La historia de los inicios del teléfono está plagada de inexactitudes, pues se solapan descubrimientos por distintos inventores y científicos, y suelen darse injusticias como en el caso de Antonio Meucci y Alexander Graham Bell. Lo mismo ocurrió con otros inventos, como la radio, en el que Marconi es considerado el inventor oficial de la radio, pero en el que en realidad participaron otros científicos, como el genial Nikola Tesla, quien ya había desarrollado varias ideas fundamentales al respecto antes que Marconi las desarrollara o aprovechara.
En el caso del teléfono, mientras Graham Bell está considerado oficialmente el inventor del teléfono, aparato que patentó en 1876, el científico norteamericano de origen italiano Antonio Meucci ya en 1854 terminó un invento similar capaz de transmitir la voz por las líneas telegráficas, y que nunca pudo patentar porque nunca dispuso del suficiente dinero para registrar la patente de su invento, con lo cual tuvo que conformarse con realizar una prepatente que tenía que renovar cada año, y que por sus graves penurias económicas, ya ni pudo pagar los 10 dólares que costaba su renovación en 1874. Muy posiblemente Graham Bell conocía los trabajos de Meucci, y posiblemente en base a estos pudo desarrollar y patentar el primer teléfono en 1876. Y aunque en un juicio posterior a la patente oficial del teléfono por Graham Bell se le reconoció como inventor del teléfono, no pudo percibir ningún dinero por ello al haber dejado de pagar la prepatente en 1874. Y aunque Bell y otros precursores de la telefonía conocían los trabajos de Meucci, nada hicieron para que fuera reconocido y compensado. Es más, no sólo decidieron ignorarlo, sino que hicieron lo posible por hundirlo definitivamente.
El 11 de junio de 2002, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la resolución nº 269 reconociendo publicamente que fue Antonio Meucci el inventor original del aparato. Se reconoció que el "teletrófono" de Meucci (como así lo había bautizado) ya lo había mostrado públicamente en Nueva York en 1860, 16 años antes de que Bell lo patentara. El veredicto estadounidense también afirma que "la vida y logros de Antonio Meucci deben ser reconocidos, así como su trabajo en la invención del teléfono".
En aquellos primeros años del teléfono, pronto se desató la fiebre en todo el planeta por contar con las primeras unidades de tan increíble máquina. Los hitos se sucedían vertiginosamente, mezclándose los resultados experimentales con las aplicaciones comerciales. En España sucedió algo parecido con las distintas pruebas realizadas. Los periódicos de principios de 1881 se hicieron eco de la comunicación experimental entre Fregenal de la Sierra (Badajoz) y Sevilla (150 Km), realizada por D. Rodrigo Sánchez-Arjona, considerándola la distancia telefónica más larga del mundo en esas fechas. Incluso en la documentación del Museo-exposición de las Telecomunicaciones de la Fundación de Telefónica de España hoy día lo da por cierto.
Se suele afirmar que Rodrigo fue quien tendió la primera línea telefónica de España, una de las primeras de Europa y la de mayor longitud de su época en todo el mundo. Bien, no andan muy equivocados quienes así lo afirman, pero tales aseveraciones merecen de bastantes puntualizaciones. Ciertamente, Sánchez-Arjona fue un pionero y logró tender la primera línea telefónica autorizada de España. He ahí el matiz, "autorizada", porque experiencias anteriores las hubo, y no fueron desdeñables.
Esta carrera por dominar la tecnología incipiente comenzó en nuestro país tres años antes. El 8 de octubre del año 1877 en La Habana (Cuba, entonces aún provincia española en ultramar), se unió el Cuartel de Bomberos del barrio del Comercio, con la casa del teniente coronel Juan J. Muset (uno de los principales industriales de la zona y vicejefe del Cuerpo de Bomberos) en la calle Amargura. La primera experiencia telefónica tuvo lugar el 31 de octubre, en la cual Musset se comunicó con su señora esposa, que utilizaron para la ocasión dos aparatos telefónicos de Bell. Esta experiencia fue la primera experiencia telefónica en territorio español.
