15. Teodicea. Concepto de Dios uno en el NT
15. Teodicea  

CONCEPTO DE DIOS UNO EN EL NUEVO TESTAMENTO

La Biblia no contiene conceptos, como ya hemos podido estudiar en su apartado correspondiente. Por eso la búsqueda en el AT nos va a dar indirectamente una respuesta distinta a la pregunta sobre Dios. Si queremos ideas respecto de Dios, nos ofrecerá relatos, narraciones, experiencias y vivencias. Desde éstas, intentaremos entresacar conceptos, teniendo en cuenta su pluralidad y variedad.

El primer aspecto que podemos extraer es la existencia de Dios. Eso es en el mundo Judío algo indudable y lógico. Sin embargo, en ocasiones, la presencia de Dios se muestra como la de alguien olvidadizo con el hombre, despreocupado, Sal 14 o 10, sin intervenir ante las injusticias, Jer 12, 1. También aparece el problema del mal y la justicia de Dios, con la solución de Job: la retribución no debe servirnos para encajona el ser de Dios, Dios es mayor que nuestras ideas sobre él. Dios es siempre omnipotente, está más allá de nuestra comprensión. En la mentalidad semita, tras Auschwitz, la pregunta contra Dios es violenta: ¿Dónde estabas cuando sucedía esto? No se niega su ser, pero se le interroga por su actitud, se busca la comprensión, antes que la duda sobre su existencia.

Dios en el AT es también "Alguien" que se revela a los hombres, que se comunica y se manifiesta. Se revela en la naturaleza y en la libertad del hombre, se revela en la historia no siendo posible controlar a Dios, está más allá de nuestras posibilidades. La manifestación de Dios en la naturaleza se hace a través de dos fenómenos, el milagro y la providencia. El milagro es un modo de actuar excepcional, teofánico en el Sinaí, Ex 3, 1; en la brisa suave que pasa alrededor de Elías, 1 Re 19, 11. El obrar providente es un actuar cotidiano, en la inmanencia del mundo actúa la providencia de Dios, es el Misterio de la realidad, detrás de todo está Dios cotidianamente.

Dios también se revela, y de una forma especial en la historia, interviene en la liberación de Egipto, en los abandonos y alianzas y en los acontecimientos históricos. Interviene tanto hablando, como haciendo. Dios es un Dios que habla en las personas, su voz resuena en los profetas, pero también interviene en la historia, envía la lluvia, el granizo, desbarata ejércitos enemigos, salva a sus amigos, libera a los esclavos,... Entendemos en la historia que necesitamos de interpretación ante los hechos, que estas interpretaciones no son unívocas, y que nosotros las hacemos con el rostro vuelto hacia el Señor Jesús.

La acción de Dios en la historia transforma ésta en historia de salvación, en historia favorable a los hombres en cuanto a Dios. Así lo interpreta el mismo AT cuando insiste en lo favorable que ha sido Dios, y que lo será en el futuro en función de nuestras actitudes, rechazo del pecado, etc.

La revelación de Dios se da además en la conciencia de las personas, en la interioridad de los hombres. También actúa en el azar, en los sueños, en los profetas. Aparecen caminos para el conocimiento de la voluntad de Dios, que plasmada en la Ley de Moisés, necesita ser recordada y trasmitida por generaciones, matizada y vivenciada por los profetas.

Otra cuestión interesante son los diferentes nombres de Dios que nos cuenta el AT. Estos están definiendo quién es Dios para los judíos del AT. Su misma idea evoluciona, se hace comprensible en dinamismo. Los primeros nombres de Dios estarían reflejados en los patriarcas, ahí son llamados "el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob". Es decir, estamos ante una divinidad anónima, personal y protectora de un pueblo, pero sin nombre, sin identidad todavía. Es un Dios que camina con los hombres nómadas, está con su pueblo, al que ayuda y promete fecundidad en la descendencia y una tierra nueva. El uso del nombre de Dios hace referencia a una tradición anterior, es el Dios de mi padre, de mi antepasado, de otro, del que yo recojo el testigo.

La cultura sedentaria cananea tiene una idea muy diferente de la divinidad, los dioses están ligados a la naturaleza y a los ciclos estacionales de la tierra, viven en un sitio fijo, tienen nombre y santuarios, tienen un poder limitado a su zona de influencia, comparten con otros dioses sus posibilidades. En la cultura y el entorno cananeo se encuentra el Dios Baal, como el principal referente a una divinidad de fertilidad, son dioses que nacen y mueren con los meses, están en enfrentamiento con otras divinidades, viven en la montaña, en los templos dedicados a su nombre. Los hombres les rinden culto para fecundar sus cosechas, familias y ganados a través de la prostitución sagrada. Frente a Baal, el Dios de los patriarcas es celoso y protector, acompaña y protege. Es un Dios fecundo y fiel que no tolera la idolatría.

Otro nombre que se usa para dirigirse a Dios es "YHWH", tradicionalmente lo hemos vocalizado como Yahvé. Yhwh es un nombre personal, con un nacimiento seminómada muy interesante. Es la única palabra que contiene cuatro letras en el vocabulario primitivo hebreo, en las que todas las palabras estaban compuestas por tres letras. Yahvé es el nombre principal usado en el AT, y parece que surge de las tradiciones mosaicas, Ex 3, 14. La expresión que aparece allí "yo soy el que soy", ha dado mucho que hablar y que escribir, tratamos ahora de aclararlo.

