Lectura y discusi�n de �Vivir para contarla� de Gabriel Garc�a M�rquez.
Leer para contarlo: El libro no es el uno ley�, sino el que uno recuerda, y como lo recuerda para contarlo�..

Con este lema y parafraseando el ep�grafe de �Vivir para contarla�, el C�rculo de Lectura de Barnes & Noble, se reuni� en la ciudad de Plantation, en el estado de la Florida, el jueves 13 de Marzo de 2003, para discutir las memorias del celebre escritor colombiano Gabriel Garc�a M�rquez.  Adem�s de los asiduos lectores del grupo, se hicieron presentes nuevos lectores, curiosos, fans de Gabo, un ap�trida, y un conspirador, en un rinc�n del planeta, donde leer a Garc�a M�rquez, es considerado, a veces, un acto subversivo�..
"Vivir para contarla": la historia no oficial de Colombia.

Por: Freda Mosquera

(
Art�culo publicado en el suplemento Artes y Letras de El Nuevo Herald. Edici�n del domingo 16 de Marzo del 2003.) (Texto leido en la reunion del Circulo de Lectura de la libreria Barnes & Noble, dedicado a la discusion de las memorias de Gabriel Garcia Marquez, "Vivir para contarla")

Con la misma fascinaci�n que cuatro entra�ables amigos: Germ�n Vargas, Alfonso Fuenmayor, �lvaro Cepeda y Gabriel Garc�a M�rquez, en sus encuentros y parrandas memorables, intentaron descifrar el enigma del Conde de Montecristo: ��Como logr� Alejandro Dumas que un marinero inocente, ignorante, pobre y encarcelado sin causa, pudiera escapar de una fortaleza infranqueable convertido en el hombre m�s rico y culto de su tiempo?�, nos entregamos a la lectura de �Vivir para contarla� para participar tambi�n del juego de los enigmas literarios y descifrar como fu� que ese ni�o que nos contempla con ojos asustados desde la portada del libro, el mismo que se cri� en la casa de sus abuelos en Aracataca, el adolescente t�mido que le�a los discursos en el bachillerato, el periodista que escribi� numerosas editoriales sin firmar, se convirti� en el hombre mas le�do de su tiempo, Premio N�bel de Literatura en 1982, colombiano del siglo, y uno de los cien personajes m�s importantes del Siglo XX, seg�n la revista Time, con casas en distintas ciudades del planeta, y una de ellas, convertida en leyenda, por sus alfombras blancas.

Cuantas noches de insomnio y terribles pesadillas, sue�os fallidos y angustia por manuscritos rechazados o adulterados con dicciones ajenas a la suya, cuantas soledades y a�os encarcelado sin causa, como Edmundo Dant�s, pero nutri�ndose de la palabra del sabio catal�n Ram�n Vinyes, de sus maestros que eran sus amigos, y de los libros cl�sicos de la literatura universal que fueron su �abate Faria� y que le revelaron �lo que le faltaba saber para su nueva vida: el lugar donde estaba oculto un tesoro fant�stico y el modo de la fuga�.

Pero mas que la historia de la ni�ez y de la adolescencia de Gabriel Garc�a M�rquez, de la geograf�a y el tiempo que constituyeron la base de su mundo literario, �Vivir para contarla� narra la historia no oficial de Colombia.  Gabriel Garc�a M�rquez escribi� una novela hist�rica con toda la maestr�a del genio curtido en el manejo y uso de la palabra. La epopeya de su familia que �nunca fue protagonista y ni siquiera victima de algo, sino testigo in�til y victima de todo� nos sirve de marco para entender toda la realidad de un pueblo enfrascado en una absurda e interminable guerra civil que se inici� exactamente al final de un periodo que los manuales de historia definen como �la Independencia�.  El Coronel Nicol�s M�rquez, veterano de la Guerra de los Mil D�as, eterno patriarca esperando la pensi�n vitalicia por sus servicios a la Rep�blica de godos de �tuerca y tornillo� y liberales de �rueda libre� es el abuelo de Garc�a M�rquez, el mismo que un d�a lo llev� a conocer el hielo y le mostr� el truco alqu�mico de los pescaditos de oro.  El abuelo que en la mesa lo sentaba a su derecha, cumpliendo con el mandato b�blico de la primogenitura. 

