EL
Loco
(Gibran Jalil Gibran)
Me preguntas
cómo me volví loco. Ocurrió así:
Un día, mucho
antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que
se habían robado todas mis máscaras, las siete máscaras que había modelado y
usado en siete vidas. Huí sin máscara por las atestadas calles gritando:
"¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!". Hombres y mujeres se reían de
mí, y algunos corrieron a sus casas temerosos de mí. Y cuando llegué a la
plaza del mercado, un muchacho de pie sobre el techo de una casa, gritó:"¡Es
un loco!". Alcé la vista para mirarlo y por primera vez el sol besó mi rostro
desnudo, y mi alma se inflamó de amor por el sol y ya no deseé más mis máscaras.
Como en éxtasis grité: "¡Benditos, benditos sean los ladrones que me han robado
mis máscaras!". Así fue como me volví loco. Y he hallado libertad y salvación
en mi locura; la libertad de estar sólo y a salvo de ser comprendido, porque
aquellos que nos comprenden esclavizan algo nuestro.
EL REY SABIO
(Gibran
Jalil Gibran)
Cierta vez
hubo un rey poderoso y sabio que gobernaba en la lejana ciudad de Wirani.
Y era temido por su poderío y amado por su sabiduría. En esos tiempos, en
el corazón de la ciudad había un manantial cuya agua era fresca y cristalina,
del que bebían todos los habitantes, aún el rey y sus cortesanos, pues
allí no había otro manantial. Una noche, cuando todos dormían, una bruja
entró en la ciudad, y vertió siete gotas de un extraño líquido en el manantial,
diciendo: "Desde este momento aquél que beba esta agua se transformará en loco."
A la mañana siguiente, todos los habitantes, excepto el rey y su señor ministro,
bebieron del manantial y se transformaron en locos, como predijera la bruja.
Y
durante todo aquel día el pueblo en las angostas calles y en las plazas del
mercado no hacía otra cosa que murmurar entre sí: "El rey está loco.
Nuestro rey y su señor ministro han perdido la razón. No podemos ser gobernados
por un rey loco. Debemos destronarlo." Aquella tarde, el rey ordenó
que llenaran una copa de oro con agua del manantial. Una vez traída, bebió y dio
de beber a su señor ministro. Y todos se regocijaron en aquella distante
ciudad de Wirani, pues su rey y su señor ministro habían recobrado la razón.
EL PERRO SABIO
(Gibran
Jalil Gibran)
Un día pasó
un perro sabio junto a una reunión de gatos.
Acercose
más, y como los viera muy ocupados y sin notar su presencia, se detuvo.
Entonces surgió de entre medio de la reunión un enorme y solemne gato, quien,
contemplando al resto, dijo: "Hermanos, orad; y cuando hayáis orado una y otra
vez, sin dudar de nada, verdaderamente entonces lloverán ratones."
Al oír
esto, el perro rió en su corazón y alejose de ellos murmurando: "Oh ciegos y
tontos gatos, no ha sido escrito acaso, y no lo sé yo, y mis padres antes que
yo, que aquello que llueve por oración y fe y súplicas no son ratones sino
huesos?"
El Bien y el Mal
(Gibran
Jalil Gibran)
Y uno de los
ancianos de la ciudad dijo: Háblanos del bien y del mal. Y él respondió: Del
bien que hay en vosotros, podré hablar, mas no del mal. Pues ¿qué es el mal
sino el propio bien torturado por su hambre y por su sed?. En verdad, cuando
el bien siente hambre, procura alimentarse hasta en nuestros oscuros antros, y
cuando siente sed, se sacia hasta en las aguas estancadas. Sois buenos
cuando os identificáis con vosotros mismos. Sin embargo, cuando no os
identificáis con vosotros mismos, no sois malos.
Pues una casa
que se divide no se torna en antro de ladrones; es apenas, una casa dividida. Y
un navío sin timón puede navegar sin rumbo entre arrecifes peligrosos y no
hundirse. Vosotros sois buenos cuando os esforzáis por dar de vosotros mismos.
Sin embargo, no sois malos cuando os limitáis a buscar el lucro. Porque, cuando
lucháis por el lucro, sois simplemente raíces que se agarran a la tierra y se
alimentan de su seno. Ciertamente, el fruto no puede decir a la raíz, sé como
yo, maduro y pleno, y
siempre pródigo de
tu abundancia. Pues, para la fruta, dar es una necesidad, como para la raíz,
recibir es una necesidad. Vosotros sois buenos cuando habláis con
plena conciencia. Sin embargo, no sois malos cuando os adormecéis mientras
vuestra lengua tartamudea sin propósito. Y hasta un discurso vacilante
puede fortalecer a una lengua débil. Vosotros sois buenos cuando
avanzáis hacia vuestro objetivo, firmemente y con pasos intrépidos. Sin
embargo, no sois malos cuando avanzáis hacia él cojeando. Aún aquellos que
cojean no andan hacia atrás. Pero vosotros que sois fuertes y
veloces, guardaos de cojear por complacencia en la presencia de los cojos.
Sois buenos de innumerables maneras, y no sois malos cuando no sois buenos.
Sois apenas ociosos e indolentes. Lástima que las gacelas no puedan enseñar su
velocidad a las tortugas. En vuestra ansia por alcanzar vuestro Yo-gigante está
vuestra bondad; y esa ansia está en todos vosotros. Mas en algunos, esa ansia
es un torrente que se precipita impetuosamente hacia la mar, arrastrando los
secretos de las colinas y las canciones de los bosques. En otros, es una
corriente perezosa que se pierde en meandros, y serpentea, arrastrándose, antes
de alcanzar la costa. Sin embargo, que aquel que mucho desea se guarde de decir
a aquel que desea poco: ¿Por qué vas lento y atrasado? Porque quien es
verdaderamente bueno no pregunta al desnudo: ¿Dónde esta tu ropa? ni al que no
tiene hogar: ¿Qué ocurrió con tu casa?.
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