"Yo soy", es el nombre que Dios se da cuándo Moisés le pregunta por la identidad del que le envía. Parece que es un nombre que arranca de la tradición Egipcia, no proviene del mundo patriarcal. Es difícil determinar su origen, tiene variantes en otros nombres usados con la misma raíz como "Yahu", "Yo", "Yo-safat", "Yo-sue", "Yohsua", del que procede el nombre de Jesús. Son formas distintas que han dado pie a múltiples interpretaciones. A lo largo de las épocas incluso se dejó de pronunciar el nombre, siendo sustituido por las consonantes, de ahí que no sepamos exactamente como lo pronunciaban los hebreos, lo sustituían por otras palabras como "Adonai", Señor, o "El", dios. Más tarde se añaden las letras que faltan a las vocales llegando a formas distintas como "Yehová" o "Yahveh".

El significado es complejo, por un lado se podría traducir como "yo soy el incognoscible", a modo de evasiva, pero esa no es la impresión que proporciona el texto en su conjunto. Otros autores plantean la traducción de "yo soy el que es", como "yo soy el viviente", el que vive, el que es, recogiendo la raíz de la palabra, pero esta abstracción no parece demasiado hebrea tampoco, aunque haya sido la hipótesis manejada en la escolástica. La traducción más certera podría ser la que engloba la idea de "soy con...", "yo soy el que está a tu lado", recogiendo el contexto de liberación en el que es pronunciado.

Otro nombre utilizado en el AT para referirse a Dios es el de "El", es una palabra ambigua que significa literalmente dios o dioses, como genérico. En un ambiente politeísta significa dioses, es usada en palestina antes de la llegada de Israel, es un término más antiguo. "El" es usado vinculado con otras palabras hebreas, para darle más sentido y personalidad, se combina con "El-Olam", "El Saday" o "El Elyon", significaría respectivamente: Dios altísimo,o Dios de la montaña.

Hay otros apelativos que se utilizan para con Dios, uno de los más comunes a otras religiones es el de "Rey", Dios como Rey. Incluso en el NT concebimos la llegada del Mesías como el Reino de Dios, por el bautismo nos hacemos reyes por Cristo. La idea de monarquía en Dios ha sido una constante en la Biblia. Dios Rey significa en el AT una particularidad consustancial al ser de Dios. El Rey es el que tiene el poder, el que lucha contra el mal, el que gobierna y pone orden en las contiendas. El templo es entendido como el palacio del Rey Dios. Hablar de realeza es hablar de poder, e indudablemente Dios lo tiene. Quizás podemos identificar esta atribución con el término "Yahveh Sebaot", Dios de los ejércitos, como el General en jefe de un ejército de soldados, al igual que el rey.

Otro apelativo importante es la "santidad" de Dios. Santo significa separado, que es totalmente otro, distinto. Se entiende la palabra como antónimo de profano. Lo santo, que es lo separado, no debe ser profanado, no corrompido. La santidad tiene su origen en el miedo a algo incontrolable. La divinidad no está supeditada a nuestra condición, de ahí que lo incontrolado es amenazador. La santidad de Yahvé es además expresión de una realidad trascendente, distinta de lo creado. Es también una manifestación de la presencia de Dios en su relación con el hombre y es una exigencia para los hombres, tanto de cara a los rituales como a la pureza moral. Dios es celoso, es irrepetible en su acción, no es representable, nadie puede mirarle cara a cara, porque moriría, según la tradición más clásica hebrea. Moisés sólo pudo mirarle de espaldas, Ex 20, 19 y 33, 23.

Finalmente hay una concepción de Dios de la Alianza, Dios que ha elegido, ha prometido y que busca la obediencia humana. Dios no es un Dios como los demás, es un Dios que hace una Alianza con su pueblo, en esa Alianza se mantiene fiel. La elección la hace Dios, no había motivo para elegir a éste pueblo de entre todos los pueblos de la tierra, pero ha sido así. Antiguamente estas alianzas, los acuerdos eran firmados con un banquete o con una tablilla que se partía en dos. En las alianzas con Yahvé se parte a un animal sacrificado ante el altar, la mitad es para Dios, se quema; la otra mitad es para la familia del hombre que firma. Los sacrificios y ofrecimientos para el mantenimiento de la Alianza eran un signo también de la religión de Israel.

Tras la elección viene la promesa, el pacto. Aparecen varias: con Noé, con Abraham, con David o en el Sinaí. Es una constante del actuar de Dios, el firmar una Alianza y el ser fiel a ella, cosa que no podemos decir de los hombres. En el NT, la Nueva Alianza está firmada por la sangre del cordero, Jesús. La promesa apuntaba hacia el Mesías.

En el profetismo los rasgos de Dios no varían, se van haciendo más profundos y permanentes, como una huella constante. La idea de Dios como único Dios re repite hasta la saciedad. En un principio, Dios parecía compartir devoción con otras divinidades, esa "polilatría" se transforma en "monolatría", Dios es celoso. Pero en el profetismo ya se evidencia la idea de la unicidad de Dios, no hay otro, es el más fuerte, los otros dioses son madera y piedra, Yahvé es el único Dios. Este aterrizaje en el monoteísmo convierte a la religión de Israel en una religión particularmente única y sorprendente. El monoteísmo está hablando de un Dios único, que se hace así un Dios universal, para todos los pueblos, para todos los hombres. El cristianismo es ya universalista, paso que no acaba de dar el AT siquiera en sus últimas etapas.

El profetismo denuncia la infidelidad del pueblo. El proceso sería la infidelidad, el castigo, la conversión y la salvación, a fin de llegar a una etapa nueva, distinta, escatológica. La sensación del profetismo es de fracaso, ante la dureza moral de su pueblo, por eso la escatología responde a la idea de final de la historia, de triunfo de Dios frente al pecado y al mal, se entra en una historia nueva, recreada, renovada. Este día nuevo se inaugura con la llegada del Mesías, Jesucristo.

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