Logo 01

Logo 02

Inicio*Revistas*Contacto
 
 página anterior
 página siguiente


Poemas



 

dies solis

 

contrario al �tomo

con alucinaci�n de frascos amarillos

la utop�a atada a una columna

sentir padecer martillos insomnes

en cada c�lula

                       en cada no me olvides

los ojos secos de no entibiar la tarde

la nunca ausencia

                            el espanto al o�rme

                            en los espejos

ardor de cuerpos

                           gusanos incendiados

y yo articulando pasos de serpiente

en el vientre h�medo

                                  del oto�o ca�do

alguien me reconocer� in�til

como un grito en el pulm�n derecho

como un costal de carne

arrojado al vac�o

                           si no vienes

 

 

 

 

 

dies veneris

 

mi mano sobre mi mano

nombrando la palabra muerte

                                               mis labios

un jard�n antes del jard�n y de la tarde

una flor antes de la flor

                                     que hiere

antes del antes

                       el gnomo del centro

con mis dedos bailando en la verja

 

quiero liberarlo lo quiero conmigo

comisuras besar sus ensangrentadas

llenarme de sangre los dientes

en clav�ndome alfileres las manos

su triste condici�n de piedra

mi pobre cobard�a de huesos

mi infancia baila delante de sus ojos

me oculto en la brisa

y agito su bandera

mi cuerpo atascado en los barrotes

mi miop�a

                y flameando

                                    la fecha de mi muerte

 

 

 

 

 

 

sin

                   

                      Porque es horrendo un padecer simb�lico

                                                                               sin la materia err�til que lo encarna.

                                                                                                                Carlos Bouso�o

 

el hueco se llenar� de letras inconclusas

a�n se mastica la frialdad del polvo

con un aroma c�ustico

se desarma la idea

 

borradas de un soplo

las l�grimas lac�nicas

s�lo tiene una ret�rica la lluvia

s�lo tiene una sinfon�a la avenida

entre tanta putrefacci�n

hay gusanos enroscados en flores

entre polen y tallos

                                deliran los cuerdos

eres as� como una pluma cayendo a la eternidad

de bast�n y parches en el ojo

el espejo se empalaga

se ahonda se ennoblece

con la atm�sfera cosida en los pies de la fragancia

 

el sudor donde debe de estar

frenes� hasta la almohada

con p�jaros volando hac�a el abismo

el n�mero inmortal desformulado

y la pena desenredada para siempre

 

el l�tigo lame las heridas

                                         con horror desorbitado

la soledad anda de piel y huesos

por mi alcoba

intenta besar mi piel disuelta

 

me lanzo como un insecto

a la luz calcinante de sus brazos

                                                  

 

 

o meterte entre las s�bana

                                          o contemplar una autopsia

en silencio   cu�ntas pu�aladas en este cuerpo de la noche

ni rastros   de los tajos en la lluvia     goteras hacia el vertical

las guaridas de las goteras me saben a poco

las l�grimas de un cojo en el arrabal

                    sus ojos  taponados de neblina

                    las bruces de un infierno

para colgarse de las orejas como en una hamaca

una r�a suscitada en el contorno de un hombre

un equilibrista ciego con los dedos arrancados  la yugular quebrada

el hombre del bandone�n r�e

                                el fracaso del de los dientes que chirr�an

se raja y partido se vuelve a rajar

pedazo a pedazo se rearma el grito

y el hombre de la barra hace un trago largo

con la noche transfigurada en caf� sobre el fondo de su garganta

que deja deslizar

este amanecer que duele

 

 

Olga

 

se sale mi boca que bracea sobre un pi�lago de miseria

entra en esa alcantarilla desolada como un pu�o

mi brutalidad

digo como una palabrita de esas malas que encallan en mi lengua

que ahora le pertenece a cualquier impostor   con una vocal chorre�ndole la comisura

abro un ojo y veo deformidades      y oculto con mi dedo un trozo de par�s

una cualquier parte que entra al condominio de una voz hu�rfana

dijeron que se acerca brutal como todo lo que se evoca

trae su piel sobre su piel otra piel de utiler�a

que dan ganas de mascar

quedan pocos olores por descubrir




 

Nicol�s Antonioli

 Naci� en Florida, Buenos Aires, Argentina, 1985. Realiza estudios de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado poemas en las revistas literarias, La l�nea del cosmonauta; La Guillotina; Pol�gono de cuentistas y poetas; PoEsyA; Misioletras; Lalupe.com; entre otras.Libros publicados: Sentires del alma, 2004; Se necesitan ojos, 2005.

 

   regresar al inicio del texto


Elaboración y diseño: Soluciones Telaraña     2005
Hosted by www.Geocities.ws

1