J. C.: ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LA OBRA DE RENÉ GUÉNON(1)

 

 

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

La actual crisis mundial, enfocada desde el punto de vista de las energías cósmicas que en ella manifiestan su acción, conlleva -entre otras características- un creciente despliegue de ese Poder de sugestión e ilusión que los teólogos católicos llaman "el diablo" (2).
Por otra parte, para nosotros no resulta sorprendente que ese poder ejerza su acción, incluso dentro de aquellos dominios donde parecería que debiera hallarse más específicamente excluido, dado que sabemos ya desde hace siglos -y aun, literalmente, desde hace milenios- que el período inmediatamente anterior al "Juicio Final" debe ser testigo del aparente triunfo exterior de ese poder, que por lo demás con tal triunfo habrá realizado las condiciones necesarias para su propia ruina. No es que tengamos la intención de ocuparnos de todas las manifestaciones de semejante actividad, con respecto a la cual ya resulta lo suficientemente difícil resistirse a fin de no recibir su marca y su signo sobre la frente o la mano (3), pero hay ciertos dominios dónde no podemos dejar de intervenir, no porque nos mueva un deseo personal de acción exterior, sino por amor a la verdad. Así es como ciertos hechos recientes, que ponen en tela de juicio la obra y la personalidad de René Guénon, nos obligan a precisar ciertos puntos de doctrina o de hecho, a raíz de que las circunstancias exteriores excluyen una intervención material del propio interesado.
I. ALCANCE Y CARÁCTER DE LA OBRA DE RENÉ GUÉNON
1.- Toda exposición intelectual, en cualquier dominio que sea, constituye, dado que se manifiesta exteriormente, una verdadera "acción" que se enmarca dentro del devenir cósmico, engendrando dentro del desarrollo de la especie humana indefinidas series de consecuencias, por otra parte de muy diferente importancia según los casos.
Esta "acción", como tal, se ejerce entonces evidentemente de acuerdo con las condiciones lógicas y ontológicas de este devenir y, en consecuencia, tal exposición contiene plenamente -y también solamente- aquello que corresponde a la posición donde cosmológicamente se sitúa la individualidad cuyo órgano mental asume la tarea de expresar exteriormente lo que constituye el objeto de la exposición. Este es uno de los aspectos de lo que puede considerarse la función cósmica del individuo considerado dentro de la Manifestación Universal.
2.- La obra de René Guénon, considerada desde este punto de vista, se encuentra esencialmente consagrada a una exposición correcta de la metafísica pura, y los aspectos cosmológicos, biológicos y prácticos de la doctrina no se ven enfocados más que accesoriamente, y dentro de los estrictos límites en los cuales resulta necesario esbozar la vinculación normal con los principios metafísicos, de dónde provienen estos aspectos secundarios. Y es que en el estado actual del devenir de la especie humana resultaba necesario, y por lo tanto también inevitable, que fueran expresadas en occidente (donde reside exteriormente la potencia material), de una manera precisa y no dejando lugar para errores más o menos voluntarios, las bases fundamentales del conocimiento metafísico puro, de forma tal que dentro de la crisis presente y en aquellas que le seguirán, les sea posible a todos aquellos hombres poseedores de un "intelecto sano" y de una verdadera "buena voluntad", verificar si tal o cual actividad exterior se halla o no de acuerdo con estas bases.
La posición ocupada cosmológicamente por René Guénon correspondió precisamente a esa función.
3.- Por otra parte, a causa de la naturaleza y de la forma de las exposiciones de René Guénon, resulta que las mismas no pueden llegar a ser desvirtuadas por los esclavos del Anticristo, y utilizadas en consecuencia por la contra-iniciación, puesto que, tal como escribió precisamente el mismo René Guénon, hablando del Diablo (4), "no hay más que un dominio que le está totalmente vedado, y ese dominio es el de la metafísica pura". Muy por el contrario, siempre resulta posible utilizar una doctrina cosmológica para cualquier finalidad, e incluso para una finalidad opuesta; y es así como, por ejemplo, ciertos grupos de hombres "más o menos bien o mal inspirados", han podido servirse e invocar los escritos de Saint- Yves d'Alveydre, mientras que en el caso de René Guénon, quienes están "mal inspirados" se ven obligados a situarse infundadamente contra su obra y a colocarse en oposición a la misma.
