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EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

(Bibliografía básica Historia Patria de Bolaños Martínez)

UNIDAD II: EL IMPERIALISMO COLONIAL EUROPEO Y EL

DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

 

El descubrimiento de América.

(Inicia el 1º control)

A partir de las cruzadas se inició en Europa, definitivamente, la liquidación del régimen feudal que, por toda la edad media, tipificó las condiciones generales de los pueblos de ese continente, para dar paso al desarrollo de una nueva forma de producción, el capitalismo.

En los inicios del siglo XIV, la sociedad de Europa, que hasta entonces había vivido con una economía natural, cerrad, de tipo consuntivo, sufrió aparatosas transformaciones que modificaron radicalmente su vieja estructura.

Actividades económicas que durante el feudalismo habían casi desaparecido, cobraron nueva importancia y se manifestaron con notable vigor para ser las responsables de un cambio general de la sociedad de esa época. Así por ejemplo, grupos de artesanos se fueron concentrando en las ciudades y se dedicaron al trabajo gremial; representando la base del repoblamiento de las antiguas ciudades y del surgimiento de nuevos centros de población.

Al amparo de los burgos y las manufacturas, los grupos comerciantes recorrieron los territorios continentales, en una incesante tarea, para intercambiar los productos de las más diversas regiones. Surgieron así las ligas comerciales que, como la Hansa, agruparon numerosas ciudades europeas dedicadas al comercio y a la industria.

 

La nueva clase social de la burguesía, nacida principalmente en las ciudades y a consecuencia de las nuevas actividades económicas, fue un factor de primer orden en la transformación total del régimen feudal, ya que no solamente apoyó e impulso la nueva estructura económica, sino que con ella se pudieron acumular grandes capitales que se emplearon para ayudar a la monarquía en su lucha contra la vetusta nobleza feudal. Gracias a ello fue posible instalar los primeros Estados Nacionales, aquellos en los que la monarquía, aliada a la burguesía y apoyada por los capitales de ésta, pudo contar con el respaldo económico suficiente para organizar y mantener ejércitos poderosos con los que redujo a la nobleza feudal, hasta convertirla en una nobleza cortesana.

Muy pronto los mercados europeos fueron insuficientes para la actividad comercial. Las rutas al oriente proveían de todo lo necesario, surtiendo al continente de especias, lacas porcelanas, seda, marfil, piedras preciosas, etc. Estas condiciones ventajosas para el mercado europeo se vieron transformadas desde los finales del siglo XIV, cuando los turcos otomanos irrumpieron violentamente en el Asia anterior. Se apoderaron de la región y se prepararon para capturar el oriente europeo, particularmente la ciudad europea de Constantinopla, propósito que, si no consiguieron de inmediato, sí determinó, por una parte, el cierre casi definitivo de la rutas con oriente, fundamentalmente las de la especiería y la seda.

Con la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos de Mahometo II en el año de 1453 las grandes rutas comerciales se cerraron. Esta fue la razón por la que algunas ciudades italianas, antes prosperas declinaran rápidamente y dejaron su sito a los estados del atlántico, muchos ya integrados nacionalmente, para que fueran ellos los que se dieran a la tarea de buscar nuevas rutas comerciales.

En consecuencia podemos afirmar que los viajes de descubrimiento, primero, y la integración de los grandes imperios coloniales, después, fueron el resultado de la gran transformación de la sociedad europea  iniciadas a partir de las Cruzadas, y que ellos representaron un factor determinante en el fortalecimiento de la sociedad capitalista de principios el siglo XVI.

 

Los antecedentes de los descubrimientos

Los primeros viajes

            Seguramente los primeros que realizaron viajes al occidente fueron los vikingos, grupos de navegantes radicados en las tierras del norte del Atlántico y en algunas de sus islas. Pero estos viajes, no los realizaron con el propósito de encontrar nuevas rutas o tierras para colonizar, razón por la que, a pesar de que hoy se tiene la certeza que fueron ellos los primeros en llegar a nuestro continente, sus establecimientos no perduraron y por eso se considera a Colón descubridor de América. Lo que sí se puede deducir es que Colón supo de estos viajes, de ahí su seguridad de la existencia de tierras a parte de las conocidas navegando de oriente a occidente.

