Errores
comunes de la sindonología ¿Mortaja o pintura medieval?
Hernán Toro
Se han escrito ríos de tinta sobre los aspectos
históricos y científicos del “sudario” de Turín.[1]
La mayor parte de ese caudal sale de plumas de pseudocientíficos que apelando
la falacia de argumentación por confusión científica, emiten argumentos
enrevesados para tratar de defender la supuesta autenticidad del lienzo.
Afortunadamente para el pensador crítico, una cadena es tan fuerte como el
eslabón más débil, y la autenticidad del “sudario” de Turín tiene tantos
problemas que incluso con argumentos simples se puede demostrar la
imposibilidad de que sea auténtico. Aquí se presentará una refutación de los
argumentos falaces más evidentes del mundo de la “sindonología”.
El boom publicitario
sobre el sudario de Turín se dio cuando Secondo Pía reveló los negativos de las
fotos que le había tomado. Apareció en ellas un supuesto “positivo fotográfico”[2],
lo que se consideró una muestra de su origen milagroso. Incluso en este primer
alegato hay una falacia argumentativa evidente. Si se compara un negativo
fotográfico con su respectivo positivo
(Fig. 1), se encuentra que el
rostro del sudario sería un negativo si su modelo original fuera un individuo
de cabello y barbas blancas (o por el contrario, una escultura o un
bajorrelieve)
Figura 1. El sudario no es un
negativo fotográfico: la barba y el cabello no concuerdan.
El “sudario” de Turín no es un negativo
fotográfico porque un individuo de cabello y barba oscuros debería mostrar en su
negativo esas características capilares en tono claro. El sudario muestra lo
opuesto. Por esto, afirmaciones sensacionalistas como las de National
Geographic Channel que originan el sudario en rústicas cámaras fotográficas
medievales de genios como “Leonardo DaVinci”, no tienen sustento racional[3].
Otra de las afirmaciones sensacionalistas sobre
el lienzo es su supuesta exactitud geométrica, que queda refutada con una
simple mirada al lienzo, ya que si éste hubiera cubierto alguna vez un cadáver,
al curvarse sobre el rostro hubiera generado deformación por contacto (Fig. 2)
Figura 2. El lienzo de Turín
no muestra deformación por contacto y no pudo “envolver” un cráneo
Otra afirmación muy frecuente es la de la
supuesta exactitud anatómica del sudario, avalada incluso por analistas
forenses y médicos. Una vista rápida al sudario desmonta toda la habladuría
sobre los tipos de heridas, los “flagra” usados, y toda la habladuría médica de
quienes quieren creer que hubo un cadáver en dicho trapo. El sudario no fue la
impronta de un cadáver, porque la altura de un cadáver no depende del lado del
cuerpo que se elija para medirlo, y en el caso del “sudario”, la altura trasera
es mayor que la delantera (Fig. 3). Más aún, si se ha de creer que el “cadáver”
habría tenido las piernas flexionadas, entonces necesariamente la impronta
posterior debería haber sido más corta que la anterior. Se encuentra justo lo
contrario. Cualquier patólogo forense o cualquier médico que se ponga a hacer
análisis de las heridas de un dibujo como si fueran marcas en un cadáver, y no
note el elefante dentro del cuarto, a saber, que el dibujo posterior es más
largo que el anterior, estaría dando una muestra abrumadora de incompetencia.
Los errores del autor del lienzo no hacen más
que empezar. Un cadáver que hubiera sido depositado en una cripta
necesariamente terminaría con los codos sobre la superficie que lo soporta. En
esa disposición, sería imposible que los dedos de una de las manos pudieran
llegar hasta el extremo del lado opuesto del cuerpo como se muestra (Fig. 3,
4). Se insta al lector a que se acueste sobre el piso, ponga sus codos sobre el
suelo, y desde esa posición, trate de cubrir su zona púbica. La imposibilidad
es evidente. De nuevo, un “experto forense” que no note esos detalles, está dando
mucho qué hablar de su “pericia”.
Los “hilos de sangre” en el cabello son otro de
esos absurdos que los “expertos forenses parecen desdeñar: la sangre no forma
hilos en el cabello; por la capilaridad, una sangre deja manchas extensas y no
trazos lineales que recuerdan los dibujos piadosos de los iconos medievales.
Cualquier “experto” que no caiga en la cuenta de ello tiene su “experticia” en
entredicho.
Figura 3. El hombre de sudario
tiene dos alturas distintas.
Figura 4. Es imposible que un
cadáver cubra sus genitales
con los codos en el suelo, a
los lados del cuerpo.
