LA VENGANZA DEL SAMURAI
El principio
“EL
PEQUEÑO GRAN LOBO Y LA PEQUEÑA TIGRESA ”
Cyntella
había estado muy pensativa desde que vió al tipo de
gris, pero 1 mes mas tarde, ya no recordaba lo sucedido y seguía llevando una
vida normal en el Dojo Kamiya.
Después de un buen desayuno, la pequeña hija del Destajador se sentía en forma
para ir a ver los duros entrenamientos de su padre y su hermano mayor, Kenji Himura, que para ese
entonces, contaba ya con 19 años, muy bien disimulados, ya que Cyntella decía que parecía “borrego a medio morir”,
ocasionando que su hermano la persiguiera por toda la casa, gritándole cosas
como: “marimacho”, “víbora despellejada” y “aliento de dragón y carácter de
tigre”. Esto último se lo decía, debido a que un día, Kenshin
les contó una vieja leyenda del Ishin Shishi, que decía que un día, llegaría a liberarlos un
samurai misterioso, que cada vez que se enojaba, escupía fuego y que tenía la
fuerza y la agilidad de un tigre, y que a la vez, tendría un carácter muy
fuerte. A Kenji le pareció divertido, y desde
entonces molestaba a su hermana, diciéndole que lo más probable, era que el
samurai no fuera hombre, sino una niñita chillona como ella, cosa que la ponía
fuera de sí (claro que Kenji no sabía lo acertado que
estaba en sus predicciones….. )
Poco después, Cyntella
se asomó en el Dojo. Kenshin
y Kenji estaban muy ensimismados con su
entrenamiento. Kenshin estaba intentando enseñarle a
su hijo el Amakakeru Ryo no Hirameki, pero Kenji, esforzandose en que su ataque fuera perfecto, no movía los
pies de la manera adecuada y Kenshin estuvo varias
veces a un pelo de arrebatarle a su propio hijo, la vida. Cyntella
puso atención y observó con cuidado los pasos de su padre… la técnica era muy
parecida a la Battou, pero tenía algo diferente… si
pudiera verlo, tal vez ella lograría hacer ese ataque…
Llegó la noche, atrapando a una Cyntella que practicaba el Amakakeru
Ryo no Hirameki, con muy pocos resultados.
-Hmm….
¿Qué es lo que hace mi papá para que le salga tan bien esa técnica?
La niña suspiro desanimada. Ella deseaba
mas que nada, ser una samurai, no importaba al servicio de quién o que, solo
quería luchar y demostrar que hasta una mujer podía defenderse por su cuenta y
manejar una espada, mejor que los hombres, pero su papá no la dejaría, el
quería que se transformara en una señorita “decente”. Cyntella
salió de su casa, a pesar de que era muy tarde y se dirigió al bosque, donde
comenzó a practicar de nuevo. El cielo se obscureció aun más, presagiando una
tormenta; la pequeña se refugió debajo de una encina mientras pensaba. Un
relámpago la hizo vislumbrar paso por paso, la técnica del antiguo Ishin Shishi.
-El pie- murmuró
de pronto levantandose- el pie izquierdo lo mueve dando un paso más- dijo.
Sonrió. Había dado en el clavo. Se dio cuenta de lo fácil que era ahora
practicarla. Poco a poco se dejaba llevar por su entrenamiento (en esos
momentos llevaba una espada de bambú, emulando a Yahiko),
cuando de por poco, casi se lleva de
encuentro a un niño que corría y chocó con ella.
-¡Oye, ten cuidado!
-Lo- lo lamento- se
disculpó el chico. Cyntella lo observó fijamente…
llevaba un gi raído, de color rojo sangre y una
pequeña coleta mojada, que ondeaba con el viento. Sus cabellos eran negro
azabache y sus ojos de un color verde esmeralda, brillantes y curiosos.
