Paul Mattick
El comunismo de consejos
Índice
IV
A partir de la posición negativa desarrollada aquí puede
verse fácilmente que la actividad futura de la clase obrera no
puede designarse como un "nuevo comienzo", sino meramente
como un comienzo. El siglo de lucha de la clase que dejamos
detrás de nosotros “desarrolló un conocimiento teórico
inestimable; encontró galantes palabras revolucionarias en desafío
de la demanda capitalista de ser el sistema social final; despertó
a los obreros de la desesperación de la miseria. Pero su lucha
efectiva estaba dentro de los límites del capitalismo; era la
acción a través de la mediación de los dirigentes
y sólo buscaba poner amos blandos en el lugar de los duros."3
La historia previa del movimiento obrero sólo debe considerarse
como un preludio de la acción futura. Aunque no hay duda de que
este preludio ya ha previsto algunas de las implicaciones de la lucha
venidera, no obstante sigue siendo sólo una introducción,
no un resumen, de lo que va a seguir.
El movimiento obrero europeo desapareció con tan poca lucha
porque su organización no tenía perspectiva de avance;
sabían o sentían que no había lugar para ellos
en un sistema socialista, y su miedo de que la sociedad de clases desapareciese
no era menor que el de otros grupos privilegiados. Capaces de funcionar
sólo bajo condiciones capitalistas, contemplaban con desagrado
el fin del capitalismo; una elección entre dos maneras de morir
nunca ha alentado a nadie. El hecho de que tales organizaciones obreras
puedan funcionar sólo en el capitalismo explica también
sus conceptos bastante curiosos acerca de lo que constituiría
una sociedad socialista. Su "socialismo" era y es un "socialismo"
que se asemeja al capitalismo; ellos son capitalistas "progresivos"
más bien que socialistas. Todas sus teorías, desde la
del "marxista" revisionista Bernstein, a aquellas de un "socialismo
de mercado" en boga hoy, son sólo métodos para
lograr la conformidad en el capitalismo.
Por consiguiente, no es sorprendente que un sistema capitalista de
Estado, claramente discernible tal y como existe en Rusia, sea generalmente
aceptado por ellos como un sistema socialista completo, o como una fase
transitoria al socialismo. La crítica dirigida contra el sistema
ruso considera solamente la falta de democracia, o una supuesta malicia
o estupidez de su burocracia, y se preocupa poco o nada del hecho de
que las relaciones de producción ahora existentes en Rusia no
difieren esencialmente de aquellas de los demás países
capitalistas, o del hecho de que los obreros rusos no tienen voz alguna
en cualquier cosa en los asuntos productivos y sociales de su país,
sino que están sujetos políticamente y económicamente
a las condiciones y los individuos explotadores, como los obreros de
cualquier otra nación. Aunque la amplia mayoría de los
obreros rusos ya no hace frente a los empresarios individuales en su
lucha por la existencia y mejores condiciones de vida, sus autoridades
presentes muestran que incluso la vieja aspiración del movimiento
obrero, el reemplazo de los amos duros por otros benévolos, no
se ha cumplido allí.
Ellos muestran también que la sola desaparición del
capitalista individual no acaba con la forma capitalista de explotación.
Su transformación en un funcionario estatal, o su reemplazo por
cargos estatales, deja todavía intacto el sistema de explotación
que es peculiar al capitalismo. La separación de los obreros
de los medios de producción y, con esto, la dominación
de clase, se continúan en Rusia, con el añadido de un
aparato explotador altamente centralizado y unívoco que ahora
hace más difícil la lucha de los obreros por sus objetivos,
de modo que Rusia se revela sólo como un desarrollo capitalista
modificado expresado en una nueva terminología. Los intentos
de una mayor suficiencia nacional a los que Rusia fue forzada, como
han sido forzados todos los demás países capitalistas,
es ahora celebrado como "la construcción del socialismo
en un sólo país". La quiebra de la economía
mundial, que explica y permite el desarrollo forzado del capitalismo
de Estado en Rusia, es ahora descrita como una "coexistencia
de dos sistemas sociales fundamentalmente diferentes". Sin
embargo, el optimismo del movimiento obrero parece incrementarse con
cada derrota que sufre. Cuanto más progresa la diferenciación
de clase en Rusia, más la nueva clase dominante tiene éxito
en suprimir la oposición a una explotación creciente y
altamente celebrada; cuanto más Rusia participa en la economía
capitalista mundial y se convierte en un poder imperialista entre los
otros, más se considera que el socialismo está plenamente
realizado en ese país. Justo como el movimiento obrero ha sido
capaz de ver al socialismo en marcha en la acumulación capitalista,
celebra ahora la marcha hacia el barbarismo como otros tantos pasos
hacia la nueva sociedad.
Como quiera que el viejo movimiento obrero pueda estar dividido por
desacuerdos en varios temas, en la cuestión del socialismo está
unido. El "cartel general" abstracto de Hilferding,
la admiración de Lenin por el socialismo de guerra y el servicio
postal alemanes, la eternización de Kautsky de la economía
del valor-precio-dinero (deseando hacer conscientemente lo que en el
capitalismo se realiza por las ciegas leyes del mercado), el comunismo
de guerra de Trotsky, provisto de los rasgos de la oferta y la demanda,
y la economía institucional de Stalin --todos estos conceptos
tienen en su base la continuación de las condiciones de producción
existentes--. Es una cuestión de hecho que son meros reflejos
de lo que efectivamente está ocurriendo en la sociedad capitalista.
De hecho, tal "socialismo" se discute hoy por famosos economistas
burgueses como Pigou, Hayek, Robbins, Keynes, por mencionar sólo
unos pocos, y ha creado una literatura considerable a la que los socialistas
se vuelven ahora por su material. Además, los economistas burgueses
de Marshall a Mitchell, de los neoclásicos a los modernos institucionalistas,
se han interesado ellos mismos por la cuestión de cómo
traer orden al desordenado sistema capitalista, siendo la tendencia
de su pensamiento paralela a la tendencia a una intrusión aun
mayor del Estado en la sociedad competitiva, un proceso que resulta
en "New Deals", "Nacional-Socialismo"
y "Bolchevismo", los diversos nombres para los diferentes
grados y variaciones del proceso de centralización y concentración
del sistema capitalista.
Siguiente >>
3 J. Harper [=Anton Pannekoek], "Observaciones Generales sobre la Cuestión de la Organización", Living Marxism, noviembre de 1938.
|