El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) ha anunciado para el 4 de mayo a las 17:30 la presentación de una nueva base de cálculo para el Indice de Precios al Consumidor (IPC). Existen al menos dos elementos de juicio indicativos de que el Director de ese organismo, Héctor Montero intenta profundizar el fraude metodológico implementado durante la gestión de su antecesor Luis Beccaria para quitar representatividad a los consumos de primera necesidad y sobreestimar los artículos suntuarios con relación al consumidor medio, fraude que está ampliamente documentado en los capítulos precedentes de este informe. Por una parte la falta de publicación de una metodología preliminar o tan siquiera de anticipos al periodismo en los últimos años. Por otra, las únicas declaraciones que conocemos, hechas a Clarín hace ya cinco años, el 26/02/1995 por el propio Montero. En el reportaje, el actual director del Indec afirma que "en el nuevo índice bajará más aún la importancia de los productos alimenticios, y tendrán más importancia aquellas cosas que hacen más placentero el pasar, como los masajes y los tratamientos de belleza". En el mismo artículo de Clarín, y en consonancia con las ideas de Montero, una consultora económica de nombre Rotandaro, Costaguta y Asociados aventura que "en el nuevo índice no habrá espacio para productos como gas en garrafa, kerosene, y reparación de aparatos eléctricos". Montero atribuye allí este tipo de cambios a la mejora en los ingresos de la gente. Sin embargo son muchas las familias para las que el kerosene y el gas en garrafa significan una alta proporción de su magro presupuesto, y son proporcionalmente pocas las que pueden destinarle una parte importante a los tratamientos de belleza o los masajes que dan placer. Y son las cifras proporcionadas por el propio Indec en otros trabajos las que indican un empobrecimiento de la mayor parte de la población. El Indec repite las contradicciones en las que entró Beccaria, cuando pretendía que la estructura de su sistema de índice de precios al consumidor al aumentar la proporción de artículos de lujo reflejaba la evolución de los consumos de la gente, y por otro lado otros estudios publicados por el mismo instituto y referidos a la misma época indicaban un marcado aumento de la pobreza y de la indigencia. Basta seguir paralelamente las críticas a las cifras del Indec hechas ya en aquellos años por el economista Juan Alemann y por el autor de este informe, referidas a distintos indicadores y desde ópticas diferentes, pero dando ambos pruebas concretas, para clarificar que el problema es que todos los datos del Indec son faltos de confiabilidad y contradictorios entre sí, y el motivo es que ese organismo viene manipulando la estadística y presentando resultados falseados en uno u otro sentido según lo que quiere demostrar en cada caso. Lo que irá a pasar ahora está por verse. Sería muy lamentable que se repitan los errores y que se haya olvidado la experiencia de lo que ocurrió con el cambio metodológico anterior, incluyendo la vuelta a la hiperinflación de la que el autor de este informe había advertido. El actual director del Indec ya está jugado desde sus declaraciones en el ya citado artículo de Clarín, pero la justicia y el gobierno tienen una oportunidad histórica. Deberán tomar la decisión de permitir el fraude o propiciar la suspensión del sistema implementado por Montero hasta que se haya estudiado nuestra denuncia y se hayan hecho los peritajes correspondientes sobre la confiabilidad de la nueva metodología. Esa pericia debería extenderse a todos los demás indicadores que produce el Indec, y a la observación del uso que se le da a las informaciones proporcionadas por los particulares.
Esta es, tal vez, la primera experiencia del uso intensivo de Internet en la polémica y eventual resolución de una ríspida cuestión de Estado. Esa nueva y maravillosa herramienta está acercando al ser humano a un futuro promisorio y a una democracia más verdadera, pero con la tecnología no alcanza. Es necesario ahora que los jueces, los legisladores, los gobernantes, los periodistas, los investigadores, y cada uno de nosotros, los ciudadanos, haga lo suyo.
Ricardo Patricio Natalucci, domingo 23 de abril del año 2000.