PORTADA
CATECISMO SOBRE EL MODERNISMO

CAPÍTULO IV (Continuación)

VI
EVOLUCIÓN

   Preg. 211. — ¿Hemos agotado toda la doctrina de los teólogos modernistas?

   Resp. — "Para finalizar esta materia sobre la fe y sus diversos gérmenes, resta, Venerables Hermanos, que oigamos en último lugar las doctrinas de los modernistas acerca del desarrollo de entrambas cosas".

   Preg. 212. — ¿Cómo llegan al punto capital de su sistema?

   Resp. — "Hay aquí un principio general: en toda religión que viva, nada existe que no sea variable, y que, por tanto, no deba variarse. De donde pasan a lo que en su doctrina es casi lo capital, a saber, la evolución".

   Preg. 213. — ¿Cuáles son en teología, las materias sujetas a la evolución según los modernistas?

   Resp. — "Por consiguiente, el dogma, la Iglesia, el culto, los libros que veneramos como sagrados y aun la misma fe deben sujetarse a las leyes de la evolución, si no queremos que todo esto fenezca".

   Preg. 214. — En rigor ¿es la evolución el principio universal?

   Resp. — "No es de extrañar esto, si se tiene presente lo que los modernistas enseñan sobre cada una de estas cosas en particular".   

   Preg. 215. — ¿Cómo aplican los modernistas el principio de la evolución y ponen en acto sus leyes?
   Y "primeramente para la fe", ¿cuál fue su forma primitiva?

   Resp. — "Establecida, por lo tanto, la ley de la evolución, los mismos modernistas nos describen la manera de la evolución. Y, en primer lugar, respecto a la fe. La primitiva forma de la fe, dicen, fue rudimentaria y común para todos los hombres, ya que brotaba de la misma naturaleza y vida humanas".

   Preg. 216. — Según los modernistas ¿cómo progresa la fe?

   Resp. — "La evolución vital la hizo progresar, no por agregación externa de nuevas formas, sino por una penetración cada vez mayor del sentimiento religioso en la conciencia".

   Preg. 217. — ¿Cuál fue el doble carácter de este progreso de la fe?

   Resp. — "El mismo progreso se realizó de dos modos: en primer lugar, negativamente, eliminando todo elemento extraño, como por ejemplo, el proveniente de la familia o nación; después positivamente, merced al perfeccionamiento intelectual y moral del hombre, de donde la noción de lo divino se agrandó e iluminó, y el sentimiento religioso resultó más elevado".

VII
  CAUSAS DE LA EVOLUCIÓN:
  FUERZA CONSERVADORA,
  FUERZA PROGRESISTA 

   Preg. 218. — ¿A qué causas hay que recurrir para explicar este progreso de la fe?

   Resp. — "Para explicar este progreso de la fe hay que recurrir a las mismas causas que antes mencionamos para explicar su origen. A lo que hay que añadir ciertos hombres extraordinarios (que nosotros llamamos profetas, de los cuales el más eminente es Cristo)".

   Preg. 219. — ¿De qué manera los teólogos modernistas entienden que esos hombres extraordinarios contribuyen al progreso de la fe? 

   Resp. — "Ya porque en su vida y palabras manifestaron algo misterioso que la fe atribuía a la divinidad, ya porque lograron nuevas experiencias inéditas que respondían a la necesidad religiosa de cualquier tiempo".

   Preg. 220. — ,'A qué atribuyen los modernistas sobre todo el progreso del dogma?

   Resp. — "El progreso del dogma se origina principalmente en que hay que superar los impedimentos de la fe, vencer a los enemigos y refutar las contradicciones. Añádase a esto el esfuerzo perpetuo para penetrar mejor el contenido de los misterios de la fe".

   Preg. 221. — Explicednos todo esto mediante un ejemplo. Según los modernistas ¿cómo se llegó a proclamar la divinidad de Jesucristo?

   Resp. — "Así, omitiendo otros ejemplos, sucedió con Cristo: ese algo más o menos divino que en Él admitía la fe, fue insensiblemente y por grados creciendo, hasta que, finalmente, se le tuvo por Dios".

   Preg. 222. — ¿Cuál ha sido el principal factor de la evolución del culto?

   Resp. — "En la evolución del culto contribuye principalmente la necesidad de acomodarse a las costumbres y tradiciones populares, también la de aprovechar de la virtud que ciertos actos han recibido por el uso".

   Preg. 223. — ¿Cuál ha sido el factor de la evolución de la Iglesia?