-¿Quién eres tú?- preguntó
con curiosidad. El chico dio un paso hacia ella y, como si de repente todo se
apagara, se desmayó en los brazos de la niña, que abrió mucho los ojos y lo
llevó arrastrando hasta un pequeño cobertizo abandonado. La niña se quedó
sentada con el misterioso chico en el regazo… por alguna extraña razón, sintió
algo por dentro, algo que la impulsó a abrazar a su acompañante para darle algo
de calor, a pesar de que estaba totalmente empapado y frío. Cyntella,
a pesar de ser tan solo una cría, sintió ganas de tocar el húmedo pelo del
chico, que aún seguía inconsciente; le pasó los dedos y se sorprendió de
sentirlo tan ligero y suave, y siguió haciéndolo, ya que le gustó el tacto del
cabello entre sus dedos. Luego, se fijó mejor en el niño… parecía que lo habían
golpeado con un cinto, tenía marcas en la cara, los brazos y el pecho, y tenía
una extraña herida en el hombro izquierdo; la chiquilla lo tocó y el pequeño
dio un leve gemido. Abrió los ojos y se encontró con los de la niña, que lo
seguía observando ensimismada.
-¿Te encuentras mejor?
-¡¡Lo siento!!- dijo
y se incorporó, pero al hacerlo, volvió a gemir tocandose
el hombro.
-No hagas eso o se pondrá
peor- dijo Cyntella, arrancándose parte
del kimono y curando el hombro del niño, que la veía con asombro- tu no eres de por aquí ¿verdad?, nunca te había visto
-No, mi padre y yo nos
mudamos hace unos días aquí, a causa del trabajo de él… lo trasladaron a este
lugar, pero parece no gustarle mucho, ya que ha estado de muy mal humor en
estos días
-¿De donde eres?- le
preguntó Cyntella ayudándolo a incorporarse
-De Kyoto- respondió
el niño sin darle importancia- es una ciudad bonita,
pero muy peligrosa, mi padre nunca me dejó salir solo, pero mi mamá siempre que
se lo pedía me llevaba al parque- esto último lo dijo con
nostalgia, para luego, ver fijamente a Cyntella- lo siento, creo que aún no me he presentado, mi nombre es
Shalim Hajime, pero mi padre dice que me diga Shalim Goro… no se por qué
-Cyntella
Himura- dijo la niña dándole la mano-
la menor de los Himura
y vivo aquí… que bueno es conocer a alguien nuevo… ¿Qué hace tu papá?... el mío
es amo de casa y mi mamá es maestra de Kendo- dijo
con orgullo
-Mi padre es policía y mi
mamá era ama de casa- respondió encogiéndose de hombros- estabas practicando Kendo ¿verdad?
-Sip,
quiero ser una gran samurai cuando grande
-Vaya, una chica samurai-
dijo el niño entre risas- nunca había
escuchado sobre eso… dime, ¿si te lo pido tendrías una batalla conmigo?
-Pero… estás malherido
-Oh,
esto, no importa, mi padre siempre que está enojado me pega así
-¿Qué?... ¿tu papá te
hizo eso?
-Si, pero es solo por que
quiere que yo sea un Miburo fuerte
-¿Un qué?
-Un Miburo…
un Lobo del Shinsen
-Ji
Ji… pero Shalim… los Lobos
se extinguieron hace mucho tiempo, me lo dijo mi papá
-Si, pero mi padre los ha
vuelto a juntar, para que trabajen con la policía igual que él… entonces
¿qué?... ¿aceptas?
-Bueno- dijo
Cyntella con un brillo en los ojos- pero no vayas a ir a tu casa llorando cuando te venza
-Bien… pero yo digo que
será al revés
El niño sacó una pequeña katana y la sostuvo frente a el… Cyntella
se sorprendió mucho, no se esperaba que el niño usara una espada de verdad…
pero ella le demostraría, ella lo vencería con su espada de bambú. Ambos niños
hicieron una pequeña reverencia y levantaron las armas al mismo tiempo.
