DOCTRINA CATÓLICA

CONMONITORIO
(APUNTES PARA CONOCER LA FE VERADERA)
SAN VICENTE DE LERINS

BREVE LÉXICO DE CONCEPTOS y NOMBRES

  • ALEJANDRO SEVERO: El Emperador Alejandro Severo (a. 222-235) se mostró favorable al cristianismo, así como su madre, la Emperatriz Julia Mammea. El Emperador estaba en muy buenas relaciones con el teólogo laico Julio Africano. El presbítero romano Hipólito dedicó a la Emperatriz un escrito sobre la Resurrección. Regresar

  • AMBROSIO, San: La serie de los grandes Padres occidentales se abre propiamente con San Ambrosio, gobernador primero y luego obispo de Milán (333-397). San Ambrosio fue, sin duda, uno de los hombres más influyentes de su época, que vivió en el epicentro mismo de la historia de aquel tiempo y actuó como protagonista en varios episodios trascendentales. Por eso su importancia deriva, mucho más que de los escritos, de su personalidad y de sus obras memorables. Ambrosio influyó poderosamente en la conversión de San Agustín, y en las difíciles circunstancias por las que atravesaba el Imperio Romano le tocó respaldar con su ayuda y su consejo a varios emperadores; a Graciano, que le veneraba como a un padre; a Valentiniano II, asesinado a los veinte años, cuyas exequias celebró en 392; a Teodosio, a quien tuvo que excomulgar por un pecado de gobernante, la matanza de Tesalónica, pero que fue su amigo y a cuya muerte pronunció la oración fúnebre. El prestigio de San Ambrosio fue tanto que trascendió hasta lejanas iglesias y se comunicó a su propia sede de Milán -la iglesia ambrosiana-, que alcanzó una posición de preponderancia en toda la Italia del norte. Regresar

  • APELES: Fue uno de los principales discípulos de Marción, aunque se separó de su maestro al confesar un Dios único. Tertuliano escribió contra él un tratado que se ha perdido. Regresar

  • APOLINAR DE LAODICEA: En su celo por salvaguardar la divinidad de Jesús y la unidad de las dos naturalezas, Apolinar estimó que ello no era posible sin una reducción de la humanidad de Cristo. Con este fin recurrió a la teoría platónica de los tres elementos constitutivos del compuesto humano: cuerpo, alma sensitiva y alma espiritual. En Jesucristo se darían los dos primeros elementos, es decir, el cuerpo y un alma sensitiva; el lugar del alma espiritual o racional lo ocuparía el mismo Logos divino, con lo que vendría a resultar que el Señor poseería íntegra la divinidad, pero su humanidad sería incompleta. La teoría de Apolinar contradecía directamente la doctrina de la perfecta humanidad de Jesucristo, tan esencial a los dogmas de la Encarnación y de la Redención. Apolinar no se dio cuenta de que de esta manera Cristo, privado de la racionalidad humana, no era libre y, por consiguiente, no podía merecer; además, el hombre no habría sido redimido en el alma racional, porque, como los Santos Padres han enseñado siempre, solamente ha sido redimido lo que el Verbo ha asumido. El Concilio de Constantinopla I (año 381),condenó al apolinarismo. Regresar

  • ARRIANO: Ver ArrioRegresar

  • ARRIO: Arrio (256-336), presbítero alejandrino natural de Libia y formado, según parece, en la escuela teológica de Antioquía, profesaba un subordinacionismo radical, ya que no tan sólo subordinaba el Hijo al Padre en naturaleza, sino que le negaba la naturaleza divina. Su postulado fundamental era la unidad absoluta de Dios, fuera del cual todo cuanto existe es criatura suya. El Verbo habría tenido comienzo, no sería eterno, sino tan sólo la primera y más noble de las criaturas, aunque, eso sí, la única creada directamente por el Padre, ya que todos los demás seres habrían sido creados a través del Verbo. El Verbo, por tanto, no sería Hijo natural, sino Hijo adoptivo de Dios, elevado a esta dignidad en virtud de una gracia particular, por lo que en sentido moral e impropio era lícito que la Iglesia le llamase también Dios. Regresar
       Arrio expuso su doctrina en diversos sermones y obras, la más importante de las cuales fue la titulada Thalia, el Banquete. El arrianismo consiguió una rápida difusión, porque simpatizaron con él los intelectuales procedentes del helenismo, racionalistas y familiarizados con la noción del Dios supremo, el Summus Deus; contribuyó también a su éxito el concepto del Verbo que proponía y que entroncaba con la idea platónica del Demiurgo, en cuanto era un ser intermedio entre Dios y el mundo creado y artífice a su vez , de la creación. Las consecuencias de esta doctrina eran gravísimas, porque afectaban a la esencia misma de la obra de la Redención: si Jesucristo, el Verbo de Dios, no era Dios verdadero, su muerte careció de eficacia salvadora y no pudo haber verdadera redención del pecado del hombre. La Iglesia de Alejandría se dio pronto cuenta de la trascendencia del problema, y su obispo, Alejandro, trató de disuadir a Arrio de su error. Mas la actitud de Arrio era irreductible, y en el año 318 hubo de ser condenado por un concilio de cien obispos de Egipto. Poco tiempo después el Arrianismo se había convertido en un problema de la Iglesia universal, que exigió la convocatoria de la primera asamblea ecuménica de la Iglesia, el concilio de Nicea.

