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Líneas de orientación del
Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques
El Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques es un agrupamiento
virtual de militantes revolucionarios de diversos países y con diversas
influencias, con el propósito de estimular recíprocamente su desarrollo
en común y de difundir y actualizar el pensamiento revolucionario de
la clase obrera. Pueden unirse al Círculo y participar como miembros
plenos tod@s aquell@s que concuerden en lo general con las siguientes líneas
de orientación teórico-prácticas, al margen de su interpretación
y desarrollo en términos más concretos:
1. El comunismo no es una filosofía o un programa político al
que amoldar el pensamiento y la acción de la clase obrera. Es la acción
de la clase obrera misma en cuanto ésta se rebela contra la relación
del capital y se convierte, ella misma, en su negación activa y consciente:
su negación como relación social que consiste en la subordinación
del trabajo vivo al trabajo acumulado -y con ello, por extensión, negación
de toda forma de explotación, dominio y alienación humana-. Es
en el curso de esta acción antagonista que la clase misma, por su propio
esfuerzo y haciendo frente a las embestidas y a la resistencia que ofrece el
capitalismo a su transformación, va desarrollando la conciencia concreta
necesaria para la superación positiva del capitalismo, que sólo
puede llegar a ser masiva mediante -y en el curso de- una revolución.
El comunismo no es otra cosa que la cooperación consciente y autoorganizada
de l@s proletari@s contra la alienación de su autoactividad como seres
humanos totales; es poner el desarrollo libre de los individuos, con todas sus
capacidades y necesidades, como condición del desarrollo de una sociedad
sin explotación ni dominación. En resumen, el comunismo es el
movimiento real que anula y supera de modo efectivo el estado presente de la
existencia humana, movimiento que cobra vida con la tendencia de l@s proletari@s
a actuar de modo autónomo y como clase, o sea, a emprender su praxis
revolucionaria propia y autodeterminada. El desarrollo del comunismo consiste
esencialmente en el desarrollo de la autonomía proletaria más allá
de los límites impuestos por el capitalismo.
2. Defendemos el desarrollo de la autonomía de l@s proletari@s en su
lucha, en su vida y en su espíritu, contra el viejo movimiento obrero
y la teoría-práctica reformista que lo atan al capitalismo, a
su existencia alienada como clase dominada, y cuyas formas de lucha, de organización
y pensamiento, son sólo válidas para reformar el capitalismo pero
no para suprimirlo revolucionariamente.
La actual decadencia del capitalismo significa también la inviabilidad
creciente del reformismo, que pierde su carácter históricamente
progresivo. Aunque la lucha por reformas siga siendo necesaria para la supervivencia
del proletariado y contribuya a construir su unidad de clase, no es ella la
que puede hacer madurar al proletariado en un sentido revolucionario. Lo que
hace madurar al proletariado en este sentido es el enfrentamiento cada vez más
violento y total con el capital, es decir, el desarrollo de la dominación
y represión capitalistas a que su lucha contribuye decisivamente y a
las cuales se tiene que enfrentar una y otra vez, forzado por el declive del
propio capitalismo y la consiguiente intensificación creciente del antagonismo
de clases. Es en este proceso, históricamente determinado, en el que
el proletariado avanza hacia la conciencia de la necesidad de la revolución
(la "transformación de la cantidad en calidad"), al comprobar
por sí mismo la degradación persistente de sus condiciones de existencia
sociales y la inviabilidad de los métodos reformistas para alterar esa
situación o para impulsar un desarrollo en sentido revolucionario. De
lo que requiere, entonces, es del desarrollo de nuevas y superiores formas de
autoactividad de clase (o sea, el desarrollo de la "calidad" revolucionaria),
formas que constituirán las bases futuras de la dictadura del proletariado,
de la dictadura del conjunto de l@s proletari@s sobre los remanentes
del capitalismo.
La función de l@s comunistas conscientes es ayudar al conjunto de la
clase en su autoclarificación acerca de los obstáculos a su desarrollo
revolucionario y acerca del modo de superarlos prácticamente.
3. Estamos por el internacionalismo revolucionario consecuente, orientado a
la confluencia y unificación orgánica de las múltiples
luchas y sectores del proletariado internacional, para formar un sólo
movimiento que combine la libre unión y la máxima autonomía
de las partes con la necesaria centralización y visión unitaria.
De este modo, el proletariado se constituye en clase histórico-mundial
y establece los fundamentos de una verdadera comunidad humana mundial. Una condición
imprescindible del verdadero internacionalismo es, pues, la lucha en todos los
países por la liberación del proletariado de todas las formas
de explotación y opresión nacionales y, en general, de la dominación
"nacional" de sus burguesías. Pues la existencia misma de la
nación burguesa es la negación de la libertad del proletariado
en su vida nacional y, es más, si el proletariado de un país colabora
en la opresión de sus hermanos de clase de otro país significa
que está fuertemente esclavizado por su burguesía.