 
II. RENÉ GUÉNON Y LOS ORIENTALES OCCIDENTALIZADOS.
1.- La función cósmica que se ha expresado por mediación de René Guénon y que podemos designar como siendo la "Iniciación" (precisamente en el sentido cosmológico de esta última palabra) ha asegurado, de esta manera, una eficaz respuesta a las consecuencias de la acción que, en sentido inverso, se desarrolla a fin de destruir en todas partes (y especialmente en oriente, donde todavía subsiste), la estructura "regular" de las sociedades humanas, haciendo perder de vista aquellas concepciones metafísicas sobre las cuales dicha estructura regular descansa, o alterando la comprensión de estas concepciones.
2.- En efecto, después del establecimiento en oriente de los europeos, se ha ejercido incesantemente un esfuerzo inmenso y tenaz, bajo la influencia de los dirigentes secretos del mundo occidental, para lograr que la mentalidad de los pueblos de oriente se vea desviada -tanto como sea posible- de las formas tradicionales legítimas de donde provienen, a fin de que la inversión de los valores reales que caracteriza a la mentalidad occidental moderna pueda extenderse a todo el conjunto de la humanidad terrestre, lo cual constituye una de las marcas y de las condiciones que deben verse realizadas hacia el fin del ciclo actual.
Se nos presenta aquí la ocasión de insistir sobre el hecho de que, al extenderse este proceso a toda la humanidad, ello diferencia profundamente la actual crisis de todas las demás atravesadas en el transcurso de los llamados tiempos "históricos"; y esto es así en razón de su carácter especial de preparación inmediata para el "Juicio Final" -por emplear el lenguaje del Cristianismo-.
3.- Sea lo que fuere respecto a éste último punto, resulta que, de hecho, casi todo -y decimos bien, casi todo- lo que se ha llevado a cabo en oriente (5) para lograr un acercamiento con occidente en realidad tuvo como finalidad la de reemplazar las concepciones específicas de las doctrinas orientales por las "concepciones intelectuales" del mundo occidental moderno, revistiendo a estas últimas con un velo o una terminología apropiada para disfrazar su verdadera naturaleza. Así, por más desagradable que esto pueda resultar para algunos, se hace necesario afirmar que aquellos orientales que pretendieron poner al alcance de los occidentales las doctrinas orientales de hecho no hicieron más que constituirse en misioneros de occidente. Tales individuos, orientales occidentalizados, no pudieron ni pueden hacer más que engañar a aquellos que les otorgan una confianza que de ningún modo merecen, y lo que mejor puede suponerse a su favor es que, impregnados sin saberlo de las influencias occidentales que sufrieron inconscientemente, ellos se engañan a sí mismos tanto como a los demás.
A este respecto existen determinados criterios que evitan toda confusión, como por ejemplo la utilización del sustantivo "lo Divino" que, desconocido para oriente y copiado del pietismo protestante anglosajón (6), constituye una de esas marcas de anti-tradicionalismo y de debilidad intelectual que estamos considerando. En particular, tenemos aquí en vista ciertos textos publicados bajo el nombre de Shrî Aurobindo, sin que por otra parte, al carecer de suficiente documentación, pretendamos establecer algún juicio valedero sobre dicha personalidad en sí misma y sobre su acción, asunto éste que exigiría numerosas precisiones y aclaraciones; en suma, un trabajo que no podemos pensar en encarar actualmente. Podríamos presentar análogas observaciones a propósito de ciertas traducciones comentadas de textos tibetanos, que reflejan una lamentable mediocridad intelectual.
4.- Todavía debemos añadir más específicamente que el proceso por el cual algunos hindúes, que se declaran seguidores de Shrî Ramâkrishna, llegan hasta occidente para exponer un Vêdânta claramente occidentalizado, forma parte de aquellas maniobras a través de las cuales se pretende otorgar a los occidentales la ilusión de penetrar dentro de los dominios de la Iniciación, y también dentro del campo de los conocimientos conservados en oriente, mientras que, en realidad, permanecen -a pesar de las apariencias- dentro del dominio mental controlado rigurosamente por los verdaderos dirigentes de los pueblos occidentales, que dominan exteriormente, ya sea por la fuerza o por la astucia, a los pueblos del oriente. Más aun, dentro del mismo Oriente, los dirigentes de aquellas intentonas pseudo-orientales que estamos considerando, tienen como objetivo real -cualesquiera sean sus pretensiones e ilusiones- el de difundir entre los mismos orientales y en toda la medida que ello sea posible la mentalidad anti-tradicional a que aludíamos poco antes. Se quiera o no, todo esto forma parte del plan de actividades que consideramos anteriormente en el apartado 2.