La primera tierra encontrada hacia el occidente por los normandos o vikingos fue Islandia, ya sea que fura el pirata Naddod el que la descubriera el año de 1861, o bien como señalan otras fuentes, fueran algunos monjes irlandeses quienes lo hicieran en el 795. De una u otra manera, para finales del siglo IX, los normandos se establecieron en Islandia y de ella partió Erik el Rojo  para descubrir Groelandia en el 982 y establecer su capital con el nombre de Gardar.

            Más tarde, Bjorn y Leif, este último hijo de Erik, recorrieron las costas de Terranova a las que llamaron Hulluland, algunas de las costas de Canadá (Markland) y San Lorenzo (Vinland) que colonizaron por algún tiempo. Estas posesiones en occidente no fueron del todo desconocidas por los pueblos europeos pues, Gardar, la capital de Groelandia, mantuvo un obispado cristiano desde 1121 y el 1261 se reconoció tributaria del rey de Noruega, pero debemos insistir, que a estos viajes de los vikingos se les prestó menor importancia, y si acaso, algunos navegantes del norte de Inglaterra estaban enterados de ellos. Hay quien afirma que de esos marineros supo Colón de la posibilidad de viajar a occidente con la seguridad de encontrar tierras.

            Pero a los europeos no les convencía viajar al occidente  en busca de las tierras descubiertas por los vikingos, les atraía más los fantásticos informes que sobre las tierras de la especiería y la seda-el oriente- se difundían el continente después de las hazañas de algunos viajeros como Rubruk y  Del Carpine.

 Dentro de estos viajes al oriente destacan los de los hermanos Polo; el primero de ellos duró 14 años y permitió a Nicolo  y  Mafeo Polo llegar muy cerca de Pekín. En el segundo de estos viajes, realizado durante la segunda mitad del siglo XIII, además de los hermanos Polo, viajó Marco, hijo de Nicolo y después de 17 años de estancia en China llegó a la costa, en donde se embarcó para regresar a Europa por la ruta de la especiería.

            Marco Polo reunió las experiencias de sus viajes en un libro titulado El Millón en donde divulgó las riquezas del mundo oriental, aumentando el interés por esas rutas. Por estas razones, cuando los pueblos de las costas atlánticas como Portugal, España, Francia, Flandes e Inglaterra consolidaron sus Estados nacionales, una de sus principales preocupaciones fue encontrar rutas que los condujera directamente a Cipango (Japón y China (Cathay).

 

Los conocimientos geográficos y Las técnicas de navegación

Muy a pesar de que desde el siglo II a. C. Aristarco de Samos había establecido que la tierra era esférica y giraba alrededor del sol, la cultura dogmática del medievo o edad media había destruido toda concepción racional para imponer una serie de ideas absurdas en cuanto a la forma y constitución de nuestro planeta, como las que imponían una forma de cubo o la suponían plana, en forma de disco rodeada de agua.

Posteriormente, en el siglo XV, gracias a los trabajos de Toscanelli y Copérnico se impuso el heliocentrismo, para hacer comprender que el sol era el centro del universo. En cuanto a los conocimientos geográficos, mucho se logró con los cartógrafos de esta época, entre ellos Pedro Aliaco, con su Imagio Mundi; Martín Behaim con numerosos trabajos y muy especialmente Paolo Toscanelli que con su mapa de 1474, mucho contribuyó a los descubrimientos posteriores.

 

En 1410 se traduce y divulga la geografía de Ptolomeo, que fue escrita en el año de 150 a.C., en la que se afirma que la tierra es redonda y además la mide y si agregamos la brújula inventada por los chinos, perfeccionada por el italiano Flavio Giogia  al localizar fácilmente el norte gracias a la aguja imantada (1300)  Las cartas de Marear,  verdaderos mapas que eran utilizadas y consultadas por otros marineros en sus travesías; el astrolabio creado por los árabes, permitió a los marinos alejarse de la costa sin perder su ubicación, y sacudiéndose el temor que la jerarquía cristiana que les impedía navegar dentro del mar Océano (Atlántico), para que no llegaran a mares tenebrosos que los arrojarían a un abismo sin fin de agua. Este y muchos otros temores los frenó durante siglos en la investigación científica y técnica, pero ahora los hombres preparados y audaces seguían dedicando su vida y parte del producto de su trabajo a la salvación eterna de su alma, pero agregándole el deseo de mejorar las condiciones de vida de su familia.