Al mismo tiempo que el proletariado se desarrolla y eleva como clase revolucionaria
en cada país, se separa de la nación burguesa y se constituye
él mismo en nación. De este modo, para el proletariado coinciden
su liberación como clase y su liberación como comunidad nacional,
al tiempo que ambas confluyen de modo natural y necesario hacia la construcción
de una verdadera comunidad internacional del género humano, cuya base
material será una economía comunista mundial. Al liberarse nacionalmente,
el proletariado destruye no sólo la sociedad burguesa, sino también
la nación burguesa, y crea con ello una nueva forma de comunidad nacional
que supera todas las estrecheces y limitaciones (burguesas) de la precedente.
4. Nos esforzamos por la autoliberación radical e integral de l@s proletari@s,
tanto individual como colectiva.
El proceso revolucionario del comunismo requiere no sólo de una coherencia
entre los principios, los medios y los fines de la autoactividad proletaria,
requiere también de la unidad de las múltiples dimensiones de
esa autoactividad: unidad de la liberación material y la liberación
espiritual, unidad de la lucha económica y la política, unidad
de las luchas laborales con todas las luchas sociales, de la lucha de clase
y la lucha de género, de la unidad del desarrollo nacional y el internacional,
etc.
La integración de todos estos aspectos en un sólo proceso de lucha
con múltiples frentes, exige no sólo la superación de todas
las estrecheces y unilateralidades anteriores del movimiento comunista, esforzándonos
por su desarrollo teórico-práctico en un sentido verdaderamente
integral; exige también la superación de la división entre
programa mínimo y máximo, lucha por reformas y lucha revolucionaria,
propaganda inmediata y propaganda revolucionaria, etc.. Esta unidad no puede
realizarse interponiendo mecánicamente objetivos transitorios entre las
reivindicaciones inmediatas y las medidas revolucionarias (al modo trotskista),
sino reconociendo en el desarrollo de la autoactividad consciente y organizada
del proletariado la condición dinámica de esa unidad y estableciendo,
sobre esta base, una continuidad dialéctica entre objetivos mínimos,
transitorios y máximos. Esta continuidad programática, que encuentra
su base objetiva en el ascenso revolucionario de la lucha de clases, desde las
luchas inmediatas hasta la revolución abierta, tiene como principios
generales que los objetivos programáticos sirvan al avance sin retroceso
hacia el comunismo, a la unidad de la lucha económica y la política
(impulsando el desarrollo de formas de poder proletario) y al desarrollo en
general de la autoactividad integral del proletariado, especialmente al desarrollo
y clarificación de su conciencia de clase.
Asimismo, la puesta en práctica de este programa sólo puede hacerse
teniendo siempre en cuenta las condiciones y las tendencias, históricas
y concretas, subjetivas y objetivas, que existen en cada lucha o situación.
Sobre estos mismos principios y orientación histórico-materialista
han de elaborarse la estrategia y la táctica de l@s comunistas.
5. Defendemos la centralidad del proletariado como clase revolucionaria, determinada
socialmente como la fuerza de trabajo desposeída de medios de producción
y que sólo puede vivir trabajando para el capital. Sin por ello suprimir
las diferencias entre los distintos sectores de esta fuerza de trabajo, ni la
importancia de estas diferencias de cara al desarrollo del proletariado como
clase revolucionaria, nosotros entendemos al proletariado como unidad de esa
multiplicidad, que incluye a ocupados, desocupados y estudiantes condenados
a la proletarización, y que se extiende en diversas capas semiproletarias
a medida que el capitalismo subsume cada vez más todas las formas de
producción y trabajo precapitalistas (especialmente hay que mencionar
el trabajo doméstico de las mujeres, que en las familias obreras contribuye
directamente a incrementar el tiempo de trabajo excedente que puede suministrar
el trabajador al liberarle de las tareas domésticas y reproductivas).
Entendida concretamente, la centralidad del proletariado como clase revolucionaria
significa además que la emancipación de l@s proletari@s depende
solamente de sus propios esfuerzos. No pueden dejar sus propios asuntos en manos
de una minoría ilustrada, ni tampoco prescindir del desarrollo de su
capacidad intelectual y pensamiento, sin los cuales no pueden actuar realmente
de modo autónomo, sino todo lo más formalmente (como ocurre con
las viejas organizaciones obreras). Todas las formas de sustitucionismo, sean
tipo político o intelectual (el vanguardismo vulgar, el elitismo, la
jeraquización y el autoritarismo en todas sus formas), son contrarias
a la autoliberación de l@s proletari@s y reproducen una división
del trabajo que es el embrión y el esquema fundamental de las relaciones
sociales en la sociedad de clases. Por eso, las asambleas autoorganizadas, el
funcionamiento de abajo a arriba, la delegación bajo mandato imperativo,
la participación más amplia posible de tod@s, son los rasgos fundamentales
de la organización autónoma del proletariado, y deben ser siempre
los predominantes frente a las asambleas convocadas desde arriba, a las decisiones
desde arriba, a la delegación irrestricta y a la concentración
de la actividad en una minoría: lo que la lucha de clases establece en
ciertos momentos como un imperativo no puede tomarse como una virtud, ni erigirse
en principio de la actividad proletaria organizada.
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