  • ATANASIO, San: La historia del Dogma en el siglo IV tuvo como uno de sus grandes forjadores a San Atanasio (295-373). Su existencia heroica discurrió en medio del fragor del incesante combate doctrinal, que en repetidas ocasiones le acarreó la persecución y el destierro. Atanasio es el símbolo de la ortodoxia católica frente al Arrianismo, y nadie podría serlo con mejor derecho, porque toda su vida y su obra las consagró apasionadamente a ese gran empeño. Como teólogo, su doctrina fundamental es la defensa del Hijo consustancial -homoousios- al Padre, que contribuyó a hacer prevalecer en el Concilio de Nicea (325) y expuso después ampliamente en su principal obra dogmática, los tres «Discursos contra los Arrianos». San Atanasio, al explicar la naturaleza y la generación del Verbo, puso las bases del futuro desarrollo de la doctrina trinitaria. Pero la atención prestada a la Teología de la Trinidad, entonces en primer plano, no le impidió abordar cuestiones propiamente cristológicas, que pronto alcanzarían vivísima actualidad. Atanasio jugó también un papel preponderante en la propagación del ascetismo cristiano, gracias a su Vida de San Antonio, que se difundió ampliamente y consiguió enorme éxito. Regresar

  • BASILIO, San: La batalla doctrinal del Arrianismo, combatida en sus momentos más duros por San Atanasio, fue definitivamente vencida gracias, sobre todo, a tres Padres del Asia Menor, estrechamente vinculados entre sí, que la fama ha bautizado con el título común de «los grandes Capadocios»: los hermanos Basilio de Cesárea (330-79) y Gregorio de Nisa (335- 94?) Y su amigo Gregorio de Nacianzo (328/29-89/90). Regresar
        Los tres desarrollaron su principal actividad en la segunda mitad del siglo IV, Y aunque eran muy distintos por su personalidad y temperamento, estuvieron estrechamente unidos en la doctrina y servicio de la Iglesia. San Basilio, al que se apellidó el «Grande», fue un eminente hombre de gobierno, legislador monástico y, desde el año 370, obispo de Cesárea. Sus escritos sobre la Teología de la Trinidad fueron muy importantes, porque de una parte refutaron categóricamente el Arrianismo puro, representado por Eunomio, y por otra, al esclarecer algunos conceptos teológicos fundamentales, abrieron el camino para que los semi-arrianos fueran nuevamente atraídos a la Iglesia y la doctrina trinitaria de Nicea se aceptara universalmente en el Concilio I de Constantinopla (381). Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Nisa, obispos también, carecían sin embargo de las dotes pastorales de Basilio, y el primero renunció a la sede constantinopolitana, después de un breve pontificado. Fueron, en cambio, grandes teólogos, especialmente el Niseno, y en cuanto tales hicieron avanzar sobre manera la doctrina de la Trinidad y sostuvieron de modo expreso la divinidad del Espíritu Santo, proclamada por el Concilio I de Constantinopla (381). Su doctrina cristológica preparó también el camino a las futuras definiciones dogmáticas del siglo V. Regresar

  • BESELEEL: Cfr. Ex 31, 2 ss. El Señor lo escogió y fue lleno del Espíritu de Dios para construir el Tabernáculo y todos los ornamentos y utensilios necesarios para el culto y poner en ese trabajo toda su inteligencia y toda su habilidad. Regresar

  • CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS: La palabra canon, en griego significa regla. Regresar
      
    El cristianismo posee libros sagrados de origen divino que contienen el relato de su historia, la exposición de su creencia y la ley de su conducta práctica. Dios ha querido que su palabra permaneciese entre nosotros según los modos ordinarios del pensamiento humano.
       Los libros que la Iglesia reconoce como «canónicos», es decir, como reguladores de su fe y de su práctica, se fue constituyendo lentamente en el curso de catorce siglos, desde Moisés hasta el primer siglo de la era cristiana. Estos libros sagrados constituyen dos grandes colecciones: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento; entre las dos comprenden aquellos textos que, según la tradición de las iglesias apostólicas, se consideraron desde el principio como libros revelados. Así se formó el «canon», de cuya precisa fijación antes de finalizarse el siglo II da fe el fragmento de Muratori.      