La revolución en la técnica de navegación que permitió la empresa de los grandes descubrimientos geográficos, fue obra de muchos hombres y, en ocasiones producto del esfuerzo por reunir las aportaciones de los pueblos lejanos que hicieron llegar a Europa elementos indispensables para navegar en mares desconocidos. Se inventaron Las carabelas para hacer más seguros los viajes mar adentro. Otro invento que permitió la navegación de altura fue el del timón de gozne en lugar del viejo timón de mano que requería de varios marinos para su control, sobre todo durante las tormentas.

 

Una vez revisadas las condiciones particulares que hicieron posible los viajes de descubrimiento y la creación de los imperios coloniales europeos del siglo XVI, podríamos resumir, advirtiendo que las circunstancias que los hicieron posibles fueron en su orden de importancia:

o        La transformación económica, social y política de los pueblos europeos a partir de las cruzadas

o        La integración de los Estados Nacionales

o        Las dificultades para utilizar las rutas comerciales de oriente y la necesidad de buscar nuevas vías a oriente.

o        Los avances en el campo de la geografía, en la información marítima y desde luego en el descubrimiento de nuevos elementos para la navegación oceánica.

La conjunción de todos los hechos mencionados fue, sin duda alguna, lo que permitió la aventura de los grandes descubrimientos geográficos.

 

Los viajes de los portugueses

(Inicia el 2º control)

La ubicación geográfica de Portugal, solamente le permitió extenderse al sur por la costa africana, hasta llegar a la India y China, estableciendo colonias para comerciar y obtener riquezas naturales, que lo hacían poderoso.

La eliminación del peligro árabe con la conquista de Ceuta, Juan I, logró la integración nacional de Portugal. Los viajes de descubrimientos fueron impulsados, principalmente, por Don Enrique “El Navegante” apoderándose de Porto Santo en 1418, Madeira en 1420, y en el año de 1434 Gilianez dobló el cabo Bojador, tocaron las Azores en 1435 y cabo Blanco en 1436. Para entonces, consciente Don Enrique de la importancia de sus descubrimientos, quiso asegurar el dominio exclusivo de las tierras descubiertas, por lo que solicitó del Papado la legitimación de ellas, petición que le fue concedida en el año de 1438 por el Papa Marino V.

Los portugueses continuaron sus viajes por las costas africanas: cabo Verde, Golfo de Guinea; posterior a la muerte de Enrique “El Navegante”, su sucesor Juan II continuó con los viajes de descubrimientos, así en 1847 Bartolomé Díaz logro la hazaña de darle la vuelta a África domando al famoso y temido Mar Tenebroso. Para este entonces, los portugueses habían rechazado el proyecto de Colón en relación con el viaje a occidente y tenían destinado todo su empeño en trazar la ruta del sur de África; por ello, a pesar de que el navegante genovés al servicio de España logró el aparatoso descubrimiento del nuevo continente, siguieron con su empeño de encontrar una nueva ruta a la India, la que alcanzaron en el año de 1498, cuando Vasco de Gama dobló el Cabo de Buena Esperanza, tocó Mozambique, desde donde se hizo auxiliar por navegantes árabes para llegar a Calcuta, punto inicial del imperio oriental portugués.

 

El descubrimiento de América

En esos tiempos los colonizadores y los invasores godos o germanos anteriores a los árabes triunfaban en una guerra contra los moros poniendo fin a una ocupación de España que duró 800 años. Los monarcas españoles celosos del poderío adquirido por los portugueses mediante la navegación y localización de rutas, promovieron las ambiciones aventureras de reconocidos marinos para encontrar a las Indias, pues el camino natural por el cercano y medio oriente fue cortado al ser ocupada Constantinopla por los turcos.

La primera mitad del siglo XV sorprendió a los pueblos españoles enfrascados en unas series de luchas entre los diferentes estados, ya fueran cristianos o árabes, dificultades que se agudizaban en algunos de ellos por la implacable lucha sostenida por lo señores feudales en contra de la monarquía. Esta situación, que prevalecía en el más poderoso de los reinos, el de Castilla, se hizo crítica a la muerte de Enrique IV, cuando la nobleza castellana se dividió para imponer el trono a una de dos mujeres: unos eran partidarios de Doña Juana “La Beltraneja”, hija del monarca, y los otros, decididos seguidores de Doña Isabel, hermana del rey. La lucha fue difícil, pues mientras la primera fue aliada del rey de Portugal, Alfonso de Portugal, la segunda lo hizo en unión de su esposo, el príncipe aragonés Fernando el Católico.