   Resp. — "Para la Iglesia finalmente, la causa de la evolución surge de la necesidad de adaptarse a las circunstancias históricas y con las formas públicamente introducidas del régimen civil".

   Preg. 224. — ¿Es ésa la evolución en sus detalles? Decidnos cuál es su base fundamental en el sistema de los modernistas.

   Resp. — "Así los modernistas hablan de cada cosa en particular. Aquí, empero, antes de ir adelante, queremos que se tome buena nota de esta doctrina de las necesidades o indigencias (en lenguaje vulgar la denominan más significativamente dei bisogni) pues ella es como la base y fundamento de todo lo visto, y además de aquel famoso método que denominan histórico".

   Preg. 225. — ¿La doctrina modernista de la evolución se resume toda en esa teoría de las "necesidades"?

   Resp. — "Insistiendo aún en la doctrina de la evolución, debe además advertirse que aunque las indigencias o necesidades impulsan a la evolución, sin embargo, la evolución regulada sólo por ellas, traspasando fácilmente los límites de la tradición y arrancada por tanto de su primitivo principio vital, se encaminará más bien a la ruina que al progreso".

   Preg. 226. — ¿Qué hay pues que añadir para traducir completamente el pensamiento modernista?

   Resp. — "De allí que, ahondando más en la mente de los modernistas, diremos que la evolución proviene del conflicto de dos fuerzas, de las cuales una impulsa al progreso, la otra tiende a la conservación".

   Preg. 227. — ¿Cuál es la fuerza conservadora en la Iglesia?

   Resp. — "La fuerza conservadora está vigente en la Iglesia y se contiene en la tradición que está representada por la autoridad religiosa".

   Preg. 228. — ¿Cómo representa la autoridad religiosa esa fuerza conservadora?

   Resp. — "Tanto de derecho, pues es propio de la naturaleza de la autoridad el defender la tradición, como de hecho, pues la autoridad limitada a las variaciones de la vida, se siente poco o nada urgida por los estímulos que impulsan al progreso".

   Preg. 229. — ¿Dónde se halla la fuerza progresista?

   Resp. — "Por el contrario, la fuerza progresista que responde a las indigencias íntimas se oculta y se agita en las conciencias de los individuos, sobre todo de aquellos que, como dicen, están en contacto más íntimo con la vida".

   Preg. 230. — Pero entonces ¿los modernistas ponen la fuerza del progreso fuera de la jerarquía?

   Resp. — Sin ninguna duda. "Observad aquí, Venerables Hermanos que yergue su cabeza aquella doctrina ruinosísima que incorpora en la Iglesia a los laicos como elementos de progreso".

   Preg. 231. — Decidnos por qué combinación de la juerza conservadora y de la fuerza progresista entienden los modernistas las modificaciones y los progresos en la Iglesia.

   Resp. — "De esta especie de convenio y pacto entre estas dos fuerzas la conservadora y la progresista, esto es, entre la autoridad y las conciencias de los particulares, proceden el progreso y los cambios. Pues las conciencias de los individuos, o algunas de ellas, actúan sobre la conciencia colectiva, y ésta sobre quienes detentan la autoridad y los obligan a pactar y a mantener lo pactado".

VIII
  CONSECUENCIAS PRÁCTICAS

   Preg. 232. — ¿Qué piensan entonces los modernistas cuando la autoridad religiosa los reprende o castiga?

   Resp. — "De lo dicho se entiende sin trabajo por qué los modernistas se admiran tanto cuando conocen que se los reprende o castiga. Lo que se les achaca como culpa, tienen ellos por cumplimiento de un deber religioso. Nadie mejor que ellos comprende las necesidades de las conciencias, porque tienen un acceso más directo a ellas que la autoridad eclesiástica. Por lo tanto, reúnen en sí todas esas necesidades, y por eso se sienten obligados a hablar y escribir públicamente. Castíguelos, si quiere, la autoridad; ellos se apoyan en la conciencia del deber, y por íntima experiencia saben que se les deben alabanzas y no reprensiones".

   Preg. 233. — ¿Qué actitud adoptan los modernistas condenados por la Iglesia?

Resp. — "Saben por cierto que no hay progresos sin luchas ni luchas sin víctimas: sean ellos pues las víctimas a ejemplo de los profetas y de Cristo. Ni porque los trate mal guardan rencor a la autoridad: reconocen voluntariamente que cumple con su deber. Se quejan sólo de que no se les oiga, porque así se retrasa el adelantamiento de las almas".

