El nombre Chaco proviene del idioma quichua, cuyo significado sería "zona o corral de cacería", denominación que se extendió a toda la extensa llanura boscosa adyacente al altiplano boliviano-puneño. Esta región de más de 650.000 kilómetros cuadrados, conocida como el Gran Chaco o Chaco Gualamba,comprende partes del oriente boliviano, gran parte del Paraguay occidental, el norte de la provincia de Salta, la totalidad de las provincias de Formosa, Chaco y partes de Santa Fe y Santiago del Estero.
Región de clima subtropical, con pocas aguadas entre sí, es atravesada por tres importantes ríos, el Pilcomayo, el Bermejo y el Salado. La densidad de sus bosques, el calor intenso y el suelo relativamente pobre no permitió el desarrollo de poblaciones agrícolas hasta la conquista del hombre blanco.
En tiempos remotos la región chaqueña era una zona de pantanos que rodeaban a un gran lago central, que habría existido hasta unos 7000 años a.C., cuando ya los cazadores paleoindios se habían dispersado por todo el territorio argentino. La existencia de esta masa de agua tuvo como consecuencia que la ocupación del Chaco fuera tardía.
Se piensa que los primeros grupos humanos habrían llegado desde el area andina o más probablemente de la selva amazónica y esto no puede ser confirmado todavía por los escasos testimonios arqueológicos. Los restos más antiguos hallados son las cerámicas de Las Lomitas, fechadas por Osvaldo Menghin hacia el 2000 a.C. También se afirma la probabilidad de que las primeras poblaciones entraran a comienzos de la Era Cristiana, pues en esa época se han fechado las cerámicas de El Molle, en Tucumán. Pero es en la zona paranaense donde mayor cantidad de testimonios de culturas ceramistas han sido halladas, tal vez por influencia guaranítica.
De estos primeros habitantes del Chaco se desarrollaron con el tiempo tres grandes grupos afines:
-Los chaqueños típicos, bandas nómadas que comprendían dos familias lingüísticas, la guaycurú y la mataco-mataguaya. La primera la componían los mbayás, tobas, pilagás, mocovíes y abipones. La segunda abarcaba a matacos, mataguayos, vejoz, guisnay, maká, milbalá, matará, chorotes y chulupíes.
-Las culturas de origen amazónico, seminómadas, que habitaban un sitio hasta que el agotamiento de los recursos los obligaba a emigrar. Dentro de esta categoría se incluyen a los indios de lengua tupí-guaraní conocidos como chiriguanos y los de lengua arahuak, cuyos representantes fueron los aguerridos chané.
-Las culturas de origen andino, que estaban conformadas por las parcialidades lules y vilelas (si bien estos grupos los encontramos dentro del Noroeste, no olvidemos que originariamente habitaron el bosque chaqueño).
La mayoría de estos grupos humanos fueron resistentes a la influencia cultural del Tahuantisuyo incaico y sólo absorbieron algunas costumbres, a diferencia de sus vecinos del noroeste, casi totalmente asimilados por la cultura quichua. Tal vez la natural barrera que forman el Altiplano por un lado y la impenetrabilidad de la selva por el otro debilitaron el expansionismo incaico o bien la región no se presentaba como económicamente atractiva para los reyes del Cuzco. Lo cierto es que en un ambiente de extrema dureza los grupos más fuertes fueron empujando a los más débiles hacia el interior, generando entre estos costumbres extremadamente belicosas, como pudieron comprobarlo los conquistadores y misioneros hispanos primero, y posteriormente los colonos del Chaco.