  El problema de la sucesión de Castilla se decidió en 1479 con el Tratado de Trujillo, por el que la Beltraneja renunció a la corona de Castilla, y en esa forma Isabel quedó como única soberana, aunque ya antes había sido declarada reina. En ese mismo año murió Juan II de Aragón y lo sucedió en el trono Fernando “El Católico”, por lo que a partir de esa fecha los más importantes territorios españoles quedaron gobernados por el matrimonio de los reyes católicos.

 

En cierta forma puede afirmarse que a partir de 1479 se logró la unidad española mediante el matrimonio y acción de los reyes Católicos, pues si bien es cierto que había algunos estados no sometidos a ellos, el panorama político estaba bien definido, con la presencia en la península de los estados de Portugal, Granada (Aún árabe), Castilla, Aragón y Navarra.

Portugal había consolidado tiempo antes su independencia y su condición de reino, al margen de los intereses españoles; Navarra era un territorio menor que, en los inicios del siglo XVI, acabaría incorporándose a España, de tal manera que el único problema para los monarcas católicos lo representaba el reino árabe de Granada, contra el que desde el año de 1481, habrían de emprender la guerra de reconquista.

Fueron varias las preocupaciones de Isabel y a todas supo dar solución correcta; así por ejemplo, uno de los mayores problemas fue consolidar el reino de España, lo que logró sometiendo a la indisciplinada nobleza castellana, a la que terminó por convertir en una nobleza cortesana, ajenas a todo desorden e insurrecciones anteriores so pena de severos castigos que eran aplicados sin miramiento de rango. Una vez cimentado el poder y autoridad de la monarquía, se propuso lograr la unidad religiosa; previamente reformó la iglesia, estableció La Santa Inquisición o Tribunal del Santo Oficio y se lanzó a expulsar de España a todo aquel que no fuera católico. Esto motivó la guerra contra Granada y la expulsión de los judíos que se negaron al bautizo cristiano, sin permitirles sacar de España sus capitales: claro que los judíos ya venían venir la orden enfermiza de Isabel y previamente fueron sacando su dinero y cosas de valores. Fue precisamente la guerra contra Granada el escenario de las negociaciones entre los reyes católicos y Cristóbal Colón, las que hicieron posible el descubrimiento de nuestro continente; por eso, no es raro que algunos autores afirmen que el viaje de Colón fue, en mucho, producto de la euforia del triunfo español sobre los moros de Granada.

 

CRISTOBAL COLÓN

(Realiza  la biografía)

Cristóbal Colón marinero genovés (italiano) fue autorizado  a nombre de los reyes Isabel y Fernando, para navegar hacia el este en el mar océano, pues seguro estaba por lecturas tenidas y conversaciones con marinos experimentados, que la tierra era redonda y que por ese camino llegaría a la Indias. Solo se equivocó en el tamaño de la superficie de la tierra, a esta distancia no le dieron seriedad, por ser prohibidos los textos alejandrinos de 150 a 200 años a.C.,  que establecieron la medida de nuestro planeta por sus matemáticos y astrónomos.

Recomendado por Antonio de Marchena –fraile cosmógrafo- la idea de Colón fue discutida por orden del rey en tres juntas consecutivas (no solamente en una como generalmente se afirma), reunidas en Salamanca, Córdoba y Santa Fe, pero como de ellas participara fray Servando de Talavera, confesor del monarca y enemigo de la empresa, el dictamen resultó negativo y se rechazó el proyecto.

La guerra contra los moros de Granada comprometía la atención de los monarcas, por lo que Colón, tuvo que esperar una mejor oportunidad para realizar el viaje. En Córdoba mantuvo relaciones con Beatriz Enríquez de Arana, de quien tuvo un hijo que bautizó con el nombre de Hernando. En 1491, contó de nuevo con el apoyo de Antonio de Marchena y logró una nueva reunión para discutir su proyecto. Esta se realizó en el convento de San Esteban en Salamanca, bajo la dirección de Fray Diego de Deza partidario del proyecto, en esta ocasión el resultado le fue favorable.

En el año de 1492 una nueva junta reunida en Santa Fe aprobó la empresa propuesta por Colón, pero rechazó las desmedidas pretensiones del genovés; continuaron las negociaciones entre éste y los reyes católicos hasta que el 17 de Abril de 1492, se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, documento en el cual se fijaban las condiciones para la realización de la empresa, que resultaba del todo favorable a Colón, al estipular:

1º Título vitalicio de Almirante de la Mar Océano para Colón.

