Ciencia Ficción Perú

CINE

Un marciano llamado deseo 

o crónica de un fracaso anunciado 

(e injusto)


 



Jorge (Christian Meier) sueña con irse a vivir a Estados Unidos. Le encanta el estilo de vida americano y sobre todo, las gringas, pero en la embajada norteamericana le niegan la visa. Esa tarde se encuentra con el Ganzo López (César Ritter) a quien le acaban de dar la "Greencard" porque se casó con una gringa. Jorge decide entonces que la solución a sus problemas está en casarse también con una gringa y viaja al Cuzco a buscarla.
A los pocos días, conoce a Shirley (Robin Hunter), una chica preciosa, alta, rubia y de ojos azules, la "Greencard perfecta". Inmediatamente trata de seducirla pero Shirley lo rechaza porque no le interesan los humanos. Ella ha ido al Cusco para tener avistamientos de OVNIS y encuentros cercanos del tercer tipo porque está convencida de que Machu Picchu fue construido por extraterrestres. Shirley se afilia al "Círculo Intergaláctico", un organismo liderado por Ezequiel (Adolfo Chuiman) que agrupa a turistas ansiosos de experiencias interespaciales.
Jorge, desesperado por no haber podido seducir a Shirley, se aparece en pleno Machu Picchu y bajo la luz de la luna, disfrazado de marciano. Cuando ella lo ve, cree que es el extraterrestre de sus sueños y se entrega a él. Ella siente que por fin toca las estrellas y él, que por fin saldrá del subdesarrollo.
Al amanecer, cuando Jorge está a punto de decirle la verdad, Shirley rompe a llorar y le suplica que se la lleve del planeta porque los hombres terrícolas no han hecho más que engañarla. A partir de ese momento la comedia se dispara con una serie de enredos.


(Tomado de la página web oficial de la película http://www.unmarcianollamadodeseo.com)


Pese a no tratarse de una película de ciencia-ficción, "Un marciano llamado deseo" de Antonio Fortunic le debe bastante al género, y de hecho llega a tener mas de un punto de contacto.

El protagonista, Jorge (Christian Meier), es un peruano más que desea sobre todas las cosas irse a los Estados Unidos. Alguien lo convence de que la única salida que le queda es conocer una gringa y casarse con ella. Shirley (Robin Hunter) es una turista que, como Shirley McLaine, cree que Machu Picchu ha sido construida por extraterrestres y que posiblemente pueda verlos en vivo en el Cuzco. Jorge, convertido en guía turístico/cazador de gringas, contacta con ella y trata de seducirla, pero ella solo piensa en una cosa: conocer a un extraterrestre con fines matrimoniales. pues también ha venido al Cuzco para buscar una pareja que la/lo saque de una realidad en la cual no se sienten cómodos. Dada la obsesión de Shirley, Jorge decide hacerse pasar por un extraterrestre, para lo cual pinta su cuerpo de azul y oro (!!!), lo cual es suficiente para ella, quien cae rendida ante la capacidad amatoria de "Arrech", nombre con el que se presenta el supuesto extraterrestre. Esta relación trasciende a los medios de comunicación y se convierte en noticia nacional, sirviendo a los fines del pícaro Ezequiel (Adolfo Chuiman), líder de un movimiento de "contactados" que aprovecha la publicidad indirecta del supuesto encuentro entre Shirley y el extraterrestre Arrech para promover su doctrina, la cual encubre su único objetivo: meter la mano en la billetera de sus incautos seguidores. Anuncia una manifestación "en vivo" de los "pleidenians", supuestos extraterrestres contactados por el "Maestro Ezequiel", en el marco de la cual planea fugarse con los jugosos donativos de sus seguidores.

La película es, ya desde un punto de vista meramente cinematográfico, bastante predecible y de un humor simplísimo, casi podría decirse que se trata de un sketch largo del fenecido programa humorístico "Risas y Salsa" convertido en largometraje, con su moraleja más. Hay escenas que mueven a risa más por los errores en su producción que en la supuesta comicidad del guión. Pero uno se ríe, como se ríe de un buen chiste casero. Ni más, ni menos.

Ahora, la crítica nacional fue inmisericorde. Supongo que esos primeros planos larguisimos, los interminables discursos en español masticado de Robin Hunter y otras lindezas no dan lugar a mejores comentarios. En todo caso, dejo a los cinéfilos y especialistas los comentarios más sesudos. Lo que sí me ha sorprendido ha sido la noticia de que en España, más específicamente en Huelva, la película haya tenido una crítica acaso tan feroz como la crítica peruana. ¿Y qué es lo sorprendente, si la película no pasa de regular? Pues que otro producto cinematográfico estrenado el año pasado, "El Forastero" de Federico García, tuvo mucha mejor suerte en la península ibérica (al menos eso dice el director) pese a ostentar igual cantidad de fallos y limitaciones. Huelga decir que la crítica también fue inmisericorde en el caso de El Forastero, al menos, la crítica peruana.

¿Y por qué? ¿Por qué la diferencia de criterios? Nunca he estado en Europa, por lo que pecaría de pretencioso al tratar de analizar el criterio de los españoles. Pero creo saber la razón de la diferencia de opiniones: el público no ha reaccionado ante las películas en sí, sino ante la imagen que estas proyectan de los extranjeros, es decir, de si mismos.

En "El Forastero", el protagonista es un extraterrestre que es el extranjero modelo, rubio y hermoso (Nacho Duato). Además, cuenta con superpoderes, y acaba por asimilarse a la cultura nativa, para luego sacrificarse por esta. Es decir, estamos ante las mismas imágenes trilladas y estereotipadas de lo que "deben ser" los nativos peruanos y los extranjeros. En esta película, los peruanos somos simpáticos pueblerinos, corruptos policías o sanguinarios terroristas, en suma, vivimos en el eterno desorden latinoamericano que encuentra solución con la llegada e inmolación del extranjero, el "alien", cuyos rasgos europeos (caucásicos, blancos pues) son casi caricaturescos de tan obvios.

En cambio, en "Un marciano llamado deseo" sucede lo opuesto. Esta vez, los peruanos no somos tan desordenados y bobos, tenemos objetivos claros: aprovecharnos de los extranjeros, ya sea mediante un enlace matrimonial o el timo que consiste en la secta de "contactados" del Maestro Ezequiel. En efecto, "Un marciano llamado deseo" destroza casi todos los clichés que existen sobre latinoamerica: los peruanos no son ni exóticos indiecitos, ni peligrosos revolucionarios, ni indefensos nativos, acá aparecen como una tira de pícaros al mejor estilo del Lazarillo de Tormes o de Francisco de Quevedo, dispuestos a mentir, disfrazarse, etc. por lograr unos objetivos que no tienen nada de noble ni trascendente, y si mas bien de alienante y vergonzoso, sin necesidad de los trillados discursos sobre el "ser latinoamericano". De otro lado, los extranjeros, representados por Shirley, dejan de ser ruines villanos o superhéroes salvadores, para convertirse en unos ingenuos de cuya candidez (y de cuyos sentimientos de culpa por
vaya uno a saber qué) se puede aprovechar. Además, es probable que en otras latitudes resulte chocante ver que en América Latina no toda la gente es pobre o corrupta, sino simplemente sinvergüenza. Como en todos lados.

Vale pues, el esfuerzo de Antonio Fortunic, por lo menos para desmitificarnos un poco ante nosotros mismos y ante el resto del mundo.

Daniel Salvo (c) Noviembre de 2003



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