El Carajo de Sucre
Antonio José de Sucre
Mariscal decente y culto
que nunca dijo un insulto
por que no fue su costumbre;
pero después se descubre
de que no fue tan prolijo,
por que un vulgarismo dijo;
aunque queda la constancia
de que fue la circunstancia
que motivó haberlo dicho.
En su acostumbrado paseo
iba el Mariscal cabalgando
y cuando estuvo pasando
se oyó un disparo sonar feo
que provocó el brusco meneo
de su blanco corcel majo
que tiró al ilustre abajo;
quien molesto sin cordura
al caerse de su montura
gritó: disparo ¡carajo!
La historia también evoca,
cuando Sucre se cayó
la gente con asombro vio
que cualquiera se equivoca
por no controlar su boca
aunque resulte molesta
una situación como esta
o se ganará una condena;
por no librarse la pena
de quedar su imagen rota.
Como dice el aforismo:
"de esta agua, no beberé,
no lo diga o me reiré;
si le pasará lo mismo
por un triste fatalismo
y lo que se desembuche
trate que nadie lo escuche,
si suelta alguna lisura
no la grite sin cordura
como el carajo de Sucre.
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