  • CAPREOLO, San: Era obispo de Cartago (430-437). Envió una carta a Éfeso excusando su ausencia y la de otros obispos africanos. En la carta rogaba a los Padres del Concilio que no cambiasen nada de lo que ya había sido definido y enseñado antes. Su carta fue incluida en las Actas del Concilio, tanto en su original latín como en una traducción griega. Regresar

  • CELESTINO I, San: Fue obispo de Roma durante diez, años, desde el 422 al 432. Hizo frente al pelagianismo. Reunió un Concilio en Roma el año 430 para juzgar las homilías de Nestorio, en las que exponía errores; comisionó a San Cirilo de Alejandría para que obtuviese la retractación de Nestorio. Regresar

  • CELESTINO: Afirmaba que el pecado de Adán solamente le afectó a él y no a todo el género humano. Regresar

  • CIRILO, San: El nombre de San Cirilo de Alejandría está inseparablemente unido a las disputas cristológicas del siglo V y a la historia de la Mariología. Frente a la doctrina nestoriana de la existencia en Cristo de dos personas separadas, Cirilo afirmó la unión hipostática y la única persona de Cristo; frente a la negativa de Nestorio y de ciertos antioquenos a confesar la Maternidad divina de María, madre tan sólo, según ellos, del hombre Cristo, Cirilo, haciendo uso de la expresión empleada ya por los dos Gregorios de Na cianzo y de Nisa, designó a María con el título de Theotokos -Madre de Dios- y promovió la sanción oficial de esta doctrina en el Concilio de Efeso (año 431). Regresar

  • CISMA: Los Santos Padres tienen que hacer frente a en sayos más o menos felices de explicar el dogma. Son teologías desafortunadas, no sólo porque emplean un lenguaje todavía balbuciente, sino, sobre todo, porque parten de presupuestos falsos. Así, vendrán a desembocar en cismas, es decir, en la constitución de pequeñas iglesias, separadas de la gran Iglesia, a la que proporcionarán la ocasión de formular con mayor precisión el verdadero dogma. Regresar

  • CISMÁTICO: Ver CismaRegresar

  • CONCILIO DE EFESO: El Concilio de Efeso se abrió el 22 de junio del año 431. Cirilo ostentó la representación del Papa, y tres legados pontificios acudieron también desde Roma. El desarrollo del Concilio fue muy accidentado. En la primera sesión se aprobó un decreto redactado por Cirilo, donde se formulaba la doctrina de la unión hipostática de las dos naturalezas en Cristo, y se acordó también la deposición y excomunión de Nestorio. Al término de la sesión se produjo una manifestación pública de júbilo y el pueblo de Efeso, gozoso al ver confirmado a María el título de Madre de Dios, acompañó con antorchas a los padres del Concilio. Mas pocos días después llegó el patriarca Juan de Antioquía con los obispos antioquenos, y és tos rehusaron aceptar cuanto se había acordado hasta entonces y se constituyeron en asamblea separada, en anticoncilio. La actitud del emperador Teodosio II fue durante cierto tiempo ambigua, aunque al final decidió respaldar la acción del Concilio, y Nestorio fue privado de su sede y recluido en un monasterio. La escisión entre los episcopados de Siria y Egipto se resolvió al aceptar Cirilo una profesión de fe redactada por Juan de Antioquía, en la que se llamaba a María con el título de Madre de Dios, que es la que se ha denominado Símbolo de Efeso; los antioquenos, por su parte, admitieron los decretos del Concilio y la deposición de Nestorio. Con ello, el Nestorianismo se fue extinguiendo como problema vivo de la Iglesia. Grupos de nestorianos subsistieron en la región de Edesa y luego arraigaron en Persia, donde se constituyó una Iglesia nestoriana que en los siglos siguientes desarrolló una activa labor misionera en la India y otras tierras de Asia. Regresar