5.- Por el contrario, en occidente existen algunos notables indicios de un esfuerzo propiamente encaminado a posibilitar una preparación intelectual para el conocimiento efectivo de las doctrinas tradicionales y, en especial, nos estamos refiriendo aquí, por una parte, a las traducciones de Mohyiddin Ibn Arabi aparecidas en la revista "La Gnose" (7), y, por otra, a ciertas traducciones de textos orientales publicadas por la escuela belga; la formación intelectual católica de los autores de éstas últimas traducciones les ha preservado (a pesar de las limitaciones a las cuales se ven intelectualmente sometidos) de tomar una dirección anti-tradicional.
6.- Resultaría erróneo, sin embargo, no añadir a las observaciones que preceden una indispensable contrapartida, señalando que la actividad anti-tradicional que se ejerce en las intentonas pseudo-orientales que hemos considerado tiene como efecto contrario el de preparar la unificación espiritual de la humanidad, al acostumbrar a numerosas categorías de seres humanos a las formas del lenguaje y a los símbolos que revisten las doctrinas orientales, y también al abrir a su sensibilidad (a falta de su intelecto) los caminos del Oriente o, al menos, los accesos de tales caminos.
Se trata de un proceso análogo a aquel por el cual, en Occidente, las actividades pseudo-tradicionales (luego en realidad anti-tradicionales) de los ambientes neo-espiritualistas (con los ocultistas a la cabeza) terminan por conducir a algunos hacia vías intelectuales respecto de las cuales -sin aquellas- nunca hubieran pensado siquiera en abordarlas. El peligro que señalamos sería aquel de demorarse en direcciones defectuosas o el de atribuirles un alcance y una importancia que las mismas no poseen.
Para adoptar un lenguaje utilizado alguna vez, puede decirse que las diversas escuelas o grupos que nosotros criticamos tan duramente provienen, desde ciertos puntos de vista, de ese proceso en que la Iniciación se denomina "descenso a los infiernos", de manera tal que consideradas desde un punto vista mucho más general, ellas se enmarcan dentro de la armonía total de la Manifestación Universal y desempeñan en su plano el papel que conviene, en vistas a la realización de las condiciones que marcarán el final del Kali-Yuga.
7.- Lo que por lo tanto nos interesa esencialmente precisar aquí es, ante todo, el lugar que realmente ocupan todas estas manifestaciones a través de las cuales se "occidentaliza a oriente", y con las que se ilusiona a los occidentales que buscan las "llaves de Oriente". También queremos precisar que cada cual puede situarse a sí mismo respecto de las diversas vías posibles, a partir de la elección que efectúe entre un occidental orientalizado como René Guénon y un oriental occidentalizado como aquellos que hemos considerado.
III. RENÉ GUÉNON Y LA REALIZACIÓN METAFÍSICA.
1.- Resulta bastante sorprendente constatar que la mayoría de los occidentales que se han visto atraídos por la obra de René Guénon, y que se creen sinceramente "guenonianos", manifiestan una muy viva impaciencia a los fines de lograr obtener "procedimientos de realización", y revelan una cierta decepción ante el hecho de que René Guénon sistemáticamente dejó de lado este punto cuya importancia es evidente.
Ahora bien, es con motivo de condiciones muy generales, a las cuales nadie puede sustraerse, que René Guénon mantuvo silencio sobre este punto. Nosotros no podemos tratar ni siquiera sucintamente semejante cuestión, que requeriría una puesta a punto que excedería por mucho los límites de una breve nota; sin embargo, resulta posible considerar ciertos aspectos, más particularmente relacionados con las circunstancias que nos han llevado a escribir estas pocas páginas.
2.- En primer lugar es necesario subrayar que no puede evitarse la impresión de que cuando los occidentales hablan de "procedimientos de realización", están pensando en una especie de "colección de recetas" tales que, poniéndolas en ejecución de manera regular, sistemática y progresiva, bajo la conducción de un buen profesor, se obtendría un progreso regular en el camino que conduce desde el estado profano a aquel del liberado. Dentro de semejante concepción, la "transmisión iniciática" sería una especie de rito preliminar, mediante el cual se produciría una transformación de la biología del recipiendario, asegurando la evolución del proceso del que hablamos.
3.- Sin lugar a dudas, esta manera de representarse la cosa no se formula de una forma tan esquemática como lo hemos hecho, que bajo ciertos aspectos aparece como demasiado ingenua; no obstante, inconscientemente, la mayoría de los occidentales se representa el proceso iniciático de una manera bastante análoga a la que acabamos de describir. Ahora debemos decir que esta descripción tan generalmente difundida no corresponde a la realidad si se la esquematiza de tal forma, y no será, precisamente, por medio de una tal representación que pueda hallarse un acceso al Conocimiento Efectivo que conlleva la realización de los estados de la existencia en los dos sentidos de la amplitud y de la exaltación, y después de Aquello que está más allá de los estados de la existencia.
