RAÚL ANDRÉS: SANTIAGO DOTOR, PIONERO DE LOS ESTUDIOS TRADICIONALES EN ESPAÑA*

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nos disponemos a presentar a un autor español al que podemos calificar, sin ningún género de dudas, de pionero en España en el campo de los estudios tradicionales, en una línea que se remonta directamente a la obra de René Guenón. No se trata, evidentemente, del primer escritor que, en nuestro país, se ha referido a la obra capital del renovador de estos estudios en Occidente. Una produccion intelectual de esa envergadura no podía dejar de traspasar las cercanas fronteras pirenaicas y de hallar alguna resonancia entre nosotros. No obstante, hay un abismo entré quienes llegaron a conocer algunos de sus aspectos y que reaccionaron más o menos positivamente, y lo que supone una auténtica comunion espiritual, resultado del impacto producido por el descubrimiento de una obra que ha sido calificada como "el milagro intelectual más deslumbrante producido ante la conciencia moderna"(Míchel Vâlsan). Acerca de los primeros, es quizá Pío Baroja el exponente más claro entre los intelectuales españoles que intuyeron la trascendencia del mensaje de Guénon, aunque sin llegar a comprenderlo efectivamente, como se desprende de las críticas que le dedica, incluyéndolo con los autores cautivados por las "promesas de Oriente" (en su libro Comunistas, judíos y demás ralea). Es a los segundos, en cambio, a los que pertenece Santiago Dotor, autor español "tradicional" en la más estricta y genuina acepción, caído practicamente -e injustamente- en el olvido actualmente. Esta ctrcunstancia se produce a despecho de haber alumbrado una obra que, sí bien puede consíderarse reducida en su extension, sobresale por su altura doctrinal y por su claridad de ideas y de expresión, caracteristicas esta que se ven completadas por una notable capacidad de síntesis, apegada en todo momento al núcleo esencial de las doctrinas, las obras y los autores.

Nacido en Aguilafuente (provincia de Segovia) en 1923, Santiago Dotor es hijo del ensayista y articulista Angel Dotor y Municio (1898-1986), autor que nos ha legado una importante obra literaria, en la que destacan varías obras sobre temas españoles y crítica de arte. Trasladado muy tempranamente a Madrid, Santiago Dotor realizo sus estudios en la capital, cursando la carrera de derecho en la antigua Universidad central entre 1942 y 1947. Aparte de las materias jurídicas, en sus años universitarios se iptereso por la filosofía; Kant y Spengler fueron el objeto principal de su atracción, hasta que conoció la obra de René Guénon. El primer contacto tuvo lugar hacia 1952, al socaire de la lectura de la versión castellana (publicada en Argentina en 1945) de la Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes. A partir de ese momento, fue transformándose su mentalidad con la impronta indeleble que le produjeron las doctrinas tradicionales. Por aquellos años, Santiago Dotor era socio del Ateneo de Madrid. En el ambiente intelectual que albergaba esta institución, conoció a otras personas con quienes compartía el interés por estos temas, aunque no llegarían a constituirse en grupo organizado. Comenzó a leer a otros autores, haciendo frecuentes pedidos a Francia, Italia y Gran Bretaña. Julius Evola ocupó un lugar destacado entre sus lecturas, aunque el aspecto politico y el anticristianismo que, con matices y con cierta evolución, muestran los escritos del autor italiano, siempre le resultaron ajenos. Las obras de Frithjof Schuon, Ananda K.Coomaraswamy, Titus Burckhardt Martin Lings, Leo Schaya y otros importantes expositores de esta corriente no le fueron ajenas, al igual que los artículos de la revista "Etudes Traditionelles". Por añadidura, deja traslucir igualmente un gran conocimiento de las fuentes bibliográficas principales relativas al tema que, en cada momento, era objeto de su atencion.

