UN
HORTERA VA A LA HUERTA Y SE ENCUENTRA UNA VACA MUERTA.
Recoge su
hazada y la clava en el esponjoso suelo.
Recoge el sudor de su frente en la palma de su mano y se lo bebe.
Mira a lo alto del cielo y se sobrecoge al ver el cielo que se abre y descienden
escaleras y se acercan dos seres inanimados movidos por hilos de oro.
Las figuras gesticulan un saludo que es devuelto por el hortelano.
De pronto
emergen de las nubes trompetines centelleantes que vibratoriamente hablan
así:
-Capullito,
capullito de alhelí.
Musiquilla de fondo inunda el campo y atrae a cientos, miles de pajarillos
que pian piadoso cántico.
El labriego acongojado y misericorde ultima su zanja, que le queda a la altura
de los tobillos, empuja con esfuerzo al inerme rumiante dentro de la fosa,
y animado por el canto de los ruiseñores, jilgueros y buitres, inicia
la maniobra de cubrir la gorda panza.
Los muñequitos
celestiales bailan en torbellino suave y se mudan la cara por otra con mejores
vistas.
El campesino
tapa que te tapa....
Los muñequitos
celestiales se bambolean, parece como si se les fueran a soltar sus bisagras,
pero es solo apariencia; están firmemente asidos por manos firmísimas.
Con todo
esto son llevados a ejecutar una potente rúbrica que deja las marcas
en el baldío terreno que sabiamente pretendía el labriego abonar
con el humus de la putrefacción del consabido animal.
Los muñequitos
celestiales le quieren reprender por esta infame acción sin recibir
el cuerpo presente las bendiciones del futuro y las disculpas del pasado,
pero no saben como.
Porque, y aunque parezca mentira, Dios también los deja de lado de
vez en cuando. Y esta vez sus cuerdas habian sido cortadas.
Con todo,
el hombre hubo acabado la labor y viendo esos artilugios en el suelo tuvo
una buena idea.
Los recogió, se los echó al hombro y se marchó a casa
más contento que unas pascuas pensando en la lumbre que iba a prender
con tan buena carga de leña como la que hoy llevaba.
ENTRAÑABLE
ACCESO DE CÓLERA.
Revisión
de algunos conceptos aprendidos últimamente con el fin de crearse una
visión global de contenidos asimilados.
El primer
punto a tratar en el dia de hoy es, o sería, tomar conciencia de los
bastones de mando de los emperadores.
Se cree que actualmente se encuentran diseminados a lo largo y ancho de esta
comarca la estimable cantidad de tropecientos veintisiete mil doscientos cincuenta
y cuatro cetros.
El último de los cuales fue casualmente encontrado por un campesino
de la región del mediodía.
En un aciago dia, dispuesto a recoger y limpiar los excrementos de las vacas
que estaban depositados en la pequeña cuadra. Estaba esta muy desmejorada
por motivos de salud; y es que en los últimos días el buen hombre
había permanecido postrado en cama aquejado de un serio trastorno en
los testiculos.
Lógicamente, despues de que su mujer le ridiculizara delante del pueblo
entero marchándose con el veterinário, el ganadero sufrió
la desolación en lo más hondo de su espíritu.
No se le veía ya por el bar en los días de lluvia, ni por la
tarde en las largas horas de charla que se extendian habitualmente hasta bien
entrada la madrugada. No se le veía ya ni los fines de semana ni nunca.
Era como si la tierra se lo hubiera tragado.
Todos le recriminaban la falta de cojones a la hora de llevar las riendas
de su própia vida.
Los testículos
se le habían lastimado tanto cuando un buen día arremetió
contra una de sus reses, la Piliy la sodomizó durante toda
la tarde. Pero noo contento con ello decidió hacer uso de la ordeñadora
mecánica que aún estaba pagando a la caja de ahorros y que seguiría
pagando por lo menos todavía durante cuatro años más.
Las pelotas se le inflamaron casi tres veces su tamaño, y el hombre
no podía ni andar.
Pero volvamos
al tema en cuestión y expliquémosle al incondicional lector
como aconteció el hallazgo de aquel maravilloso cetro, o bastón
de mando.
Iniciadas
las labores atrasadas , rastrillado el petreo suelo humeante de orines y excrementos,
amontonado y dejado en aquel rincón esperándo a que se secara
y sirviera de combustible para los fríos días de invierno, el
pueblerino decidió no darse la paliza el primer día haciendo
toda la tarea de golpe, y pensó que tal vez le sentara bien a sus huevos
un paseo por la alameda que arrancaba desde el arroyo y que bien sabía
el que en esas fechas y a aquellas horas no se encontraría allí
ni a Dios.
Que equivocado
estaba el buen hombre en sus razonamientos, porque el destino estaba a punto
de cambiar a la humanidad entera, y parecía mentira que lo que iba
a empezar como un ligero paseillo para amainar una dolencia testicular iba
a acabar como el día más importante para la humanidad entera.
Permitidme
que para salvaguardar el secreto de este potente implemento calle mis palabras
y os deje con el beneficio de la duda.
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