Tal vez la peor falla anatómica del “sudario”
de Turín es la desproporción craneal de la figura. Ya se ha demostrado que la
imagen del lienzo no presenta deformación por contacto. La imagen se ve justo
como si hubiera sido pintada o calcada de un bajorrelieve, tal como propone Joe
Nickell[4].
Si se hubiera basado en un cadáver real o hubieran estado inmiscuidas energías
místicas, entonces el lienzo debería haber estado separado levemente del rostro
para que, cualquiera hubiera sido el método de impronta, la imagen final no
mostrara deformación de contacto. Pero surge el error letal para la
autenticidad. Cuando se mira la altura de la imagen del rostro, la de la nuca,
y la distancia que separa ambas imágenes, se obtiene un volumen incompatible
con un cráneo humano (Fig. 5)
Figura 5. Un cráneo humano no
cabría en el espacio
de lienzo sin que se diera
deformación por contacto
Como no hay deformación por contacto, es
imposible que hubiera habido espacio en el lienzo para acomodar un cráneo
humano en la longitud formada por Ln+A+Lc. Esto implica que el sudario es un
fraude mal hecho. Otra vez, un “investigador” forense que no hubiera sido capaz
de detectar semejante anomalía no puede considerarse autoridad en su materia.
Otras anomalías forenses del lienzo de Turín
son las manchas “de sangre” sospechosamente rojas. Walter C. McCrone[5]
realizó análisis microscópicos y encontró ocre rojo y bermellón aglutinados en
un medio pictórico que resultó ser cola hecha con base en colágeno de
cartílagos (Fig. 6).
Figura 6. Fotomicrografía de
pintura de ocre rojo extraída de las fibras del “sudario”.
Tal vez la mentira más difundida sobre el trapo
de marras es que la imagen contiene información tridimensional “precisa”
codificada en la intensidad de la impronta, que fue descubierta por científicos
de
Figura 7. Al superponer la
imagen del sudario (primera fila, derecha) con su negativo (primera fila,
izquierda), se obtiene un valor promedio (segunda fila, izquierda). Al
desplazar uno sobre la otra,
se acentúa el “relieve” de la imagen (segunda fila, centro y derecha). La
“información tridimensional” no es coherente con un cadáver. Tiene todo el
aspecto de un bajo relieve.
Quien
tome la molestia de usar un software de procesamiento digital de imágenes (como
una toolbox de MatLab), encuentra que este alegato es un completo sinsentido.
Ni siquiera realizando un filtrado pasabajos sobre la imagen se puede encontrar
una concordancia tridimensional precisa (Fig. 8, 9)
Figura 8. La densidad de la
imagen del lienzo no tiene “información tridimensional detallada”
Figura 9. Ni siquiera tras un
fuerte filtrado pasabajo de los valores de intensidad
de los píxeles se obtiene una figura concordante con un cadáver.
Invariablemente se obtiene algo semejante a un bajorrelieve.
Muchos otros argumentos han sido usados a lo
largo de la historia por los escépticos para refutar la autenticidad del
“sudario de Turín”, pero las anomalías anatómicas presentadas aquí tienen la
ventaja de demostrar indiscutiblemente la imposibilidad de que la figura del
lienzo haya sido un cadáver. Más aún, muestran que los autores que respaldan la
autenticidad del lienzo no tienen competencia científica y por tanto, carecen
de autoridad: sus juicios no tienen fundamento. El “sudario de Turín” es una
reliquia fraudulenta.
Bibliografía
Broch, Henri. Los Fenómenos
Paranormales. Editorial Crítica. Barcelona 1987.
Damon, P.E. et al. Radiocarbon dating of the
Shroud of Turin. Nature. Vol. 337. No. 16. Feb. 1989. p. 611-615.
McCrone, Walter. The Shroud of
McCrone, Walter. The Shroud Image. The
Microscope. Vol. 48. No. 2. 2000. p. 79-85.
Nickell, Joe. Scandals and Follies of the 'Holy
Shroud'. Skeptical Inquirer. Vol. 25. No. 5. Sep-Oct 2001. p. 17-20.
Polidoro, Massimo. Los Grandes
Misterios de
[1] Para un panorama general, se recomienda consultar “Las anomalías ignoradas del “sudario” de Turín”, en Pensar, vol 1, No. 1, enero- marzo 2004. Artículo disponible en línea, en:
http://www.pensar.org/2004-01-turin.html
[2] Se demostrará que no es realmente un positivo.
[3] “Da Vinci and The Mystery of the Shroud”, emitido por National
Geographic Channel en abril 10 de 2004, 10 p.m. ET/PT en EEUU.
[4] Nickell, Joe. Scandals and Follies of the
'Holy Shroud'. en Skeptical Inquirer.
Vol. 25. No. 5. Sep-Oct 2001. p. 17-20.
[5] McCrone, Walter. The Shroud of