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ENTREVISTES
 

Revelando fantasías
El fotógrafo Larry Sultan desvela la cre
ación de la pornografía

Nacho García

 

Más del 80 por ciento de las películas para adultos rodadas en Estados Unidos tienen como escenario casas particulares de clase media situadas en el valle de San Fernando, al sur de California. El mismo lugar donde creció el fotógrafo Larry Sultan. Su último libro, The Valley, documenta una práctica poco conocida. Intrigado por la construcción del deseo en circunstancias tan cotidianas, ha recorrido durante cinco años un centenar de esos sets de rodaje peculiares. Eludiendo las fotografías ginecológicas, el objetivo de Sultan enfoca las actividades que realizan los actores detrás de la cámara. Unas fantasías que utiliza para cuestionar el medio fotográfico en sí mismo; el ejercicio de mirar y la creación de ilusiones a través de la lente. Sultan intenta de convertir la realidad en ficción y la ficción en un juego de miradas, tan cercanas al suelo como los chinches de la moqueta.

¿Su última serie, The Valley, retrata una realidad desconocida para muchos; los rodajes de películas pornográficas que se realizan en casas particulares del sur de California alquiladas para ese propósito. ¿Cuándo surgió esta idea?
Todo empezó cuando me encargaron realizar un reportaje editorial sobre un actor pornográfico en concreto. Resultó que rodaban en una casa con piscina situada en esa misma zona. Era propiedad de un médico, que la alquilaba para que hicieran películas pornográficas.
Parece una situación un poco insólita.
Sí, y curiosamente, el lugar donde rodaban se parecía mucho a la casa donde pasé mi niñez. Pero se utilizaba de esa manera tan sórdida... Cuerpos desnudos en la cocina o sobre las alfombras. Me encantó esa combinación entre lo trasgresor y lo ordinario, una combinación que tenía una sorprendente poesía. Fue entonces cuando pensé en hacer este trabajo. A los miembros del equipo que rodaba les encantaron las primeras fotos, así que me animé a continuar.

 
Larry Sultan, Backyard, 2004
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¿No ha sido un poco violento inmiscuirse en un lugar de trabajo tan peculiar?
En un primer momento costó un poco, pero el hecho de que al director del primer set donde trabajé le gustara mi trabajo me permitió tener una total libertad. Mi intención desde el principio fue entrar por la puerta de atrás. Intentar avanzar progresivamente en mi relación con los actores y los técnicos. Ganarme la confianza de los equipos. Siempre me situé en un segundo plano, sin hacerme notar demasiado, intentando que se olvidaran de mi presencia. De ese modo; discreto y silencioso, conseguí las imágenes que forman parte del libro.
La intención de sus fotografías difiere mucho de la voluntad pornográfica de los cineastas. Usted retrata a los actores charlando mientras esperan a que un set esté preparado, fumando o hablando por el móvil.
Sí. Todos esos neones, los focos que forman parte de la fantasía de un rodaje, confieren una teatralidad que en realidad esconde un vacío enorme. No me interesa la construcción de la pornografía y del deseo, más bien su destrucción. También es una manera de entender mis ideas y mi nostalgia de haber crecido en una de esas casas suburbiales.
Entonces, no es fotografía pornográfica.
No, claro que no. A veces me siento más bien como un fotógrafo policial o forense. Intento encontrar esa pista que ha dejado en la casa lo que ha sucedido dentro. Un cierto sentido etnográfico. ¿Cómo se recupera una casa tras una película porno? ¿Cómo la ocupa una familia tras haberla alquilado para ese propósito?