   Preg. 234. — ¿Conservan acaso, cierta esperanza?

   Resp. — "Llegará no obstante, con toda seguridad, la hora de acabar con esas tardanzas, ya que las leyes de la evolución pueden coartarse, pero no pueden quebrantarse del todo".

   Preg. 235. — Los modernistas, ¿se detienen al menos en la prosecución de su plan?

Resp. — "Perseveran en el camino comenzado: perseveran aunque sean refutados y condenados; encubriendo su increíble audacia con la máscara de una simulada humildad. Doblan fingidamente sus cervices pero con la obra e intención prosiguen más atrevidamente lo que emprendieron".

   Preg. 236. — ¿Por qué los modernistas simulan someterse? ¿Por qué no salen de la Iglesia como los herejes?   

   Resp. — "Pues así proceden a sabiendas y muy prudentemente, tanto porque creen que la autoridad debe ser estimulada y no destruida; romo porque les es necesario permanecer dentro del recinto de la Iglesia a fin de ir cambiando insensiblemente la conciencia colectiva".

   Preg. 237. — ¿Quieren modificar la conciencia colectiva? Pero, según sus principios, ¿no tendrían que someterse a esa conciencia?

   Resp. — "Al decir esto no advierten que confiesan que disiente de ellos la conciencia colectiva, no teniendo, por consiguiente, derecho alguno de presentarse como sus intérpretes".

IX
  CONDENACIONES

   Preg. 238. — ¿Qué se debe concluir respecto de la doctrina modernista?

   Resp. — "Así pues, Venerables Hermanos, para los modernistas, autores y maquinado-res, no es conveniente que haya nada estable, nada inmutable en la Iglesia".

   Preg. 239. — ¿Tuvieron precursores?

   Resp. — "En la cual sentencia no carecieron de precursores, a saber, aquellos de quienes Nuestro Antecesor Pío IX ya escribió:

"Esos enemigos de la revelación divina, prodigando estupendas alabanzas al progreso humano quisieran con temeraria y sacrílega osadía, introducirlo en la religión católica, como si la religión misma fuese obra de los hombres y no de Dios, o algún invento filosófico que con medios humanos pueda perfeccionarse [14]"

   Preg. 240. — ¿Sobre el dogma y la revelación sostienen los modernistas una doctrina verdaderamente nueva? Esta doctrina ¿no ha sido ya condenada?

   Resp. — "En cuanto a la revelación, sobre todo y al dogma, nada se halla de nuevo en la doctrina de los modernistas, sino que es la misma que encontramos condenada en el syllabus de Pío IX, enunciada así:

"La revelación divina es imperfecta, y, por lo tanto, sujeta al progreso continuo e indefinido, que corresponda al progreso de la razón humana[15] "

   Y con más solemnidad en el Concilio Vaticano, por estas palabras:

"Ni la doctrina pues de la fe que Dios ha revelado se propuso como un invento filosófico para que la perfeccionasen los ingenios humanos, sino como un depósito divino se entregó a la Esposa de Cristo, a fin de que la custodiara fielmente e infaliblemente la declarase. De aquí que se ha de retener también perpetuamente aquel sentido de los dogmas sagrados que una vez declaró la Santa Madre Iglesia y nunca hay que apartarse de él bajo la apariencia y el nombre de una más profunda inteligencia[16]".

   Preg. 241. — En esto ¿la Iglesia entiende contrariar el desarrollo de nuestros conocimientos incluso en materia de fe?

   Resp. — "...con lo cual sin duda la explicación de nuestras nociones, incluso acerca de la fe, tan lejos está de impedirse, sino antes bien es ayudado y estimulado. Por esta causa el mismo Concilio Vaticano, prosigue diciendo:

"Crezca pues y progrese mucho e incesantemente la inteligencia, la ciencia, la sabiduría, tanto de los particulares como de todos, tanto de un solo hombre como de toda la Iglesia, al compás de las edades y de los siglos; pero sólo en su género, esto es, en el mismo dogma, en el mismo sentido y en la misma sentencia"[17].

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CAPÍTULO V
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Índice general


NOTAS
  • [14] Encíclica "Qui pluribus", 9 de noviembre de 1846. 

  • [15] Syllabus, prop. 5. (D. 1705. D.-S. 2905. N. del E.).

  • [16] Vaticano I: Constitutio dogmática Dei Fttius, Cap. IV. (D. 1800. D.-S. 3020. N. del E.). 

  • [17] Vaticano I: Ibíd.

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