En los años sesenta, la Compania Bibliografica Española editaba una colección de libros titulada "un autor en un libro", en cuyos volúmenes, centrados en la vida y la obra de importantes escritores españoles y extranjeros, antiguos y modernos, se incluían varías secciones: un esquema biográfico del autor, un resumen de los principales acontecimientos de su epoca, un estudio sobre la vida y la obra, una antología de textos, un anecdotario y una bibliografía escogida. La parte más importante la constituía el estudio, que venia a suponer un tercio aproximadamente de la extension del libro. Santiago Dotor recibió el encargo del editor de preparar algunos titulos para esta colección, publicándose los siguientes: Dante (1964), Goethe (1964) y Virgilio (1967).

Escribió también un trabajo sobre "Homero", que no llegó a ver la luz al interrumpirse la colección. Al margen de esto, colaboró con sus artículos en el desaparecido diario Madrid, mediante los cuales trato de suscitar el interés por los aspectos más profundos y desconocidos de autores a los que se reduce habitualmente a su faceta literaria y estética. Mención especial merece su pequeño pero interesante folleto sobre la figura de lbn' Arabí, musulmán español (1965) editado al margen de la colección a que nos hemos referido.

Por los titulos que se han citado, se advierte la afinidad de Dotor con el esoterismo occidental, encarnado en algunos de sus máximos representantes. Pero la trayectoria intelectual seguida le ha llevado asimismo al estudio de las grandes tradiciones orientales, especialmente del Advaita-Vedanta y del Sufismo. En los ultimos tiempos, ha sido el Cristianismo su principal polo de atención.

Desde 1967, fecha de la publicación de su análisis sobre la figura y las ideas del Vate mantuano, si bien continuó profundizando de manera personal en estas materias, abandonó definitivamente su actividad literaria. De ésta última es preciso decir que no concitó la atencion que merecía, lo cual no debe causar extrañeza cuando, incluso en nuestros días en que el interés por el esoterismo y la espiritualidad en general han aumentado espectacularmente en nuestra patria (aunque, como ocurre en los demás paises, predominando la ganga sobre la mena) e incluso, por citar un dato, en que las obras de René Guénon han sido publicadas en español en su mayor parte, el conocimiento de la Tradición aún permanece en niveles mucho más reducidos entre nosotros que los que se dan en los países de nuestro entorno, si bien los signos son esperanzadores al respecto. Tras desempeñar durante varios años su profesion de letrado, Santiago Dotor se encuentra hoy día retirado (1).

No deja de resultar sorprendente y digna de admiración la calidad de esta obra de un autodidacta, de alguien que ha permanecido al margen de grupos y en cierto aislamiento intelectual. Con el solo auxilio de su intuición, ha sido capaz de adentrarse en materias díficíles y delicadas sin otra guía que los libros, logrando alcanzar un grado de penetración y de comprensión que le ha mantenido inmune a las desviaciones, tan frecuentes, de carácter ocultista o pseudoespiritualista. Comó ningún comentario puede reemplazar la lectura de sus libros concisos pero densos y sustanciosos, no vamos a intentar aquí resumir su contenido. Nos limitaremos, consecuentemente, a añadir algunos rasgos relevantes a los enumerados al comienzo, subrayando así la rica documentación de que hace uso, el estilo elegante y sencillo, la precisión en la exposición y la ausencia de elementos superfluos en aras de resaltar lo fundamental. Solamente cabe lamentar que las propias características de la colección en que publicó casi todos sus escritos le constriñeron a limitar y a seleccionar estrictamente los aspectos a analizar, así como la extensión. Por otra parte, el hecho de tratarse de una colección de libros de "divulgación" fue en gran medida responsable de que pasaran casi inadvertidos. Finalmente, la falta de vinculación con los ambientes académicos no contribuyo tampoco a que se le clasificara entre los "especialistas" de los autores y materias de los que se ocupó.

Desaparecida la editorial, no cabe esperar una pronta reedición de sus libros, que sólo pueden encontrarse por una feliz casualidad. Por ello, esperamos fervientemente que esta presentación contribuya en alguna medida a dar a conocer a un escritor injustamente olvidado, con el agravante de la penuria de escritores españoles que expongan en sus obras las auténticas doctrinas tradicionales, en toda su pureza e integridad.

 

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NOTAS:

*(Publicado en Traditio, 7, Madrid, 1988).

(1). Santiago Dotor falleció en Madrid en 1997.

 

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