Los guaycurúes

Estos indígenas -que en su momento fueron señalados como prototipo del "salvaje" por sus hábitos guerreros en oposición a los "mansos" guaraníes- se situaban en la parte este del Chaco, norte de Santiago del Estero y norte de Santa Fe. Como señaláramos, esta familia lingüística incluía entre sus grupos a los abipones, mocovíes, mbayás, pilagás y tobas, quienes ocuparon una importante zona del Noreste argentino. Los tobas se distribuyeron a lo largo de los cursos medio e inferior de los ríos Bermejo y Pilcomayo, con algunas representantes sobre el Pilcomayo supenor. Los mocovíes y abipones ocuparon el norte de Santa Fe, noreste de Santiago del Estero y suroeste del Chaco; mientras que los pilagás habitaron el Chaco central.
Desde sus primeros encuentros, a los españoles les llamó la atención una singular costumbre guaycurú: la de raparse hasta la parte media de la cabeza, lo que les daba el aspecto de una gran frente; de ahí el nombre con que los identificaron los cronistas europeos del siglo XVI: frentones.
Altos y de fuerte constitución física, los guaycurúes fueron excelentes cazadores y recolectores, adaptados perfectamente al medio ambiente chaqueño. Recogían el fruto de la algarroba juntamente con el chañar, el mistol, higos de tuna, ananás silvestres y porotos, como así también las raíces de la totora, que eran comestibles. Sus presas fueron el tapir, el pecarí, especie de cerdo salvaje americano, venados y ñandúes. Pescaban en pequeños diques artificiales en los que se introducían con arpones y redes. Los peces que no eran consumidos, eran secados al sol y ahumados.
Tanto la actividad hortícola como la recolección de los frutos era tarea de las mujeres, quienes almacenaban lo recolectado en bolsas de caraguatá o cuero de pecarí. Por su parte los hombres, armados de arco, flechas, lanza y red, se dedicaban a la caza, acorralando a los animales con técnicas como el incendio de los terrenos o el camuflaje, cubriéndose el cuerpo con ramas y plumas para así poder acercarse lo más posible al animal y flecharlo.
Utilizaban mantos de piel de nutria o tejidos de lana, vinchas, plumas en la cabeza, pulseras, aros, collares y una especie de mocasín en los pies.
Sus viviendas estaban hechas con ramas y paja; de alrededor de dos metros de altura, se reunían formando poblados. Tejían la fibra del caraguatá y, después del contacto con los españoles, la lana de oveja, utilizando para ello un simple telar vertical. Su alfarería fue rudimentaria y utilitaria.
Los guaycurúes eran monógamos, aunque toleraron la poligamia entre los caciques. Estos, eran jefes a la vez políticos y religiosos; el cargo era hereditario y estaba asistido por una especie de senado o consejo formado por los más viejos de la tribu que, incluso, podían llegar a destituirlo si no lo consideraban apto.
De gran repercusión en el modo de vida de los guaycurúes fue la adopción del caballo, traído por los españoles en el siglo XVI, y que marcó un salto importante en las pautas de conducta de esos pueblos. Así, toda la región chaqueña, como así también el actual territorio de la república Oriental del Uruguay y la región pampeana argentina, fueron de las primeras en desarrollar esta cultura del caballo (Horse Complex).
Se cree que los primeros en adoptar el caballo fueron los abipones, quienes al comprender la capacidad de traslado, velocidad, carga y fuerza que el equino poseía lo utilizaron inmediatamente como factor desequilibrante en la lucha por el poder territorial, atacando primero a otros indígenas y luego lanzándose sobre las ciudades fundadas por los españoles. Unidos a los mocovíes, los abipones asolaron varias poblaciones españolas en los territorios de Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Santa Fe. Los siguientes en transformarse en guerreros montados fueron los tobas, en el siglo XVII.
Entre los accesorios introducidos por el complejo ecuestre entre las culturas chaqueñas se destacan el peto protector hecho en cuero vacuno y la espuela para aguijonear al animal, realizada en madera.

El encuentro de los guaycurúes con los españoles no fue pacífico: desde un principio formaron alianzas militares para oponerse al invasor, que inició el avance sobre el Gran Chaco en la segunda mitad del siglo XVI. Tras una primera etapa de fundaciones, los conquistadores tuvieron que retirarse dados los ininterrumpidos ataques indígenas. Concepción del Bermejo, Esteco, fueron poblaciones españolas destruidas por los guaycurúes, que dominaron la región hasta mediados del siglo XVIII, fecha en que comenzaron a llegar los padres jesuitas, quienes ya habían hecho su experiencia evangelizadora en lo que hoy en parte es la provincia de Misiones. Sin embargo, los guaycurúes no se sometieron, sino que se aislaron, manteniéndose al margen de la penetración blanca, hasta 1881, cuando el general Benjamín Victorica, por mandato del presidente Roca emprendió la conquista del Chaco, que concluyó tres años más tarde. Los aborígenes, sometidos por las armas (en su mayoría tobas, mocovíes y pilagáes), fueron marginados contra los ríos Bermejo y Pilcomayo, donde todavía subsisten en difíciles condiciones.