A los diez y seis a�os Gabriel Garc�a M�rquez  viaj� a Bogot� para inscribirse en un Concurso Nacional de Becas y gracias a �los dioses insondables de la casualidad� fu� admitido en el Liceo Nacional de Zipaquir�, donde transcurrieron cuatro a�os de su existencia que le dieron una visi�n unitaria de la naci�n y donde aprendi� que en la suma de cada uno de nosotros estaba el pa�s.

Entre �cachacos� ingres� a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional en Bogot� y ah� lo sorprendi� el levantamiento popular del 9 de Abril tras el asesinato del caudillo liberal Jorge Eli�cer Gait�n.  Testigo ocular de los acontecimientos, resalta la presencia de un elegante polic�a encubierto que daba �rdenes a las turbas para linchar al homicida y borrar toda huella de complicidad oficial.
La pensi�n donde resid�a se incendi� perdiendo sus pocas pertenencias y los borradores de sus primeros cuentos.  La pestilencia de las cenizas de los edificios incendiados mezclada con la sangre de las turbas masacradas perseguir�a al escritor en su retirada a la Costa Atl�ntica.  Sin techo, con un pantal�n de lino, dos camisas, cuatro pesos y una colilla de cigarrillo lo sorprende el toque de queda en Cartagena. 
Cuando descubre que la novela y el reportaje son los hijos de una misma madre se deja seducir por el periodismo y escribe para los diarios El Universal y el Heraldo.  Participa de la creaci�n de la revista Cr�nica, con la colaboraci�n de los pintores Alejandro Obreg�n, Orlando Guerra y Alfonso Melo que ilustraban las portadas.  Regresa a Bogot�, trabaja para El Espectador y vuelve a ser testigo de otra masacre, esta vez de estudiantes a manos del Batall�n Colombia que regresaba victorioso de la Guerra de Corea.  Logra su consagraci�n period�stica cuando escribe una serie de reportajes sobre Luis Alejandro Velasco, un marino de la armada que sobrevivi� a una ventisca que arrastr� a varios tripulantes que se hallaban en la cubierta de un destructor.  El caso gener� un esc�ndalo de tal magnitud que la verdad sali� triunfante sobre la rid�cula versi�n oficial.

Con la sabidur�a y el mapa del tesoro, a sus 27 a�os, Gabriel Garc�a M�rquez  logra salir del inexpugnable Castillo de If, que no es otro que la Colombia de penurias que le toc� vivir y parte a Ginebra en una asignaci�n period�stica. En su ruta al aeropuerto de Barranquilla, para tomar el vuelo de Par�s de las dos de la tarde, se lleva en su memoria el recuerdo de Mercedes, �estatua sentada en el portal, esbelta y lejana�. El avi�n hace una escala en Jamaica para reabastecerse de combustible y despu�s de treinta horas interrumpidas de viaje, el Conde de Aracataca estar�a pase�ndose por los Campos Eliseos.
"Vivir para contarla" me result� fascinante desde la primera hasta la �ltima p�gina.
Su inter�s para m� fue doble:
a) como lector asiduo de la narrativa de Gabriel Garc�a M�rquez, ya que arroj� luz sobre obras suyas que hab�a le�do y me estimula a releerlas con una nueva perspectiva y a leer otras que a�n no conozco.
b) como escritor, pues describe en detalle la g�nesis y evoluci�n literaria del Gabo y ofrece valiosas observaciones t�cnicas.
Al margen de ello, es una obra de singular amenidad y profundidad.

V�ctor R. Kater (Escritor argentino. Integrante del Circulo de Lectura y del Grupo Narrativa sin fronteras.).
El ultimo libro  de Gabriel Garc�a M�rquez

Por: N�lida Falc�n (Cuentista argentina, integrante del C�rculo de Lectura)

Como todos los segundos jueves de cada mes, nos reunimos en la librer�a Barnes & Noble. En este

encuentro se eligi� comentar el libro �Vivir para contarla�. Es una biograf�a relatada como novela.