La descripción -y no la definición- correcta de este proceso exige desarrollos bastante extensos para que puedan resultar inteligibles, y nosotros no podemos ni siquiera soñar con presentar actualmente tales desarrollos. Por eso nos limitaremos a presentar una analogía tomada de un proceso bastante comparable, si bien proveniente de un dominio diferente; nos estamos refiriendo al dominio religioso que, a pesar de las características del tiempo presente, resulta ser todavía relativamente bastante familiar para muchos occidentales.
4.- Dentro de tal orden de ideas y de realidades al cual corresponde la "religión", la finalidad propuesta al individuo se presenta como "la salvación", la "vida eterna", la "santidad", correspondiendo cada una de estas designaciones a aspectos diferentes de la realidad de que se trata. Ahora bien, el "sacramento del bautismo", por medio del cual el individuo se hace cristiano, es una condición necesaria (8) para pertenecer al Cuerpo de la Iglesia y, en consecuencia, para beneficiarse, en principio, con las posibilidades inherentes al estado de cristiano.
Pero, por una parte, el bautismo puede se suplido, en el caso de todos aquellos que en la plenitud de su voluntad desean perfectamente -sin ningún tipo de fraude interno- cumplir con lo que es, o lo que ellos creen ser, la voluntad de Dios.
Por otra parte, el hecho de poseer una buena preparación respecto a la doctrina cristiana, y el estar sometido a las directivas de un sacerdote del cual se ha recibido el bautismo, o de uno de sus cofrades, no puede garantizar en ningún caso la conquista de la "santidad".
5- Así mismo debemos afirmar:
a) Que la posesión de un cuerpo de doctrinas teóricas y prácticas (o técnicas) que incluyen métodos eficaces (en principio) para la conquista de estados de existencia superiores, no constituye en sí misma una condición suficiente para realizar la posesión efectiva de estos estados, y mucho menos aun para alcanzar Aquello que se encuentra más allá de todos los estados de la existencia.
b) Que son necesarias, además del citado patrimonio doctrinal, de algún modo exterior, una serie de cualificaciones internas, que se traen consigo al venir a este mundo, pero que no desarrollan efectivamente sus posibilidades más que en la medida en que los conjuntos de causalidades internas inherentes a la sucesión de la individualidad considerada, y de las causalidades cósmicas o externas que se despliegan de manera concomitante y rigurosamente correlativa, permiten la manifestación efectiva de estas posibilidades en el transcurso de la existencia humana considerada.
c) Entre estos conjuntos de condiciones causales, la recepción de ciertos ritos especiales constituye una necesidad habitual, en el sentido de que estos ritos ocasionan la participación (al menos en principio y virtualmente) de ciertos grupos de energías sutiles y espirituales en relación con determinadas modalidades (por otra parte en número indefinido) de las cuales es susceptible la biología de la especie humana tomada en toda su extensión. Por medio de esta recepción se encuentra entonces abierta una vía que permite una extensión individual en correlación con toda la extensión de que son capaces las formas, energías o modalidades biológicas de que se trata.
Tomada en toda la generalidad de que es susceptible, esta noción conduce a la Iniciación a los Pequeños Misterios y concluye con la "restitución del Estado Primordial" (la llave de plata de Dante, Purgatorio, Paraíso).
d) Naturalmente hay aquí una pluralidad de ritos, e incluso una indefinida pluralidad, tal como hay una pluralidad de formas, de grupos energéticos y de modalidades biológicas, dentro del orden de las realizaciones cosmológicas de que se trata. También existen numerosas dinastías iniciáticas, diferentes unas de otras, con ritos que corresponden a estas diferencias. Sólo a través de la plena realización del Estado Primordial, es decir, en la plenitud de toda la extensión de las posibilidades incluidas en el estado humano, dejarán de existir tales diferencias.
Por lo demás, si se considera al proceso iniciático en su conjunto, hasta la restitución de que hablamos, se hace necesario añadir, adoptando el simbolismo de Dante, que la llave con la cual se abrió la Puerta Santa se encuentra en poder de un "Ángel", sean cuales fueran los hombres a través de quienes se ha expresado la acción que llevó a la realización de este proceso.
