Germán Carrasco



 

La cotidianidad es el punto de partida para un gran observador cuyo lente percibe y descubre, con asombro constante, lo inefable de las situaciones. El referente inmediato de estos poemas son las visiones irónicas de la experiencia urbana. Estos poemas, concisos en su mayoría, no parecen soportarse en los versos o el lenguaje —a pesar de la recurrente reflexión sobre la escritura—, sino en la mirada: «palabras soeces del amante en el oído de la amada», «el turista que no se inquieta demasiado con el paisaje de la miseria», «un tipo suplica algo a una muchacha llorosa temiendo ser escuchado». (E.S.)


 

 

de la insidia del sol sobre las cosas (1998)

 

 

todas las artes poéticas son (...)

 

 

Un brindis,

la insidia del sol sobre las cosas,

un chungungo nadando de espaldas

o un poodle ladrándole al oleaje;

el boomerang que se juega sin pareja

y retorna a la mano que lo lanza;

qué sé yo: las calas azules;

los diminutivos áfonos, carantoñas y palabras soeces

del amante en el oído de la amada

(monedas para comprar una sonrisa u otra cosa),

o los predicadores evangélicos de los barrios bravos,

(la hermosa voz que algunos tienen,

su curiosa obcecación).

 

Y en una tuba ridícula, más pesada

que una espada o un fusil

un anciano que toca de pie, trabajosamente

melodías que no escuchan ni las palomas


 

perros

 

 

Como los que miran el crepúsculo con el disgusto de una soledad involuntaria

o como el turista que no se inquieta demasiado con el paisaje o la miseria,

los perros ven pasar los camiones con contenedores (Arica-La Paz-Santiago),

gestos casi humanos al vernos comer las frituras que les acercábamos bajo las mesas

—te lamían las piernas, Rita Consuelo—. El tren se atrasaba

hasta que el pasto cubría los rieles, esos trenes mutilaban a los perros

y los camiones cuyos conductores ven apariciones y demonios;

todas esas cosas que giran son el tiempo —ladraban—,

un bufón de labios en semicírculo dando volteretas sin parar.

 

                EL TIEMPO. LA CAUSA DEL VÉRTIGO. LA MUERTE

 

por eso nos arrojamos a las llantas.


 

la mañana del suicida

 

 

Por un sol de invierno (y con el gentil auspicio de la Municipalidad) una banda toca increíbles cursilerías en la plaza; las disfrutamos sin embargo, al igual que los jubilados y los escolares que hacen la cimarra para besarse inofensivamente. Un tipo suplica algo a una muchacha llorosa temiendo ser escuchado, y uno de los amigos que beben cerveza en espera de fotocopias enseña con el índice una avioneta blanca en un cielo sin nubes. El impermeable amarillo de una mujer de aproximadamente veinticinco años y un charlatán que la fascina con mentiras, terminan por inquietar al fotógrafo que fuma con una mano en el bolsillo en el umbral, Todo reluce.


 

duermevela

 

 

                                                           Ser

oscura tierra de hojas, putrefacción, abono, raíces;

vislumbrar a veces al gusano dulce

—corolario y sustrato del tequila—

como el fin.

Vino ajos leche fruta semen óleo tierra de hojas,

cuajo de ajo y zafiro en el eje atascado (como decía el reverendo)

para que el lugar se pueble de encinas

 

a)       de formas tenebrosas

b)              “         sensuales, para que te

cobijes de la insidia solar.


 

Auden

 

 

Alabar la jornada, la piedra caliza.

Comentar —cantar— no definir

el amor, el infierno, la ley.

 

Referirse a los excesos y errores

de adoración.

Antiguos, nuevos dioses.

 

Desmalezar la retórica

y los juegos de palabras

haciendo lo mismo.

 

Y en el pequeño final,

siesta, última estrofa

despedirlos a todos:

 

a quien tuvo el poder

de complicarnos las cosas,

al psicoanalista,

a la Srta. Gee

(«haz de mí una niña buena»),

a un par de iniciales

y a alguien

de quien no daremos las suyas;

 

desdoblarse en amada y hacer

la perfecta elegía al amante;

el adiós genuino, el intento

que el tenor arruina con su yo.

Y cuando los brazos se cansen

de bloquear golpes, recordar

la canción precisa en el momento

impreciso del año; el mantra

hasta el cansancio:

 

Follow poet, follow right

To the bottom of the night

 

(Cada poema una elegía.

Cuando el poeta muere, una elegía

a sí mismo).


 

Larkin

 

                                   But why put it into words?

                                                               Ph. L

 

La angustia, el pesimismo leído

provocan a veces el efecto contrario.