![]() |
Francesc Dalmau i Faura |
En Barcelona, fue el empresario catalán Francesc Dalmau i Faura (Manresa, 1810 – Barcelona, 1886) el que inició las primeras experiencias de telefonía en la España peninsular. Además de por esto, Francesc Dalmau es bien conocido por otros hechos: En 1839 abrió la primera óptica moderna en Barcelona, y en los 1850's constituiría con su hijo mayor Tomàs Josep Dalmau i Garcia la sociedad Francesc Dalmau e Hijo, que se dedicaría a la fabricación de equipos ópticos. Este negocio se mantendría abierto hasta el inicio de la Guerra Civil en 1936. También ambos importaron el primer generador eléctrico apto para uso industrial que se conoció en España y comenzaron a construir bajo licencia la dinamo del inventor belga Zénobe Théophile Gramme, la cual aprovecharon para idear un sistema de alumbrado eléctrico ensayado en las fábricas Chocolates Juncosa y Batlló Hermanos, y posteriormente usado de manera definitiva para la factoría de La Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona. Fue, pues, uno de los pioneros del uso de la energía eléctrica en España.
En uno de sus viajes al extranjero Francesc Dalmau se interesó por la patente de Bell, y adquirió en 1877 en Francia dos pares de teléfonos de Bell, destinados a la Escuela de Ingenieros industriales de Barcelona. El 16 de diciembre del citado año, se efectuaron las primeras pruebas telefónicas entre dos salas situadas en distintas plantas de la Escuela Industrial de Barcelona. En ellas colaboró el ingeniero e industrial gerundense Narcís Xifra i Masmitjà, que trabajaba en la sociedad Francisco Dalmau e Hijo desde el año 1874.
Diez días después, el Diario de Barcelona y Francesc Dalmau i Faura logran comunicar Barcelona y Gerona (100 km) utilizando la línea telegráfica existente entre ambas ciudades. Con Dalmau colaboró Narcís Xifra, siendo ésta la primera comunicación telefónica de larga distancia en España. Las pruebas continuaron el 30 de diciembre a cargo del industrial Federico Font de la Vall (óptico y propietario de un establecimiento de Física en Barcelona) uniendo la Ciudadela y el castillo de Montjuich en Barcelona con una línea de 4 km, que pasaba por Capitanía General, Gobierno Militar y el fuerte de Atarazanas, y en presencia de las máximas personalidades militares. En estas pruebas del día 30 participó con su ayuda técnica el telegrafista, ingeniero eléctrico y divulgador canario Antonino Suárez Saavedra, el cual se había mostrado insatisfecho por la calidad deficiente inicial de las comunicaciones de prueba de Dalmau en la Escuela Industrial. Y el 1 de enero de 1878 se realizaron ensayos de larga distancia entre Barcelona y Tarragona (100 km). Federico Font de la Vall se convirtió en 1878 en el primer técnico instalador de teléfonos particulares en la ciudad de Barcelona.
La idea de emplear el hilo telegráfico para las experiencias telefónicas era lógica, pues se evitaba el tener que volver a tender cable, al menos para las primeras experiencias de la nueva tecnología. El telégrafo eléctrico llevaba prestando servicio público en España desde 1855, apenas cinco años después de las primeras pruebas en territorio español. Por entonces ya había desarrollada, aunque no completada del todo, una red nacional de telegrafía óptica, pero la telegrafía óptica no resistiría mucho tiempo al empuje del telégrafo eléctrico y, nuevamente, parecía llegar un competidor que, ciertamente, acabaría con el reinado telegráfico. Los hilos por los que circulaban los puntos y rayas del código Morse sirvieron para dar la bienvenida a la voz telefónica. El Cuerpo de Telégrafos fue el encargado de controlar cualquier aspecto de las comunicaciones de este tipo en España desde su creación, hacia 1856, y eso sólo fue un primer paso para que el Estado se hiciera con el monopolio de las telecomunicaciones. El 11 de marzo de 1884 se cerraría definitivamente el paso a la iniciativa privada en este aspecto con el establecimiento del monopolio estatal del servicio telefónico. Por ello, la aventura de los pioneros españoles por cuenta propia apenas duró unos años.
