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Tristezas de la
erótica
Bello
por incertidumbre
tu cuerpo amanece en la ventisca clara
como la mies en la mariposa se hace soledad
como el mural de un río abandonado
se reclina con ojos de dulce amor
y lleva el tiempo
aquí juntos
nos encontramos al quieto desenlace
parece que tu cuerpo era el mío
cuando por sombras fecunda el astro
y se alumbra
solo
hacia la ruta intensa
hacia el frío de la frontera abandonada
siento huellas de tu cuerpo como olas
siento esa hoguera fiel que deambula signos
y bello por incertidumbre
pienso que llorarte es salmo de posesión.
Como
un rastro de vino hacia la
ausencia
tus ojos se despiden
ofrecen los cansancios de un celaje
y el baile manso
se apalabra en el espectro que nos usa.
Desnuda y última
la miel de tu sueño creador
va tallando el viaje pronunciado
el cuerpo se retira a las cenizas
la vestidura es nueva
en infinita cal sobre sus luces
cuerpo final
al que no pude nacer con mi semen y mis palabras
para vivir libre sobre los días de una fábula
soleada
cantando los hijos del destierro
te voy amando extraño
el cuerpo miente y tus ojos se marchan.
Acaricio
tus hombros que despiden
las aspas de una marea hermosa
que nunca pudo en la firmeza del mar
hallar el delirio o la máscara
perdió el fin
hasta el tiempo del cuerpo legítimo
lacerado por una luna de
pasajeros
desnudos como el sueño de las
campanas.
Tu lentitud
me hace palabras de amor
me hace fuerte para perderme
y aparecer con los ojos del bandido
robando el reposo que afirmas
bajo el trópico pobre del orégano
magia
otra vez tu sangre ilusionista
el gemido hacia los senos tristes
y el decirte hacia la nada
Dime
que no es silenciosa tu
oscuridad
tu sabor de río pasando por la herida
o la siesta en rocas de tus ojos en calma
palpitando
increíble y clara en su reyerta
pérdida en el credo del cuerpo azul
Quiero amar ese ruido entre alas oscuras
ese sentido del abeto al derrumbarse
como una noche liviana sorprendida
al descubrir el tacto en la grandeza de la tierra
y escuchas
ese estruendo del silencio en tu llegada
Dime que tu cuerpo abre la noche
habla como la noche perdida en fuego
solamente dime noche
y muestra en el secreto tus lunares.
Mario Antonio Rosa
Mario
Antonio Rosa nació en San Juan, Puerto rico, en 1965. Tiene
la
Licenciatura en Humanidades. Ha publicado La amanecida, editorial
Cundiamor, 1994; Misivas para los tiempos de paz, editorial Isla Negra,
1997. Es cronista de cultura y profesor universitario. Los poemas
aquí
publicados forman parte de su libro Tristezas de la erótica,
de
próxima
aparición, editado por Isla Negra.
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