Tal vez por eso bebemos

el más amargo natre inglés

a su hora, que generalmente es la noche.

En cualquier caso, la rima

molesta a la muerte

y la sonrisa del pesimista

o de las amantes del sótano

triza la tarde haciendo más tersa

la blancura de las calas. Otro cáliz

para otro sacerdote: el poeta

levanta en el oriente un vaso de agua

donde la luz de todos los ángulos

se concentra.


 

poema de guiderio y avirago

 

Ya no tendrás que cuidarte de la insidia solar sobre tu frente o las fachadas continuas de esta calle, ese acecho que recalienta pavimento e intenciones, que enmarca bellezas excesivas, broches de blusas, defectos físicos. No debes tam­poco preocuparte por el frío del invierno en la soledad de la plaza, en la ducha matinal previa a la praxis que lisia. Alguna misión habrás cumplido en esta tierra; retornas a la patria, tuviste lo tuyo. Suave (con una entonación muy específica) es la palabra de aliento.

Las vendedoras de café con portaligas, nuestro mejor tenista, los hombres de negocios que nadan en billetes, los enterradores, el almacenero de la esquina y su gato que duerme sobre periódicos para envolturas en el mesón (al lado de una romana) deben —todos y cada uno— en su mo­mento, convertirse en polvo.

No temas ya la ira de quienes tienen el poder de com­plicarnos las cosas, estás permeabilizado contra los golpes, la corrupción, las neuróticas leyes de eficiencia, los intrigantes colegas. Tampoco tienes que preocuparte del vestido, el alimento (metonimia de luz, agua, dividendo y teléfono). Desde ahora ha de ser todo como un árbol.

Que no te asuste ni deslumbre ningún fenómeno na­tural, los embates de la naturaleza ni el divorcio con ésta (porque gansos y hortalizas no son sino dispositivos para nombrar el paraje templado que fueron los momentos de la memoria cómoda; el paisaje a veces se divorcia de noso­tros). El sabio en extinción, la machi, la meica: todos han de seguir tu suerte. Y convertirse en polvo.

No te asusten los temblores de la comarca. No temas la calumnia, la censura, la exclusión, el ninguneo. Risa y llanterío se acabaron.

 

No te preocupe el aflictivo ajedrez (donde sea que es­tés no creo que se practique ese juego) ni los otros combates que eternamente librabas en dojos estrechos y mal ilumi­nados, como un quijote ambiguo con algo de superhom­bre.

 

Y todas esas parejas que se amaban en los parques pro­vocando tu pasión binocular deben también, como cada uno de los nectarios con los que ella te engañaba, ir donde hoy estás. Y convertirse en polvo.

Nadie ahora interfiere tu energía, ninguna vibración ha de tocarte, te respetarán los fantasmas insepultos con sus intenciones a medio terminar. Que nada maligno te to­que y tu disolución sea tranquila como el cuajo o reciclaje de ajo y joya (en el eje atascado) y leche y semen y vino en tierra orgánica. Yo visitaré tu tumba.


 

de calas (2001)

 

 

no se jura por la luna 

 

 

La luna de cal destila el ácido licor que beben los solitarios y solitarias,

también la luna de Berryman: dura en el pecho de los soldados:

la luna y la noche y los hombres; y dura también, permanente.

 

Destila a gotas su sudor de calas o piel de mujeres hermosas

                                                                                             la monarca

de movimientos libres y feroces como versos libertinos.

                                                                                      Observa

su desplazamiento en el tablero eterno que juega dios v/s mundo.

 

Cara del abofeteado, rostro de la triste,

                                                        blanco

de qué flechas,

                      rueda

de pétalos blancos

o huesos de quienes yacen bajo las canchas o el desierto

o huesos

               de niñas.

 

 

Gatilla lo mismo que la primavera el centavo inalcanzable.

 

 

Único Arte

 

 

 

:el de perder                 (ni duro         ni desgaste)

tantas cosas            solicitan                su extravío

que su pérdida           no es desastre.           Pierde

algo                  cada día               acepta el lastre:

 

llaves perdidas        horas malgastadas        El arte

 

de perder no es desgaste:                        ensáyalo

pierde rápido y mejor                          no te baste

perder lugares            nombres             la deseada

mujer y expedición      De qué desastre       hablas

yo he perdido     entre otras cosas     dos ciudades

reinos              ríos           continentes          radas

que te lo juro añoro                  mas no es desastre.

Incluso te perdí                       gesto, voz preciada. 

                              

                         Y qué,  nada:

 

el arte de perder  es fácil

aunque tenga un ligero

y remoto (dilo) aire

 a desastre.

