Citas Bíblicas |
LO QUE PERTENECE A DIOS (Mt:22: 21) Cuando los discípulos de los fariseos y de los herodianos le preguntaron al Señor si era lícito dar tributo a Cesar, o no; la respuesta que el Señor Jesucristo les da es repetida casi de manera idéntica en los tres Evangelios Los tres evangelistas dicen que el Señor respondió: Primeramente el Señor dice:”Dad a Cesar lo que es de Cesar” Para saber a qué se refiere el Señor necesitamos leer detenidamente todo el pasaje. Veamos lo que dice: “Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César…” (Mt:22: 15-21) Aquí podemos comprobar que lo que le pertenece a Cesar es el dinero, ¿Verdad? El Señor dice que el dinero le pertenece a Cesar porque tiene “la imagen y la inscripción” de Cesar Bueno, hemos de coincidir en que eso es sólo una suposición pues el relato en ningún momento dice que se trate del "diezmo". Para poder ir descubriendo la respuesta a nuestro interrogante es necesario aclarar que el Señor agrega en su respuesta algo que nadie le ha preguntado pero que tiene que ver con el tema que ha ido desarrollando. “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: !Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza? dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí.” (Mateo:21:12-17) En estos versículos encontramos el comienzo de la explicación que nos llevará a conocer a qué se refiere el Señor cuando dice que hay que darle a Dios lo que a Él le pertenece. “Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad? Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas. Lo que los sacerdotes quieren saber, es quién le dio autoridad para echar a los cambistas y enseñar en el templo. Lo más importante de este pasaje es que deja entrever que los principales sacerdotes no creyeron el mensaje de Juan y estaban rechazando también a Jesús. El Señor, por su parte, está reclamándoles no sólo por la negligencia manifiesta en el cuidado de las cosas de Dios, sino también por sus malas obras; pues no han andado en camino de justicia y ni siquiera se han arrepentido de ello ante la predicación de Juan el Bautista. Esos son los temas centrales de la discusión, como veremos en la parábola de los labradores malvados: “Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon. Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron. Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Esta parábola es una perfecta alegoría de lo que aconteció con la nación de Israel; en ella podemos ver que “El padre de familia” es Dios, “la viña” es la obra que les encomendó a los israelitas, quienes a su vez son “los labradores”. “Los siervos” enviados por el Señor son los profetas, a quienes la nación de Israel rechazó. “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos. Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta.” (Mt::21:43-46) El Señor Jesucristo concluye diciendo que el reino de Dios les será quitado. La causa de esto es que ellos no han producido frutos. Los sacerdotes reconocieron que hablaba de ellos y buscaron la forma de sorprenderle en alguna palabra para acusarlo ante los gobernantes. (Lc:20:20) Así pues, hemos llegamos al pasaje en donde dimos comienzo a nuestro estudio en el cual tratábamos de dilucidar a qué se refiere el Señor cuando dice que debemos “dar Dios lo que es de Dios” y concluimos maravillándonos por las palabras del Señor, y diciendo que lo que pertenece a Dios, según el contexto de la enseñanza, son los frutos de justicia. Los escogidos de Dios llevan vestiduras blancas, las cuales representan sus buenas obras (Ap:3:18) “porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Ap:19:8) por eso Dios echó al hombre que no estaba vestido de bodas pues no tenía en sí obras de justicia. (Mt:22:11-14) |