Por otra parte, ni la recepción de un rito, ni la posesión de una técnica (en su expresión por medio de palabras que -por definición- no pueden exceder los límites de la facultad mental), garantizan un encauzamiento regular en la vía de la realización efectiva del Conocimiento. En efecto, tal como decía un ritual martinista (que sin lugar a dudas interpretamos más ampliamente de lo que lo hizo el mismo que lo escribió): "Es en ti mismo, en todo tu aislamiento, que debes extraer el principio de tu progreso". Es decir, que la realización, siendo una obra interior, que se cumple en y por la Unidad, no puede ser llevada a cabo más que a través de ese esfuerzo interior donde la profundización de la Unidad interna se acompaña de la expansión, indefinida en su orden, de las posibilidades del ser humano.
e) Más allá de la restitución del Estado Primordial y de la apertura a los Grandes Misterios con la llave de oro (Dante) ya no es más cuestión de las diferenciaciones que preceden, así como tampoco de los ritos en el sentido que solamente queremos considerar aquí.
f) Tal como lo indica René Guénon en diversos pasajes (9), los ritos constituyen una ayuda y un punto de apoyo normal, pero no una condición estrictamente indispensable. Además, tal como por su parte afirma el tratado de Mohyiddîn Ibn Arabî sobre las Categorías de la Iniciación, han existido, existen y existirán Solitarios que no provienen de aquella jerarquía que desemboca en el "Apogeo Espiritual", sino directamente de ese espíritu, del cual El-Khidr es la expresión dentro de la formulación musulmana de la Tradición, y cuyos equivalentes, si bien menos conocidos, se encuentran también mencionados en las demás formas tradicionales.
g) Finalmente, para terminar con aquello que nos trajo a este género de cuestiones, conviene subrayar que el encuentro con poseedores de la enseñanza tradicional, es decir, de individualidades vinculadas, bajo una u otra forma, a una organización que mantiene un contacto efectivo con el Centro del Mundo, constituye para aquel al que esto le sucede el testimonio de que ha llegado al umbral del Camino, al mismo tiempo que diversas condiciones se oponen a una realización efectiva de las correspondientes posibilidades. Por lo demás, si en este dominio toda impaciencia será un obstáculo para el desarrollo espiritual, por el contrario los esfuerzos internos, aun cuando no produzcan efectos exteriores, engendran sin embargo los gérmenes, o las posibilidades, que se desarrollarán de manera totalmente natural en el momento oportuno.
6.- Aun nos toca añadir una observación que, sin lugar a dudas, resultará muy poco grata para algunos, pero que precisamente resulta oportuna por esto mismo.
Los primeros pasos del proceso iniciático en realidad dan como resultado el hecho de abrir en el individuo humano ciertas vías por las cuales el mismo entra en relación consciente, o no, con las potencias cosmológicas que acabamos de considerar en el transcurso del punto 5. Estas potencias presentan, evidentemente, entre otros campos de manifestación, actividades en los dominios intelectuales, políticos, religiosos, económicos, etc., etc... (10). Existen por lo tanto en este dominio, tal como en aquel de los "poderes", dos peligros que deben ser evitados. El primero sería el de desconocer la realidad de esos lazos y, bajo el pretexto de indiferencia por el "punto de vista cosmológico", convertirse en un esclavo inconsciente del complejo sistema de acciones y reacciones a que aludimos aquí, y dentro del cual la vinculación a una organización, cualquiera sea, conlleva inevitablemente una participación.
Muy explícitamente queremos decir que la forma misma de una organización, sea ella judía, masónica, cristiana, musulmana, hindú, lamaísta, taoísta, etc., trae aparejado, para quien se encuentra dentro de ella, vinculaciones con el papel intelectual, político, económico, etc., de la forma que se trate dentro de la biología general de la especie humana.
El segundo peligro sería, por el contrario, aceptar la servidumbre inherente a tales lazos, con las limitaciones que ello conlleva, lo cual traería aparejados riesgos también graves, si bien de naturaleza diferente, que aquellos que van unidos a la búsqueda de los "poderes" por sí mismos. El proceso iniciático implica, en efecto, el reconocimiento efectivo de los vínculos de que se trata, así como la determinación de las funciones respectivas de las diversas formas, y la apertura del camino por el cual se produce la liberación de las servidumbres por las que se es mantenido a distancia del Lugar Central dónde estas formas se unifican en su Principio Común.
