Citas Bíblicas

PARÁBOLA DEL SEMBRADOR (2ª PARTE) (Mt:13: 21)

La parábola del sembrador, es uno de los más bellos pasajes de la santa Palabra de Dios. Desde el comienzo, el relato es pletórico de belleza poética y contiene una de las más esenciales enseñanzas cristianas.
Esta parábola es de suma importancia. El Señor dice que si no se sabe el significado de ella, no se puede comprender las otras parábolas.(Mr:4:13)
En cuanto a la explicación de los elementos de la parábola y su significado nos son dados por el Señor, de manera que no vamos a detenernos mucho en ello. Solo diremos lo siguiente, a manera de síntesis:
- El sembrador es el que siembra la palabra (Mr:4:14)
- La semilla es la palabra de Dios. (Lc:8:11)
- Los de "junto al camino" Son los que no creen y no se salvan, porque Satanás les quita la palabra. (Mt:13:19; Mr:4:15; Lc:8:12)
- Los de "en pedregales" Son los que creen por un tiempo y luego, en el tiempo de la prueba, se apartan. (Mt:13:20-21; Mr:4:16-17; Lc:8:13)
- Los que fueron sembrados "entre espinos" Son los que luego son ahogados por los afanes y las riquezas de la vida, de manera que no tienen frutos. (Mt:13:22; Mr:18-19; Lc:8:14)
- Los que fueron sembrados en "buena tierra" Son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia. (Mt:13:23; Mr:4:20; Lc:8:15)
  Como podemos ver, cada persona es una posible “planta”; la cual puede, o no, llevar fruto.
Pero ¿En qué consiste ese fruto?
Veamos: La mayoría de las personas cree que los frutos son las almas de las personas que guiamos al Señor. Pero eso no tiene validez bíblica pues, una persona que lleva la palabra de Dios a otra, es solo un sembrador de la palabra.
El sembrador predica la palabra de Dios, y siempre habrá, entre quienes los escuchan, personas de distinta condición según lo relatado por el Señor.
Es decir, habrá entre quienes lo escuchan gente que se convierta y gente que no haga caso de la palabra.
El predicador no tiene la culpa si entre los que lo escuchan no hay nadie que se convierta a Dios.
De manera que sería injusto echarle la culpa y quitarle algo, solo porque nadie se convirtió después de su prédica
Por lo tanto, nos atrevemos a decir, que los frutos no son personas.
Las personas a las cuales llevamos a Cristo, son “hijos espirituales”, pero no son los frutos a los que se refiere esta parábola.
  Ahora bien: Si los frutos no son personas, entonces ¿qué son?
Creemos que los frutos, son las buenas acciones que produce el obrar de acuerdo a la Palabra.
Cuando una persona, que ha oído la Palabra , obra de acuerdo a ella, se dice que esa semilla ( la Palabra ) ha dado fruto a través de esa persona.
Y cuando una persona tiene fruto, el Señor dice que se le dará y tendrá más.
Un ejemplo de esto sería lo siguiente:
Supongamos que yo era una persona que siempre estaba criticando y juzgando a mi prójimo, pero ahora lo he dejado de hacer y ya no juzgo, porque ahora sé que no debo juzgar, pues la Palabra dice: “No juzguéis…” (Mt:7:1) Podemos ver ahí que la Palabra ha dado fruto en mí.
  Bien: Una vez que sabemos qué son los frutos, ahora necesitamos saber qué es lo que se le dará a aquellos que tengan fruto.
Según lo que podemos ver, lo que se le dará es, más conocimiento en cuanto a los misterios. Esto podemos comprobarlo en los siguientes versículos:
 "...Porque a vosotros os es dado conocer los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene se le dará, y tendrá más, pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado." (Mt:13:11-12)
  En estos versículos podemos ver con claridad lo que se le dará a aquellos que tienen fruto: Se les dará a conocer más misterios, a fin de que lleven más frutos.
Ahora bien: los versículos (Mr:4:21-25; Lc:8:16-18) podemos analizarlos a la luz de (Mt:5:14-16)
 "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz para poner debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."
  Aquí podemos comprobar que, debido a que somos luz, iluminamos al mundo.
Y ¿Cómo lo iluminamos? ¿Diciendo que somos creyentes? ¿Predicando el evangelio? NO. Lo iluminamos con nuestras "buenas obras" Veamos como lo dice el Señor:

 "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."

  Ahora, si volvemos a la parábola, veremos que el Señor está dando el mismo ejemplo que utilizó en el sermón del monte (el que acabamos de citar) para hablar de las buenas obras.
 "...¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?... Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís. Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará." (Mr:4:21-25)

 Podemos concluir diciendo que los "frutos" son las buenas obras que surgen de nuestro accionar acorde a la palabra de Dios que hemos recibido.
Y si obramos de acuerdo a la palabra que Dios nos ha dado; él nos dará más conocimiento en cuanto a la Palabra, para que podamos llevar más frutos de acuerdo a otros misterios que nos revele.
Y aquellos a quienes mas conocimiento se les haya otorgado, más fruto se les pedirá.
Ahora bien: Debido a nuestra buenas obras, las cuales el mundo ve, puede ocurrir (y ocurre, sin duda) que algunas de las personas que nos ven se vuelvan a Dios, ese es, entre otras cosas, el proposito de las buenas acciones.
 "...para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt:5:16)
  De manera que ahí vemos una consecuencia de nuestros frutos.
  Para corroborar nuestro análisis, diremos que esta parábola, en los tres evangelios en los que se encuentra, se halla al lado del relato que nos dice que la madre y los hermanos buscaban a Jesús. Y en los tres evangelios el Señor responde

"... todo aquel que hace la voluntad de mi Padre, ese es mi hermano, y hermana y madre" (Mt:12: 50)
"...todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana y madre" (Mr:3:35)
"Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen." (Lc:8:21)

  Esto nos da idea, de que la parábola del sembrador está ligada al hacer de acuerdo a la palabra de Dios. Y aquellos que hacen sus obras de acuerdo a la voluntad del Padre, son miembros de la familia de Dios.

 

 
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