Paralelamente a estas primeras experiencias telefónicas en España, el Cuerpo de Telégrafos recibió instrucciones para realizar varios ensayos serios de comunicaciones telefónicas en Madrid, siendo responsable D. Julián Alonso Prados, que publicó un informe en el nº 26 de la Revista de Telégrafos. Este informe nos describe los diversos ensayos que se iniciaron oficialmente el 2 de enero de 1878, y se realizaron en los meses de enero y febrero de 1878, y determina la conveniencia de usar dos hilos en vez de uno, como era habitual en las líneas telegráficas (el segundo "hilo" que cerraba el circuito telegráfico era la tierra), para evitar interferencias. Los ensayos se hicieron primero entre ubicaciones dentro de la ciudad de Madrid (entre el antiguo Casón de Telégrafos y una estación que se ubicó en el Ministerio de la Guerra, salvando una distancia de 2 kilómetros aproximadamente), pero después se extendieron a localidades cada vez más distantes de Madrid: El 4 de enero de 1878 se hicieron pruebas telefónicas entre Madrid y Aranjuez, a lo largo de 42 kilómetros, empleándose dos hilos paralelos de hierro. Posteriormente se consiguieron establecer comunicaciones telefónicas experimentales con Tembleque y Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Notable fue la comunicación telefónica realizada en 18 de enero, enlazando las cámaras reales del palacio de Aranjuez, donde se encontraba la infanta Doña María de la Mercedes, la entonces prometida del rey D. Alfonso XII, y el Palacio Real de Madrid, donde estaba el rey.
El ambicioso objetivo propuesto en estas experiencias del Cuerpo de Telégrafos era llegar a Córdoba, a 460 km de distancia, pero con las tecnologías del momento, sólo llegaron hasta Andújar (Jaén), a 400 km, una longitud muy apreciable en telefonía por entonces. Enrique Iturriaga, director de sección en el Cuerpo de Telégrafos, construyó los primeros teléfonos hechos en España que sirvieron para establecer las primeras comunicaciones de larga distancia.
Por su parte, en Madrid, Emilio Rotondo Nicolau, empresario y representante de la Compañía Bell en España, obtuvo del gobierno en 1878 el permiso para establecer en Madrid y en toda España el servicio telefónico particular a través de la empresa Spanish American Telephone Company, pero el permiso le fue suspendido una vez había ya iniciado el despliegue de la red entre dependencias municipales de la ciudad de Madrid.
Volviendo a Francesc Dalmau, el 20 de febrero de 1878 se le concedió a Dalmau el aparato telefónico Bell como patente para conseguir "un procedimiento para reproducir y transmitir los sonidos y voces articuladas, con su tono, intensidad y calidad", concedida durante un periodo de cinco años. Ello fue posible porque la legislación española de entonces establecía que en los casos de inventores extranjeros que quisieran patentar su invento en España, sólo podrían tener el privilegio de su introducción en el país durante cinco años. En junio de 1878 Dalmau acreditó que su aparato estaba en uso tras haber realizado varias pruebas en un taller de instrumentos científicos y que estaba ya instalado en diversos lugares de Barcelona. También se concedió el mérito de la introducción del primer teléfono en Barcelona a su hijo, Tomàs Josep Dalmau i Garcia.
Los buenos resultados obtenidos por Francesc Dalmau motivó la creación en Barcelona de dos compañías telefónicas (las dos primeras en esta ciudad): por un lado la Sociedad Española de Electricidad, y por otro Telefonía, Fuerza y Luz Eléctrica, Compañía General de Electricidad, ambas fundadas en 1881.
Y en Cuba, de nuevo en la ciudad de La Habana, en 1879, Enrique B. Hamel estableció un circuito telefónico de medio kilómetro de longitud empleando unos aparatos telefónicos que había adquirido, fabricados por la "Tropical American Telephone Company".
En cuanto al mencionado anteriormente D. Rodrigo Sánchez-Arjona y Sánchez Arjona (Marzo 1841 - Enero 1915), fue un hombre de espíritu progresista, nacido de una familia hidalga y residente en Fregenal de la Sierra (Badajoz), era empresario, rico terrateniente y Doctor en Derecho, fue maestrante (caballero) de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, y a diferencia del típico hombre de buena posición de su época en España, fue un hombre que mostró a lo largo de su vida gran interés por la Ciencia y la tecnología, que lo llevaron a realizar bastantes viajes al extranjero para acudir a numerosas Exposiciones Universales y para conocer los adelantos científicos y técnicos de la época. Todo esto le llevó a que sus paisanos de aquella Extremadura rural le apodaran "El Brujo" (también en parte porque Rodrigo tenía una injustificada fama de nigromante entre las gentes de su pueblo ; las mujeres procuraban no dejarse ver por tan extraordinario personaje, porque tenían la creencia de que las podía ver sin ropa).