IV. RENÉ GUÉNON Y LA REENCARNACIÓN.
1.- Ninguna otra cuestión parecería haber provocado más malentendidos y controversias que la de la reencarnación (aparte de aquella del Atman y de Ishwara), no porque ella presente dificultades excepcionales , sino más bien porque para exponerla correctamente en todos sus diversos aspectos serían necesarios desarrollos bastante extensos acerca de nociones que resultan completamente extrañas a los occidentales.
No podemos siquiera pensar en desarrollar aquí semejante exposición, y algunas explicaciones muy reducidas correrían el riesgo de aumentar aun más la confusión que impera en este dominio. No obstante nos parece que a pesar de tales inconvenientes no podemos dejar de presentar al menos algunas consideraciones fundamentales sobre ciertos puntos esenciales.
2.- Ante todo, debe subrayarse el hecho (cuya importancia exigiría un estudio especial) de que mientras que las religiones occidentales niegan la reencarnación, en cambio los pueblos orientales, particularmente aquellos que se vinculan con la civilización india, creen en una sucesión de existencias bajo formas humana, animal, etc. ... (los cinco destinos). Esta oposición es del mismo tipo que la que parece existir entre las tradiciones aparentemente "creacionistas" y aquellas otras aparentemente "emanacionistas", o entre las tradiciones que consideran basado el origen de la existencia separada en la "Atracción Original" (Nahash), y aquellas que lo hacen nacer de Avidyâ, la ignorancia o ilusión.
En efecto, como siempre sucede en estos casos, se trata de "puntos de vista" diferentes respecto a la "Realidad Total", la cual conlleva una "indefinidad" de los mismos, y no existe -ni puede existir- ninguna contradicción real entre ellos. Por el contrario, podría cometerse un grave error, si no se precisara a qué corresponde cada punto de vista especial, es decir, si no se establecen sus limitaciones (o sus límites) y sus relaciones con los demás puntos de vista.
3.- Tal como decíamos al comenzar este escrito, René Guénon tuvo como cometido fundamental el de la exposición metafísicamente exacta de las doctrinas tradicionales, abordando sólo en la medida en que resultaba estrictamente indispensable a esta finalidad la descripción cosmológica de la Manifestación Universal en sus relaciones con el devenir humano. Así es como, en su obra fundamental, El hombre y su devenir según el Vêdânta, expuso completamente (si bien de manera abreviada) las diversas etapas que recorre aquello que es presentemente el hombre, cuando éste sigue uno de los caminos que conducen desde el estado humano a la Liberación; en cambio, dejó de abordar, salvo por una alusión a la teoría de los ciclos, la exposición del devenir del Ser en el pasaje desde un estado individual humano a otro estado individual.
4.- Desde luego que Guénon ha demostrado metafísicamente (Cap. VI de El error espiritista) el carácter erróneo de lo que los occidentales entienden por "reencarnación", es decir, el pasaje de una misma substancia separada, de naturaleza espiritual, o alma (formando una especie de mónada), por una sucesión de estados corporales (11).
Por otra parte, debemos añadir de inmediato que no conocemos ningún texto canónico, ya sea oriental u occidental, dónde la reencarnación -entendida de esta forma- se halle mencionada, y esto simplemente por la razón suficiente de que no conocemos ninguno dónde la noción de alma, tal cómo la consideran los occidentales modernos (substancia + unitaria + espiritual + individual) (12), se encuentre asociada ya sea a la idea de retorno a un mismo estado, ya sea también a la idea de una supervivencia después de la muerte. Todo lo que ha sido dicho de contrario a esta afirmación descansa sobre errores de interpretación o de traducción, y es consecuencia de esta enfermedad de los hombres del Kali-Yuga que tanto les dificulta concebir las existencias sin formas o existencias que no se vean sostenidas por substancias separadas o irreductibles.
Ahora bien, ni el Judaísmo (dónde ni Néfesh, ni Rûaj, ni Neshamá corresponden a lo que los modernos denominan alma y espíritu), ni en el Cristianismo (dónde San Pablo naturalmente se limitó a transponer estos términos hebraicos), ni en el Brahmanismo (donde Atman no tiene nada en común con el alma de los modernos) ni en el Bhagavad-Gîta (dónde la fórmula utilizada en el capítulo II, 22, designa a la serie causal individual que engendra una continuidad de vidas sobre vidas a través de la corriente de las formas), ni mucho menos en el Budismo o en el Lamaísmo (dónde el Alaya Vîjnana corresponde a la fórmula del Bhagavad-Gîta), ni en el Islam esotérico; en una palabra, en ninguna de las formas ortodoxas, jamás existió nada parecido, y la concepción moderna occidental es a las concepciones metafísicas de oriente lo que la devoción visceral al Sagrado Corazón es al ardor del amor informal del verdadero cristiano por el Verbo Supremo, encarnado (luego manifestado) en Jesucristo, Aquel que es para el cristiano la fuente por la cual se produce en el hombre todo aquello que es Amor y por el cual subsisten y se mueven, en el Cosmos, el Sol y las demás Estrellas.
