MIGUEL DE CERVANTES
El hombre sin rostro

De Miguel de Cervantes sabemos a ciencia cierta no demasiadas cosas. Por ejemplo sabemos con certeza la fecha de su defunción, pero la de su nacimiento es mera suposición.

Y a pesar de que su Quijote se difundió con mucha celeridad, sólo se le empezó a considerar un gran escritor cuando ya pasaban más de cien años tras su muerte. De hecho su primera biografía se hace en 1737, y es a partir de ese momento cuando se busca con interés cualquier dato que nos de a conocer algo de su persona. Por ejemplo: su rostro

Descripción de Cervantes

“...mediano de cuerpo, bien barbado, estropeado del brazo y mano izquierda”

Primera descripción escrita

“...unos anteojos de Cervantes que parecían huevos estrellados mal hechos”

Lope de Vega

“... rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa, de alegres ojos, y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata,... bigotes grandes, la boca pequeña, … la color antes blanca que morena”

Cervantes

Miguel de Cervantes conoció la actual Comunidad Valenciana en octubre de 1580 cuando, tras su cautiverio en Argel, llegó a Valencia habiendo hecho escala en el puerto de Denia, Alicante.

Allí, según relata Vicente Vidal Corella, debió permanecer mes y medio, y coincidiría con un grupo de comerciantes en los que encontraría apoyo económico para "liquidar las cuentas pendientes por su rescate", 500 ducados, 20.000 euros de hoy en día, que corrieron a cargo de los padres trinitarios.

La Comunidad Valenciana era tierra próspera, algo que el autor reflejó en la importancia mercantil de los puertos mediterráneos.

Un ejemplo de ello lo encontramos en el pasaje del Quijote en el que un preso renunció a ser rescatado porque "muchas veces habían usado de aquel remedio algunos principales cautivos, rescatando a uno que fuese a Valencia o Mallorca con dineros para poder armar una barca y volver por los que le habían rescatado, y nunca habían vuelto".

Por otro lado, queda patente en la obra el hecho de que Valencia fuera un foco cultural de la época. En el capítulo 3 de la segunda parte, el bachiller Sansón Carrasco le dice a Don Quijote que hay más de doce mil libros publicados sobre su historia y añade: "dígalo en Portugal, Barcelona y Valencia donde se han impreso"; sin olvidarnos del elogio que se hace del Tirant Lo Blanc de Joanot Martorell: "Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo" afirma el cura que salvaría esta obra de las llamas.

Cervantes en Valencia

La última imagen notable que se le ha dedicado es obra del pintor Ferrer-Dalmau. Se trata de un pintor actual que se ha centrado en la confección de cuadros que recrean hechos históricos y grandes batallas. En este caso muestra a Cervantes como soldado que participó en la batalla de Lepanto.

El cuadro fue expuesto en el ayuntamiento de Alcalá de Henares con motivo de los actos que celebraron en 2016 para la conmemoración del 400 aniversario de su muerte.

Sin embargo, como es natural, ninguna de ellas pudo realizarse tomando como modelo al propio Cervantes puesto que todas se han ejecutado mucho después de su fallecimiento.

También se le han dedicado esculturas como la que figura en la fachada de la Biblioteca Nacional en Madrid.

El cuadro fue expuesto en el ayuntamiento de Alcalá de Henares con motivo de los actos que celebraron en 2016 para la conmemoración del 400 aniversario de su muerte.

Esta estatua se realizó en 1892.

La primera vez que alguien se decidió a plasmar un retrato de Cervantes fue en 1738.

Es obra de un grabador inglés y se colocó al inicio de la primera traducción que se hizo al inglés del Quijote.

Este primer retrato tene algunos rasgos destacables. Su mano izquierda no parece una mano humana. Tiene un aspecto extraño y está caída, inerte, sobre su otra mano. Es el modo con el que el grabador quiso expresar su discapacidad.

En un lugar preferente se encuentra un casco y una espada, utensilios de guerra con los que se quiso resaltar su condición de soldado.

Cervantes se encuentra escribiendo e imaginando con la mirada perdida, casi dirigida a las figuras de un Quijote a caballo seguido de un casi imperceptible Sancho sobre un burro. Solo que al tratarse de un artista inglés los ubica, no en la Mancha castellana, sino en el interior de lo que parece ser un salón de un palacio inglés.

Sólo hay una obra que podría haberse hecho con Cervantes como modelo.

En ella figura en la parte superior el nombre de "Miguel de Cervantes" y en la parte inferior, el nombre del autor del cuadro y el año: 1600.

Y, en efecto, el que firma como autor del cuadro Juan de Jáuregui fue un pintor sevillano que vivió en aquella época. Además Cervantes estuvo en varias ocasiones en Sevilla, así que por lo que aparece en este retrato ese podría ser el rostro de Miguel de Cervantes.

Sin embargo, este cuadro tiene su peculiar historia.

En 1910 un pintor y restaurador de cuadros, el valenciano JOSE ALBIOL, se reúne con el presidente de la BNE. Le cuenta que hace tiempo que posee un lote de cuadros adquiridos en Sevilla y entre ellos se encuentra uno que parece ser un retrato de Cervantes.

El director de la BNE, acude a verlo y queda convencido de su autenticidad, porque conoce la autodescripción de Cervantes y queda asombrado por lo bien que se adecua la pintura al retrato literario. Acepta la donación del retrato. Y en 1912 anuncia que, por fin hay un retrato fiable. La fecha lo hace plausible.

Hubo quien no quedó muy convencido, pero sólo muy posteriormente se hicieron pruebas con métodos más precisos y se descubrió la falsedad. Aunque el cuadro contenía pigmentaciones antiguas también había otras muy recientes.

Pese a su evidente falsedad, como no disponemos de otro, hoy figura ni más ni menos que presidiendo el salón de plenos de la actual Real Academia de la Lengua.