En uno de sus viajes, que le llevó a París (Francia), posiblemente a la Exposición Mundial de París de 1878, visitó algunos laboratorios y pudo conocer aparatos telefónicos experimentales, aparatos de los cuales se enamoró rápidamente. Allí conoció el modelo de teléfono Gower-Bell (ver descrippción aquí), quizá el modelo de teléfono más moderno de entonces. Rodrigo regresó a Fregenal de la Sierra, pero antes encargó la compra de un par de aparatos Gower-Bell a su amigo el conde Théodore Achille Louis du Mocel, personaje muy importante de la telegrafía francesa, quién realmente los consiguió en Inglaterra y se los envió a Rodrigo a Fregenal, junto con material para montarlos inmediatamente. Rodrigo vino convencido de París de que la transmisión de la palabra era algo revolucionario para la comunicación humana, y que el mundo se disponía a entrar en una era revolucionaria de los sistemas de relación humana.
Y así llegamos al 19 de marzo de 1880, cuando D. Rodrigo Sánchez-Arjona, después de luchar contra la burocracia (solicitando la autorización al Director General de Telégrafos) para conseguir una licencia para construir la que fue la primera línea de telefonía fija autorizada en España, consiguió establecer una línea telefónica (cuya instalación pagó de su bolsillo) entre su casa de Fregenal de la Sierra (situada en la calle Santa Clara), y una dehesa de su propiedad, la dehesa "Las Mimbres", distante 8 km, obteniendo un excelente resultado ante el asombro de sus paisanos de Fregenal de la Sierra, algunos de los cuales, en su ignorancia, llegarían a tachar a Sánchez-Arjona de loco. La instalación de la línea fue realizada don Ángel Bravo Araoz, Oficial de Telégrafos, con el coste de la instalación a cargo de don Rodrigo Sánchez-Arjona. Esta línea telefónica se puede considerar la primera línea telefónica autorizada y en funcionamiento regular en España.
![]() |
![]() |
Retratos de Don Rodrigo Sánchez-Arjona. A la derecha, con el uniforme de Maestrante (caballero de la orden de Real Maestranza de Caballería de Sevilla ; Clic en esta imagen para ampliarla). |
El entusiamo de este pionero y los buenos resultados de estas pruebas no paró aquí, y solicitó realizar una demostración con sus dos flamantes teléfonos Gower-Bell entre Fregenal de la Sierra y Sevilla, distantes 150 km, distancia muy inferior a la lograda por el Cuerpo de Telégrafos dos años antes. Para ello solicitó al Gobierno español utilizar la línea telegráfica que unía Badajoz con Sevilla y Cádiz, que pasaba por Fregenal de la Sierra. Ese año de 1880, en un pleno municipal de Fregenal, se acordó la instalación de una oficina telegráfica municipal.
Mientras esperaba que la burocracia oficial resolviera su demanda, Rodrigo Sánchez-Arjona elaboró un proyecto por el que pretendía unir por teléfono los nueve pueblos del partido judicial de Fregenal, con ampliaciones a Almendralejo y Villafranca de los Barros, complementando esta red con líneas individuales a su casa y a la de varios amigos suyos. Este proyecto, que hubiera supuesto la creación de la primera red telefónica interurbana del mundo, fue denegada por el Gobierno español con absurdos pretextos burocráticos, sin embargo sí obtuvo la autorización de utilizar la línea telegráfica de Badajoz con Sevilla y Cádiz para realizar las pruebas solicitadas.
Y así, Sánchez-Arjona dispuso de sus dos teléfonos, que funcionaban muy bien, uno en su casa de Fregenal de la Sierra y el otro en la estación de telégrafos de Sevilla, y unió su línea telefónica a la línea telegráfica de Badajoz-Sevilla en Fuente de Cantos, y la noche del 27 al 28 de diciembre de 1880, las personas que estaba en la estación de Telégrafos de Sevilla, escucharon maravilladas y con absoluta claridad las palabras de Sánchez-Arjona, conversando con el jefe de Telégrafos de Sevilla, después la música emitida por una cajita de música situada delante del micrófono del aparato de Fregenal, y después las sevillanas que cantó una de sus hijas, de 11 años. En Sevilla fueron testigos miembros de la prensa y numerosos profesores de entidades científicas, invitados al acontecimiento, mientras que en Fregenal de la Sierra estaban presentes autoridades locales, el personal técnico que ayudó a Sánchez-Arjona y otros invitados.