2º Virrey y gobernador general de las tierras que descubriera.

3º El 10% de todas las riquezas obtenidas con el descubrimiento.

4º El derecho de recibir una octava parte de las ganancias, a cambio de invertir una octava parte del       costo de la expedición.

5º Ser Juez y árbitro de los litigios entre España y las nuevas tierras.

6º Un Título de grande de España para Colón.

(Fin del control2)

 


 

EL VIAJE DE DESCUBRIMIENTO

(Inicia el control 3)

El primer viaje a América. Fue falso, a pesar de que tanto se ha insistido en ello, que la reina Isabel hubiera que empeñar sus joyas para costear el viaje de Colón, pues la intervención de Luis de Santángel, escribano de la ración de la reina, y de Alonso de Quintanilla, contador mayor de Castilla, hizo posible contar con el dinero necesario para la expedición. En cuanto a las embarcaciones, fueron proporcionadas sin costo alguno, ya que el propio soberano ordenó el 30 de abril de 1492 a Diego Rodríguez de Prieto y a los vecinos de Palos que entregaran a Colón dos carabelas, sin cargo para la corona, pero sí a expensas de los marinos de ese puerto.

A finales de mayo se presentó el almirante en Palos y tuvo que enfrentar nuevas dificultades, pues los marinos de la región no querían colaborar para la aventura y fue necesario que interviniera Martín Alonso de Pinzón, afamado marino del lugar, que se encargo de allanar los problemas y convencerlos para que participaran. De donde resulta falso que colón hubiera que usar reos y criminales para poder emprender el viaje de descubrimiento. Por el contrario y gracias a la valiosa ayuda de los hermanos Pinzón, es válido afirmar que el futuro descubridor contó con los servicios de los más valiosos hombres de la costa de Huelva.

Después de meses de lucha y preparativos, Cristóbal Colón, a bordo de tres embarcaciones, La Santa María, La Niña y La Pinta y con 120 hombres y víveres suficientes para un año sale del puerto de Palos de Moguer el tres de agosto de1492. El día 12 dejó atrás Tenerife, pero al tocar las islas Canarias se detuvo hasta el 6 de septiembre para reparar el timón de la Pinta.

 

La Santa María era la madre capitana, iba al mando de Colón y como piloto contó con Juan de la Cosa, de quien se dice había sido su propietario original; La Pinta mandada por Martín Alonso Pinzón, y La Niña a las órdenes de Vicente Yáñez Pinzón. Iniciado el recorrido mayor, sin tener la certeza de la existencia de costas próximas, menudearon las inquietudes entre la marinería, como cuando la aguja de la brújula empezó a variar notablemente, solo que Colón explicó que obedecía a los movimientos de la Estrella Polar. Procuró seguir en su recorrido el paralelo 28 y para el día 7 de octubre, cuando la tripulación se mostraba inquieta por no haber alcanzado tierra alguna después de 800 leguas recorridas, el capitán Martín Alonso Pinzón recomendó un cambio de rumbo hacia el sudoeste, con tan buena fortuna, que cinco días después, El 12 de Octubre de 1492 a temprana hora, Rodrigo de Triana o Juan Rodríguez Bermejo, de la tripulación de la Pinta, lanzó el grito de “tierra” al avistar la isla de Guanahaní, a la que Colón bautizó con el nombre de San Salvador y que actualmente se identifica como Isla de Watling, del Archipiélago de Las Lacayas.

 

Continuaron el viaje y exploraron algunas otras islas; el 15 de octubre la Santa María; el 16 de, Fernandina; el 19, La Isabela; el 28, Cuba, a la que llamaron Juana, y finalmente la Española, en donde sometió al cacique Guanacarí. En uno de sus recorridos por la costa de Santo Domingo naufragó la nave capitana, por lo que decidió construir un fuerte al que llamó la Navidad, dejando en él a 30 hombres al mando de Diego de Arana y preparó el viaje de regreso, que inició el 4 de enero de 1493. El recorrido fue penoso por los temporales, que obligaron a las dos naves restantes (La Pinta y La Niña) a separarse; así Colón llegó a Palos el día 15 de marzo, mientras que Martín Alonso Pinzón en la misma fecha fondeaba en Bayona.

