El ángel de la guardia (1)

Fuera el aire era gélido como un abrazo de metal. La luna llena brillaba en el cielo raso, oscuro y amenazador. Las mil y una luces de la ciudad trataban de competir con el brillo de la luna, sin saber que ella había brillado mucho tiempo antes de que existieran y seguiría brillando después de que se apagaran.

Se recostó en el asiento, buscando una posición más cómoda. Suspiró y comenzó a jugetear con su pelo rubio, recogido en una larga trenza. La noche estaba resultando un autentico coñazo.

Tomo una cámara digital que había sobre el salpicadero y observó a través de su pantalla la escena que se desarrollaba unos metros más alla. Una pareja de jóvenes se fundía en mil abrazos, se besaba, en la acera, junto a otro coche, inmunes al frío de la noche, como si el tiempo se hubiera detenido y sólo existieran los dos.

Unas cuantas de fotos y dejó la cámara sobre el asiento del copiloto. Llevaban media hora así. A veces su trabajo resultaba tremendamente aburrido.

Le vio venir desde lejos, pero se quedó inmovil en el interior del coche. El policía llegó a su altura y golpeó la ventanilla.

-Buenas noches-

-Aquí no se puede aparcar. Tiene que mover el coche-

-Es solo un momentito-

-Le repito que aquí no se puede aparcar. Documentación, por favor-

"Al fin y al cabo solo trata de hacer bien su trabajo" pensó mientras buscaba los papeles del coche. Y notó la pena desbordandose en su interior, una sensación fría y desagradable

El agente le obsequió con una receta y luego le dejó marcharse. La parejita seguía atornillada al suelo, en el mismo lugar. Cuando pasó a su lado. Se fijó en la matrícula del viejo audi 100 gris oscuro junto al que estaban los dos jóvenes.

"Yo también intento hacer bien mi trabajo. Quizás esta vez lo consiga"

Dejó el coche en un aparcamiento subterraneo cercano. No tenía un instante que perder, pero la pena acabo de desbordarse en su interior y rompió a llorar

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El ángel de la guardia (2)

-¿Tienes experiencia en este tipo de trabajo?-

Ella bajó la mirada y se quedó un instante (quizás demasiado largo) en silencio, buscando una respuesta a aquella pregunta. Una respuesta lógica, en el lugar donde se encontraba. Se le encogió el estómago de pena. Pero logró sacar fuerzas, no supo bien de donde. Sonrió.

-No tengo experiencia, pero si muchas ganas de aprender.-

Bajó de nuevo la mirada. Mientras, aquella mujer que no conocía de nada releía su currículum. También hacía pequeñas anotaciones en los márgenes.

-Pásate mañana a firmar el contrato. El puesto es tuyo-

Minutos después estaba otra vez en la calle, en aquella ciudad enorme que le se le antojaba desconocida, a pesar de llevar muchos años allí. Penso que la culpa era de aquel cambio de perspectiva. A ras de suelo todo era diferente. Comenzó a andar en dirección a una boca de metro. Andar era terriblemente cansado, le dolían los pies.

Pero estaba contenta, tenía trabajo. Era un primer paso. Podría pagar el alquiler de la habitación en aquel piso compartido. Podría comprar comida, ropa, lo que necesitara.

Al final, su situación no era muy difrerente a la de miles de personas. Le habían "despedido" de su último trabajo. Pensó que no era justo, sólo había cometido un error. Un sólo error. Pero demasiado importante. Intentó no pensar en ello ... la pena podía volver a desbordarse. Notó lágrimas calientes en sus ojos. No, no quería volver a llorar, otra tarde mas llorando no ...

Pensó que no le había sido sincera del todo a la entrevistadora. Claro que tenía muchas cosas que aprender. Miles de cosas. Ganas de aprender ... todo era tan diferente. Se sentía pequeña. Era una sensación muy extraña. Pequeña. Como una lágrima en el mar. Ah! el mar ... Un atardecer ... el sol hundiendose en el agua. Precioso. Nunca había visto un atardecer junto al mar....

El ángel de la guardia (3)

Los primeros rayos del sol acariciaban los tejados cuando por fin llgó a casa. Le costó abrir la puerta, rozaba con el suelo, quizas por la humedad. A pesar de todo, era su hogar. Su balcón a los tejados, su refugio. Y allá a lo lejos, el mar.

Pensó en comer algo, estaba muy cansada. En la nevera encontró algunas sobras de la noche anterior. Bajo las persianas, se quitó los zapatos y, sin desnudarse siquiera, se metío en la cama.

Estaba a punto de dormirse cuando recorrió algo y la pena inundó su interior. Comenzó a llorar en silencio.

Los humanos desconocían que el tránsito de la vigilia al sueño es un momento mágico y a la vez delicado. Y que hay criaturas mágicas que se encargarn de velar que nada malo ocurra en ese viaje.

Se quedó dormida, sus mejillas surcadas de lágrimas. ¿Alguien velaría su sueño?

El ángel de la guardia (4)

Estaba muy cansada, agotada, toda la noche recorriendo inmensos lineales, llenando los estantes de productos. Estaba amaneciendo, mucho frío. Se sentía débil. Pensó que quizás tenía lo que los humanos llamaban "gripe". Recordó que, cerca del lugar donde vivía, había una tienda de remedios químicos para las múltiples enfermedades humanas. Una "farmacia", si, ellos lo llamaban así. Seguramente allí encontraría algo que aliviara la gripe.

Pero antes tenía que llegar allí. Una compañera le había sacado de aquel lugar frío y monstruoso llamado "polígono industrial", acercándole hasta una parada de autobus, en una zona más amable y habitada. Pero el autobus no llegaba.

-¿Eres un ángel?-

Bajó la mirada, alguien le tiraba de la manga del abrigo. Un niño. Obligó a sus labios a dibujar una sonrisa, mientras buscaba una respuesta. Los niños humanos eran mucho más sensibles que los adultos, quizás había notado algo. O quizás fuera su aspecto, sus ojos azules, su pelo largo y rubio ... su piel blanca, delicada.

En ese instante llegó un autobús. La mama de aquel cachorro humano tiró de el hacia el interior de aquella enorme criatura de metal. COmprobó el número del autobus, todo estaba ordenado en base a números en aquel lugar, pero no era el suyo, no iba a su destino. El niño volvío la cabeza antes de subir al autobús, también sonrió.

-Yo ... lo fui ...-

 

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