Los mataco-mataguayos

La familia lingüística mataco-mataguayo, también conocida como mataco-maká, se distribuyó originalmente en gran parte del Chaco central y occidental, este de Salta y noroeste de la actual provincia del Chaco. También ocuparon partes de Bolivia y del Chaco paraguayo.
Bajos, robustos y musculosos, los matacos fueron un pueblo eminentemente recolector, planificando dicha actividad en los alrededores de sus zonas de vivienda. No sólo recolectaban por sectores sino que conocían qué recoger para alimentarse durante las diferentes estaciones del año. Asimismo cazaban, pescaban, recogían miel, cultivaban calabazas, sandías, porotos, maíz y tabaco; quedando la siembra a cargo de los varones y la cosecha en manos de las mujeres. Recolectaban también la algarroba, con la que realizaban una bebida alcohólica. La vivienda mataca tenía forma de cúpula hecha con ramas y paja, y se agrupaban en aldeas pequeñas.
Cazaban con arcos, flechas, lanzas y macanas, nutrias, venados y zorros. Con la piel de éste realizaban abrigos con el pelaje hacia adentro.Se tatuaban la cara, usaban plumas en la cabeza y adornábanse con vinchas y collares de conchas.
Rendían culto a los espíritus llamados wilan, quienes les transmitían poderes al chamán o brujo de la tribu. Distinguían principios divinos del bien-mal y reconocían la existencia de un Ser Supremo.

Los chiriguanos-chané

Como mencionamos más arriba, este pueblo pertenecía a la familia lingüística de los tupí-guaraní, y fueron los últimos en habitar el Chaco occidental, llegando hasta la provincia boliviana de Tarija. La parte argentina propia de los chiriguano-chanés es la zona de Orán, en la provincia de Salta.
Se conoce el origen de este pueblo: proveniente de la zona de Santa Catalina, en la costa del Brasil, en 1521 iniciaron su marcha como tropa del militar portugués Alejo García. Con la idea de llegar al reino de los Incas, penetraron en el Paraguay y luego invadieron las regiones de Cochabamba y Chuquisaca en el territorio boliviano. Muerto García, los chiriguanos se dispersaron: algunos grupos se establecieron en la zona boliviana de Santa Cruz donde asimilaron a los chanés, un pueblo de lengua arahuak, quienes fueron paulatinamente guaranizados; otros se radicaron en el Chaco salteño.
De esta forma, los chiriguano-chanés ocuparon un territorio intermedio entre los guaycurú, matacos y las tribus andinas del noroeste argentino. Así, sufrieron una notable influencia de estos últimos dada su proximidad, que se refleja en sus costumbres agrícolas. Cultivaron el maíz, la mandioca y también se dedicaron a la caza y la pesca. Para la caza utilizaron arco, flecha, y macana; se destacaron en la cestería y el tejido en telar, utilizando tanto el telar andino como el amazónico, lo que constituye otra muestra más de las varias influencias que recibió.
Los chiriguanos habitaban chozas de forma cuadrangular con techo a dos aguas hechas con troncos y paja; además tenían graneros para guardar las provisiones producto de sus tareas agrícola-cazadoras.


 
 

La región chaqueña y sus provincias

 

Distribución de los grupos indígenas del Chaco

 

La resistencia del indígena chaqueño fue un obstáculo al expansionismo incaico

 
 

Los abipones fueron los primeros en experimentar la superioridad proporcionada por el caballo español

 

Convertidos en un pueblo ecuestre, los guaycurúes ejercieron un dominio casi total sobre el Chaco hasta la segunda mitad del siglo XIX

 
 
La costumbre de raparse la frente hizo que los españoles llamaran "frentones" a los guaycurúes
 
 

Estatua del Indio emplazada en la ciudad de Resistencia (Pcia. del Chaco)

 
 
 
 

Los matacos eran cazadores y recolectores, además de diestros en la confección de mantas y otros textiles, actividad en la que destacaban las mujeres

 
 
 
 
 

Originarios del Amazonas, los chiriguanos expandieron la cultura guaraní en el Chaco salteño y el sur boliviano

 
 
 

Arte chiriguano-chané: máscaras rituales

     
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