jesús era el Profeta. Hoy es
el Hijo de Dios resucitado y glorificado. Él ha de ser el Hijo de David cuando
venga en su reino Milenial. Ahora, note bien esto, no lo pase por alto: fíjese
en Lucas 17:30: “Como esto será el día en que el Hijo del hombre se
manifestará”. ¿Qué día? Como fue en el tiempo de Sodoma. ¿Qué fue lo que se
reveló en aquel día? ¿No fue que Dios se le reveló en carne humana a Abraham y
a Sara antes de la llegada de Isaac el hijo prometido (tipo de Cristo)? Ahora,
si Jesús ha de revelarse nuevamente como Hijo del hombre en estos últimos días,
“Hijo del hombre” es el título que lo identifica como Profeta, entonces es
necesario que el Espíritu de Dios venga al pueblo nuevamente en un profeta
plenamente vindicado por las Escrituras, quien habrá de señalarle al pueblo la
Venida del Hijo (Jesús). Así que, para Dios permanecer fiel a Su Palabra, tiene
que enviarnos un profeta. Estamos en expectativa, buscando a Elías. Así es
evidentemente; eso es exactamente correcto.
Déjeme decirle nuevamente que el pueblo de Dios no se unirá en grupos de
diferentes ideas y creencias para ser perfeccionados para Su Venida. En el
tiempo de Moisés, únicamente él vino con la Palabra. Fue solamente uno (Juan)
quien vino como precursor de Jesús. Nuevamente será un profeta con la Palabra
de Dios, quien vendrá con un ministerio de la Palabra y estremecerá al pueblo de
Dios en todo el mundo y los establecerá en Justicia. Para asegurarse de la
veracidad de esta afirmación, sólo mire a su alrededor y pregúntese a sí mismo,
“¿Quién está de acuerdo en materia de las Escrituras?” Es evidente que la gente
no es de un solo pensar. Necesitamos nuevamente la mente de Dios; necesitamos
nuevamente un “Así dice el Señor”; necesitamos un profeta vindicado.
Sería difícil terminar esta disertación sin comentar sobre lo que
pudiera ser un mayor argumento de alguien. Hay quienes disputan que Dios no se
manifiesta en la vida de un cristiano a través de hechos de poder, sino a
través de los frutos del Espíritu solamente. Pero en nuestra manera de
entender, tienen que existir ambos; tan necesario es uno como el otro, de
acuerdo a lo que fue revelado a Pablo, quien tenía ambas cosas: el poder y los
frutos. Lo que se le atribuye a Pablo, muy bien pudiera ahora atribuírsele a
William Branham, el mensajero de Dios para esta edad. Aún cuando todo hombre
pudiera repudiar su ministerio y tildarlo como falso, sus argumentos,
finalmente llegarían a derrumbarse al enfrentarse con su vida consagrada.
Ningún hombre camina con tanto poder, y con todo, con tanta humildad. Él,
invariablemente, estima a los demás por encima de sí mismo. Las necesidades de
los demás son siempre puestas primero que las suyas. El nunca se defiende ante
su enemigo, antes lo encomienda todo a Dios. El nunca ha pedido que se le pague
cuando se le ha defraudado. Nunca se puede decir que el hermano Branham haya,
en alguna ocasión, rehusado dar cuando ha estado en su poder hacerlo. En este
tiempo, cuando todos buscan grandeza, él busca constantemente mantenerse
pequeño, de manera que Dios pueda recibir toda la gloria. Nunca ha buscado
tener grandes programas. No tiene grandes posesiones. Nunca hace énfasis en el
dinero. Nunca ha pedido ser servido, por el contrario, busca la manera de
servir mejor a otros. En tiempos difíciles y de grandes pruebas, encontrándose
triste y solitario, ha servido a su Hacedor, lo ha honrado y amado de igual manera.
Si alguno, por su propio criterio desea buscar por frutos como su criterio,
mire a este profeta de Dios con admiración y sea estimulado a seguir tales
pisadas.
Finalmente, queremos dejar asentado que si este es el hombre, tal como
lo hemos entendido, ¿no causará también una actitud indebida en algunos de
aquellos que militan juntamente con él? Esto es cierto. Habrá quienes le
atribuirán algo que realmente no es; por los tales sentimos pena. Habrá otros
que lo denunciarán y tratarán de destruirle; por los tales tenemos temor,
teniendo en la memoria a María, a los hijos de Aarón y a los principales de
Israel, quienes murmuraron contra Moisés. Pero, por los que más hay que temer
es por aquellos que no le darán el lugar para el cual Dios lo ha escogido,
porque sus corazones serán entenebrecidos y llegarán a endurecerse tanto, hasta
el punto de blasfemar contra el Espíritu de Dios. Pero para aquellos que
recibirán al profeta en nombre de profeta debemos recalcarles en sus mentes muy
profundamente lo que dice la Palabra de Dios: “RECIBIREIS MERCED DE PROFETA”, y
todo lo que envuelve el oficio de profeta. En pocas palabras, todo lo que Dios
derrame sobre Su gente a través de él, todo esto será suyo.
(*)En el tiempo en que fue escrito este libro en inglés, todavía no habían sido revelados los sellos de Apocalipsis, pero del 18 al 24 de Marzo de 1963, el Señor reveló estos misterios.
Sinceramente deseamos que el contenido de este libro llegue a ser
una Revelación viva para Usted, y de esa manera pueda manifestar fielmente
el Nombre del Señor Jesucristo ante todo hombre. Este Libro trata sobre la Vida, Obra y Ministerio de el Hno. William
Marrion Branham, el séptimo ángel de Apocalipsis 10:7; quien es a la vez el
profeta anunciado por Malaquías 4:5-6, Mateo 17:11 y Lucas 17:30. Le agradecemos mantener este Libro en la pureza con que ha sido
traducido al español bajo la inspiración del Espíritu Santo. Somos
responsables ante Dios de esta Publicación. Este Libro fué traducido por el Hermano Samuel Lebrón, Quien lo tradujo del Inglés al Español, para:
PUBLICACIONES "LUZ AL ANOCHECER" P.O. BOX 935, GUAYAMA 00654, PUERTO RICO y es reimpreso por la imprenta Ebenezer
gracias a las ofrendas de hermanos creyentes de el mensaje y su
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