Im�genes  (1973)
Teatro
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Mon�logo original de Carlos Ancira
Direcci�n: Jorge Landeta
Estrenada en el Teatro Orientaci�n el 7 de septiembre de 1973

Carlos Ancira ..........................  Carlos

Voces de: Miguel C�rcega, Virginia Guti�rrez, Oscar Morelli, Mar�a Eugenia R�os, Jos� Sol�, �lvaro Carca�o, Ricardo Fuentes.
Por primera vez en M�xico, un actor tiene el valor de presentarse ante el p�blico a cara limpia, sin maquillaje, ni disfraz: solo, vulnerable, desprovisto deliberadamente del escudo protector de la caracterizaci�n externa. La voz que sale de su boca no corresponde a ninguno de los protagonistas que ha recreado esc�nicamente. Es la suya verdadera con toda su carga de sonoridad cotidiana y las palabras que nos dice no pertenecen a tal o cual autor de m�s o menos renombre, son, simplemente el eco valiente y sincero de su infinito mon�logo interior. No estamos, pues, frente a un personaje de ficci�n arrancado a un texto literario, sino ante una figura real que emerge de su propio contexto vital.
   �El hombre y sus fantasmas�, como dir�a Lenormand; el ser humano individuo y concreto, con su equipaje de angustias, de dudas, de inquietudes y de ilusiones. La criatura m�s fr�gil del Universo siempre en lucha contra la influencia de los recuerdos at�vicos; abri�ndose paso en el incesante torbellino del presente hacia la incierta perspectiva del futuro; frenada a veces por el temor o por las circunstancias, pero impulsada sin cesar por esa poderosa din�mica que es la aut�ntica voluntad de vivir. Todo esto es �Im�genes�, una obra bellamente escrita en la que poes�a y crudeza, iron�a y sano humor, resignaci�n y desaf�o, esperanza y desesperanza se entremezclan al igual que lo hacen dentro de esa inexplicable paradoja que es la vida misma.
   �Im�genes�: revisi�n del ayer, an�lisis del hoy, conjeturas sobre el ma�ana; exploraci�n del inconsciente especie de psicodrama que alcanza a todos los espectadores en sus fibras m�s hondas, porque no hay estilos de hombres, existe solamente el hombre y las impresiones, las vivencias, la rebeld�a las frustraciones y los anhelos que surgen de la p�blica introspecci�n de un actor laten en el territorio interno de todo ser pensante, cualquiera que sea su profesi�n.
   � Im�genes� : descarga emocional de la que, a pesar de todo, fluyen el optimismo y la alegr�a de vivir, porque cuando Ancira arremete contra los cr�ticos, actores y directores, las envidias e intrigas del medio art�stico que son comunes en todos los �mbitos, la burocracia, la guerra, las injusticias y los prejuicios, no lo hace con amargura, sino con tristeza; y sus palabras, m�s que una acusaci�n o un insulto, constituyen un lamento, un S.O.S. que espera encontrar respuesta en cada hombre porque a todos corresponde por igual la responsabilidad de salvar o destruir la vida del teatro y el teatro de la vida.
   Una obra de esta naturaleza, cuajada de ribetes filos�ficos, con un mucho de reminiscencias personales, otro tanto de cr�tica social y un solo actor en el escenario, exig�a una tarea directriz muy especial. Jorge Landeta ha vestido el mon�logo de Carlos Ancira con una direcci�n excelente, hecha a la medida, en la que no falta ni sobra nada. La utilizaci�n de las jaulas y de los elementos circenses; el empleo de efectos gui�olescos y la combinaci�n de material fotogr�fico y recursos escenogr�ficos evocadores del pasado, unidos al sugerente manejo de la luz y el sonido, dan lugar a un juego esc�nico din�mico e imaginativo, siempre en funci�n y al servicio del texto.
   Si, por medio de innumerables interpretaciones en los m�s diversos papeles, Carlos Ancira ha demostrado plenamente que es un magn�fico actor, ahora lo ratifica con m�s fuerza que nunca en la enorme responsabilidad que significa interpretarse as� mismo. Para recrear un personaje en la totalidad de sus m�ltiples facetas no bastan el talento y la t�cnica. Hacen falta, adem�s, objetividad y perspectiva. En su dualidad de autor-actor, Ancira traspasa las fronteras de su piel para mirarse de afuera hacia adentro y descubr�rsenos tal cual es, sin artificios, pedanter�a o falsa modestia. En esta forma nos invita a acompa�arlo a lo largo de los momentos m�s significativos de su itinerario vital; a compartir sus recuerdos, sus luchas, sus esperanzas. Sin necesidad de maquillaje, con un simple cambio de ritmo o de tono, con la levedad de un gesto o la mera actitud de su cuerpo, nos hace verlo ni�o, adolescente o joven, para volvernos despu�s a la realidad de su madurez actual. �nicamente al final de la representaci�n se permite Ancira evocar a algunos de los personajes a los que ha dado vida en la escena. El resto del tiempo es Carlos Ancira solo, a la vez humilde y desafiante, mostrando su heroica desnudez interna en uno de los espect�culos m�s sinceros y emotivos que hayamos visto jam�s sobre un escenario.
Marilyn Icahzo, Revista Kena, M�xico D.F. 1973
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