Con algunos testimonios de su constancia en las tierras del occidente, el almirante se dirigió a Barcelona para ser recibidos por los reyes católicos, que lo hicieron objeto de grandes muestras de satisfacción y reconocimiento, ratificándole los cargos y beneficios otorgados en las Capitulaciones de Santa Fe.

. El segundo viaje manifestó el propósito de la corona española de ocupar el territorio y eliminar a sus pobladores, con los 1,200 primeros conquistadores españoles que despojaron a los caribes que lograban capturar, de sus tierras y los esclavizaron en el trabajo, hasta matarlos por agotamiento y hambre. Colón y otros navegantes autorizados por los reyes trajeron muchos miles de colonos que por la falta de esclavos peinaron las islas capturando a los hombres y exterminando a la familia por no reportarles utilidades.

El descubrimiento de nuevas tierras despertó un gran interés entre la población española, situación que aprovechó Colón para preparar su segundo viaje a occidente, pero en esta ocasión contó con mayores recursos, ya que pudo disponer de 17 embarcaciones y 1400 hombres, con los que inició el segundo viaje partiendo de Cádiz el 25 de septiembre de 1493.

Descubrió entonces algunas islas: Marigalante, Guadalupe, Santa María de la Antigua, Santa María de la Redonda, San Martín, Santa Cruz, Santa Ursula, Borinquen (Puerto Rico) a la que llamó San Juan Bautista y finalmente Santiago (Jamaica). Al llegar a la Española encontró destruido el Fuerte de la Navidad y muertos los antiguos compañeros; marchó a Cuba con el propósito de someter las rebeliones de los indios y, en represalia impuso una fuerte tributación a los naturales.

En octubre de 1495 llegó a Isabela el visitador Juan Aguado, con instrucciones de revisar la conducta de Colón por las quejas de su gobierno llegaban a la metrópoli; el descubridor decidió dejar a su hermano Bartolomé al frente de la colonia y con Aguado regresó a España, desembarcando en Cádiz el 11 de junio de 1496, para presentarse ante los reyes en la población de Burgos; aunque logró justificar sus actos y recibió el apoyo, sobre todo de la reina, le fue difícil organizar su tercer viaje. Lo inició con sólo seis naves (30 de mayo de de 1498). En este viaje descubrió la Isla de Trinidad, poco después la desembocadura del Orinoco y las costas del golfo de Paria; navegó a la Española, adonde llegó el 30 de agosto, encontrándose con fuertes rebeliones de indios y españoles y, después de sofocarlas, envió a los conjurados a la metrópoli.

En la corte se había integrado un partido contrario a Colón que logró que se nombrara a Francisco Bobadilla juez pesquisidor y se lo enviara a América a enjuiciar los actos del almirante; Bobadilla legó a Santo Domingo el 23 de agosto de 1500, se apoderó del gobierno y ordenó la aprehensión de los hermanos Colón, remitiéndolos a España cargados de cadenas. Al desembarcar en Cádiz fueron liberados por orden de la reina -su protectora-  en desagravio se le hizo entrega de 8500 pesos para sus gastos. Viajó a la corte para ser recibido bondadosamente por los monarcas, quienes informados de los abusos de Bobadilla, designaron como gobernador a Nicolás de Ovando, que de inmediato se trasladó a las nuevas tierras.

Organizar el cuarto y último de sus viajes le resultó sumamente penoso y se dice que fue entonces cuando se vio obligado a valerse de algunos reos. Con solamente 4 carabelas y 150 hombres, emprendió la travesía el 9 de mayo de 1502, en recorrido desgraciado en virtud de las tormentas y privaciones a las que estuvo sujeto. Descubrió en este viaje algunas de las islas del Caribe y las costas centroamericanas de Honduras, Mosquitos y Panamá.

Victima de las tormentas pretendió refugiarse en la española, pero se le negó refugio y, ya sin ninguna ayuda y enfermo, emprendió el regreso para llegar a España el 7 de noviembre de 1504. Marchó a la corte con la intención de entrevistarse con los monarcas, sólo que, al llegar a Sevilla el 26 de noviembre de 1504, se enteró de la muerte de la reina, su protectora.

A partir de entonces la suerte del navegante genovés declinó definitivamente y, olvidado y sumamente enfermo, se instaló en Valladolid, en donde murió el 20 de mayo de 1506.

