Soledad Fariña |
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La poesía de Soledad Fariña despliega los ritos del cuerpo: percepción, sensualidad, erotismo. Los objetos de la naturaleza aparecen como cuerpos que imprimen su intensidad en los párpados y el cuerpo propio es un lugar mudo que recibe esas impresiones.
Luego, este cuerpo femenino, apasionado, se desdobla y se entrega a una auto-celebración, que se figura en ritos sensuales y recorridos homo-eróticos. (J.I.P.)
tres poemas de Narciso y los árboles (2001)
las caderas florecen
los oídos florecen
al contacto con el fuego violento de esta boca
—que ahora se vuelve verde enredada en las ramas—
me volcaré a la sombra que ha observado
en silencio el temblor de mi mano
¿de qué lugar oculto de mi sonrisa eres sombra
esta sombra?
y mientras imagino que la boca la besa
inaugurando un rito
¿cómo era esto —pregunto—
de apartar del ensueño
la bruma de colores que sostiene el gorjeo
de pájaros de mi cabeza?
de el primer libro (1985)
dónde volcarse en este paisaje
todo tranquilo, inmóvil
Había que pintar el primer libro pero cuál pintar
— Por qué tan tristes por qué así estos colores, dicen, preguntan los choroyes de alas verdes que pasan en bandadas — Por qué esa oscuridad, gritan — Hay un negro que sombrea que nos cubre
— No hay claridad, no hay claridad, graznan — Ha caído la nube gris sobre mi vuelo: eran granizos era hielo el que quebró mis alas
Y ahí en las alambradas, suspendido su vuelo
todo tranquilo inmóvil apacible
la tentación arrecia
Tiembla la mano larga de dedos afilados serpentea la tierra profunda oscilación
(¿abrirá al fin la grieta?)
Polvareda amarilla asciende al cielo gris Calientes los latidos la tentación arrecia: atravesar las capas qué líquidos secretan qué jugos dulces qué pozos qué napas de jugos dulces
(sueñan los dedos afilados: abiertas las aristas separadas las labias todo muslo ancas cintura pecho hombros sumergidos pez coleteando en esas aguas)
bandada de alas verdes
(la lengua)
ASFALTADA
NO MÁS
le horada el cerebro la excavadora
DÓNDE PLUMAS DÓNDE PICOS
le habían preguntado
Y EN QUÉ LENGUA
asfaltada ligosa tararea nadar nadar nadar
si se hubiera previsto —piensa
y empezar nuevamente sin la membrana
EL MAÍZ
abriendo
separando de una capa
mapas venosos
ciudades enteras
sube el nivel del agua en esta cámara de cri tales chapoteo pies tobillos ya no hay lágrimas
agrias agua
de alcantarilla rodea la cintura
rondas con el agua a la rodilla
«no desesperar, si siempre así»
—dicen
el nivel alcanza doradas caracolas
terciopela
agua busco
descenso hacia subsuelos
baño
nocturno
ALFA —le digo
en esta oscuridad
ALFA
—le digo ALFA
Alfalfa
olorosa
enjugo el rostro
ALFA
Alfalfa
amorosa
Falfa
mi suave
la costra negra
Fabla
mi tierno dulce
Fabla
abre la cuenca
HABLA
HABLA
de albricia (1988)
saciar su hambre
(de esencia)
pide la lengua
Violento el paladar acoge su deseo apretando mi gajo que escurre su secreto mi dejo amargo escurre Las comisuras llenas de escenas innombrables Surge savia desde pozos profundos Intenta la lengua caracoleando abrirse entre corrientes tibias frías Surge zumo que estruja la memoria Aconchada en la ciénaga
Hojas y guías verdes invaden mi cerebro Piedras desconocidas se engarzan en los ojos como gemas sin nombre suplantando pupilas bastoncillos del iris
abro el párpado mudo
cierro y vuelco hacia dentro el sol del ojo
mi ánima mi alma busco
entre líquenes negros algas veo flotar mi rostros carcomido por lenguas Ahí va ese ojo como boca sedienta Qué busca
Arriba Abajo
escurre entre los dedos
un cardumen minúsculo
Por las fosas penetran aletillas
(Qué lengua piensa mi
lengua
Desplegando sus líquenes Ella pasa rozando
¿ES ACIDA? ¿ES AMARGA?
Pregunta su lengüeta a mi párpada erecta
Mi pesada aridez se vuelca hacia su oreja
ME ABRAZA ME ACICALA
Hostigando los huecos intenta otra palabra
Ambas frotamos entretejiendo nudos
Alga húmeda y tibia
(el soplo se encabrita)
Alza eleva violento latigazo
por ese flanco oscuro asoma la palabra
(¿la ácida? ¿la amarga?)
El barro cuartea
nuestros lomos
sugiere estrías caminos secos
arbustos espinosos de ramaje amargo
El sol reverberando ulula
en las orejas
Vientos huracanados
incrustan polvo rojo
Amarillas
fisuras atraen
nuestros dedos Escarbamos
los rostros reconocen
la Imagen
YO TU
Despojada de azules, tanteando a locas
¿QUÉ ESPESOR TIENE EL ROJO?
Pregunta la cuenca blanca atisbando desde el pliegue de la mirada blanca
de en amarillo oscuro (1994)
escindidos
los bordes en la oquedad del pecho
tengo a este surtidor de rojos
tan próximo a la boca
que hasta puedo lamerlo
acercarle mis labios a sus labios espesos
antes que ellos empiecen a gotear por la piedra
y sean bebidos
acallados a sorbos
por capas de hierba seca
quedó el aire de mi boca soplando
las cumbres azules de la tarde
(divaga solo sin saber dónde posarse ni qué hacer con tanta levedad)
y yo aquí buscando el agua
con mi raíz de piedra Hundiendo pensamientos violáceos en la profundidad de esta roca
Desciendo a mi guarida nocturna
ojo de agua
aire de agua vertiente de agua
busco
Soledad Fariña(Antofagasta, 1943). El primer libro (Santiago: Amaranto, 1985; 2a. edición: Buenos Aires: Libros de Tierra Firme, 1991), Albricia (Santiago: Archivo, 1988), En amarillo oscuro (Santiago: Surada, 1994). Estos libros fueron reunidos en: La vocal de la tierra (santiago: cuarto propio, 1999). Otro cuento de pájaros (relatos; Santiago: Las dos Fridas, 1999), Narciso y los árboles (Santiago: Cuarto Propio, 2001) y Donde comienza el aire (Santiago: Cuarto Propio, 2006)
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