 

(_____________________________________) variación

 

 

hay ciertas palabras no creadas(_____)pero  susceptibles de aparecer(__________)en el repertorio de nuestro dialecto

mueca de muerte(_____________________)gesto de amor(___________________________) ojos comprensivos

dulces quejidos áfonos(___________________)giros sin registro de arrabal(___________________) traducciones

de gemido  o risa(________________________)que pasan(_______________________) por aduana de rocío y niebla          

tus dudas y poemas(_______________________) el canto(__________) el mapa de la trayectoria de las golondrinas:

_____________________________________________________________________________

_____________________________________________________________________________

_____________________________________________________________________________

______________________signo infinito

 

y esos vocablos quedan en el aire(____________) como polen que huye(_______________________)alma y misterio

d   e      l   o       q    u   e       s   e        a    n    d    a        d    i    c    i    e    n    d    o         p    o    r      a    h    í.


 

Un príncipe

 

 

Los escolares yacen en el pasto

en una tarde de ocio puro,

lenguas de viento se cuelan

entre faldas y blusas blancas

y el lenguaje del viento se cuela

entre las hojas de un libro:

es primavera, príncipe del parque:

se expende barato un vino

que enciende la sangre. Y no hace frío.


 

Historias de la lengua y tu saliva, divinum vinum

(historias de las bocas y las lenguas a la hora del agua y el vino)

 

 

Catrileo hace mucho llegó a esta ciudad. Su vejez transcurre sin sol ni verbo en una panadería. Un día, en la taberna de los viernes encuentra repentinamente a otro peñi, los dos son casi monolingües y conversan. El nuevo peñi quizá ha de correr la misma suerte. No son hombres de nostalgia, por lo que hablan de los trucos de supervivencia

                      y saborean el lenguaje como un vino conocido que no se ha probado en años.

 

.

 

O la ocasión en que

 

salí del otro lado de la piscina y vi a la adolescente oriental –nipona, flor rara- besando a un niño de aproximadamente ocho años. Lo chupaba y le metía la lengua en la boca, él hacía lo mismo. No podía ser su hijo, it’s my little cousin me dijo luego, cuando nos hicimos las preguntas de rigor, que no deben hacerse cuando uno recibe un golpe de sensualidad en la conciencia.


 

Brisas gestos ríos melodías y perfumes angulosos

 

 

haber dicho algo que se acerque a la palabra justa en tiempos imprecisos

a punta de latigazos, anáforas, listas, errores, tics,

CONSTRUCCIONES URGENTES DEL PUENTE-MECANO ANTE EL DESASTRE,

angulosidades de una arquitectura inexistente e ideal o de los movimientos

de las nerviosas cabecitas de los chincoles —sonaba Monk, recuerdo—;

—mira, no sé de ríos, pero reconozco perfectamente el sonido del dios pardo

(similar a tu cabellera que aspiro como calas azules, como el adicto jala polvo),

el dios pardo: el Urubamba, el Hudson, el Cedar, el Mapocho en invierno p. ej.

no veíamos su fluir, ciegos  en la duermevela

o al despertar; fluir del río, siseo serpentino  y áfono, comparable

 

— al soplido de los exámenes en los colegios

— al soplido de las dulzuras de amantes al oído

— al sonido que produce  el agua que purifica cuerpos contaminados de praxis

— al sonido de un dedo húmedo que corrobora la  temperatura de una plancha de ropa

— al sonido de confesión o al que en los films representa la voz de Lucifer.


 

El poeta de las calas azules y la muerte

 

 

La muerte

   (sinfonía, niña que quiere jugar, alguien que quiere ajustar cuentas)

hace su aparición en escena.

Viene a pedir el fortalecimiento

de la musculatura cardíaca y la inteligencia.

Ni rezar ni compartir la mirada: cuadrarse, caminar

La muerte

que salta. La muerte

que se aglutina y expande

haciendo presión dentro del cuerpo y/o  cerebro

hierve y se abre paso por conductos seminales

como tinta o canto

 

y salta a chorros la sidra en la penumbra

o conforma cohortes interiores  

 

Antes del cuervo, en el tiempo de los truenos oportunos

hubo una musa o una mujer araña

que recibía dichosa la bofetada de las olas.


 

Germán Carrasco (Santiago, 1971). Brindis (Santiago: Departamento Técnico de Investigación de la Universidad de Chile, 1994), La insidia del sol sobre las cosas (Santiago: Dolmen 1998), Calas (2001) y Multicancha (México DF: El billar de Lucrecia, 2006).


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