(Fin del tercer control)

 

Conflictos internacionales ocasionados por los descubrimientos

(Inicia el 4º control)

Desde la primera mitad del siglo XV el Papa Martino V había respaldado los descubrimientos de los portugueses en la costa africana, pero los descubrimientos españoles en América establecieron nuevas condiciones en el reparto del mundo, las que se agudizaron cuando los reyes católicos solicitaron del Papa Alejandro VI el reconocimiento del dominio de las tierras de “infieles” que descubrieran. El pontífice dio a conocer el 2 de mayo de 1493 la Bula Intercaetera, por la que establecía una línea llamada Alejandrina, a 100 leguas al occidente de la isla Azores, indicando que todas las tierras descubiertas al oriente de ella pertenecían a Portugal, mientras las que se encontraran a occidente serían propiedad de España. Esta disposición del Papa, no dejó muy conformes a los portugueses, que emprendieron negociaciones con la corona española, hasta obtener la firma del Tratado de Tordesillas en 1494, por el que se establecía una nueva demarcación de 370 leguas al occidente de Cabo Verde, con lo que se daba oportunidad a Portugal de participar en los descubrimientos del nuevo continente, en las costas orientales de Brasil.

Esta solución resolvió de momento las disputas entre los dos estados, particularmente en las tierras de América, sólo que como no establecía límites precisos al oriente, posteriormente, cuando Magallanes emprendió el viaje de circunnavegación, se presentaron nuevos conflictos por las posesiones orientales, que finalmente se resolvieron con el Tratado de Zaragoza, firmado en 1529.

 

Exploración de América.

Después del viaje de descubrimiento, otros muchos marinos españoles se interesaron en la exploración de nuevas tierras en occidente; muchos de ellos emprendieron estos viajes con sus propios recursos, y otros, con el reconocimiento y ayuda de la corona. Las primeras expediciones las llevaron a cabo Juan de la Cosa, Vicente Yáñez Pinzón, Rodrigo Bastidas, Ojeda y Diego de Lepe, quienes entre los años de 1499 y 1502 recorrieron la costas orientales de América del Sur, hasta los territorios de Brasil.

Otros importantes viajes al continente los realizó el florentino Américo Vespucio, tres de ellos al servicio de la corona y dos al servicio de Portugal; a partir de 1499, cuando efectuó su primer viaje, Vespucio recorrió las costas americanas y, con las observaciones obtenidas en estas travesías, preparó las primeras cartas geográficas del Nuevo Mundo, informando en ellas que se trataba de un nuevo continente. Américo Vespucio, murió en Sevilla en el año de 1512 y nunca pretendió que su nombre fuera impuesto a las tierras descubiertas por Colón, pero en 1520, al aparecer el Mapamundi de Appier, se nombró por primera vez a nuestro continente con el nombre de América.

Algunos de estos viajes estuvieron alentados por la fantasía de los europeos, que imaginaban la existencia de ciudades de oro y de manantiales de la eterna juventud en los territorios continentales; tal fue el caso de la expedición de Juan Ponce de León, que tuvo como único resultado el descubrimiento de la Florida el 27 de marzo de 1512.

Cuando los navegantes españoles tuvieron conciencia de que las tierras descubiertas en 1492, no correspondían a las de Cipango y Cathay, emprendieron afanosamente la búsqueda de un paso a oriente; Pinzón y Solís,  lo intentaron recorriendo en 1509 algunas de las costas del norte del continente; y el último de ellos lo intentó también al sur, llegando en 1516 hasta el Río de la Plata. La ruta se mantuvo cerrada hasta 1520 cuando Fernando de Magallanes emprendió el primer viaje alrededor del mundo, logró cruzar el estrecho que lleva su nombre, para continuar al oriente, pero como muriese en la Isla de Cebú, la travesía fue concluida por Sebastián el Cano que a bordo de una sola nave, La Victoria, logró llegar a España en 1523.

No fueron únicamente los españoles los que realizaron viajes a América, ya que otras naciones igualmente interesadas en las nuevas tierras intentaron exploraciones en ellas; Inglaterra se valió de los servicios del veneciano Juan Caboto, que entre los años de 1497 y 1498 exploró las costas atlánticas del norte del continente, principalmente las del Labrador. Portugal por su parte, emprendió descubrimientos en las costas del Brasil entre los años 1500 y 1501, utilizando para ello los servicios de Álvarez de Cabral.

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