Con esta experiencia, se batía en España el récord mundial de distancia de comunicaciones telefónicas comerciales del momento, que estaba establecida en Estados Unidos en 45 millas (entre las ciudades de entre Boston y Providence, unos 72 km). La conexión entre Fregenal y Sevilla superaba notablemente dicha distancia. Esto fue considerado como el experimento telefónico más exitoso y de mayor distancia de la época en todo el mundo, si bien como se ha indicado anteriormente, en realidad no era estrictamente cierto, pues experiencias anteriores superaron esa distancia con creces.
Para completar la experiencia, se hizo una gran demostración de la utilidad de este nuevo invento, al consultar el médico de cabecera de la señora Sánchez-Arjona (el médico de Fregenal, don Enrique de la Rosa), con un prestigioso médico sevillano (el doctor Antonio Rivera, de la Escuela de Medicina de Sevilla), acerca de un problema de salud de la esposa de Sánchez-Arjona. Exagerando un poco, bien se podría decir que éste fue quizás uno de los primeros casos de la telemedicina.
En días posteriores (28 de diciembre en adelante) se hicieron pruebas similares entre Fregenal de la Sierra y Sevilla y Cádiz, a las cuales el Gobierno español no dio importancia alguna. La distancia de la comunicación fue de 184 km entre Fregenal y Cádiz.
![]() |
Teléfono Grower-Bell, empleado por Sánchez-Arjona, hoy en día en el Museo de las Telecomunicaciones de la Fundación de Telefónica. (Clic en la imagen para ampliarla). |
Los teléfonos empleados por D. Rodrigo Sánchez Arjona para establecer esta primera línea telefónica en funcionamiento regular en España fueron donados por su hijo D. Vicente Sánchez-Arjona (Marqués de Paterna del Campo) en 1929 a la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE, actual Telefónica de España), con la intención de que fuese exhibido en un futuro museo telefónico, y cumpliendo estos deseos, actualmente está expuesto en la exposición Historia de las telecomunicaciones de la Fundación de Telefónica de España, sito en el edificio de Telefónica en la Gran Vía de Madrid.
Como curiosidad, 127 años después de su puesta en marcha, en marzo de 2007, en un experimento realizado por Telefónica de España y el grupo Teldat en Almendralejo (Badajoz) en el curso de las jormadas "Telecom 07 Extremadura", se utilizó uno de los dos teléfonos Gower-Bell originales de Sánchez-Arjona para conectarlo a un terminal SIP Di-VOZ 200 de Teldat a través de un router dotado de una placa de VoIP (Voz a través de protocolo IP de Internet), y, alimentado con una pila de petaca, fue capaz de funcionar de nuevo, realizando comunicaciones de voz, aunque esta vez a través de Internet. Con esta experiencia se aunaron la más antigua tecnología de telefonía con las más modernas tecnologías de comunicación digital de voz, a través de Internet.
Tras las experiencias de Sánchez Arjona, de Francesc Dalmau, del Cuerpo de Telégrafos, pronto se hizo evidente la utilidad del teléfono como medio de comunicación personal de uso más natural y sobre todo más sencillo que el telégrafo. Sin embargo, a pesar de que el teléfono era una tecnología innovadora, al principio en aquella época se pensaba que no podía sustituir al telégrafo, tecnología bien probada que tuvo un despliegue masivo, aunque sí podía complementarlo. Las primeras instalaciones telefónicas en España fueron a nivel particular, conectando dos puntos exclusivamente, normalmente del mismo usuario, como era para comunicar dos negocios del mismo dueño, o el negocio con el domicilio del propietario.
Y no fue hasta el 16 de agosto de 1882 cuando un Real Decreto del Gobierno autorizó al Cuerpo de Telégrafos, perteneciente al Ministerio de Gobernación, el establecimiento de una red telefónica en España. Y aunque el servicio tenía naturaleza estatal, estableció un sistema de concesiones a particulares y sociedades, por concurso público, para la constitución y explotación de redes urbanas, dentro de un radio máximo de 10 km, con destino al servicio público sin carácter de exclusividad.
Estas concesiones tendrían una duración máxima de 20 años, y serían transferibles previa autorización del Gobierno. Asimismo, se autorizaba al concesionario a establecer un servicio de transmisión de avisos o despachos (telefonemas) que entraba en competencia directa con el servicio telegráfico. También se establecía la libertad total para establecer redes privadas entre dependencias de un mismo dueño y para su uso exclusivo.
