Textos de Anton Pannekoek

La destrucción como método de lucha

Traducido del inglés por Ricardo Fuego. Fuente original: Archivo Kurasje, http://www.kurasje.org/arksys/archset.htm. Publicado originalmente en 1933.

La evaluación del incendio del Reichtag en la prensa comunista de izquierda nos conduce de nuevo a plantearnos otras preguntas. ¿Puede ser la destrucción un método de la lucha para los trabajadores?

Antes que nada, debe dejarse claro que nadie va a llorar por la desaparición del Reichtag. Era uno de los edificios más horribles de la Alemania moderna, una pomposa imagen del imperio de 1871. Pero hay otros edificios más hermosos, y museos llenos de tesoros artísticos. Cuando un proletario desesperado destruye algo precioso para vengarse de la dominación del capitalista, ¿qué opinión debemos tener ante esto?

Desde un punto de vista revolucionario, su gesto aparece como carente de valor y desde diversos puntos de vista uno podría hablar de un gesto negativo. La burguesía no ha sido afectada en lo más mínimo por esto puesto que continuamente destruido cosas siempre que podía reportarle beneficios, y pone el dinero-valor sobre todo lo demás. Tal gesto afecta especialmente a los estratos sociales más limitados de artistas y los aficionados de cosas hermosas, los mejores de los cuales a menudo tienen sentimientos anti-capitalistas, y alguno de los cuales (como William Morris y Hermann Gorter) lucharon al lado de los trabajadores. Pero en todo caso, ¿hay razón para tomar venganza contra el burguesía? ¿Acaso la burguesía tiene la tarea de traer el socialismo en vez del capitalismo?

Es su papel mantener todas las fuerzas del capitalismo en su lugar; la destrucción de todo lo que constituye la tarea de los proletarios. De esto se deduce que si alguien es responsable del mantenimiento del capitalismo, es la clase obrera en sí misma por haber descuidado la lucha demasiado. Por último, ¿a quién estamos privando de una determinada cosa mediante su destrucción? A los proletarios victoriosos que un día serán amos de todas ellas.

Por supuesto, toda lucha de clase revolucionaria, cuando toma la forma de guerra civil, siempre provocará destrucción. En cualquier guerra es necesario destruir los puntos de apoyo del enemigo. Aunque el ganador intente evitar la destrucción en demasía, el perdedor se verá tentado a causar destrucción inútil por puro rencor. Es de esperarse que hacia el final de la lucha la burguesía decadente cause una gran destrucción. Por otra parte, para la clase obrera, la clase que asumirá el control lentamente, la destrucción no volverá a ser un método de lucha. Al contrario, intentará legar un mundo tan rico e intacto como sea posible a sus descendientes, a la humanidad futura. Éste es no sólo el caso para los medios técnicos que pueden mejorar y perfeccionarse, sino especialmente de los monumentos y las memorias de las últimas generaciones que no pueden ser reconstruidas.

Se podría objetar que una nueva humanidad, los portadores de una libertad y una fraternidad sin igual, crearán cosas mucho más hermosas e imponentes que las de los últimos siglos. Y por otra parte que la humanidad recientemente liberada deseará hacer desaparecer los restos del pasado, representantes de su anterior estado de esclavitud. Esto es lo mismo que la burguesía revolucionaria hizo – o intentó hacer. Para ella, toda la historia anterior no era nada más que la oscuridad de la ignorancia y la esclavitud, mientras que la revolución fue dedicada a la razón, al conocimiento, a la virtud y a la libertad. El proletariado, por el contrario, considera la historia de sus antepasados de una forma absolutamente diferentemente. Sobre la base del marxismo que considera el desarrollo de la sociedad como una sucesión de formas de producción, ve una larga y dura anexión de la humanidad en base al desarrollo del trabajo, de herramientas y de formas de trabajo hacia una productividad cada vez mayor, primero a través de sociedad primitiva simple, después a través de sociedades de clase con su lucha de clases, hasta el momento en el cual a través del comunismo el hombre se vuelve amo de su propio destino. Y en cada período de este desarrollo, el proletariado encuentra características que se relacionan con su propia naturaleza.

En la prehistoria bárbara: los sentimientos de fraternidad y la moralidad de la solidaridad del comunismo primitivo. En el trabajo manual pequeñoburgués: el amor del trabajo expresado en la belleza de los edificios y de los utensilios para el uso diario que sus descendientes miran como obras maestras incomparables. En la burguesía ascendente: la sensación orgullosa de la libertad que proclamó los derechos del hombre y fue expresada en los trabajos más grandes de la literatura mundial. En el capitalismo: el conocimiento de la naturaleza, el desarrollo invaluable de la ciencia natural que permitió que el hombre, a través de la tecnología, dominara la naturaleza y su propio destino.

En el pasaje de todos estos períodos, estos rasgos fundamentales del carácter fueron aliados más o menos cercanos de la crueldad, la superstición y el egoísmo. Es exactamente estos vicios los que combatimos, que son un obstáculo para nosotros y que por lo tanto odiamos. Nuestra concepción de la historia nos enseña que estas imperfecciones deben entenderse como etapas naturales del crecimiento, como la expresión de una lucha por la vida por hombres todavia no plenamente humanos, en el contexto de una naturaleza todopoderosa y de una sociedad que no podían comprender.

Para la humanidad liberada las cosas imponentes que fueron creadas seguirán siendo, a pesar de todo, un símbolo de su debilidad, pero también un monumento de su fuerza, y dignas de ser preservadas cuidadosamente. Hoy, es la burguesía quien lo posee todo, pero para nosotros representa la propiedad de la colectividad que liberaremos para entregársela a las generaciones futuras tan intacta como sea posible.

Traducido y publicado digitalmente por el
Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques


Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

[email protected]

Hosted by www.Geocities.ws

1