5- Pero, precisamente dado que las cuestiones propiamente metafísicas son tratadas ante todo en su rango primordial (ya sea que se trate del Mahâprajnâ Parâmita en el Lamaísmo, de los Brahma-Sûtras en el Brahmanismo, etc.), una sección importante de la enseñanza sagrada del oriente se refiere a la descripción cosmológica de la Manifestación Universal en sus relaciones con el estado humano (Abidharma en el Lamaísmo, etc.) así como sobre los aspectos individuales y sobre las técnicas correspondientes (Tantras o Rgyud).
Ahora bien, esta descripción puramente fenoménica pone en juego todos los procesos englobados sumariamente dentro de lo que los antiguos pitagóricos llamaban metempsicosis y de la cual quisiéramos tratar de brindar, aunque más no fuera, una somera idea.
6.- El estado humano, caracterizado por la posesión de Manas (órgano mental) (simple participación, por lo demás, con el Manú cósmico) conlleva un cierto número de características psicológicas (13), entre las cuales figura la memoria.
Por una parte, la serie interna de los estados que recorre un hombre durante el transcurso de su existencia individual engendra la determinación del estado de existencia que le sucederá a este estado humano.
Por otra parte, la serie externa (correspondiente a la precedente) de sus actos durante el transcurso de la existencia presente ha engendrado, tanto en el mundo grosero como en el mundo sutil, una serie de causalidades, entre las cuales una gran parte pertenece a esos complejos psicomentales que nosotros tenemos la costumbre metafísicamente errónea de considerar como constitutivos del ser individual humano que conocemos (mientras que no son más que elementos físicos que durante el transcurso de la existencia entran en la composición del cuerpo grosero y después se retiran del mismo). Estas series de causalidades se despliegan después de la muerte, engendrando sucesiones de estados psicomentales, centralizados (o agregados) sobre una o más existencias individuales, que serán a éste respecto, dentro de este límite y bajo esta forma, la continuación dentro del dominio psico-mental de la existencia psicológica del desaparecido.
Así se constituyen las "reencarnaciones" del muerto, que no tienen en realidad nada que ver con la reencarnación, puesto que se trata exclusivamente de una metempsicosis.
7.- Ésta es la oportunidad para indicar que, en ciertos casos, la concentración unificadora de la vida psicológica durante el transcurso de una existencia humana puede ser tal que casi todos los elementos psicológicos que estaban ligados a esta nueva existencia se ven conducidos a reagruparse dentro de una misma nueva existencia humana, de manera que tal continuidad serial así creada ofrece la ilusión de una transmisión substancial. Del mismo modo, en el arco iris, algunas gotas de agua entran dentro de la zona dónde la ilusión del color parece localizada para un observador, y después salen de la misma sin que en realidad haya ningún color que subsista allí dónde se lo veía, apoyado en alguna substancia colorida.
8.-Por lo demás, en ciertos casos, la realización de un estado donde determinados elementos no-individuales, no-humanos, se manifiestan a través de la forma humana (ver lo que dijimos anteriormente a propósito de la realización metafísica) se acompaña precisamente de la realización de esta concentración unitaria que estábamos considerando. En este caso, la continuidad serial considerada está acompañada por una análoga continuidad de la manifestación del elemento no-individual no-humano, y esto corresponde a lo que el Lamaísmo designa como Tûlkus (por ejemplo, el Dalai-Lama, Tûlku parcial de Soubhoti al mismo tiempo que de Avalokitêshwara, que continúa además su existencia dentro de diversas formas y condiciones que corresponden a su definición y a sus funciones).
Por otra parte, es necesario aclarar que semejante transmisión permanece sujeta a muchas incertidumbres, ya que ella está subordinada a las condiciones cósmicas generales, y los agregados de elementos que así se suceden seriadamente pueden soportar cambios por adiciones, sustracciones, o incluso modificaciones correlativas a las modificaciones de la biología humana sobre el conjunto de la Tierra durante todo el transcurso de la duración.