-¡ahora!- Shalim se agachó, creando el Gatotsu
N° 1. Cyntella se
sorprendió pero justo a tiempo, se abrió de piernas y levanto de un golpe con
la espada de bambú, la katana del niño. Luego, sin
más ceremonias, le pateó los tobillos haciéndolo caer. Shalim,
gimió un poco por el dolor de sus heridas, pero aún así, se levantó de un
salto, atacando a una poco prevenida Cyntella, que
terminó con un raspón poco profundo en el brazo. Ambos respiraban agitadamente,
y volvieron a la lucha. La lluvia aumentaba de fuerza y un rayo iluminó a los
jóvenes combatientes, mientras luchaban por ganar. Al poco rato, Cyntella vió que el niño no daría
más, y cuando este la atacó con su estocada horizontal, la detuvo con ambas
manos.
-Basta por hoy- le
dijo seria- no querrás ponerte peor
-Pero si detienes la
batalla perderás
-Entonces perdí- dijo
Cyntella encogiendose de
hombros y llevando de vuelta a Shalim al cobertizo.
Ambos se sentaron recargados uno en el otro.
-¿Qué vas a hacer?... ¿volveras con tu papá?- preguntó con curiosidad
-No… no quiero- dijo
el niño que ya se estaba durmiendo. Cyntella se movió
y Shalim quedó dormido en su regazo.
-Entonces, ya me las
arreglaré para que no te encuentren… tengo idea…
La mañana llegó al Dojo
Kamiya, y la voz de Kaoru
no se hizo esperar:
-¡¡Arriba todos, Cyntella, Kenji, arriba!!
-Ya vamos- se
quejó Kenji
Cyntella
bajó las escaleras y se sentó a la mesa al lado de su papi adorado y Kaoru sirvió el desayuno. Todos estaban callados, Kenji cada vez estaba de peor humor. Hiko-sama
lo había regresado a su casa, con serias instrucciones de que si no mejoraba su
carácter, no volvería a entrenarlo. Estaban en el desayuno, cuando Kenji se fijo en que su hermana, escondía parte de la
comida dentro de su kimono. Al terminar, se retiró.
-¿Porqué escondes la
comida?- le susurró Kenji
cuando pasó
-Ese es asunto mío- dijo
Cyntella levantando la cabeza. Kenji
se encogio de hombros y siguió con su desayuno. Cyntella entró a su habitación y sacó parte del desayuno. Shalim salió del pequeño armario de la niña y comenzó con
el desayuno. Cyntella lo miraba interesada.
-¿Te vas a quedar aquí
para toda la vida?
-No… no quiero causar molestias
-A mi no me molestas- dijo
Cyntella con una sonrisa cómica- puedes quedarte aquí para siempre, y tu papá nunca te
encontrará…
-Eso espero- dijo
el niño terminando con el desayuno y soltando un suspiro. Mientras tanto, Kenshin abría mucho los ojos al comprobar que la ropa sucia
que había dejado la noche anterior remojando, ahora se encontraba 100% limpia,
y colgada; Kaoru se sorprendió también, al ir al Dojo y encontrarlo brillando como un espejo, hasta pulido y
todo estaba. Kenji se encontró con su espada limpia y
casi nueva y Yahiko no entendía como sus libros sobre
técnicas de ataque (generalmente tirados por sin ningún lado) AHORA ESTABAN
ORDENADOS. Y eso no fue lo más extraño de el día: esto llegó en la tarde,
cuando Kenshin fue a abrir la puerta y se encontró
con su más querido enemigo ante el.
-¡¡Saitou!!-
dijo sorprendido
-Hola Himura-
dijo este quitandose el cigarrillo y
tirándolo a un lado- Veras, esta no es una
visita de gusto…
-Me lo imagino- dijo
Kenshin asintiendo con la cabeza
-En realidad, vengo para
saber si has visto a un niño, de cabello negro amarrado y ojos verdes por aquí…
-No, en realidad no- contestó
tranquilo- y para qué lo buscas?
-Pues, resulta que ese
pequeño es mi hijo, Shalim y se ha escapado
-No me extrañaría- murmuro
Sano que escuchaba todo del otro lado de la puerta.
