Quisiera presentar el libro "Hombre - Arma" de Vadim Shlajter (Master)
Ahora describiré brevemente un simple esquema social, o más exactamente,
un esquema de la psicología social en la manera como lo entiendo. Toda
sociedad - esclavista, democrática, totalitaria - puede ser comporada a
la manada de ovejas. La manada está compuesta de cuatro categorías de
seres. La primera es las ovejas. Las pelan, pastan, carnean, llevan de
un prado a otro. La segunda es los pastores que deciden a dónde llevar
la manada - a montañas, a prados inundables o a la democracia, al comunismo...
La tercera es los perros mastines que, según la voluntad de los pastores,
manejan directamente las ovejas y al mismo tiempo guardan la manada.
¿Guardan de quién? De cuatra categoría, de los lobos. Los mastines
pelean a menudo con ellos pero habitualmente están en paz. Así es el
principio básico en términos generales de formar no importa cual sociedad.
Piense ¿a qué categoría usted pertenece? ¿A las ovejas? Entonces
cierre este libro y retírelo muy lejos.
Para realizar cualquiera acción nonordinaria un hombre debe superar
(vencer) un gran cantidad de barreras. Una de ellas es la barrera del
miedo. Ya hemos hablado de ella. Por cierto, superarla es más fácil
que las otras. La segunda barrera es los dogmas y complejos.
Desde los tiempos del nacimiento cada hombre está premeditadamente
acomplejado; él siempre pone las barreras para sí mismo - las psicológicas,
físicas, emocional, psico-emocionales. La habilidad para superarlas es
lo más importante porque solamente gracias a ella se liberan los poderes
interiores del hombre. Estos poderes están invisiblemente en cada uno
de nosotros pero solamente a veces manifestan en situaciones extremales.
Una vez, al preparar a las situaciones extremas, enseñé a mis estudiantes la técnica de
andar por las ascuas. En un entrenamiento veinte hombres andaban descalzos uno tras otro
por la senda de diez metros cubierta por ascuas. Ellos estaban caminando con las caras
enajenadas - cada uno tenía fe interior, seguridad que él es un sobrehombre, un exorcizado
a quien nada puede hacer daño. Diecinueve hombres han andado por esta senda sin temblar. Pero el vigésimo, cuando estuvo en medio de la senda, bajó casualmente los ojos y vio las ascuas purpúreas, despidiendo mucho calor. Al mismo tiempo el miedo se reflejó en su cara, el se cayó
de lado con grito y salió rodando de la zona de fuego. Solamente el miedo y la falta de fe en sí mismo llevaron a este hombre al trauma. Al recordarme de las palabras de Evangelio, me acerqué a él, lo tomé del brazo y pregunté: "Incrédulo, ¿por qué dudaste?"
Bueno, la base del todo es la fe. Memorice usted uno de lo más importantes principios de auto-sugestión dirigido a mejorar sus capacidades psíco-físicas. Para que ésto trabaje - hay
que tener fe. Encontré estas palabras en una película de terror. Alli hay la tal escena.
Un hombre ve un vampiro y, al recordarse de que los malignos al parecer deben temer la cruz, arranca un crucifijo fijado en la pared. Pero el vampiro toma tranquilamente el crucifijo de sus manos con las palabras: "Para que ésto trabaje, hay que tener fe." ¡Qué hacer! Estas palabras, aunque están dichas por un maligno, son justas, justas siempre, en todas partes y en todas las cosas.
Nosotros somos lo que pensamos de sí. Si usted siente en el fondo del alma de un ser débil, incapaz y miserable, entonces no importa qué poder usted tiene en los músculos - en combate
usted es nada. Pero en cuanto que usted ha asimilado tener fe en lo que usted es realmente un héroe capaz de cumplir con todo problema, esta seguridad se hace realidad tanto para usted
como para el mundo circundante.