 
Larry Sultan, Stansburyave, 2004
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Hay que ver cómo ha cambiado su barrio. ¿Qué recuerdos guarda de entonces?
Sí, ha cambiado mucho. Uno de los primeros rodajes que visité se realizaba a unas pocas manzanas de mi antiguo instituto. Mis padres y yo seguimos viviendo en la misma zona. Siento que esas películas tienen relación con mi experiencia personal. Tengo la sensación de que me criaron en el seno de una familia cuyo hogar era también un escenario teatral. Cuando era un niño, mis padres contrataron a una decoradora. Ella modificó por completo nuestra casa. Pintó una parra en el salón, con uvas de fieltro...
Parece todo un poco kitsch.
Sí, muy kistch, muy hortera. También puso unas moquetas que pronto se desgastaron y decoró un salón que mi madre nunca nos dejaba utilizar. Una teatralización de la vida familiar. El hogar familiar americano es de hecho un escenario. Tanto el mío como el de muchas familias de la zona.
¿Por qué cree el fenómeno de los rodajes para adultos se da precisamente en San Fernando?
Creo que es debido a que en San Fernando, la casa siempre ha sido un símbolo de la buena vida y una extensión de nuestras identidades soñadas. Un lugar para la fantasía. Casas estilo Tudor junto a otras mediterráneas. Pinos junto a palmeras. Se trata de un lugar de fantasía donde crear tu propia identidad. Además, al estar tan cerca de Los Ángeles, el área de la bahía es un paso intermedio hacia Hollywood y hay muchos técnicos de los grandes estudios que sacan un sobresueldo gracias a estos rodajes.
No es la primera vez que retrata esa misma zona de los Estados Unidos, su serie anterior, titulada Pictures from home (1991), también estaba realizada allí. En concreto, en la casa de sus padres. Explíquenos más sobre aquel trabajo.
De hecho, Pictures from home se convirtió en una especie de autobiografía. Mediante los retratos de mis padres y de nuestra familia, quise describir una realidad social. Incluí en el libro toda clase de fotografías; desde las de bodas y celebraciones a las de mi padre cuando fue reconocido como empleado del mes o mis cinco minutos de fama en el diario de mi ciudad cuando gané la liga local de fútbol. Casi un álbum familiar. Una autobiografía y también una reflexión sobre la idea de familia, sobre los conceptos de autenticidad y fantasía, una crítica a la idea de familia norteamericana.

 
Larry Sultan, Patio, 2004


Tanto The Valley como Pictures from home retratan una realidad muy concreta de los Estados Unidos. ¿Se considera usted un artista americano?
Soy un artista americano porque retrato este país, pero me siento muy alejado de su escena artística. Quiero enseñar la verdad de este extraño lugar donde vivo, llamado América. Buscarle las cosquillas al American Dream, mostrar sus contradicciones, quitarle la carita sonriente. Mi intención no es mostrar la parte trágica, no quiero hacer fotos tristes, pero sí complicadas. Siempre he querido retratar la vida tan complicada como realmente es.
Seguro que a clientes suyos como Nike, American Express o Stussy, para los que ha realizado fotografías publicitarias, no quieren ver esa parte complicada de la vida.
Los anuncios son puro comercio, merchandising. Se trata de crear fantasías, de dar una visión bonita del mundo, irreal. Cuando disparo para un anuncio es muy diferente a cuando lo hago para mi obra personal. Se trata de hacer una buena foto. El trabajo publicitario es casi como yo, pero sin llegar a serlo. Nunca acabo de reconocer del todo esas fotos como mías.
¿Cuál es entonces la intención de su trabajo artístico?
Es difícil expresar qué trato de conseguir con mi trabajo personal, pero me doy cuenta cuando lo estoy realizando. Es un intento de reconocerme a través de los otros. Son más acerca de mí. Rescatan a ese testigo que quiero ser en la vida.
Pero, un testigo pasa de refilón por la vida, sin involucrarse ¿No cree?
Yo opino que las fotografías que realice un testigo también pueden hacer cambiar el curso de la historia, hay que ser un activista y un promotor. Como las fotos de Abu Grahib pudieron hacer cambiar el rumbo de la guerra en Irak. Bueno, no sé si son un buen ejemplo, pero esa debe ser su intención.

Más información:

+ billcharles. Agencia del artista



 
     
 
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