All� est�bamos los amantes de la lectura que concurrimos con regularidad.  Para sorpresa

de los asistentes  se ve�an muchas caras nuevas. Sin duda la atracci�n que ejerc�a comentar el �ltimo

libro de memorias del N�bel colombiano fue un anzuelo que atrajo a mucha gente.

Entre los presentes se encontraba el Dr. Orlando Alarc�n, que nos hizo participes de la convivencia               
con Gabo en Paris, en los a�os de juventud, cuando  era un estudiante de medicina.  En esa �poca, Gabo

era un columnista del peri�dico El Espectador, cuyos art�culos lo ayudaban muy precariamente a

sobrevivir en la Ciudad Luz.

Freda Mosquera que es la coordinadora del grupo, invit� a los que hab�an le�do el libro, a relatar sus

opiniones sobre el mismo  Aquellos que no lo hab�an le�do, (como yo), tuvimos una visi�n muy clara de

su contenido.

En medio de la fascinaci�n que de los relatos emanaba, interrumpi�  H�ctor Olivares, un argentino

que al inicio de la reunion, se hab�a autodenominado apatrida, y quien rompiendo el encanto del

momento que est�bamos viviendo, dijo:

-No se le esta brindando el honor que merece G. G .M. Los que est�n opinando carecen del

conocimiento de su genialidad literaria. No se est� hablando de la majestuosidad de su obra.

Freda, con la serenidad, educaci�n y cultura que la caracteriza, le record� que estaba asistiendo a un

c�rculo de lectores, no de acad�micos, y que eran esas opiniones, las del lector com�n, las

que nos interesaban, que ella hab�a creado el c�rculo para darle voz a ese lector, que es el destinatario

final de los libros.

De donde sali� este individuo que incursion� en nuestro grupo para descalificarnos?  Me preguntaba sin
salir de mi asombro.  A trav�s de sus lentes que descansaban en la punta de su nariz nos miraba con su

ce�o fruncido, denotando arrogancia.

Casi al finalizar la reuni�n, surgi� una voz joven, femenina, que expuso su opini�n con valent�a en total

desacuerdo con la audiencia.  A ella el libro la hab�a defraudado, prefer�a los libros de ficci�n de Garc�a

M�rquez.   Coment� su punto de vista, con respeto que es en definitiva lo que cuenta.  Fue una

experiencia enriquecedora, que qued�  grabada en mi memoria.

Marzo del 2003
Reuni�n con Gabito
(carta a mi mami)


A la reuni�n del mes de Marzo del 2003 de nuestro C�rculo de Lectura asisti� mucha gente atra�da por el nombre de Gabito y por haber le�do en un diario local que el grupo conversar�a sobre su �ltimo libro, por este motivo tuvimos mucha gente, algunos un poco extra�os.

Freda siempre invita a los que vienen por primera vez a presentarse brevemente;  entre ellos hubo un individuo muy delgado, con cara de fumador (�qu� c�mo se nota? por un poco de ansiedad en la expresi�n del rostro), cabello completamente cano, de aproximadamente 45 a�os y muy delgado, vestido tipo pedante, que eso result� ser, en mocasines sin medias, blue jeans y polo a rayas. Se present� como ap�trida, seguro que por ser un inmigrante de reciente llegada quien estuvo sumamente pol�mico. Mientras miembros del C�rculo le�an en orden res�menes de los ocho cap�tulos del libro, con poca prudencia interrumpi� luego de la intervenci�n del Cap. 4, dijo que hab�a venido aqu� a escuchar opiniones sobre GGM, y que solo escuchaba opiniones superficiales.  Freda le dijo que aqu� se daban las opiniones del lector com�n, si �l esperaba escuchar a los acad�micos, ellos no estaban aqu�.