La escasa participación al concurso público convocado en septiembre de ese mismo año, hizo que se declarase “sin resultado aceptable”, por lo que a partir de ese momento solo se concedieron licencias para la explotación de líneas particulares. Todas las líneas creadas al amparo del R.D. de 1882, eran invitadas, nunca obligadas, a integrarse como abonados en la red general, cuando ésta se estableciera en su población, respetándose en todo momento los derechos adquiridos.
Dos años después, un Real Decreto del 11 de marzo de 1884 estableció el monopolio del servicio telefónico a favor del Estado, dando al traste las iniciativas privadas posteriores. El servicio seguía asignado al Cuerpo de Telégrafos. Y en 1886 se autorizó la explotación del servicio de forma subsidiaria a ayuntamientos y también a particulares (permitiendo tender sus propias redes de telefonía), cuyos permisos implicaban la construcción previa de una línea antes de su explotación.
Ello daría lugar a la aparición en España de numerosas redes telefónicas, la mayoría de ámbito local y municipal, muchas de ellas sin interconexiones entre ellas. Así, el 1 de enero de 1885 comenzó a funcionar la primera red pública de teléfonos de Madrid, puesta en servicio por parte del Estado, cuya estación central se encontraba ubicada en la calle de San Ricardo. Y en 1886 se inauguraron las primeras redes telefónicas de explotación privada en la península. Y en 1890 se firmó un Real Decreto para la ordenación de servicio telefónico, que do lugar a la creación de nuevas redes telefónicas interurbanas. Y en 1894 se fundó en Barcelona la Compañía Peninsular de Teléfonos, con un fin muy concreto, obtener cuantas redes le fuera posible. Se hizo con el control de un buen número de redes urbanas e interurbanas de España, aunque por no ser rentable económicamente, dejó de lado el servicio telefónico urbano e interurbano rural, el cual fue asumido en buena parte por el Cuerpo de Telégrafos a instancias de Estado.
Existió una indeterminación jurídica sobre el despliegue comercial de la telefonía en España durante bastantes años, ya que fue habitual que durante las alternacias de los gobiernos liberales y conservadores se fuera cambiando la reglamentación para el establecimiento y explotación del servicio telefónico, según el gobierno de turno. Por ello la evolución de la telefonía comercial fue lenta y desordenada, la telefonía en España evolucionó de forma improvisada y errática, y esto ocurriría a lo largo de casi 50 años. Hubo de todo en este periodo: Líneas privadas (para enlazar dos ubicaciones, normalmente del mismo propietario), redes locales y municipales la mayoría aisladas unas de otras, redes urbanas que no tenían conexiones con la red interurbana de su zona, materiales de construcción de líneas y equipos telefónicos muy diversos, tarifas telefónicas y cánones diferentes, degradación progresiva de la calidad de las comunicaciones telefónicas (por falta de mantenimiento), y amplias regiones de España (típicamente rurales) que no tuvieron acceso al teléfono.
Esta situación se prolongaría hasta 1924. Ese año se constituye el 19 de abril en Madrid la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), con un capital social de un millón de pesetas (antigua moneda oficial española, utilizada hasta la llegada del euro) representado por 2.000 acciones ordinarias. Estaba participada por International Telephone and Telegraph Corporation (ITT) de Nueva York (creada en 1920 por la Bell Company). Una vez constituida la CTNE (que en la década de 1980 pasaría a denominarse la actual Telefónica de España), el gobierno, mediante un Real Decreto firmado por Alfonso XIII en agosto de 1924, firmó el primer contrato entre el Estado y la CTNE por el cual el Estado cedía a la nueva empresa (tras su adecuada valoración) todas las instalaciones y líneas que explotaba directamente (a través del Cuerpo de Telégrafos), y todos los derechos de las concesiones existentes, que pasarían a ella a medida que se fuesen acabando sus licencias de explotación. Es decir, CTNE obtuvo en régimen de monopolio las comunicaciones telefónicas en España, haciéndose cargo ya en sus primeros años de todas las redes telefónicas existentes en España salvo la red municipal de San Sebastián, que no pudo absorber hasta la década de 1970 porque dicha red tenía una concesión gubernamental a perpetuidad. CTNE inció ya desde el primer año la reunificación de todas ellas en una red telefónica nacional, homogeneizando equipos y materiales en toda la red, modernizándola y ampliándola en los años sucesivos.
Recopilado y editado por Fernando Fernández de Villegas
Actualizado: 28-06-2021