  • CONFESOR: Ver Confesores de la fe. Regresar

  • CONFESORES DE LA FE: En los siglos III y IV, a raíz de las grandes persecuciones, se generalizó en la Iglesia un tipo de cristiano -igual podía ser clérigo que laico-, el cual, sin integrarse en cuanto tal en la Jerarquía, gozaba de una destacada posición dentro de su comunidad: se trata del «confesor de la fe». Los «confesores» habían permanecido firmes en medio de las pruebas, proclamando sin flaqueza su fidelidad a Jesucristo. Habían «confesado» su fe como los mártires, pero, a diferencia de éstos, no habían muerto, padecieron prisiones y destierros, mas cuando pasó el huracán de la persecución recobraron la libertad y pudieron retornar a sus iglesias. Los «confesores» fueron entonces mirados con singular admiración por los demás cristianos y gozaron a sus ojos de gran prestigio. Los lapsi, tan numerosos en la persecución de Decio y que por su pecado habían quedado excluidos de la comunión eclesiástica, al volver tiempos más tranquilos consideraron la intercesión de los «confesores» como la mejor credencial para ser de nuevo reintegrados a la Iglesia. Se llamó «carta de paz» al documento extendido por un «confesor» en favor de algún cristiano «caído». Los «confesores» desaparecieron en el siglo IV, al finalizar la era de las persecuciones. Regresar

  • CHRISTOTOKOS: Ver NestorioRegresar

  • DONATO: En el año 315 fue obispo de Cartago. Fue el jefe e instigador principal del cisma africano, que tomó el nombre de él y perduró hasta la conquista musulmana de África. Este cisma tuvo su origen en una división del episcopado y del clero, a propósito de una elección del obispo de Cartago. Pero la discordia que enfrentó al episcopado de Numidia con la Jerarquía legítima se mezcló con la agitación social de los «circunceliones» y el separatismo antirromano de las poblaciones númidas. Donato transformó el simple cisma en herejía al formular una doctrina eclesiológica falsa, que concebía a la Iglesia como una comunidad integrada tan sólo por los justos. Una pretensión de rigorismo moral apareció en el Donatismo -junto a una errónea teología sacramental- cuando exigió que los pecadores, los lapsi que habían sido infieles en la última persecución de Diocleciano, hubieran de rebautizarse para volver a la Iglesia, y cuando sostuvo la invalidez del bautismo conferido por un sacerdote «caído». Regresar

  • EUNOMIO: En el año 360 fue nombrado obispo, pero hubo de dimitir muy poco después, porque se dio a conocer como hereje al admitir, con los arrianos, que no había ninguna semejanza entre Dios-Padre y Dios- Hijo. 

  • FELIPE EL ÁRABE: El Emperador Felipe el Árabe (244- 249) se mostró tan favorable a los cristianos que quizá llegase a serlo ocultamente. Eusebio, en su Historia Eclesiástica, menciona una carta escrita por Orígenes a Felipe el Árabe y otra a la mujer de éste, Severa. Regresar

  • FÉLIX 1, San: Fue obispo de Roma del 269 al 274. Las Actas del Concilio de Efeso contienen un extracto de una carta del Papa Félix al obispo Máximo de Alejandría y a su clero. Trata de la divinidad y perfecta humanidad de Cristo. Además se conservan dos fragmentos sobre la naturaleza de Cristo, que se atribuyen al Papa Félix, pero se ha demostrado que tanto la carta citada en Éfeso como el fragmento más pequeño de los referidos son una falsificación hecha por los apolinaristas. Regresar

  • FOTINO: Obispo de Sirmio, se opuso a Arrio y a los arrianos, que subordinaban entre sí las personas divinas. Pero vino a caer en el error opuesto: Dios es el Único, y Jesús, nacido milagrosamente de María y de Espíritu Santo, no es más que un hombre que por su santidad mereció ser el hijo adoptivo del Único. Así, pues, a sus ojos, Jesús, ese hombre que conocemos por los Evangelios, no es la persona eternamente consustancial al Padre: Cristo no es Dios, sino criatura de Dios. Regresar