Volvi� a interrumpir y dijo que a lo mejor se hab�a creado falsas expectativas al creer que podr�a intervenir y decir lo que desease sin censuras, entonces Freda le dijo que el si podia decir lo que desease, pero que ella o nosotros todos tambi�n pod�amos decir lo que desearamos de lo que �l opinaba y que �l tendr�a que o�rnos como nosotros lo o�amos a �l. Al terminar la reuni�n el tipo huy� r�pido y creemos que no volver� m�s.

Mi intervenci�n dur� 6 minutos, solo di un brev�simo recuento de lo que le�, y los dos puntos que me impresionaron en ese Cap 6, 1) que Gabito y sus amigos se reun�an en burdeles y que uno de ellos, al igual que Faulkner, dec�a que los burdeles son los mejores lugares para los escritores, tranquilos en las ma�anas, con fiesta todas las noches y en paz con la ley;  y el otro punto que me gust� fue 2) los 23 libros que sus 4 amigos de Barranquilla le enviaron, no recuerda Gabito la relaci�n de los libros que le llegaron en una caja a su casa, con los cuales sus amigos enviaron una nota diciendo algo como �a ver si aprende de una vez [a escribir].  Nuestra fot�grafa, Esther me tom� una foto leyendo mi resumen, as� que se las enviar� cuando la tenga.

Mientras proced�a la lectura, un hombre que pululaba por los anaqueles de libros pr�ximos al lugar de nuestra reuni�n, irrumpi� de repente atravesando el c�rculo y entrando al medio de �l, se acerc� a una mesita c�ntrica de donde tom� el letrerito recostado en un atril en donde se anunciaba la pr�xima reuni�n del C�rculo.  Tom� el papel, lo mir� y lo arroj� al suelo.

Lo curioso del caso es que nadie dijo nada, se sigui� leyendo o hablando.  Yo susurr� al o�do de Esther, �le hubieras tomado una foto�.  Pero inmediatamente despu�s me retract� y le dije, �mejor no, a lo mejor te disparaba o golpeaba�.

Freda invit� al Dr. Orlando Alarc�n, autor del libro "Amor y Neurosis en los Genios de la M�sica, aficionado a la m�sica y a escribir y leer, pediatra colombiano de la misma edad que Gabito con quien hab�a compartido la misma pensi�n, la de Madame LaCroix.  Cont� que era reservado pero abierto al mismo tiempo, piensa que es izquierdista, a pesar de que no se haya declarado ni esto ni lo otro [que yo recuerde].   Y tambi�n cont� que le daban fama de conspirador porque lo supon�an tramando algo contra el gobierno [colombiano], ya que por esas �pocas el diario El Espectador fue clausurado [al igual que otros diarios colombianos] por el Rojas Pinilla, habi�ndose quedado GM sin su mensual chequecito.

Tambi�n contamos con una pareja joven de colombianos, la chica muy agradable y con buen dominio de la palabra, sobrina de Delgado el n�ufrago. Cont� que el hecho de su t�o (casado con una hermana de su madre o de su padre) hab�a impactado a toda la familia, que todos estaban orgullosos de �l, yo le a�ad� que no solo por haberse salvado como ella dijo, si no tambi�n por su valent�a de contar la verdadera historia del naufragio.  El n�ufrago muri� hace un par de a�os de c�ncer, fue muy triste pero vivir� para siempre en los libros de GM.
A todos les encant� el libro, los que no lo leyeron no pudieron hablar. Hubo una persona que es profesora de literatura de profesi�n, quien dijo que le gustaba mas su ficci�n que este libro. Es la misma persona que te cont� que con el libro de Paula, (en mi otro grupo) dijo que le gustaba m�s esa no-ficci�n de Isabel Allende, que su ficci�n. Le mencion� esto y se ri�, es una argentina muy simp�tica.
Varias personas me preguntaron por ti, especialmente Nelly, de mi grupo de narrativa tambi�n, quien dijo que se lamentaba no haber podido charlar mas contigo.  Yo tambi�n me lamento de no poder charlar mas contigo, pero as� nos toc�, �no?

Charo, Marzo del 2003  (Traductora peruana, reside en Fort Lauderdale, integrante del Circulo de Lectura desde su fundacion).
REGRESAR A LA PAGINA PRINCIPAL
Hosted by www.Geocities.ws

1