9.- Finalmente, para terminar con este tipo de cuestiones, debemos añadir que, tal como en nuestro mundo occidental muchos creyentes perfectamente incapaces de cualquier actividad propiamente intelectual toman al pie de la letra la terminología religiosa y, de hecho, adoran más o menos conscientemente algunas imágenes esculpidas o pintadas, o determinadas imágenes psicomentales, también en oriente el vulgo poco dotado desde el punto de vista metafísico o poco instruido ve fácilmente en aquellos fenómenos de continuación serial que acabamos de describir lo que los ocultistas y neo-espiritualistas de todo tipo entienden por reencarnación.
Por lo demás, el potente esfuerzo de occidentalización del oriente, al que nos referíamos al comienzo de este estudio, se ejerce naturalmente sobre este punto tanto como en todos los otros, en el sentido más apropiado para destruir todo lo que constituye el espíritu tradicional, de manera tal de hacer posible, allí como en todas partes, la conquista del poder terrestre para todo aquello que hay de más bajo y más opuesto al orden jerárquico de los valores reales.
V. CONCLUSIÓN.
A modo de conclusión, insistiremos todavía sobre la extraordinaria potencia de sugestión, incesantemente creciente, de ese poder de engaño que llegará a dominar completamente al mundo exterior antes del final del ciclo. Sabemos que llegará un momento en el que cada uno, solo, privado de cualquier contacto material que pueda ayudarlo en su resistencia interior, deberá encontrar en sí mismo la forma de adherirse firmemente, a través del centro mismo de su existencia, al Señor de Toda la Verdad. No se trata de una imagen literaria sino de la descripción de un estado de cosas que quizás no esté tan lejano. Que cada uno pueda prepararse y armarse de una tal rectitud interior para que todas las potencias de la ilusión y la corrupción carezcan de poder para hacerlo desviar. Y nada mejor que la obra de René Guénon para facilitar a los occidentales esta preparación.
NOTAS:
1. Este estudio nos fue remitido en 1944 por un lector de "Etudes Traditionnelles" que tuvo contactos directos con varias escuelas orientales. En esa época -en la cual carecíamos de comunicaciones con René Guénon- se habían manifestado críticas sobre determinados puntos importantes de la obra de René Guénon por parte de ciertos hindúes más o menos occidentalizados y de sus discípulos europeos, especialmente en lo que concierne a la "reencarnación". Las circunstancias no permitieron que entonces se publicara este estudio, pero no nos parece que el mismo haya perdido su interés con el correr del tiempo (Nota de Jean Reyor). [Artículo publicado en la desaparecida revista "Etudes Traditionnelles", nº Especial -293-294-295- dedicado a R. Guénon, 1951].
2. Nosotros consideramos aquí todo aquello que René Guénon tenía en vista en la redacción del capítulo X y la Conclusión de El error espiritista, textos a los cuales rogamos al lector se remita
3. Apocalipsis, XIII, 16 y 17; XIV, 9 al 13.
4. El error espiritista, pág. 314.
5. Ya sea que se trate de la India, de la China o incluso del Islam.
6. Nos interesa precisar que nosotros constatamos un hecho, y que si este hecho concierne a los anglosajones ello no excluye para nada que la acción de la contra-iniciación, según las circunstancias, se apoye sobre cualquier otro pueblo de la Tierra. No podemos desarrollar aquí las consideraciones que se vinculan con este orden de cuestiones.
7. Y reimpresas en "Voile d'Isis-Etudes Traditionnelles".
8. Se lo considera "necesario de necesidad relativa", es decir, que es necesario dentro del curso ordinario de las cosas, pero puede ser suplantado por otros medios cuando se cumplen ciertas condiciones particulares.
9. Por ejemplo, en la "Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes", pág. 159, y en Oriente y Occidente, Págs. 229, 230 (1ª edición), las restricciones formuladas en el último pasaje no se refieren a los ritos sino a la enseñanza tradicionalmente organizada.
10. Matgioi indica, respecto al caso del Taoísmo de 1900, las correspondencias de este tipo, en su obra La vía racional, capítulo VII.
11. Utilizamos aquí una fórmula tan descriptiva como resulta posible del proceso considerado (ya que se está aquí dentro del devenir temporal) pero añadimos inmediatamente que las palabras así aproximadas son lógicamente incompatibles, con lo cual la fórmula resulta absurda. Generalmente esto sucede con la mayor parte de las fórmulas filosóficas de occidente cuyo contenido resulta efectivamente "impensable", luego absurdo o ilusorio.
12. Ejemplo de palabras incompatibles.
13. Empleamos esta palabra a falta de otra mejor. Se trata de lo que el Abidharma llama Caittas, "las cosas" (dharmas) asociadas al pensamiento.

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