  • GNOSTICISMO: El Gnosticismo era como una gran corriente de ideas y de intuiciones religiosas de diversa procedencia, aunadas por la tendencia sincretista que tanto auge alcanzó en los últimos siglos de la Antigüedad. El punto de arranque de esa corriente lo constituía el anhelo de resolver el problema del mal ¿Cómo encontrar el conocimiento perfecto, la verdadera ciencia que diese la clave del enigma del mundo y de la presencia del mal en el mundo, que aclarase el sentido de la existencia humana? Las doctrinas gnósticas daban unas respuestas a estos interrogantes, cuyo sentido general era que existía un Dios supremo y, por debajo de él, una multitud de «eones», seres semidivinos que formaban con Aquél el Pleroma, el mundo superior y luminoso del Dios verdadero. Nuestro mundo material e imperfecto, donde reside el mal, no sería obra del Dios supremo, sino de un ser creador, el Demiurgo, que ejercía el dominio sobre su obra. En este mundo creado se encontraba desterrado el hombre, la obra maestra del Demiurgo, pero en el que late una centella de la suprema Divinidad. De ahí el impulso que el hombre sien te en lo más íntimo de su ser a unirse con el Dios sumo y verdadero. Tan sólo la «gnosis», el conocimiento perfecto de Dios y de sí mismo permitiría al hombre liberarse de los malignos poderes mundana les y alcanzar el universo luminoso, el Pleroma del Dios Padre y Primer Principio. Regresar

  • GNÓSTICO: Ver GnosticismoRegresar

  • GREGORIO DE NACIANZO, San: Ver Basilio, SanRegresar

  • GREGORIO DE NISA, San: Ver Basilio, San. Regresar

  • HERMÓGENES: Era pintor y gnóstico; llegó a Cartago desde Siria. Opinaba que la materia era eterna, igual a Dios, así admitía dos dioses. Según Tertuliano, que le combatió en el libro Contra Hermógenes, esta doctrina la dedujo de la filosofía de los paganos, y dice de él: «Coloca la materia en el mismo nivel que Dios, como si hubiera existido desde siempre, sin haber nacido ni haber sido creada. Según él, no habría tenido ni principio ni fin. Dios se habría servido luego de ella para crear todas las cosas». No fue Tertuliano el primero que escribió contra él, pues ya Teófilo de Antioquía le precedió con su obra Contra la herejía de Hermógenes, libro que se ha perdido. Regresar

  • HILARIO DE POITIERS, San: Nació en Poitiers hacia el año 320. Fue obispo de su ciudad natal. Aparece como figura de primera fila en la defensa de la ortodoxia católica, con un importante tratado sobre la Trinidad. Murió en Poitiers hacia el año 367. Regresar

  • JOVINIANO: Se conocen pocos datos de su biografía. Pero después de haber vivido un exagerado ascetismo, se dio a la vida alegre; para justificar este comportamiento, escribió una serie de obras en las que, con diversos pasajes de la Escritura, pretendía con firmar sus teorías. San Jerónimo escribió contra él Adversus Jovinianum. Fue condenado por un sínodo romano en el año 390. Regresar

  • JULIANO: Obispo de Eclano, en Italia, se puso a la cabeza de la oposición contra el Papa Zósimo, cuando éste confirmó la condenación del pelagianismo en su carta Tractoria, el año 418. Fue depuesto de su sede episcopal y enviado al exilio. Anduvo errante por las provincias orientales del Imperio y murió hacia el año 454, probablemente en Sicilia. San Agustín trató de convencerle de su error con su obra Contra JulianumRegresar

  • JULIO, San: Fue obispo de Roma durante los años 337 al 352. Regresar

  • MACEDONIO: Las controversias doctrinales suscitadas por el arrianismo se habían centrado en torno al tema de la divinidad del Hijo. Mas, en buena lógica, quienes negaban la consustancialidad del Verbo con el Padre y lo consideraban sólo como la primera de las criaturas, con mayor razón aún debían negar, si eran consecuentes con su doctrina subordinacionista, la divinidad del Espíritu Santo, que sería criatura del Hijo, el creador de todos los demás seres. La formulación expresa de esta doctrina de la no divinidad del Paráclito fue hecha, avanzada ya la controversia arriana, por el obispo Macedonio de Constantinopla, quien afirmó que el Espíritu Santo era tan sólo una criatura, superior en dignidad a todos los Ángeles y especial dispensador de las gracias. Esta doctrina fue llamada Macedonismo, en atención al nombre de su principal representante, y sus seguidores se denominaron macedonianos o «pseumatómacos», adversarios del Espíritu. 
       La doctrina macedoniana fue inmediatamente rechazada por San Atanasio, el gran luchador de la batalla antiarriana, en un concilio alejandrino del año 362, que profesó expresamente la dIvinidad de la tercera Persona de la Trinidad.
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