Textos de Anton Pannekoek

El acto personal

Traducido del inglés por Ricardo Fuego de la página Libcom.org (http://libcom.org/library/the-personal-act-pannekoek). Publicado originalmente en "Persmaterial Van de Groep van Internationale Communisten" número 7, Marzo 1933.

El incendio del Reichstag por Van Der Lubbe ha dado lugar a las más divergentes opiniones. En los órganos de la izquierda comunista (como Spartacus, De Radencommunist), el incendio es aprobado como un acto de un revolucionario comunista. Aprobar y aplaudir tal acto significa abogar por su repetición. Por lo tanto se vuelve necesario apreciar integralmente su utilidad.

Quizás el significado del incendio fue afectar o debilitar a la clase dominante: la burguesía. En esto no puede haber dudas. La burguesía no fue afectada en lo más mínimo por el incendio del Reichstag; su dominación no fue debilitada de ninguna manera. Por el contrario, para el gobierno, fue una ocasión para reforzar considerablemente su terror contra el movimiento obrero. Todavia es necesario enfatizar las consecuencias indirectas.

Pero aun si tal acto afecta o debilita a la burguesía, la única consecuencia es desarrollar la convicción en los obreros de que sólo actos individuales como ese pueden liberarlos. La verdad que los obreros deben asimilar es que sólo la acción de masas de la clase obrera como un todo puede derrotar a la burguesía. Este principio básico del comunismo revolucionario permanecerá, en este caso, oculto para ellos. Su accionar independiente como clase será olvidado. En vez de concentrar todas sus fuerzas en la propaganda entre las masas trabajadoras, las minorías revolucionarias dispersarán sus fuerzas en actos personales que, aun si tales actos son llevados a cabo por un grupo dedicado con muchos miembros, no son capaces de hacer fallar la dominación de clase. Con sus considerables fuerzas de represión, la burguesía podría ir fácilmente tras ese grupo. Raramente ha existido un grupo revolucionario minoritario que llevara a cabo acciones con más devoción, sacrificio y energía que los nihilistas rusos de hace medio siglo. En algunos momentos, hasta parecía que mediante una serie de atentados bien organizados, los nihilistas podrían derrocar al zarismo. Pero un detective francés, contratado para llevar adelante la lucha anti-terrorista en lugar de la incompetente policía rusa, tuvo éxito mediante su energía personal y su organización occidental en destruir al nihilismo en sólo unos pocos años. Fue sólo entonces cuando se desarrolló un movimiento de masas que finalmente derrocó al zarismo.

¿Es posible, sin embargo, que tales actos personales valgan como forma de protesta contra el electoralismo abyecto, que desvía a los obreros de su verdadera pelea?

Una protesta sólo tiene valor si surge de la convicción, produce una fuerte impresión, o desarrolla conciencia. ¿Pero quien cree que un obrero que defiende sus intereses votando a los socialdemócratas o a los comunistas dudará del electoralismo porque alguien haya incendiado el Reichstag? Este es un argumento totalmente irrisorio, similar a lo que la misma burguesía hace para librar a los obreros de sus ilusiones, volviendo al Reichstag totalmente impotente, disolviéndolo, dejando a un lado el proceso de decisión. Los camaradas alemanes dijeron que esto sólo podía ser positivo ya que la confianza de los obreros en el parlamentarismo recibirá un gran golpe. Sin duda, ¿pero no es esta una manera demasiado simplista de encarar las cosas? En tal caso, las ilusiones democráticas serán redirigidas hacia otra ruta. Cuando no hay derecho a un voto generalizado o donde el parlamento es débil, la conquista de la verdadera democracia es un objetivo avanzado y los obreros se convencen de que sólo llegarán a esa conquista mediante su acción colectiva. De hecho, la propaganda sistemática dirigida a explicar cada evento desde el principio y a entender el verdadero significado del parlamento y la lucha de clases, siempre permanece como el punto principal.

¿Acaso el acto personal puede ser una señal, dar el empujón final que ponga en marcha, mediante el ejemplo radical, a esta inmensa lucha?

Ciertamente existe un funcionamiento actual en la historia donde las acciones individuales, en momentos de tensión, actúan como chispas en un depósito de pólvora. Pero la revolución proletaria no es nada parecido a una explosión en un depósito de pólvora. Aun si el Partido Comunista lucha por convencerse a sí mismo y al mundo de que la revolución puede estallar en cualquier momento, nosotros sabemos que el proletariado todavía debe darse a sí mismo una nueva forma para pelear como masa. Todavía puede percibirse en estas visiones un cierto romanticismo burgués. En las anteriores revoluciones burguesas, la burguesía ascendió con el pueblo detrás de ella y se encontró a sí misma en confrontación contra los soberanos y su opresión arbitraria. Un atentado en la persona de un rey o de un ministro podía ser la señal de la revuelta. La visión actual en la que un acto personal podría poner a las masas en movimiento se revela a sí misma como una concepción burguesa de jefe; no un líder de un partido elegido, sino un jefe que se designa a sí mismo y quien, por sus acciones, lidera a las masas pasivas. La revolución proletaria no encuentra nada en este anacrónico romanticismo del líder; una clase, propulsada por enormes fuerzas sociales, debe ser la fuente de toda la iniciativa.

Pero la masa, después de todo, está compuesta de individuos, y las acciones de la masa contienen un cierto número de acciones personales. Ciertamente, es aquí donde encontramos el verdadero valor del acto personal. Separado de la acción de masas, el acto de un individuo que piensa que puede realizar por sí solo algo grandioso es inútil. Pero como parte de un movimiento de masas, el acto personal tiene la más alta importancia. Los obreros en lucha no son un regimiento de marionetas idénticas en coraje sino que están compuestos por fuerzas de diferentes naturalezas concentradas en el mismo objetivo, su movimiento es irresistible. En este cuerpo, la audacia del más valiente encuentra el tiempo y el lugar para expresarse en actos personales de coraje, cuando la clara comprensión de los otros los llevan hacia un objetivo adecuado para no perder lo conquistado. De la misma manera, en un movimiento en ascenso, esta interacción de fuerzas y actos es de gran valor cuando es guiada por una clara comprensión que anima, en este momento, a los obreros, lo cual es necesario para desarrollar su combatividad. Pero en este caso, demasiada tenacidad, audacia y coraje será convocada, por lo que no será necesario quemar un parlamento.

Traducido y publicado digitalmente por el
Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques


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