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De los detritus al biogás y la electricidad

Por: Arnaldo Gonzalez Arias, Dpto. Física Aplicada, Universidad de La Habana
y Antonio Horta Rangel, Dpto. Ing. Civil y Ambiental, Universidad de Guanajuat
4 agosto, 2011

El empleo del biogás en quemadores de todo tipo como sustituto de los combustibles fósiles es actualmente algo bastante común en los medios rurales.  Sin embargo, la generación directa de electricidad usando el biogás en celdas de combustible no lo es tanto, y pudiera ser una vía económica para aprovechar, y al menos neutralizar parcialmente los residuos contaminantes generados por diversas industrias.  Un ejemplo concreto puede ser el de las vinazas residuales provenientes de las destilerías, pues por cada litro de alcohol producido a partir de las mieles finales se obtienen de manera adicional 15 litros de vinazas.

Esquema del proceso biogás

Esquema del proceso biogás- celda de combustible.  Parte del calor generado se emplea en estabilizar la temperatura del digestor.

Estos residuos tóxicos contaminan tanto las aguas superficiales como subterráneas  y causan trastornos en la producción agrícola, además de convertirse en una amenaza impredecible para la salud de la población. El efecto sobre los peces puede ser letal; estudios realizados muestran que, a partir de determinadas concentraciones, al ser expuestos a las vinazas el 50 por ciento de los ejemplares de las dos diferentes especies analizadas murieron dentro de las 96 horas, aunque algunos opinan que el tema no se ha estudiado lo suficiente y hay muy pocas referencias al respecto.

Para paliar el problema se han propuesto diversas soluciones, que tampoco son enteramente aceptables, pues pueden conducir a la acidez de los suelos o a la contaminación de los alimentos. La toxicidad pudiera llegar a la mesa de comer cuando se emplean como fertilizantes o para alimentar al ganado y las aves de corral.

Aparentemente este último aspecto tampoco ha sido muy estudiado, pues no fue posible encontrar reportes que indiquen la concentración de elementos tóxicos en carne, grasas, huesos, leche o huevos provenientes de los animales alimentados con las vinazas.  

No obstante, su contenido relativamente alto de materia orgánica sugiere que quizás se puedan aprovechar con eficiencia para generar electricidad empleando celdas de combustible.

Planta de electricidad por biogás
Planta de electricidad por biogás a partir de los residuos de una fabrica de cerveza en la prefectura de Chiba, Japón, inaugurada en 1998

Una celda de combustible funciona de forma bastante parecida a una pila convencional, pues posee dos electrodos separados por un electrolito. Se diferencia de aquellas en que los reaccionantes se inyectan desde el exterior: la pila nunca se descarga, pero consume combustible continuamente. 

Existen celdas de diferentes tipos y tamaños. En las de hidrógeno, por ejemplo, se inyecta aire a través de un electrodo poroso e hidrógeno en el otro, dando por resultado agua, calor y electricidad.  Las investigaciones avanzan en el sentido de reducir el tamaño de las celdas para que puedan ser utilizadas en dispositivos portátiles tales como las laptops y similares. Una investigación de este tipo se lleva a cabo en la actualidad en la Harvard School of Engineering and Applied Sciences, usando el metano como fuente de energía.

El metano es el componente mayoritario del biogás, en proporción del 50-80 por ciento.  Le sigue el dióxido de carbono, CO2, con un 20-50 por ciento y, en dependencia de la materia orgánica empleada en el digestor, también puede incluir algunos componentes minoritarios como hidrógeno, vapor de agua, nitrógeno y monóxido de carbono (CO).  En dependencia del tipo de celda y del detritus utilizado, a veces es necesario eliminar algunas impurezas para obtener electricidad de manera eficiente.  

Junto al CO2, el metano influye grandemente en el calentamiento global gracias el efecto invernadero; su influencia es unas veinte veces mayor que la del CO2 cuando se libera a la atmósfera sin quemarlo previamente.  Es por eso que resulta ecológico emplear el biogás como combustible para uso doméstico o para mover turbinas. Sin embargo, en los últimos años se ha comenzado a extender su aplicación como materia prima para generar electricidad en forma directa usando celdas de combustible, lo que también resulta beneficioso para el medio ambiente.

Las primeras plantas dedicadas a este fin datan de hace más de diez años, y actualmente diversas compañías en EE.UU., Europa y Japón trabajan en nuevos proyectos para diversificar y mejorar su eficiencia, subvencionadas en ocasiones con fondos estatales.

Algunos sistemas incluyen purificadores para el biogás; otros, un ‘reformador de combustible’ que permite emplear celdas de hidrógeno usando cualquier hidrocarburo en vez de hidrógeno -incluyendo el biogás-.  Uno de estos proyectos, que se ejecuta en California, incluye en su primera etapa la construcción de una refinería para producir biometano purificado, que será transformado en electricidad mediante celdas de combustible de carbonato fundido, seguras para el medio ambiente. 

Biogás para vehículos
Biogás para vehículos automotores en Barcelona

En julio de 2001 la Fuji Electric Co. desarrolló una instalación similar en Kobe, y otra se construyó en marzo de 2002 en la ciudad de Yamagata, para generar energía a partir del producto de una planta de tratamiento de aguas negras.

Otro proyecto piloto, una granja lechera privada en Minnesota, ha estado produciendo electricidad usando los excrementos que generan sus 900 vacas desde el año 2000.  La eficiencia o razón de conversión de gas en energía eléctrica es del 50 por ciento, y llega a 80 si se aprovecha el calor evolucionado en el proceso.  En comparación, quemar el gas en un motor de combustión interna para generar electricidad proporciona sólo el veinte por ciento de eficiencia.

En muchas granjas se utiliza la digestión anaeróbica para tratar los residuos animales, aunque posteriormente el biogás no se convierte en electricidad; sin embargo, el uso del biogás para generar electricidad por diversos medios ha ido en aumento paulatinamente.

Un estudio llevado a cabo en 2009 dio por resultado que en abril de 2008 existían en EE.UU.  114 granjas tratando sus residuos mediante digestores anaeróbicos. Las mismas aprovechaban el 80 por ciento del gas producido en forma de electricidad. El resto se quema como combustible o se inyecta en la línea de gas comercial después de ser refinado.

Como promedio, la cantidad de gas diaria generada por los excrementos de cada animal en una granja de cerdos es de cuatro pies cúbicos.  Asumiendo un contenido de metano del 60 por ciento y la actual eficiencia del 47 por ciento de una celda de combustible, equivaldría a una generación de energía de 12.8 watt por animal. 

En las granjas lecheras las cifras son de 46 pies cúbicos y 147 watt por cabeza, en las de ganado de 28/90 y en las aviares de 0.29/1, respectivamente.  Si la granja es pequeña y no genera suficiente gas para operar la celda a plena capacidad, el proceso de conversión biogás-electricidad no resulta ventajoso.

Los esfuerzos para lograr una conversión eficiente incluyen la creación de digestores comunitarios, con la participación de varias granjas para garantizar un suministro estable. Otra posibilidad es mezclar los residuos animales con desechos de otro tipo, capaces de generar una mayor cantidad de gas

 

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