-Creo que no te pedí
opinión- dijo Saitou
empujando la puerta y provocando que Sano cayera hacia delante encima de Kenshin.
-Ororororororo!!!-
el pobre de Kenshin estaba aplastado por
Sano, que se sobaba la cabeza. Saitou sonrió
levemente, le encantaba hacer enojar a Sano.
-@ * !!! ##
& % ¿? > < …
-No deberías hablar así,
cabeza de gallo, y menos delante de las niñas- dijo Saitou
señalando con la cabeza a Cyntella que había bajado
para ver a que se debía tanto alboroto. La niña corrió a abrazar por las
piernas a Kenshin.
-Papi, ¿quién es el señor
con cara de lobo?
-JA JA JA JA JA
JA JA!!!!!!!!!!!!!!-
Sanozuke
no paraba de reir mientras Saitou
habría durante un segundo sus ojos sorprendido para inmediatamente ponerlos en
su ubicación normal.
-Tienes una niña muy simpática
Himura…- dijo Saitou
prendiendo otro de sus cigarrillos mientras Kenshin
cargaba a la niña, que no dejaba de ver a los ojos a Saitou.
-Lo siento Saitou, pero tendrás que apagar eso- le
advirtió Kenshin a un contrariado ex Miburo- a Kaoru
no le gustaría encontrar cenizas en su cobertizo y además, la salud de Cynte-chan es primero.
-Bueno… hablando de
salud, ¿Cómo vas con…?
-Ahora no Saitou, te lo diré después- advirtió de nuevo Kenshin
-¿Porqué me miras así?...
¿te hice algo acaso?- le preguntó Saitou
a Cyntella, que seguía viéndolo fijamente, para
luego, afilar los ojos un poco.
-Cyntella
siempre ha tenido esa mirada- dijo Kenshin encogiendose de hombros- pero bueno,
¿quieres tomar un poco de té?
-No gracias, aún tengo
que encontrar a ese niño y…- Saitou
se detuvo cuando el niño pasó al lado de Kenshin y se
paró frente a él con la cabeza gacha.
-Shalim-chan- murmuró Cyntella
abriendo los ojos.
-¿Con que aquí estabas
eh?- Saitou
lo decía tranquilo, pero sus ojos destellaban de una manera que a Cyntella no le gustó para nada- ¿te has puesto a pensar un poco en la manera en que me tenías
preocupado?
-No- contestó
el pequeño con los ojos llenos de lágrimas.
-¡¡Papá, no dejes que
vaya con él!!- dijo Cyntella
saltando de los brazos de su padre y poniéndose frente a él- el es malo, le pega- dijo esto último viendo con
odio a Saitou.
-¿Es eso cierto Saitou?- le preguntó Kenshin
receloso.
-Cualquier padre le ha
pegado a sus hijos alguna vez- respondió Saitou
cargando a Shalim por la cintura- me retiro Himura, gracias por todo-
Saitou
se fue y Cyntella comenzó a llorar.
-Cyntella,
¿porqué lloras?- le preguntó Kenshin
cargándola y meciéndola para calmarla.
-Le va a pegar y yo no
quiero- lloraba desesperada. Kenshin,
después de una hora, logró que se durmiera; en otro sitio de Tokio, Shalim se secaba los ojos, mientras veía por la ventana de
su habitación. No se podía mover, el cuerpo le dolía mucho a causa de los
varazos dados por su padre, pero aún así sonrió un poco. Cyntella
no lo sabía, pero se había ganado un amigo, y ese amigo, tenía en mente
soportar el dolor con tal de ver feliz a su amiga.
CONTINUARÁ……….
Hola!!!
Terminado el cuarto episodio, el 5° ya esta en proceso y pronto,
muy pronto, les tendré preparada una sorpresita, jijiji!!!
Por lo pronto le agradezco a Jime-chan su apoyo, por que me ha animado a seguir con el fic.. ¡¡GRACIAS JIME-CHAN!!
Bueno, me despido con un ¡¡AKIIIIIIIIII!! ( adiós
en clave Kodome).
Cecilia (Ashley Ketchum
)